Julio López
está desaparecido
hace 6423 días
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14 de junio
Por Daniel Papalardo - Saturday, Jun. 14, 2014 at 10:54 AM
danielpapalardo403@hotmail.com

una fecha , un ejemplo, una opción para el contenido de todos quienes de una forma u otra militan por un cambio

No llegaba a los diez años. En mi casa se miraba el noticiero del mediodía, aunque mi vieja lo miraba de reojo, porque tenía que hacerse cargo de cinco hijos, y mi viejo, comía rápido porque siempre estaba pronto a salir para el laburo, ese que no tenía sábados o domingo de descanso, ese que lo hizo ser .
Mis hermanos y yo siempre fuimos distintos, no teníamos muchas comunidades, pero sí silencios compartidos .Parece mentira pero lo callado nos unía. Mi hermano mayor era solo futbol y ajedrez.

Mis hermanas, también mayores que yo, estaban cada una en sus cosas, que por entonces se decía que eran cosas de mujeres. En particular, Liliana se preparaba para ser exitosa, que a su juicio es sinónimo de felicidad. Yo solo atinaba a mirarlos e imitarlos a cada uno de ellos en lo que pensaba era lo mejor que tenía,y cuidar a mi hermano menor, que siempre estaba conmigo. Ese era un mandato materno impreso en la frente.

Sin embargo, apareció otro sujeto en mi vida, curiosamente mirando la televisión. El noticiero no era el TN de hoy. No era un espectáculo. Era información. Tamizada como cualquier medio de comunicación en un estado de la burguesía. Pero la noticia de alguna forma llegaba y cada uno la leía como le venía. Así fue como llego y no se fue nunca de mi Ernesto Guevara. Por entonces yo solo tenía catecismo y Cristo como ídolo. Pero Cristo era Dios en la tierra. Este no. Este era argentino, en otra tierra, en otros pueblos, luchando. Veía imágenes de metralla. Mucho soldado boliviano y agente de la Cia dando vuelta tras un grupo de combatientes y una preciada presa. Supe en ese momento lo que es el odio, la búsqueda afanosa por hacerse del hombre, porque era ese hombre el que debía morir. No eran los romanos, ni los judíos. Eran unos morochos bolivianos, tan pobres como los que acompañaban a ese hombre y unos cuantos servicios yanquies, los encargados de consumar la tragedia.

Yo no registraba imágenes concretas de ese hombre tenazmente perseguido, no conocía entonces su rostro, pero sentí que estaba en mi corazón. Más que mi viejo, más que el sargento Sanders de la serie combate que veía todas las tardes. Acá los americanos eran los malos, no había alemanes, había bolivianos . Yo sentía que ese tipo buscaba otra cosa, no era matar por matar. Después llegó la higuera, la última foto ya muerto, y esa imagen, no la de la boina y la mirada al vacio en una plaza colmada , la de la remera y todos los objetos que la puedan contener, sino la imagen de la muerte en una suerte de camilla , con la cabeza semilevantada por uno de los buitres que se colocaron exitosos ante la cámara posando como cazador con su presa.

Es esa la imagen que llevo conmigo desde niño. Después la vida y esa misma intuición de saber que lo correcto es estar ahí donde está el que sufre. No para la caridad, y la ayuda transitoria, sino para buscar la salida de esta oscuridad. La convicción de que no es encendiendo un fosforo como se logra la luz y la certeza única de , la necesidad del cambio social y político.

A esa foto se sumo, mi sensación concreta de tener la lucha social frente a mis ojos en las largas jornadas del Cordobazo, mi vieja metiéndonos dentro de la casa, la radio buscando noticias, los disparos permanentes y aislados durante eternas noches, la sensación concreta de que habían ganado los buenos, que ya supe quiénes eran:, los obreros y estudiante juntos en la Avenida Cólon haciendo retroceder a la policía y el ejercito. Supe que ahí se respiraba el sudor y el olor de ese hombre, el Che, que también había recorrido de joven esas calles hoy plagadas de luchadores guiados por sus mismos propósitos. Ya no era la selva sino la urbe encendida, no había cazadores y presas, sino lucha de clase por otros medios y protagonistas. Luego el dolor reiterado del 22 de agosto y los héroes de Trelew, ahí sanando heridas estaba nuevamente él encarnados en otros ches, más tarde engrosando el horror de los desaparecidos, los presos políticos y el rostro concreto de todos los que hoy se pudren en cárceles infestas bajo el pretexto de su resocialización.

Que no nos haya dado la estatura moral para llegar, que las condiciones nos colocaron en situaciones muy diversas a las de su tiempo con enemigos que no perdieron el tiempo, haciendo lo indecible para parar esta tendencia revolucionaria que sin embargo no sede, no nos inhabilita hoy como padres para trasmitir la noticia, el ejemplo y el mensaje del che.

Solo por eso transcribo lo siguiente, y aprovechando la fecha, FELIZ DIA. Estás aquí Che, en cada tipo que pelea donde sea y como sea frente a un pretendido orden que solo es explotación y opresión

Ah, usted es la maestra. ¿Sabe usted que la “e” de “se” no lleva acento en “ya se leer” –señalando un pizarrón-? Por cierto, en Cuba no hay escuelas como ésta, para nosotros esta sería una prisión. ¿Cómo pueden estudiar aquí los hijos de los campesinos? Esto es antipedagógico.
-Nuestro país es pobre.
-Pero los funcionarios del gobierno y los generales tienen automóviles mercedes y abundancias de otras cosas… ¿verdad? Es lo que nosotros combatimos.
- Usted ha venido a matar a nuestros soldados.
-Mire, en la guerra, o se gana o se pierde. (1)
Horas después era fusilado en aquella escuelita de La Higuera, ese hombre nacido el 14 de Junio –o de Mayo, según la fuente-, Ernesto Che Guevara.

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