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Gátillo fácil en Córdoba: marcha de familiares y una extraña respuesta policial
Por La Retaguardia -
Wednesday, May. 14, 2014 at 9:39 PM
“Exequiel desapareció en
la noche del 23 de marzo pasado. Yo lo había visto que estaba drogado,
había tomado unas pastillas, entonces salimos a buscarlo pero no lo
encontrábamos. A las tres y media de la mañana encontramos un chico NN
en el Hospital de Urgencias, dijimos si podíamos verlo para ver si era
mi hermano, y nos dijeron que no porque había entrado al quirófano de
urgencia. Le dimos los datos de mi hermano y a las ocho nos llamaron
para darnos el informe porque había salido de quirófano. Falleció a las
once y media de la mañana. Uno de los proyectiles tocó el intestino
delgado, el grueso, uréter y arteria. Ese fue el motivo de la muerte,
porque él se desangró en el lugar del hecho, más lo que se desangró en
el quirófano. El fiscal nos dijo que nos iban a entregar el cuerpo el
día 25 al mediodía porque iba a tener una autopsia profunda porque él
tenía golpes. Cuando lo vimos, mi hermano estaba desfigurado de los
golpes que tenía. Lo trajeron el 25 a los dos de la mañana, no le
hicieron la autopsia, cuando nos lo entregaron vimos cómo estaba
golpeado, y le saqué fotos. Tiene lastimada la cara, está raspado, le
falta un pedazo de labio, hasta el testículo tiene lastimado, rodilla,
piernas, porque a él después que le dispararon, lo ataron y lo
lincharon”, relató Lorena Barraza en diálogo con La
Retaguardia.
“Dicen que intentó
robar, mi hermano trabajaba, siempre trabajaba, nada más que estaba
perdido por la droga estos últimos cuatro meses. Dicen que intentó
robar y que el policía le disparó pero tiene cuatro tiros por la
espalda, y dos de frente”, agregó Barraza.
En las últimas semanas,
Lorena se reunió con familiares de otras víctimas de la policía de
Córdoba y organizaron, junto a organismos de derechos humanos, una gran
movilización el pasado miércoles 7 de mayo por las calles del la
capital provincial.
En este marco, afirmó
que el caso de Exequiel Barraza es emblemático, ya que se trató de un
supuesto caso de robo en el que actuó un policía de civil, y en el que
la víctima fue linchada, baleada, atada, golpeada y luego recién
llevada al hospital.
La familia Barraza
comenzó a organizarse con la de Lautaro Torres, asesinado por un
policía. Su madre, Natalia Suárez, una joven en estado de prostitución,
había denunciado a una red de trata de personas de la que consiguió
escapar hace apenas meses; el otro caso es el de Ezequiel Ávila, que
murió tras agonizar diez días en un hospital por una golpiza que
recibió cuando fue detenido.
“Después se sumó un
cuarto caso –agregó Fernández a ELM–. La golpiza a un preso que había
caído por una riña. Era albañil, y aparentemente se peleó con sus
compañeros, lo detienen por una contravención y aparece ahorcado a las
horas en la celda, con una serie de golpes en el cuerpo, que es una
manera que está sucediendo hace ya un par de años en el interior de la
provincia de Córdoba. Fueron muchos casos en un mes, los organismos nos
empezamos a reunir con los familiares para llevar adelante esta
movilización, que fue muy convocante”.
La marcha estuvo
encabezada por más de cien familiares de víctimas de la policía: “no
tenemos precedentes de semejante convocatoria. Que se genere una red y
empiecen a encontrarse es muy importante para ellos y ha generado esta
movida”, agregó la integrante de la Coordinadora Antirrepresiva.
Ante esta movilización
hubo una reacción policial extraña para estos casos. Unos días antes,
desmintieron que se hubiera tratado de casos de gatillo fácil y
presentaron cada caso como enfrentamientos en ocasión de robo.
Cotejando esta información con la denuncia de los familiares, viene a
la memoria el recuerdo de los enfrentamientos fraguados durante la
última dictadura cívico militar. En todo caso, cabe también analizar
cuánto de respaldo social hay para estas prácticas policiales. Parece
ser que si un joven es sorprendido robando, pierde todos sus derechos.
También conocemos muchos otros casos en los que no hubo robo de por
medio, pero se presentó la historia oficial como si lo hubiese habido.
Además de la masividad,
hubo un hecho negativo que también diferenció a esta movilización: “la
reacción de la policía fue distinta. El operativo fue monstruoso. Había
una enorme cantidad de policías de civil infiltrados, en su mayoría
mujeres, que incluso comenzaron a arengar en contra de los familiares”,
contó Fernández.
Según denunció
Fernández, se trató de una clara provocación en busca de una reacción
violenta de los familiares, pero no lo consiguieron. Por el contrario,
las familias están comenzando a reunirse, a articular también con
organizaciones sociales y de derechos humanos, y a hacer de las peleas
individuales una gran lucha colectiva en contra del gatillo fácil, la
represión policial, y también contra el silencio cómplice que hay
alrededor de estos hechos.