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“Hubo un nunca más para los desaparecidos, para los indígenas es siempre más”
Por Agassaganup O Zobá - Tuesday, Mar. 25, 2014 at 4:53 PM
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Transcurriendo el mes de marzo, momento en el que se hace más presente la ausencia de las y los 30 mil compañeros detenidos y desaparecidos durante la última dictadura militar, quisimos recordar a las y los hermanos indígenas, quienes sufrieron también el terrorismo de Estado, que intentaría concluir lo que los colonos europeos con sus masacres no pudieron: desaparecerlos. Marcelo Valko, escritor e investigador, explicó al respecto: “(Julio Argentino) Roca y Estanislao Ceballos, el publicista de la Campaña al Desierto, (sostienen) que la barbarie está maldita y no quedarán ni los huesos en la Pampa. Ellos hablan de desocupar el desierto, es un contrasentido, es dar por hecho que estaba habitado”.

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Sobre las formas de llevar a cabo las desapariciones, Valko sostuvo: “Los van a hacer ausencias. Se puede ver en lo diarios, en los partes militares. Desaparecen los topónimos, el idioma, la cosmovisión y sobre todo las personas. Las arrean a Buenos Aires. En el camino va a ser terrible la mortandad. Al llegar, desembarcan en Vuelta de Rocha y toda la ciudad los ve. Van a distribuir a varios miles de ellos en casas, a niñas sobre todo, sirvientas, peonas, para todo uso”.

Intentando buscar conexiones entre ambos períodos nefastos, se encuentran, lamentablemente, muchos puntos en común: “Se equipara con la Dictadura Cívico Militar Eclesiástica del '76, porque en ambos casos les quitan las propiedades, la familia. A los desaparecidos los obligaron a firmar la venta de departamentos, a los indígenas no les hacen firmar nada, les quitan las tierras. Las violaciones masivas de mujeres durante la Expedición al Desierto, mencionadas en montones de comunicados, son lo mismo que esas violaciones en la ESMA”, afirmó Marcelo Valko.

“Después está la quita de niños a sus padres. Con Videla tenemos todavía 500, que se encontraron ciento y pico, en esa época son muchos, muchos miles más. Pierden sus nombres, le cambian la identidad con el bautismo, los catecismos de guerra. Existía un artículo de la Constitución de convertir a los indios al catolicismo”, agregó el investigador.

Las y los indígenas son desaparecidos públicamente. Pierden sus nombres, familias, territorios y cosmovisión. Son ausentes que se hacen presentes, ofrecidos en los medios de la época cual aviso clasificado, para ser incorporados como mano de obra barata. “Ahí tenemos una diferencia con lo que hace Videla, él habla de la entelequia, no están, en cambio acá hay 19 mil prisioneros originarios de un total de 22 mil, según Estanislao”, dijo Valko.

CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN BUENOS AIRES

Al igual que las y los 30 mil compañeros detenidos y desaparecidos a partir del año 1976, trasladados a distintos centros clandestinos de detención, las y los aborígenes sufrieron una (suerte) similar. El escritor relató: “En Capital teníamos un depósito en la Vuelta de Rocha en la Boca, otro donde hoy es la calle Hipólito Yrigoyen y Loria (Almagro). El más escandaloso era la isla Martín García, más grande que la ESMA. Allí había un crematorio, pero cuando no los cremaban, los tiraban al agua. (Existen) diarios uruguayos que se quejan a la cancillería argentina de que los indios de mierda aparecen en la orilla uruguaya. ¿De qué se quejan? de que aparecen con claros signos de viruela y los uruguayos toman el agua. Las huellas del genocidio están, solo hay que encontrarlas”.

“Uno de los procedimientos mejores del genocidio es invisibilizar al grupo que querés eliminar y al ser invisibles, no hay delito, no están. Recién ahora los sobrevivientes, los descendientes, comienzan una lenta recuperación, una asunción de la propia identidad, porque es muy difícil desde una derrota tan absoluta. Por los desaparecidos de la dictadura de Videla hubo juicios, reparaciones más o menos acordes. En el caso de los indígenas no, y así como hubo un nunca más para estos detenidos desaparecidos, para los indígenas es siempre más”, declaró Valko con crudeza.

Un claro ejemplo de este ocultamiento, se dio con el Malón de La Paz, marcha que convocó, en el año 1946, la movilización de hermanas y hermanos aborígenes del noroeste argentino, en reclamo de sus tierras, hasta la Capital Federal. Marcelo expuso al respecto: “Cuando viene el Malón lo van a terminar invisibilizando y cuando los secuestran van a decir que son bolivianos. Nosotros somos blancos y europeos, no tenemos indios, si están acá son extranjeros. Si te vas un poco más al norte, Santiago, Corrientes y más, vas a ver que hay indígenas, descendientes de indígenas, se asuman o no, pero es una realidad. En Retiro, Constitución, ves los colores de piel, las caras”.

“Tenemos naciones que conviven en este gran país y es un crimen que se los invisibilice desde todo punto de vista, por eso planteamos que el indígena es el primer desaparecido. La historia oficial, escrita por los escribas de esta clase que se quedó con todo, es la madrastra de este país, que (lo) hizo chiquito, miserable, enquistado en el puerto de Buenos Aires, que le da la espalda al interior y al resto de Latinoamérica. Nosotros nos tenemos que asumir como un país heterogéneo, no podemos estar solo con los mitos griegos que están muertos, tenemos mitos de los wichis, pilagás, mapuche y eso nos tiene que enriquecer como nación”, aconsejó Marcelo.

Al concluir, el investigador dejó un claro mensaje en pos de la integración, aceptando las diversidades, sin buscar la opresión de una cultura por sobre otras: “El día que nosotros rompamos eso y veamos que somos más, que somos distintos, que tenemos una variedad maravillosa, nos va a enriquecer, la invisibilidad se va a quebrar y esa gente que fue desaparecida, vamos a ver que está”.

Fuente Fotografía: Tefa Schegtel Torres

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