Julio López
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De los grandes acontecimientos
Por (reenvio) Friedrich Nietzsche - Monday, May. 26, 2014 at 1:41 PM

Hay una isla en el mar -no lejos de las islas afortunadas de Zaratustra- en la cual humea constantemente una montaña de fuego; de aquella isla dice el pueblo, y especialmente las mujeres viejas del pueblo, que está colocada como un peñasco delante de la puerta del submundo: y que a través de la montaña misma de fuego desciende el estrecho sendero que conduce hasta esa puerta del submundo.

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Por el tiempo en que Zaratustra habitaba en las islas afortunadas ocurrió que un barco echó el ancla junto a la isla en que se encuentra la montaña humeante; y su tripulación bajó a tierra para cazar conejos. Hacia la hora del mediodía, cuando el capitán y su gente estuvieron reunidos de nuevo, vieron de pronto que por el aire ve­nía hacia ellos un hombre, y que una voz decía con cla­ridad: «Ya es tiempo! ¡ya ha llegado la hora!» Y cuan­do más cerca de ellos estuvo la figura- pasó volando a su lado igual que una sombra, en dirección a la montaña de fuego -reconocieron, con gran consternación, que era Zaratustra, pues todos ellos le habían visto ya, ex­cepto el capitán, y lo amaban a la manera como el pueblo ama: es decir, con un sentimiento en que amor y temor están mezclados a partes iguales.

«¡Mirad! , dijo el viejo timonel, ¡ahí va Zaratustra al infierno!» --

Por la misma época en que estos marineros habían desembarcado en la isla de fuego se difundió el rumor de que Zaratustra había desaparecido; y cuando se preguntaba a sus amigos éstos contaban que se había embarcado de noche sin decir a dónde iba.

Se produjo así cierta intranquilidad; al cabo de tres días se añadió a ella el relato de los marineros -- y entonces todo el pueblo se puso a decir que el diablo se había llevado a Zaratustra. Sus discípulos se reían ciertamente de tales habladurías; y uno de ellos llegó a decir: «Yo creo más bien que es Zaratustra el que se ha llevado al diablo». Pero en el fondo de su alma todos ellos estaban llenos de preocupación y de anhelo: por ello grande fue su alegría cuando al quinto día Zaratustra apareció entre ellos.

Y este es el relato de la conversación de Zaratustra con el perro de fuego.

La tierra, dijo él, tiene una piel; y esa piel tiene enfermedades. Una de ellas se llama, por ejemplo: «hombre».

Y otra de esas enfermedades se llama «perro de fuego»: acerca de éste los hombres han dicho y han dejado que les digan muchas mentiras.

Para ahondar en ese misterio atravesé el mar: y he visto desnuda la verdad, ¡creedme! , desnuda de pies a cabeza.

En cuanto al perro de fuego, ahora sé de qué se trata: y asimismo sé qué son todos esos demonios de las erupciones y conmociones, ante los que no sólo las mujeres viejas sienten miedo.

¡Sal de ahí, perro de fuego, sal de tu profundidad,, exclamé, ¡y confiesa lo profunda que es tu profundidad! ¿De dónde sacas lo que expulsas por la nariz?

¡Tú bebes en abundancia del mar: eso es lo que tu salada elocuencia delata! ¡Verdaderamente, para ser un perro de la profundidad, tomas tu alimento en demasía de la superficie!

A lo sumo te considero el ventrílocuo de la tierra: y siempre que he oído hablar a los demonios de las erupciones y las conmociones los encontré idénticos a ti: salados, embusteros y poco profundos.

¡Vosotros entendéis de aullar y de oscurecer todo con ceniza! Sois los mejores bocazas que existen, y habéis aprendido hasta la saciedad el arte de hacer hervir el fango.

Donde vosotros estáis, allí tiene que haber siempre fango en las cercanías, y muchas cosas porosas, cavernosas, comprimidas: quieren salir a la libertad.

«Libertad» es lo que más os gusta aullar: pero yo he dejado de creer en «grandes acontecimientos» cuando se presentan rodeados de muchos aullidos y mucho humo.

¡Y créeme, amigo ruido infernal! Los acontecimientos más grandes -- no son nuestras horas más estruendosas, sino las más silenciosas.

No en torno a los inventores de un ruido nuevo: en torno a los inventores de nuevos valores gira el mundo; de modo inaudible gira.

¡Y confiésalo! Pocas eran las cosas que habían ocurrido cuando tu ruido tu humo se retiraban. ¡Qué importa que una ciudad se convierta en una momia y que una estatua yazca en el fango!

Y ésta es la palabra que digo todavía a los derribadores de estatuas. Sin duda la tontería más grande es arrojar sal al mar y estatuas al fango.

En el fango de vuestro desprecio yacía la estatua: ¡pero su ley es precisamente que el desprecio haga renacer en ella vida y viviente belleza!

Con rasgos divinos se yergue ahora, y con la seducción propia de los que sufren; y ¡en verdad!, ¡incluso os dará las gracias por haberla derribado, derribadores!

Este es el consejo que doy a los reyes y a las Iglesias y a todo lo que es débil por edad y por virtud -- ¡dejaos derribar! ¡Para que vosotros volváis a la vida, y para que vuelva a vosotros -- la virtud!

Así hablé yo ante el perro de fuego: entonces él me interrumpió gruñendo y preguntó: «¿Iglesia? ¿Qué es eso?»

¿Iglesia?, respondí yo, eso es una especie de Estado, y, ciertamente, la especie más embustera de todas. ¡Mas cállate, perro hipócrita! ¡Tú conoces perfectamente sin duda tu especie!

Lo mismo que tú, es el Estado un perro hipócrita; lo mismo que a ti, gústale a él hablar con humo y aulli­dos, -- para hacer creer, como tú, que habla desde el vientre de las cosas.

Pues él, el Estado, quiere ser a toda costa el animal más importante en la tierra; y también esto se lo cree la tierra.

Cuando, hube dicho esto el perro de fuego hizo gestos como si se hubiera vuelto loco de envidia. «¿Cómo?, gritó, ¿el animal más importante en la tierra? ¿Y también le cree esto la gente?» Y tanto fue el vapor y tantas las horribles voces que de su garganta salieron que yo pensé que iba a asfixiarse de rabia y de envidia.

Por fin se calmó, y su jadeo fue disminuyendo; pero tan pronto como estuvo callado dije yo riendo:

«Te enojas, perro de fuego: ¡así, pues, tengo razón. en lo que he dicho sobre ti!

Y para seguir teniéndola, oye algo de otro perro de fuego: éste habla verdaderamente desde el corazón de la tierra.

Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: así lo quiere su corazón. ¡Qué le importan la ceniza y el humo y el légamo caliente!

La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor; ¡desdeña el gargareo y los escupitajos y el retortijón de tus entrañas!

Pero el oro y la risa -- los toma del corazón de la tierra: pues, para que lo sepas, -- el corazón de la tierra es de oro».

Cuando el perro de fuego oyó esto no soportó el seguir escuchándome. Avergonzado escondió el rabo entre las piernas, dijo ¡guau! ¡guau! con voz abatida y se sumergió, arrastrándose, en su caverna. --

Esto es lo que Zaratustra contó. Mas sus discípulos apenas le escuchaban: tan grande era su deseo de contarle la historia de los marineros, los conejos y el hombre volador.

«¡Qué debo pensar de todo esto! , dijo Zaratustra. ¿Soy yo acaso un fantasma?

Habrá sido mi sombra. ¿Habéis oído ya algo del viajero y su sombra'?

Una cosa es segura: tengo que atarla corta, -- pues de lo contrario perjudicará mi reputación».

Y de nuevo movió Zaratustra la cabeza y se maravilló: «¡Qué debo pensar de todo esto! », volvió a decir.

«Por qué gritó el fantasma: ¡Ya es tiempo! ¡Ya ha llegado la hora!

¿De qué -- ha llegado la hora?»--

Así habló Zaratustra.

fuente http://www.nietzscheana.com.ar/textos/de_los_grandes_acontecimientos.htm

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Nietzsche, Voluntad de Poder, nazis
Por Fuente: La Fabriquilla de Ideas CSA - Monday, May. 26, 2014 at 3:32 PM

Nietzsche, Voluntad de Poder, nazis

Nietzsche. Alemania y la voluntad de poder

Tomado de José Pablo Feinmann: “La filosofía y el barro de la historia”

 

Sí, hay páginas de Nietzsche que estremecen. Y Nietzsche mismo decía filosofar a martillazos. Era un banquete apetecible para los nazis y no tuvieron que esforzarse mucho para hacer uso de él. La voluntad de poder expresaba la idea del espacio vital, la idea de crecer para conservarse, de no detenerse jamás en el crecimiento, todo eso servía para el expansionismo guerrero del Reich, la idea de la raza de señores, de los vikingos, el ataque a la inteligencia, la idea de la buena salud, el elogio de la fuerza de los guerreros en desmedro de lo intelectual, la moral de los amos respecto a la moral del rebaño, el odio al socialismo, el odio a la “hidra internacional”, la propuesta de ayudar a morir a los débiles y a los fracasados, el odio a la Revolución Francesa, el odio a la Comuna de París, la exaltación de la guerra, la oposición tenaz entre Roma y Judea, la elección, desde luego por Roma, por su Imperio, por sus guerreros (un regalo “profético” para Mussolini), el dibujo preciso de los animales de rapiña sin conciencia, que “dejan tras de sí una serie abominable de asesinatos, incendios, violaciones y torturas con igual petulancia y con igual tranquilidad de espíritu que si lo único hecho por ellos fuera una travesura infantil” (GM),… su racismo, su aristocraticismo, su pavor a la plebe, su asco a la plebe  (“instinto de rebaño”), y, last but not least, el superhombre, el Übermensch, ese ideal inalcanzable que todo oficial SS sintió alcanzar por medio de su furia, de su guerra, de sus crímenes, de su inapelable condición de superior…

En el plano ideológico-político –que acompaña al filosófico- la obra de Nietzsche, más allá de textualidades explícitas y más allá de todo cuanto Nietzsche haya podido escribir o hacer, responde a una necesidad profunda de Alemania: unirse y expandirse. No es casual que una filosofía de la voluntad de poder surja en el único país de Europa que llega con retraso al reparto imperialista del mundo. Alemania era ya un gran país, con una gran cultura y sin un Estado, sin unidad nacional. El Segundo Reich del Kaiser Guillermo y de Bismarck ( y aquí nos lanzamos al barro de la historia, filosofando) emprende esta tarea impostergable. La tarea impostergable se emprende desde Prusia y a la prusiana. Servicio militar obligatorio por cuatro años. Militarización de la sociedad desde un Estado belicista. La guerra corona la búsqueda de unidad. Esa guerra es la guerra franco-prusiana. Alemania se queda con las provincias de Alsacia y Lorena y con la victoria y con todo el orgullo…  Luego -durante la Primera Gran Guerra-  Alemania extravía su rumbo agresivo e imperial.  Lo habrá de recobrar con el Tercer Reich. La historia del siglo XX es la historia de la tardía unidad de Alemania, que determina su furioso afán de expansión, de espacio vital. Una nación que necesita expandirse, que busca su espacio vital, ¿no requiere al filósofo de la voluntad de poder, el que enseñara que crecer no alcanza, que hay que crecer más y siempre porque conservarse es morir?

Pero Nietzsche, al expresar el expansionismo germánico, expresa al hombre capitalista. Es el capitalismo en-sí el que sabe que no crecer, que meramente conservarse, es morir. Es el imperialismo, el sistema-mundo que siempre busca más…

Con Descartes, el hombre capitalista había conquistado su subjetividad, su pensar. Lo va asegurando con Kant, quien ya no recurre a la “veracidad divina”, pero postula una “cosa en sí” inconquistable. Con Hegel, filósofo de la Revolución Francesa, la burguesía se apodera de todo el poder, se apodera de la cosa en sí. Marx expresa el nuevo sujeto que viene a cuestionar al anterior: el proletariado. Pero acompaña a la burguesía en la necesariedad de que ésta conquiste el mundo, lo haga suyo, implante hasta en el último rincón del globo el sistema de producción capitalista. De ahí surgirá el proletariado revolucionario. Es la paradoja dialéctica: Marx se une a la burguesía en la negación que esta ejerce sobre todos los territorios periféricos. Pero esa expansión – que Marx justifica desde la izquierda, desde la dialéctica del proletariado- requería el filósofo que la expresara. La burguesía tenía subjetividad, pero carecía de una filosofía que la comprometiera con el mundo sensible, con la vida, con lo que ella es: devenir constante. La burguesía, ya adueñada del centro, deviene sir cesar porque tiene que apropiarse de la periferia, del entero planeta. ¿Cómo la clase a la que Marx ha denominado “la más revolucionaria de la historia” no va a devenir? Ese devenir, para serlo, necesita un motor: ese motor es la voluntad de poder…  La voluntad de poder es siempre más porque deviene negando lo que meramente se conserva. La Historia, de este modo, la historia del capital imperial y financiero, deviene… por medio de las negaciones que la voluntad de poder, en su constante crecimiento, ejerce sobre viejas formas históricas que solo se conservan y no llevan en sí la potencia del crecimiento… Pero no hay aquí sujeto sustancial: como en Hegel, como en Marx. No hay sentido necesario de la historia, no hay teleología. No estamos confundiendo la voluntad de poder con la dialéctica. Hay fuerzas guerreras. Hay voluntades enfrentadas. Hay búsqueda incesante del poder.

Esta potencia del crecimiento fue la que tuvo que incorporar, con enorme agresividad, Alemania por su tardío ingreso en la historia del capitalismo. Imaginen a esa nación, llena de orgullo, llena de cultura, con Hegel a sus espaldas, con los Discursos a la Nación alemana de Fichte, con Goethe, con Hölderlin, con Beethoven, y sin unidad, sin patria ni Estado. Imagínenla luego: fracasada, humillada en la Primera Guerra, humillada por el Tratado de Versalles, desvalida, engendrando una República de políticos blandos, de socialdemócratas que, lejos de querer expandirse, buscaban para la tierra de los vikingos las formas parlamentarias de las burguesías detestadas pero triunfadoras, dueñas del territorio de los imperios. Imagínenla aquí, en esta encrucijada: ¿cómo no convocar a un gran Führer que encarne otra vez la voluntad de poder?  Ahora sí, ahora van a ver, nada detendrá a Alemania. Nada impedirá que tenga el espacio vital que reclama. Y el que reclama ahora tendrá las dimensiones del entero mundo. ¿Cómo no convocar a Nietzsche? ¿Cómo no convocar al filósofo de la voluntad de poder? ¿Cómo no decir “Cuando gritamos “Heil Hitler” estamos gritando al mismo tiempo “Heil Nietzsche”? Porque Nietzsche, sin duda, ha sido el filósofo del porvenir y ha sido el profeta de muchas cosas. Entre ellas, poderosamente (y uso con deliberación este adverbio), ha sido el profeta del nacionalsocialismo…

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Qué grande José!
Por gorvachot - Tuesday, May. 27, 2014 at 3:03 AM

Justamente habla el filósofo por excelencia del nacional-kircherismo, una maquinaria liberal-extractivista-neo-progresista-populista que levanta banderas de la 'izquierda' nacional, pero que le da la mano a lo peor del capitalismo voraz y expansionista, el filósofo oficial que cobra por hablar (y escribir libros) de filosofía que no contradiga la parodia circense del oficialismo actual... que critica la tarea de los medios de comunicación masiva, mientras no sean los que están del lado de su gobierno peronista que le aporta buenos sueldos como parte de sus ingresos...

Es decir, otro caso de alguien con poder pero que critica al poder (que es contrario sólo a los intereses de los amos actuales).

Y sí, también existieron y existen Foucault, Deleuze, Derrida, Ferrer (y tantos otros que ahora no recuerdo) que tomaron a Nietzsche pero para desmenuzar y denunciar las estrategias del poder, del poder entendido como un mecanismo profundo y complejo, no del poder de los gobiernos que dividen aguas entre propios y extraños, y mantienen su rebaño protector; pero claro, JPF, no parece estar interesado en filosofar sobre eso, porque es un mercenario de la oficialidad y cuestiona lo que está bien cuestionar según su bando.

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Nietzsche era nazi antes que Hitler
Por Fuente: La Revuelta de Oliverteller - Tuesday, May. 27, 2014 at 10:27 AM

El nihilismo no lo inventó Friedrich W. Nietzsche, aunque muchos crean lo contrario. Todos recordamos a este tipejo por su frase "Dios ha muerto, ¡viva el hombre!" pero el nihilismo, lo que se dice el nihilismo, no lo inventó el, es un concepto más antiguo y se ha venido experimentando desde que existe una cultura a la que alguien es capaz de oponerse. El nihilismo sólo puede definirse como la lucha contra la hipocresía, y es así como se popularizó en la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX. Decir que este filósofo inventó el nihilismo es como decir que Friedman inventó el anarquismo porque estaba a favor de una intervención mínima del Estado en la economía, un disparate. De hecho, hablando de anarquistas, el que probablemente tuviera una visión más clara de lo que es el nihilismo fue Kropotkin en su “Memorias de un Revolucionario” donde explica cómo se vivía esta ideología en la Rusia zarista.

Poca gente sabe que Nietzsche era un pre-nazi cuya filosofía da más asco que la de Platón y su Res-Pública que nos convertía a todos en esclavos de su visión del Bien o la de Maquiavelo y su “el fin justifica los medios”. Nietzsche pensaba que existían dos morales, la de los señores y la de los esclavos. Los dominados son inferiores e inventan principios para sobrevivir en la esclavitud, tales como la solidaridad. De otro lado los señores tienen una moral rígida, despótica y son el modelo a seguir. Para él no somos más que seres a caballo entre el simio y lo que él llama el “super-hombre” que posee la moral noble propia de los señores. El “super-hombre”, que tiene mentalidad de gobernante, incapaz de ser gobernado, se convierte en el legislador despótico. Aparte, por lo antes dicho, es intrínsecamente superior a todos nosotros en todos los sentidos, incluso en nivel evolutivo.

Atando cabos, tenemos un hombre superior genéticamente que tiene la moral del dominador, que está destinado a hacer las leyes de manera autocrática y que no debe obedecer a nadie porque todos los demás son inferiores. Además acepta lo que él llama como Eterno Retorno, que viene a significar que hace lo que le da la gana sin dar marcha atrás y nunca se arrepiente, ni tan siquiera ante Dios ya que es ateo.

Señoras y señores, Nietzsche en toda su sabiduría escribió manuales de cómo ser un nazi, un engendro, y quien no sea capaz de verlo es que ha leído demasiada pedantería o tuvo un pésimo profesor de filosofía. Ha llegado el momento de darse cuenta de que no todos los filósofos merecen ser aplaudidos por el hecho de saber escribir lo que piensan.


Aunque, existe un gran debate sobre este tema... hay quien dice que fue un filósofo de la izquierda, otros dicen que fue neutro... Y siempre hay quien come cucarachas fritas.

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Una observación
Por Juan - Tuesday, May. 27, 2014 at 2:41 PM

El que escribió más arriba se equivoca al decir que Friedrich W. Nietzsche fué algo así como el precursor del nasismo.Fijense bien que los escritos sagrados judaicos contenidos en el Talmud de Babilonia anteceden en mucho a Nietzsche y son muy claros en su pedante sentido de superioridad,donde el superhombre es el judío.

En otro orden de cosas,donde está el comentário de jgalindes que aparece acá en la lista pero no en hilo????

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jgalindes?
Por gorvachot - Tuesday, May. 27, 2014 at 7:42 PM

Juan, no existe comentario de jgalindes... podrías aclarar?

Su comentario, por otra parte, es brillante y esclarecedor para la muchedumbre que busca demonios en todos lados...

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Acá comentó jgalindes
Por m0d - Tuesday, May. 27, 2014 at 10:55 PM

http://argentina.indymedia.org/news/2014/05/860605_comment.php#860826

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