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Carta crítica a Ernesto Sanz (UCR)
Por Eduardo R. Saguier - Friday, Mar. 28, 2014 at 1:18 PM
saguiere@ssdnet.com.ar

Inconscientes de su responsabilidad histórica y de estar transitando una realidad potencialmente trágica, Vd. y las autoridades que lo acompañan, persisten en no convocar a los afiliados al debate y en no compartir el micrófono ni la pantalla, salvo con sus eventuales socios electorales --con los cuales no compiten en ideas sino en candidaturas-- a riesgo de quedar los radicales y el pueblo todo del país cada vez más desmovilizados, desvalidos, y expuestos a la violencia de la miseria, la inseguridad y el narcotráfico.

Scuzzi-Palermo, Buenos Aires, miércoles 26 de marzo de 2014

Sr. Presidente del Comité Nacional de la UCR Dr. Ernesto Sanz

Ref.: Convocatoria al debate entre los afiliados

De nuestra consideración:

En oportunidad en que Vd. asumió el año pasado la presidencia del Comité Nacional tuvimos el privilegio de saludarlo en el Café Victoria. En dicha ocasión le expresamos brevemente la necesidad que en el espacio partidario se abriera entre los afiliados un debate largamente postergado, a lo que Vd.
asintió efusivamente. Dos meses más tarde le enviamos un correo electrónico reiterándole el pedido e invocando el art. 26 de la Carta Orgánica del partido, el cual no fue contestado. Al poco tiempo, el 15 de febrero, se registró una convocatoria suya reunida en un restaurant de la ciudad de Luján, donde las autoridades partidarias y los legisladores y gobernadores pertenecientes al partido celebraron a puertas cerradas una llamada “cumbre política”.

No obstante ello, el espacio partidario, el del afiliado común, que no ejerce cargo ni representación legislativa, sigue aún desmovilizado y privado de debate alguno con el cual poder afrontar la adversidad de un gobierno corrupto. Por todo ello, volvemos hoy a reiterarle, encarecidamente, su responsabilidad en honrar el artículo 26 de la Carta Orgánica partidaria, que prescribe la obligación de las autoridades de convocar al afiliado periódicamente para que exprese su pensamiento y sus preocupaciones ciudadanas.

Esta requisitoria pública no es fruto de antojos o aspiraciones personales sino la resultante de una larga odisea de frustraciones, donde los intentos de expresar nuestras ideas o volcar nuestras denuncias contra la corrupción, por los canales partidarios, judiciales y periodísticos, se vieron persistentemente rechazados, archivados e ignorados (ver Festejo Sombrío en el Comité Nacional y Obsecuencia de los jueces al poder político en Argentina). Esta agonizante experiencia nos ha confirmado la verosimilitud de un severo diagnóstico: nuestro partido padece no solo de senectud, lo que es normal en un partido centenario, sino lo que es grave, de senilidad patológica, producto del desmedido abuso de prácticas patrimonialistas y carismáticas, verdaderas placas seniles en regimenes democrático-republicanos. Quien en estos sistemas se apropian del mando controlan el micrófono, la pantalla y la difusión periodística, y con ellos en su poder es dueño y señor de palabras, imágenes y mitos, y por consiguiente manipula audiencias cautivas que convierten a la maquinaria de un partido en un contubernio de operadores, funcional para maniobrar trueques y enroques, es decir para zurcidos y fregados.

En este aparato o engranaje inerte, donde la Convención Nacional del partido brilla por su ausencia, para el afiliado radical no existe espacio ni oportunidad para expresar ideas o denunciar corrupciones, salvo la de sufragar en comicios internos amañados con padrones que se vuelcan, en boletas electorales con las que no se comulga, y en comicios cada vez más escasos debido a la nueva competencia de las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO).

Patrimonialista es una concepción pagana y premoderna de la política, que consiste en concebir el poder como un objeto tangible susceptible de dominio y no como una relación social que debe ser necesariamente interactuada y razonada. De esa forma falaz y primitiva, devenido el partido en un aparejo ortopédico, quienes en él detentan el poder lo empuñan a discreción, como si operaran en un simulador de vuelo, con botones, pedales y auriculares, sin dar respuesta ni participación alguna, sin compartir el micrófono o la pantalla, y donde sus titulares son por ende siempre los mismos protagonistas, con las mismas poleas y roldanas del viejo titiritero, maquinando a los mismísimos soldados de Aída. Ellos son los únicos en este aletargante show mediático que desfilan y peroran para repetir como ventrílocuos idénticos clichés, sobre “consensuar acuerdos [electorales]”
con quienes habían sido paradójicamente desahuciados del propio partido, pero son incapaces de recoger o elaborar una idea transformadora o de efectuar una denuncia o de practicar una autocrítica de ese pasado reciente y lejano, que fue obstinadamente remendado con pactos y agachadas. Presumen ser depositarios de una verdad simbólica y de un carisma sagrado, como si se tratara del Santo Grial, o más bien del Santo Oficio, cuando todos los radicales somos conscientes que dicha verdad ha venido siendo fatigosa y reiteradamente lastimada, con premeditación y alevosía.

En una época en que no existía la imprenta, ni la radio ni la televisión ni tampoco internet, quienes detentaban el poder también monopolizaban el pensamiento, la palabra y la voluntad. Pero en esta pasmosa y peligrosa era de la revolución digital, de la globalización y del asedio del narcotráfico, la conducta patrimonialista que ejercen las actuales autoridades, no sólo es grotescamente anacrónica, sino que es fatalmente suicida para conducir los destinos de un partido político opositor, otrora ejemplarmente virtuoso, moderno, progresista y popular. Como resultado de este interesado desatino, aún el propio poder patrimonialista se ha ido erosionando cada vez más, y hoy lo que resta de ese legado intestado se ha venido evaporando, al extremo de posar como un vulnerable y obsoleto despojo o más bien una ruina arqueológica, de lo que en aquel entonces fue un pasado heroico de abstención, intransigencia, y renovación.

Sin embargo, inconscientes de su responsabilidad histórica y de estar transitando una realidad potencialmente trágica, Vd. y las autoridades que lo acompañan, persisten en no convocar a los afiliados al debate y en no compartir el micrófono ni la pantalla, salvo con sus eventuales socios electorales --con los cuales no compiten en ideas sino en candidaturas-- a riesgo de quedar los radicales y el pueblo todo del país cada vez más desmovilizados, desvalidos, y expuestos a la violencia de la miseria, la inseguridad y el narcotráfico.

Cordialmente,


Juan José Rosenberg Eduardo R. Saguier

Juan Carlos López Juan Méndez Avellaneda

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Claudicaciones del Radicalismo en materia de Democracia, Memoria, Reforma y Consenso de W
Por Eduardo R. Saguier - Saturday, Aug. 23, 2014 at 9:26 PM
saguiere@ssdnet.com.ar

Buenos Aires, Palermo, Squzi, miércoles 20 de agosto de 2014



Ref.: Claudicaciones del Radicalismo Argentino en materia de Democracia, Memoria, Reforma y Alineamiento con el Consenso de W



Sr. Presidente del Comité Nacional de la UCR

Dr. Ernesto Sanz



Sra. Presidenta de la Convención Nacional de la UCR

Lic. Lilia Puig de Stubrin



De mi consideración:



Hace casi medio año, el 26 de marzo del corriente, un grupo de correligionarios les pidió en un escrito titulado “UCR-Debate Clausurado” honrar el artículo 26 de la Carta Orgánica partidaria, la que prescribe la obligación de las autoridades de convocar al afiliado periódicamente para que exprese su pensamiento y sus preocupaciones ciudadanas. http://argentina.indymedia.org/news/2014/03/857513.php



A pesar de dicho pedido, desde entonces no hemos observado que hayan cumplido con dicho articulado, y que se haya intentado reparar el daño inferido a la democracia interna, pues ninguna sobre-actuación personal por más esforzada que fuere ni ningún acuerdo de cúpulas partidarias puede suplantar con éxito la consulta y la opinión individual del afiliado, que nada tiene que ver con el voto en una interna electoral. Por el contrario, lo único que se conoce hasta ahora es una nueva convocatoria a la Convención Nacional en el próximo mes de septiembre, emplazada exclusivamente para ratificar una política de alianzas. Sin embargo, la opinión individual de los afiliados aunque no hayan sido consultados siempre ha sido más potente que la voz de los convencionales y los delegados al Comité Nacional. Y también siempre ha sido más fuerte que eventuales alianzas o coaliciones, por más cruciales que estas fueren para la suerte del país. No es posible que so-pretexto de acuerdos o coaliciones, la opinión del afiliado Radical en la era informática deje de ser escuchada, y que su dignidad sea avasallada por intereses y superestructuras mezquinas.



No obstante, el objeto de este nuevo escrito, que integra una batería de ensayos concatenados entre sí, todos puestos online, no es volver a insistir en un derecho consagrado en la Carta Orgánica (el del afiliado para expresar periódicamente su pensamiento), sino lo que es más imprescindible, tratar de explicar descarnadamente la naturaleza histórica y política de lo que el filántropo Martín Varsavsky denomina refiriéndose a la Argentina el “agujero negro del talento”, o lo que es lo mismo, el atraso y la corrupción académica y científica argentina, acompañado por sus repercusiones en el Radicalismo, y por el repetido y prolongado impedimento a opinar que padecen los afiliados Radicales y que se remonta a los inicios del retorno a la democracia (1983), y que tan perjudicial ha sido para la preservación de la democracia interna y para el espíritu republicano de las instituciones del Radicalismo.



Por otro lado, desde hace más de una década, más precisamente desde que el populismo bonapartista de Kirchner (compuesto por un revisionismo anacrónico de mitos y leyendas, una estrategia fascista de amigo-enemigo, una política stalinista previa al Frente Popular, y en su etapa terminal un estado policial con las Leyes de Abastecimiento y Antiterrorista), tomara el poder en 2003, nuestro Radicalismo se caracterizó por una oposición tibia y de muy baja intensidad, una sombra de su sacrificado y honroso pasado. Sin querer incursionar en las complicidades de algunos dirigentes con el Kirchnerismo, hemos de hacer hincapié aquí en un contrapunto vital de la política nacional totalmente ignorado por la dirigencia partidaria (propia y ajena), y que hace eje en las políticas públicas en materia de ciencia y educación superior, insustituibles para la potenciación de la sociedad civil y para una eventual profundización del desarrollo industrial y tecnológico del país.



En ese preciso sentido, y para salvaguardia del sistema científico, el que suscribe, acudió al bloque Radical del Senado, en el transcurso del 2010, para requerir solidaridad parlamentaria a su denuncia judicial penal federal contra la Agencia Nacional para la Producción Científico-Tecnológica (ANPCyT), por la malversación y estafa de U$S 1240 millones de dólares procedentes del Banco Interamericano de Desarrollo (equivalentes a la deuda sentenciada con los mal llamados Fondos Buitres), y administrados fraudulentamente por el entonces Secretario de Estado Lino Barañao. En mi requisitoria acompañé la fotocopia del grueso expediente judicial, la cual fue registrada, y en respuesta se me aseguró que sería convocado para su consideración, citación que nunca se concretó y que no insistí pues advertí entonces la existencia de un profundo desinterés partidario.

http://idealpolitik.com.ar/nota/227/festejo_sombrio_en_la_linea_recta_y_en_el_comite_nacional/



La precariedad institucional de esta irresponsabilidad y el resultante atraso científico y tecnológico requieren un análisis histórico acerca de las elites políticas de procedencia y formación universitaria. Este análisis debe partir de los deficits del proyecto Reformista (1904-1918) en materia de endogamia profesoral (incapaz de generar una comunidad y un mercado docente de alcance nacional) y debe continuar con el grado de desatención y abandono del capital simbólico del país cuya cadena de acontecimientos es fundamental señalar con detalle para trazar su itinerario y trayectoria histórica.



Este capital y esta memoria, que debieran ser interpelados por un discurso crítico, pero que ha caído en el olvido del imaginario Radical, está compuesto por una batería de documentos y hechos históricos interconectados entre sí, tales como la Ley Avellaneda (1885), la malograda Reforma Universitaria de 1904 en Buenos Aires [que siguió al suicidio de Leandro Alem y entre cuyas secuelas se expulsaron de los claustros universitarios a Juan B. Justo y Nicolás Repetto], y la a medias triunfante Reforma de 1918 en Córdoba. También se constituyeron posteriormente en acontecimientos cuya memoria histórica debe ser reconstruida y que deben ser interpeladas por la prédica Radical: la frustrada lucha contra el art.28 y la defensa del laicismo y la enseñanza pública (1959), la radicalización del movimiento estudiantil y universitario durante el Cordobazo (1969), y finalmente, el fracasado combate de 1996 contra el alineamiento automático a las políticas educativas del Consenso de Washington (focalizadas en el mercantilismo privatizador, la descentralización federativa, la fragmentación docente, el fraccionamiento productivista y la educación y la ciencia como mercancías), que estuvieron dramáticamente expresadas en el Fondo para el Mejoramiento de la Calidad Universitaria (FOMEC), en el programa de subsidios del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FonCyT) perteneciente a la Agencia o ANPCyT, y en el Programa de Incentivos para
docentes-investigadores categorizados, y enrolados en las Universidades Nacionales, y que viene siendo facciosamente administrado por la Secretaría de
Políticas Universitarias del Ministerio de Educación. La alegórica caricaturización de los alineados de adentro quedó registrada en un célebre mural exhibido en Filosofía y Letras de la UBA, acompañado por una parodia explicativa de autor anónimo, ambos testimonios salvados de desaparecer gracias a las entonces nacientes redes de Internet. Estas reivindicaciones -aunadas al Programa de Avellaneda (1945)- debieran ser los antecedentes centrales para ser interpelados por la prédica intransigente de la UCR y son las únicas herramientas que hemos heredado fragmentadas y que debemos seguir honrando, susceptibles de ser reactivadas y actualizadas para rescatar a nuestro partido de la prolongada crisis programática y moral.

http://argentina.indymedia.org/news/2009/04/665037.php



Dicha interpelación histórica se debe ampliar aún más con consideraciones acerca de la creciente erosión de la conciencia sobre nuestra producción de contenidos académicos originales, cuyos procesos de investigación, planificación, administración y evaluación deben ser necesariamente independientes tanto del poder del Estado (CONEAU-Agencia), como de los organismos multilaterales de crédito (BM-BID), y de toda facción ideológica, política o religiosa (independencia que nada tiene que ver con la defensa de estructuras corporativas o de prácticas de cogobierno y de composición tripartita). Culminamos la interpelación con las denuncias sobre la subordinación de las políticas públicas en ciencia y educación superior del Peronismo (Menemistas), a los planes divisionistas y mercantilistas (arancelatorios) del Banco Mundial (BM), una adaptación tardía al Consenso de Washington para la educación (ver artículo de Pablo Gentili), ampliada y profundizada durante el Kirchnerismo, y aún hoy en su pleno poder. Esas políticas públicas fragmentaron la comunidad docente universitaria en docentes-repetidores y docentes-investigadores, estos últimos fraccionados en una escala compuesta de cinco niveles. Y bajo el pretexto de fomentar el mejoramiento de la calidad educativa, las autoridades públicas incurrieron en un agudo proceso de desinversión en la infraestructura científica y tecnológica del país, que es parte del atraso y corrupción mencionados (bibliotecas, laboratorios, archivos, centros de información, etc.).

http://argentina.indymedia.org/news/2014/07/863120.php



A estas pormenorizadas consideraciones debemos agregar como un claro testimonio de alineamiento automático con el Consenso de Washington, la responsabilidad que le cupo en esa política a la dirigencia de la UCR, que intentó en su momento durante el gobierno de la Alianza, con la gestión del ex-canciller Dante Caputo (2000-2001), terminar con el CONICET, sustituyéndolo por la Agencia o ANPCyT (cuando en las universidades nacionales los cargos a los que debían recaer los investigadores a desahuciar estaban y están usurpados por camarillas endogámicas). Dicha eliminación fue resistida por la activa movilización de los mismos investigadores, que incluso llegaron a interrumpir un desfile militar provocando la renuncia del funcionario de marras.



Amén del claudicante caso Caputo, las autoridades partidarias de ese entonces tampoco hicieron lugar al debate y la democracia interna entre los afiliados Radicales, incluyendo la dirigencia que surgió con el restablecimiento de la democracia (1983) y la que finalizó tumultuosamente con la Alianza (2001). Sus deformaciones arrancaron con la modificación de la Carta Orgánica en diciembre de 1983 (incompatibilidad de los cargos electivos con la dirección política del partido), siguió con el recurso demagógico y fundamentalista del Tercer Movimiento Histórico (discurso de Parque Norte, 1985), continuó con el ninguneo político a los cuatro (4) diputados nacionales del Radicalismo que se opusieron a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y remató con la dolosa y discriminatoria operatoria 830 del Banco Hipotecario Nacional y con los estertores de la conocida como Coordinadora residual, cuyas deformaciones (entre otras el contubernio con el sindicalismo empresario) también se derramaron entre algunos dirigentes de la agrupación estudiantil Franja Morada.



Estas políticas y estas connivencias partidarias pusieron a la intelectualidad universitaria de todo el país de rodillas frente al creciente dominio del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y de los gerentes banco-mundialistas de los organismos internacionales (Banco Mundial-BID), y a sus docentes, alumnos e investigadores los puso a merced de un proyecto académico esencialmente contra-reformista y reacio a las libertades académicas. Todos estos contratiempos combinados se fueron precipitando y formando una cerrada dirigencia partidaria centrada en una exclusiva competición por candidaturas, totalmente inconducente para el ineludible debate político aún dolorosamente pendiente, y a la ingente necesidad actual --debido a lo crítico de la coyuntura que estamos atravesando-- de elegir un piloto de tormenta que cuente con su correspondiente estado mayor.



Decíamos en un escrito anterior bajo la firma de Radicales Libres, y reiteramos hoy, que en los organismos de ciencia, investigación y educación superior “…han prevalecido las prácticas de camarilla, la indiferencia suicida hacia la infraestructura material y digital del conocimiento [simularon fomentar sólo el mejoramiento de la calidad educativa y científica], el canibalismo del botín de guerra, las violaciones al régimen de incompatibilidades y de conflicto de intereses, el culto demagógico a los pares evaluadores [crecientemente endogámicos] en desmedro de los sabios consagrados (como es el caso en Alemania), la creciente fuga de cerebros, y el menosprecio por capitalizar las patentes y regalías en nuestro propio país (se registraron 14 patentes del CONICET y 23 del INTA en las oficinas de USA).



Y como consecuencia de estas prácticas, la educación y la investigación pública y también la privada, la terciaria y la universitaria, se ha visto conminada a operar “…como rehén de un mecenazgo estatal sesgado que ha colonizado sus filas, y que ha segregado el entramado universitario [en casamatas o jaulas de silencio], mientras que la endogamia de su cuerpo docente [y de sus jurados académicos], con su gangrena acumulada [que ha esclerosado la movilidad del mercado ocupacional de las profesiones universitarias], viene incrementando a escala descomunal la decadencia intelectual y moral de una verdadera nomenklatura académica”

http://argentina.indymedia.org/news/2014/05/860199.php



A estas patologías debemos añadir ese insistente afán de nuestros correligionarios dirigentes por disputar cargos y candidaturas sin cumplir el consabido cursus honorum en el estudio, la investigación, y la formulación de un programa moderno y democrático. La derivación más previsible de esa praxis para un partido es la de terminar alquilando intelectuales extra-partidarios, como se hizo en nuestros dos últimos gobiernos. Este desinterés del Radicalismo por llevar a los afiliados la posibilidad de ser escuchados y de ser intelectualmente formados ha llevado a engendrar políticos diplomados que luego de su graduación universitaria desertan de aquellas prácticas y vuelcan toda su líbido en una militancia contaminada de clichés, verbos inflamados, frases hechas, y sonrisas fáciles, pero esencialmente ausentes de todo contenido, memoria, autocrítica y auténtico compromiso. De una forma aún más perturbadora, algunos de nuestros políticos vuelcan su líbido en la construcción de clientelas, reciprocidades, y listas sábanas; aprovechan el partido como agencia de colocaciones; cultivan un seguidismo a la autoridad mediática en la conformación de la agenda política, y también una concepción patrimonialista y una práctica vedettista y personalista del poder acompañada por una memoria histórica fragmentada escasamente interpelada. Pero lo que es agraviante en casos cada vez más reiterados, es un obsceno e ilegal modus operandi para la acumulación material y el privilegio económico.



En suma, su tácita negativa a honrar el art.26 de la Carta Orgánica partidaria, priva de representatividad a nuestros dirigentes y los inducen a censurar y abusar de la dignidad del afiliado, a auto-promoverse en el escalafón del poder, y a perpetuarse en él, para sólo administrar la decadencia y someterse al alineamiento automático con las políticas y programas de los organismos internacionales; sin poder o querer interpelar ni movilizar intelectualmente a nuestro partido; y algunos otros sin siquiera poder acreditar --para legitimar su representación-- un historial de lucha contra la corrupción, la mentira y la opresión, clara muestra del proceso de disgregación en que desgraciadamente se encuentra inmersa nuestra otrora gloriosa UCR.



Saludo a Vds. atte.



Eduardo R. Saguier

http://www.er-saguier.org








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“El agujero negro del talento” en una Argentina vaciada por un Peronismo corrupto
Por Eduardo R. Saguier - Thursday, Sep. 04, 2014 at 12:12 AM
saguiere@ssdnet.com.ar

Buenos Aires, Palermo, Squzi, miércoles 27 de agosto de 2014



“El agujero negro del talento” en una Argentina vaciada por un Peronismo corrupto y anacrónicamente “revisionista” (Carta Abierta-Agencia) y escoltado por un Radicalismo de trocha angosta y muy baja intensidad



por Eduardo R. Saguier



El objeto de esta versión revisada de un escrito anterior titulado “Claudicaciones del Radicalismo Argentino”, que integra una batería de ensayos ligados entre sí, es tratar de explicar descarnadamente la naturaleza histórica y política de lo que el filántropo Martín Varsavsky denomina con crudeza, refiriéndose a la Argentina, el “agujero negro del talento”, o lo que es lo mismo, el atraso, la corrupción y el revisionismo académico y científico, producido entre otros por una intelectualidad populista (Lonardismo-Cátedras Nacionales-Carta Abierta-Agencia), y escoltada por un Radicalismo de trocha angosta y baja intensidad, que fue dejando en el camino sus principios, y su tradición de crítica y debate.



Desde hace más de una década, más precisamente desde que el populismo bonapartista de Kirchner (compuesto por un revisionismo anacrónico y fundamentalista, una estrategia fascista de amigo-enemigo, una política stalinista previa al Frente Popular, y un estado policial con las Leyes de Abastecimiento y Antiterrorista), tomara el poder en 2003, el Radicalismo se caracterizó por una oposición tibia y culposa, una tenue sombra de su sacrificado y honroso pasado. Sin querer incursionar en las complicidades de algunos dirigentes Radicales con el Kirchnerismo, se ha de hacer hincapié aquí en un contrapunto vital de la política nacional totalmente ignorado por la dirigencia partidaria (propia y ajena), y que hace eje en las políticas públicas en materia de ciencia y educación superior, insustituibles para lograr la emancipación de la sociedad civil y para una eventual profundización del desarrollo industrial y tecnológico del país.



En ese preciso sentido, y para salvaguardia del sistema científico, el que suscribe acudió al bloque Radical del Senado, en el transcurso del 2010, para requerir solidaridad parlamentaria (Pedido de Informes) a su denuncia judicial penal federal contra la Agencia Nacional para la Producción Científico-Tecnológica (ANPCyT), por la malversación y estafa de U$S 1240 millones de dólares procedentes del Banco Interamericano de Desarrollo (equivalentes a la deuda sentenciada con los mal llamados Fondos Buitres), y administrados fraudulentamente por el entonces Secretario de Estado Lino Barañao, y por medio centenar de Coordinadores cuyas identidades siguen a continuación (Anón, Antón, Arzt, Astini, Batlle, Beaugé, Beccaria, Cabada, Cánepa, Carelli, Cazzulo, Ceccatto, Coira, Corach, Escande, Frías, Gigolo, Gugliotta, Helbling, Lanusse, Mroginski, Poderoso, Politis, Quattrochio, Ravetta, Salvarezza, Schalamuk, etc.). En la requisitoria al Senado se acompañó la fotocopia del grueso expediente judicial, la cual fue registrada, y en respuesta se aseguró que el denunciante sería convocado para su aclaración, citación que nunca se concretó y que el denunciante no insistió pues advirtió la existencia de un profundo desinterés.

http://idealpolitik.com.ar/nota/227/festejo_sombrio_en_la_linea_recta_y_en_el_comite_nacional/



La precariedad de esta irresponsabilidad y el resultante atraso científico y tecnológico producido demandan un análisis histórico del comportamiento de las elites políticas de procedencia y formación universitaria. Este análisis debe partir de los deficits del proyecto Reformista (1904-1918) en materia de endogamia profesoral (incapacidad de generar una comunidad y un mercado docente de alcance nacional) y debe centrarse también en el análisis del grado de deserción cultural, cuya cadena de acontecimientos es fundamental marcar con detalle para poder comprender el drama histórico actual y para tomar conciencia del itinerario y trayectoria de los actores y protagonistas que nos llevaron a la calamidad presente.



La memoria histórica y el capital simbólico deberían ser interpelados por un discurso crítico, pero aquellos han caído lamentablemente en el olvido del imaginario argentino, y están compuestos por una batería de hechos históricos trascendentales, retro-alimentados entre sí, tales como la Ley Avellaneda (1885), la malograda Reforma Universitaria de 1904 en Buenos Aires [que siguió al suicidio de Leandro Alem y entre cuyas secuelas se expulsó de los claustros universitarios a Juan B. Justo y Nicolás Repetto], y la triunfante y luego cruelmente asediada Reforma de 1918 gestada en Córdoba. También se constituyó en un acontecimiento cuya memoria histórica debe ser interpelada por la prédica Radical, la multitudinaria defensa del laicismo y de la enseñanza pública (1958-59), ocurrida como combate contra la reglamentación de un decreto de la denominada Revolución Libertadora (1955-57), en su artículo 28, que consagraba la libre expedición de títulos habilitantes por parte de las universidades privadas, y que fuera impulsada por la pre-conciliar burocracia eclesiástica, y que los Reformistas tenían por violatoria tanto de la Ley 1420 (1884) como de la Ley Avellaneda (1885). Y también debe ser tenida en cuenta la posterior radicalización del movimiento estudiantil que aconteció durante el Cordobazo (1969), que fue una reacción popular contra la Noche de los Bastones Largos (1966) y contra la secuela académica que eran entonces las denominadas Cátedras Nacionales (1967-1969), cuyo heredero forzoso y tardío vino a ser cuatro décadas mas tarde el redivivo espacio kirchnerista conocido como Carta Abierta (2008-2014). Dichas Cátedras Nacionales (CN) estaban integradas por una serie de jóvenes intelectuales elegidos para combatir a la izquierda académica, que habían traspuesto el cedazo de los servicios de inteligencia de la dictadura de Ongania (Argumedo, Cárdenas, Carri, Feinman, H. González, Gutiérrez, O´Farrell, etc.), y que para justificar su claudicante oportunismo pretextaron que los científicos modernizadores discípulos de Gino Germani, renunciantes a las cátedras cuando aconteció lo de los Bastones Largos, se habían entregado venalmente al sospechado Proyecto de Marginalidad financiado por la Fundación Ford en Chile (Murmis, Nun, Marín, etc.).

http://argentina.indymedia.org/news/2009/06/675981_comment.php



Finalmente, en 1996, la resistencia activa contra el alineamiento automático a las políticas educativas del Consenso de Washington, estuvieron focalizadas en una campaña contra el mercantilismo privatizador, la descentralización federativa, y la fragmentación docente, así como contra el fraccionamiento productivista y la concepción de la educación y la ciencia como meras mercancías a subastar y regatear en la invisibilidad del mercado. Estas políticas educativas cuyo alineamiento automático fue públicamente resistido por el estudiantado universitario de todo el país estuvieron representadas por diferentes Programas, tales como el Fondo para el Mejoramiento de la Calidad Universitaria (FOMEC), el programa de subsidios del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT) perteneciente a la Agencia o ANPCyT, y el Programa de Incentivos para
docentes-investigadores categorizados, y enrolados en las Universidades Nacionales, facciosamente administrado por la Secretaría de
Políticas Universitarias del Ministerio de Educación. La alegórica caricaturización de los alineados de adentro, que convalidaron el Consenso de Washington y todos los Programas arriba detallados, quedó registrada en 1996 en un célebre mural exhibido en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, acompañado por una parodia explicativa anónima –pero cuyo autor fue un historiador que falleció trágicamente en un accidente fluvial ocurrido en el Delta del Paraná-- ambos testimonios salvados de la desaparición merced a las entonces nacientes redes de Internet. Estas reivindicaciones -aunadas al Programa de Avellaneda (1945)- debieran ser los antecedentes centrales para ser interpelados por la prédica intransigente de la UCR y son las únicas herramientas que se han heredado en forma fragmentada, que se deben seguir honrando, y que deben ser susceptibles de reactivar y actualizar para poder rescatar al Radicalismo de su prolongada crisis programática y moral.



Dicha interpelación histórica se debe profundizar aún más con consideraciones acerca de la creciente erosión de la conciencia sobre la inexcusable originalidad en la producción científica, cuyos procesos de investigación, planificación, administración y evaluación deben ser necesariamente independientes tanto del poder del aparato estatal (CONEAU-Agencia), como de los organismos multilaterales de crédito (FMI-BM-BID), y de toda facción ideológica, política o religiosa (independencia que nada tiene que ver con la defensa de estructuras corporativas o de prácticas de cogobierno y de composición tripartita). La interpelación debe culminar con las denuncias contra la subordinación Peronista (Menemista) en materia de investigación y enseñanza a los planes divisionistas y mercantilistas (arancelatorios) del Banco Mundial (BM), que fue una adaptación tardía al Consenso de Washington (ver artículo de Pablo Gentili). Y también debe culminar en lucha contra el relato revisionista y fundamentalista del espacio Carta Abierta (2008-2014), que es una secuela sobreviviente de las lonardistas Cátedras Nacionales (CN), infiltradas por la claraboya del poder a petición del Ministro del Interior General Francisco Imaz. Cabe destacar que el Lonardismo (1955), como antaño lo fue el Uriburismo (1930), se caracterizaba por socavar la estrategia política conocida como “salida electoral” (que consistía en superar el golpismo o insurreccionismo militar con comicios restrictivos por más proscriptivos que entonces resultaran).



Esas políticas divisionistas en ciencia y educación fragmentaron engañosamente la comunidad universitaria, primero con una falsa dualidad política entre intelectuales nacionales e intelectuales anti-nacionales; y más luego, con una reglamentada y competitiva dicotomía entre docentes-repetidores y docentes-investigadores (estos últimos fraccionados en una escala compuesta de cinco niveles). Por otro lado, bajo el pretexto de fomentar el mejoramiento de la calidad educativa, las autoridades Menemistas y luego las Kirchneristas incurrieron en un agudo proceso de desinversión en la infraestructura científica y tecnológica del país, que es parte del atraso y corrupción y el agujero negro del talento anteriormente alegados (bibliotecas, laboratorios, archivos, centros de información, etc.).

http://argentina.indymedia.org/news/2014/07/863120.php



A estos pormenorizados y trágicos acontecimientos se debe agregar como un claro testimonio de alineamiento automático con el Consenso de Washington, la responsabilidad que le cupo en esa política a la dirigencia de la UCR, que intentó a posteriori de Menem, durante el gobierno de la Alianza, en la gestión del ex-canciller Dante Caputo (2000-2001), liquidar el CONICET, sustituyéndolo por la Agencia o ANPCyT (cuando en las universidades nacionales los cargos a los que debían recaer los investigadores a desahuciar estaban y están usurpados por camarillas endogámicas). Dicha eliminación fue resistida por la activa movilización de los mismos investigadores, que incluso llegaron a interrumpir un desfile militar provocando la renuncia del funcionario de marras.



Amén del claudicante caso Caputo, las autoridades partidarias de ese entonces no hicieron lugar al debate y a la democracia interna entre los afiliados Radicales, incluyendo la dirigencia que había surgido con el restablecimiento de la democracia (1983) y con el Tribunal del Nunca Más (1984), que se perpetuó diez años después con el Pacto de Olivos (1994) y que finalizó tumultuosa y lastimosamente casi una década más tarde con la denominada Alianza (2001). Las autoridades de la Unión Cívica Radical no cumplieron con el articulado de la Carta Orgánica (art.26) que estipula la necesaria consulta periódica al afiliado, ni intentaron reparar el daño inferido a la democracia interna partidaria. Ninguna sobre-actuación personal por más esforzada que fuere ni ningún acuerdo de cúpulas partidarias puede suplantar con éxito la consulta y la opinión individual del afiliado. Tampoco el voto en una interna electoral puede sustituir la opinión individual del afiliado en una consulta voluntaria. Por el contrario, lo único que se conoce hasta ahora es una nueva convocatoria a la Convención Nacional en el próximo mes de septiembre del corriente año, emplazada exclusivamente para ratificar una política de alianzas. Sin embargo, la opinión individual de los afiliados aunque no hayan sido consultados siempre es más conveniente que la voz de los convencionales y que la propia opinión de los delegados al Comité Nacional. Y siempre es más fuerte que eventuales alianzas o coaliciones, por más cruciales que estas fueren para la suerte del país. No es posible, en la era informática, que so-pretexto de acuerdos o coaliciones, la opinión del afiliado Radical deje de ser escuchada, y que su dignidad sea avasallada por intereses y superestructuras de escasa representatividad.

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Las deformaciones políticas del Radicalismo arrancaron entonces con la modificación de la Carta Orgánica en diciembre de 1983 (incompatibilidad de los cargos electivos con la dirección política del partido), siguió con el recurso fundamentalista y demagógico del Tercer Movimiento Histórico (discurso de Parque Norte, 1985), continuaron con el ninguneo político a los cuatro (4) diputados nacionales del Radicalismo que se opusieron a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, se perpetuaron con los estertores de la conocida como Coordinadora residual y su dolosa operatoria 830 del Banco Hipotecario Nacional, y concluyeron con el Pacto de Olivos (1994). Entre dichas deformaciones prevaleció el contubernio de los dirigentes de la Coordinadora con el gremialismo empresario, sucesor del sindicalismo Vandorista que había prevalecido con la gestión del Secretario Rubén San Sebastián durante la dictadura de Ongania, quien entregó las Obras Sociales a los sindicatos. También sucedieron deformaciones escandalosas como el vaciamiento del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE), cuya quiebra fraudulenta no pudo ser ejecutada y sus deudores no pudieron ser embargados, entre ellos la conocida entonces como “Patria Contratista”, so pretexto que la misma había contribuido a la campaña electoral del Radicalismo, por cierto una vergonzosa explicación que no trascendió públicamente, y que nunca fue judicialmente investigada.



Estas capitulaciones y estos contubernios partidarios pusieron a la intelectualidad universitaria de todo el país de rodillas frente al creciente dominio del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y de los gerentes banco-mundialistas de los organismos internacionales (Banco Mundial-BID); y a sus docentes, alumnos e investigadores los puso a merced de un proyecto académico esencialmente contra-reformista y reacio a las libertades académicas y a la igualdad de oportunidades de acceso a los claustros. Todos estos contratiempos combinados se fueron precipitando y engendraron una tabicada dirigencia partidaria originada en un proceso electoral indirecto (confirmada por la nueva legislación de las PASO), violatorio del tradicional voto directo; y enfrascada en una exclusiva y efímera competición por candidaturas, totalmente inconducente para el ineludible debate político aún dolorosamente pendiente, y para la ingente necesidad actual --debido a lo crítico de la coyuntura que se está atravesando-- de elegir un piloto de tormenta que cuente con su correspondiente estado mayor.



Se decía en un escrito anterior con respecto a la enseñanza y la investigación, bajo la firma de Radicales Libres, y se reitera hoy, que en los organismos de ciencia y educación superior “…han prevalecido las prácticas de camarilla, la indiferencia suicida hacia la infraestructura material y digital del conocimiento [simularon fomentar sólo el mejoramiento de la calidad educativa y científica], el canibalismo del botín de guerra, las violaciones al régimen de incompatibilidades y de conflicto de intereses, el culto demagógico a los pares evaluadores [crecientemente endogámicos] en desmedro de los sabios consagrados (como es el caso en Alemania), la creciente fuga de cerebros, y el menosprecio por capitalizar las patentes y regalías en el país (se registraron 14 patentes del CONICET y 23 del INTA en las oficinas de USA). Y como consecuencia de estas prácticas, la educación y la investigación pública y también la privada, la terciaria y la universitaria, se ha visto conminada a operar “…como rehén de un mecenazgo estatal sesgado que ha colonizado sus filas, y que ha segregado el entramado universitario [en casamatas o jaulas de silencio], mientras que la endogamia de su cuerpo docente [y de sus jurados académicos], con su gangrena acumulada [que ha esclerosado la movilidad del mercado ocupacional de las profesiones universitarias], viene incrementando a escala descomunal la decadencia intelectual y moral de una verdadera nomenklatura académica”

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A estas patologías se debe añadir ese insistente afán de los dirigentes por disputar cargos y candidaturas sin cumplir el consabido cursus honorum en el estudio, la investigación, y la formulación de programas modernos y democráticos. La derivación más previsible de esa praxis para un partido es la de terminar alquilando intelectuales extra-partidarios, como se padeció en los dos últimos gobiernos Radicales (Alfonsin-De la Rúa). Este desinterés del Radicalismo por llevar a los afiliados la posibilidad de ser escuchados, y de estimular a que se formen intelectualmente, ha engendrado políticos diplomados que luego de su graduación universitaria desertan de aquellas prácticas y vuelcan toda su libido en una militancia contaminada con clichés, verbos inflamados, frases hechas, y caras “arrugadas de tanto sonreír”, pero esencialmente ausentes de todo contenido, memoria, autocrítica y auténtico compromiso. De una forma aún más perturbadora, esos políticos vuelcan su libido en la construcción de clientelas, reciprocidades, listas sábanas y alianzas espurias; aprovechan los partidos como agencia de colocaciones; cultivan un seguidismo a la autoridad mediática en la conformación de la agenda política, y también una concepción patrimonialista y una práctica vedettista y personalista del poder acompañada por una memoria histórica fragmentada y casi nunca interpelada. Pero lo que es agraviante en casos cada vez más reiterados, es un obsceno e ilegal modus operandi para la acumulación material y el privilegio económico.



En suma, la tácita negativa de las autoridades partidarias a respetar la democracia interna consultando al afiliado, privó de representatividad a sus dirigentes y los indujo a censurar y abusar de la dignidad de sus integrantes, a auto-promoverse en el escalafón del poder, y a perpetuarse en él, para sólo administrar la decadencia y someterse al alineamiento automático con las políticas y programas de los organismos internacionales; sin poder o querer interpelar su memoria histórica ni movilizar intelectualmente al Radicalismo; y algunos dirigentes sin siquiera poder acreditar --para legitimar su representación-- un historial de lucha contra la corrupción, la mentira y la opresión, clara muestra del proceso de disgregación en que desgraciadamente se encuentra inmersa la Unión Cívica Radical (UCR).





Eduardo R. Saguier

http://www.er-saguier.org




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