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Falsa democracia
Por CNPI -
Monday, Mar. 24, 2014 at 7:41 AM
cnpindigenas@gmail.com
Es cuando un país es devorado por el despotismo, las leyes son sancionadas por la fuerza del poder, los que gobiernan se auto eligen y los opositores son cómplices que aceptan las reglas del monarca de turno en una "partidocracia" sin fin.
Juan Namuncura del CNPI expresó: "Un país donde los derechos humanos son un subsidio millonario a una fundación, la ayuda social es una distribución de fondos entre punteros políticos afines, la salud es un beneficio aristocrático criollo, el trabajo es un sueldo a la sumisión, la educación es inalcanzable para el pueblo y la tierra es propiedad privada de unos cuantos, no es un país libre: es un feudalismo".
No tenemos descanso, no hay alivio, la interminable lucha entre políticos por el poder, pensamiento que dio vida a la Argentina, dejó indefenso al pueblo, donde el heredado gen de delinquir es un modo de vida normal en algunos sectores, todavía, a tal punto de rogar no ser la próxima víctima del sistema corrupto impuesto por el absolutismo de 200 años.
No hay garantías constitucionales, igualdad de derechos ni República, vivimos en un Estado de permanente destrucción, donde se viola hasta el pensamiento y el honor es la burla impuesta entre ricos y pobres.
La democracia es el poder del pueblo y su ejercicio es a través de sus representantes elegidos libremente por los mismos, sin consuetudinarias imposiciones de candidatos o leyes dictatoriales armadas por minorías para lograr mayorías, en complicidad con opositores y con el sistema de la compra de votos que finaliza con la fiscalización del mismo sistema, sin participación ni consulta del dueño de las decisiones, "el pueblo".
Hoy el pueblo es denominado minoría vulnerable y las minorías capitalistas son las mayorías absolutistas, extraña deformación de la democracia lograron unos cuántos en desmedro de millones, llegando al retroceso total donde pagar impuestos es librarse de la condena de muerte.
Esta "falsa democracia" es nuestro modo de vida y las cadenas nacionales y un grupo de seguidores son la panacea de todos los problemas del pueblo, un territorio arrebatado a pueblos originarios, un país sin identidad con miles de niños indígenas prisioneros de guerra, donde sus padres fueron asesinados y sus madres distribuidas como ganado para servidumbre, que no gozarán de la dignidad de por lo menos descansar en paz y tener derechos humanos, porque no son considerados como tales.
La interminable lista de críticos preparados para desvirtuar la realidad de la verdad e imponer y tergiversar opiniones será la maquinaria de respuesta a un simple pensamiento, falsa democracia.
Quizás llegó la hora de decir basta y defendernos organizadamente con la palabra, con el fundamento o con el orgullo de la dignidad de ser herederos de los primeros habitantes y dueños de este territorio para liberarnos del ciego opresor sin tierra, para fundar en unión y libertad una verdadera democracia.