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Desde Barcelona, donde las calles arden y los militantes se organizan
Por GRITO -Grupo Revolucionario Internacionalista - Tuesday, Jun. 03, 2014 at 6:52 AM

Octavilla repartida en la manifestación contra el desalojo de Can Vies, 31 de mayo.

¡QUE LA REVUELTA EN SANTS SEA SÓLO EL INICIO!

La rebelión social en el barrio de Sants de los últimos días es un acontecimiento que marca un antes y un después. Una importante parte de la gente del barrio se está rebelando contra el desalojo de Can Vies y la demolición bárbara del edificio. Can Vies ha sido territorio contra el poder del Estado y del capital desde hace 17 años y mucha gente lo hemos defendido como nuestro, porque es nuestro. En Can Vies hemos defendido un modo de vivir, de crear y de relacionarnos sin cobertura oficial, sin instituciones, ni empresas ni subvenciones. Ahora bien, estos últimos días están siendo también la oportunidad para expresar el descontento generalizado por la violencia y la miseria que el capital nos impone en todos los niveles de nuestras vidas.

La solidaridad activa de miles de personas, como expresión de un deseo colectivo de vivir sin obedecer, supone un gran peligro para las autoridades políticas, mediáticas y económicas. Y lo saben. La lucha en la calle demuestra que sólo organizándonos de forma colectiva podemos defender nuestros intereses y nuestras vidas. El supuesto diálogo con nuestros enemigos sólo nos lleva adonde ellos quieren: someternos y aceptar su lógica.

Can Vies ha tenido tanta importancia no porque fuese un proyecto cultural o educativo valioso, sino porque era un proyecto que tenía como rasgo constitutivo el no-pacto, la ruptura, la negación de cada gobierno, de cualquier representante. Negociar con el Estado anula las bases de nuestra lucha: crear una sociedad sin clases, sin explotación, sin relaciones de dominación. Nuestra acción cambia de carácter si obedece a un pacto con la autoridad o si se niega a obedecer. Can Vies no era ni será un centro cívico. No es ni puede ser parte del proyecto culturalista, “abierto”, progre o humanista de cualquier profesional de la política. Es decisión de hacer política sin este profesional y en su contra. Por tanto negociar equivale a desaparecer como actividad emancipadora. Ya hay muchas personas que no ven ningún problema en llenar un barrio con barricadas, atacar bancos o tirar piedras a la policía para defender una forma de organización social autónoma sin mediadores.

Los incontrolados y las incontroladas nos hemos multiplicado, y además sabemos y aprendemos poco a poco a cuidarnos. Curiosamente el Estado y los medios de incomunicación intentan introducir las divisiones del pasado entre manifestantes pacíficos y violentos. Es evidente que tal división no existe. El conflicto ya se ha expandido y tenemos que hacer que se extienda aún más. Ya no es la “cola” de las manifestaciones la que hace sus rituales, sino muchos, muchísimos vecinos del barrio y de la ciudad. Cada vez es más evidente que el pacifismo resulta inútil, por eso la participación en los disturbios aumenta, y una nueva cultura de la autodefensa crece, la de combatir colectivamente. Pero no se trata de la violencia por la violencia, sino de marcar objetivos claros y atacar al capital y sus símbolos. No hay que actuar de manera aleatoria o compulsiva, ni tener una sensación difusa de responsabilidad sobre los acontecimientos, sino asumir plenamente la tarea de actuar juntos, con los colectivos, las asambleas y las personas que quieren promover prácticas y proyectos en contra y fuera de los permisos y las normas de nuestros adversarios.

Otras formas de vivir llenaron (y seguirán llenando) las calles de Sants, de Gamonal, de Estambul, de Río, etc., con barricadas para defendernos de aquellos que sólo piensan en el beneficio económico y político, excluyéndonos con sus leyes, reprimiéndonos con su policía, manipulándonos con sus medios. Estamos ahí y seguiremos estando, oponiendo nuestra comunidad de lucha al mundo individualista, mercantilista y patriarcal, en el que la vida decae en mera supervivencia. Los amos y los gobiernos destruyen proyectos colectivos con 17 años de historia y también destruyen miles de vidas cada día. Que nadie se deje engañar: cuando la comunidad gana, las leyes opresivas dominantes pierden. Cuando estas leyes ganan, (se) pierde la comunidad. En otras palabras, nosotros o el Estado, o la vida común o la barbarie. Lo que más necesitamos en este momento es potenciar los lazos entre nosotras, las colaboraciones y las coordinaciones que nos permiten crear y defender el mundo en el que queremos vivir.

No más desalojos ni más desahucios. No más detenciones ni palizas en comisaría ni en las furgonas. Multipliquemos las ocupaciones, internacionalicemos el conflicto. Reconozcámonos en las luchas contra el capital en todo el mundo. Tenemos que seguir combatiendo y, al mismo tiempo, desarrollar y mejorar nuestros vínculos, organizarnos y coordinarnos. Estrategia común, estrategia de lo común. Por detrás de cada barricada, un proyecto colectivo. Por delante de cada proyecto colectivo, una barricada.

¡Fuera la policía de los barrios!
¡Libertad para todos los detenidos!
¡Libertad para todas las presas por luchar!
¡Okupemos cien, mil Can Vies!
¡Larga vida al espíritu que incendia las calles de Sants y de Barcelona!
¡Larga vida a la Rosa de foc!
¡Esto no ha hecho más que empezar…!
CRIT
(Comité Revolucionario Internacionalista Tozudo)

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