Julio López
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Sobre la situación del movimiento obrero
Por Socialismo Revolucionario - Wednesday, Jun. 18, 2014 at 7:00 PM
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Es necesario un abordaje responsable de los últimos conflictos

ABRAMOS UN DEBATE SOBRE EL BALANCE Y LA PERSPECTIVAS DE LAS ÚLTIMAS LUCHAS DEL MOVIMIENTO OBRERO
El desenlace del reciente conflicto de la autopartista Gestamp debe ser considerado como una DERROTA de la lucha en concreto, y del movimiento obrero en general. De una situación de la planta de Escobar con suspensiones parciales “sine die” , a 67 despidos (incluido lo mejor del activismo), no puede sacarse otra conclusión, tan provisoria, desde luego, como la vida misma.
El proceso y el desarrollo del conflicto demuestran la desfavorable correlación de fuerzas de los luchadores, respecto a las patronales, a la podrida burocracia sindical, y al Estado que ampara fielmente sus intereses de clase y de casta. La particular maniobra del Gobierno de Scioli respecto al manejo de la “conciliación obligatoria”, demuestra no la debilidad, sino la capacidad de arbitraje y de intervención que aún conserva el régimen en su conjunto. Pero el factor decisivo que fue marcando el decurso de la derrota fue que los luchadores no lograron superar su propio aislamiento respecto a la inmensa mayoría de los obreros de la planta, cuya resignación y atraso le permitió a la burocracia del Smata usarlos abiertamente contra el minoritario sector combativo.
Este registro de la realidad no es una opinión arbitraria nuestra: el grupo político que más apología hace de esta lucha (Nuevo MAS) con inserción de activistas propios que son protagonistas directos, admite:
“Se trata, simplemente, de que en las condiciones dadas, no elegidas por el colectivo en lucha, y donde la burocracia mantuvo bajo el método del terror el control de la base, no había más alternativa que hacer lo que se hizo: ocupar parcialmente la planta.”
Es decir: la heroica acción de los nueve compañeros que se trepan al puente de la grúa, tomando un sector de la planta (la patronal responde inmediatamente con más militarización y el lock out, para luego producirse la desactivación del conflicto con la maniobra “conciliatoria” de Scioli), es justificada por el Nuevo MAS de la siguiente manera:
“Otros grupos de izquierda consideran que lo que se hizo fue una “locura”. Lo que expresan estos grupos (que le temen más que a nada a la acción directa de nuestra clase, y donde dirigen algo es sólo para hacerle seguidismo al sector más atrasado de la base) es, nuevamente, que pierden de vista que las condiciones de la lucha no las elegimos los revolucionarios, ni la propia clase o el activismo. Se trata de ver cuál es la mejor respuesta que nuestra clase puede dar en esas condiciones no elegidas. Y no admite discusión que la decisión que tomaron los compañeros no sólo fue la correcta, sino, además, de trascendencia histórica en lo que hace a recuperar los métodos de lucha de nuestra clase. Esta fue otra de las condiciones objetivas de la lucha, que se sustancia en las condiciones dadas en tiempos que el activismo no pudo elegir. Ser derrotados sin dar pelea no era una opción; no se podía dejar pasar el intento del despido del activismo por la vía encubierta de las suspensiones sine die, sin reaccionar.”
Este párrafo, que no tiene desperdicio, nos sugiere varias reflexiones:
1) No conocemos a qué grupos de izquierda se refiere el Nuevo MAS. Hemos estudiado con detenimiento los materiales de: PCR, MST, PO, PTS, IS, y ninguno de ellos cataloga la “acción directa” de los héroes de la grúa como una locura. Bien por el contrario, rivalizan entre sí, y con el propio Nuevo Mas en cuanto a apologizar la lucha.
2) Tampoco nosotros catalogamos esta lucha, como otras que se dieron en condiciones difíciles, de “LOCURA”. Preferimos un balance más serio de los acontecimientos, que permita un aprendizaje genuino para luchar mejor.
3) El párrafo admite tácitamente las condiciones completamente adversas para luchar. No otra cosa se desprende, además, de la realidad. Contra el exitismo de todos los grupos de izquierda ya mencionados, que siguen planteando una situación de ascenso del movimiento obrero que coloca en la agenda posible un paro activo de 36 horas (como continuidad del paro dominguero del 10 de abril), lo que está sucediendo es que la maldita trilogía de las patronales, su Estado y la burocracia sindical están imponiendo sin mayor resistencia el ajuste. Especialmente en el sector de la industria en franca recesión. Iveco, Fiat, General Motors, Renault SON LA REGLA (suspensiones pactadas, retiros voluntarios, ajuste salarial, etc.). Y hablamos de las grandes terminales automotrices. Gestamp es la EXCEPCIÓN.
4) En estas condiciones objetivas y subjetivas de la clase obrera en general, y del sector automotriz en particular, es altamente riesgoso y equivocado considerar QUE SIEMPRE HAY QUE LUCHAR A COMO SEA, como se desprende del párrafo ya citado. No tenemos la pedantería de saber qué respuesta exactamente habría que haber dado ante cada una de las fases del ajuste en Gestamp, pero sí estamos convencidos que una de las alternativas posibles debió haber sido retroceder, no luchar, conciliar antes, aceptar el proceso de suspensiones para ganar tiempo. En ninguno de los balances de la izquierda que hemos estudiado siquiera se piensa en esa posibilidad. Peor aún: hay una negativa autista a nombrar las cosas por su nombre, admitiendo que hubo una derrota. Los actos posteriores, la gesta heroica, la denuncia de la perfidia del Gobierno, la patronal y la burocracia son obviedades que pueden servir para solidarizarse con los compañeros despedidos, con hacerles el aguante, con mostrarles que no están solos. PERO QUE NO MODIFICAN LAS CONDICIONES CONCRETAS DE UN HECHO CONSUMADO: LOS DESPIDOS, Y LA FÁBRICA FUNCIONANDO COMO NECESITA LA PATRONAL CON LA INMENSA MAYORIA DE LOS OBREROS DE GESTAMP TRABAJANDO.
5) Lo que agrava la visión luchista y exitista de la izquierda mencionada es que Gestamp no es el primer conflicto que plantea esta problemática: Más allá de la rama de la producción y/o de los servicios, y los factores que motorizaron conflictos anteriores, la misma lógica unilateral aplicaron en ferroviarios, el Casino de Buenos Aires, Lavadero Virasoro y Liliana en Rosario, entre varios procesos DERROTADOS que nos vienen a la memoria.
6) Cada uno con sus matices, el denominador común de las principales corrientes de la izquierda argentina es una caracterización equivocada de la situación política, de la correlación de fuerzas entre las clases. Una subvaloración de la capacidad de maniobra del régimen general y del gobierno de Cristina en particular, y una sobrevaloración de las tendencias a la lucha y a la movilización de las masas.
Somos concientes que nuestra pertenencia a un pequeño grupo sin inserción en los principales centros fabriles nos impide precisar una política sobre procesos complejos, difíciles. Pero no nos impide distinguir ciertos aspectos bastante evidentes de la realidad dinámica de la situación del movimiento obrero argentino:
a) Luego de mejoras económicas y sociales durante el proceso de desarrollo capitalista, asistimos a un estancamiento y/o retroceso en condiciones salariales, de trabajo, donde se presenta (como fantasma, pero también como realidad), las suspensiones y despidos.
b) Ante esto, existe un joven activismo combativo que se tomó en serio lo de la “década ganada” y que genuinamente tiene tendencia a salir a luchar ante el ajuste. No quieren retroceder salarialmente, ni perder sus trabajos.
c) Una militancia de izquierda (en algunos casos inserta en fábrica, y en otros trabajando desde afuera) que se viene moviendo con una caracterización “pre-revolucionaria”, que la lleva a ver en los puntos a) y b) su “gran oportunidad”. Máxime, después de la muy buena perfomance electoral del Frente de Izquierda y los Trabajadores.
d) Cúpulas dirigentes de los principales partidos de izquierda que alimentan el exitismo por oportunismo político, para reciclar el engorde de sus aparatos despreciando todo rigor científico en cuanto a la valoración de la realidad, y despreciando también el desgaste y la desmoralización política que produce el no cumplimiento de los objetivos proclamados.
La “crisis de la dirección revolucionaria” tiene hoy esta manifestación concreta. La construcción de una dirección de tal carácter no pasa necesariamente, ni siempre, por quien es más audaz en la lucha, quien milita más tiempo, o quien vende más periódicos. En un período no revolucionario pasa esencialmente por la preparación ideológica y política, por el paciente trabajo organizativo, por la no pérdida de puestos de inserción en la clase, y al menos, por evitar las malas praxis políticas que facilitan y potencian las derrotas.
Abrir el debate entre el activismo sobre cómo mejorar nuestra lucha no es negar su necesidad, sino bien por el contrario, trabajar por potenciar las posibilidades de la victoria.
SOCIALISMO REVOLUCIONARIO


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