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Los abdominales de Lavezzi y un debate candente sobre igualdad de género
Por Notas periodismo popular - Friday, Jun. 27, 2014 at 2:02 PM

Una foto del “Pocho” Lavezzi en cuero después del último triunfo de la Selección despertó una reacción desmedida en una gran cantidad de mujeres y un cuestionamiento por parte de muchos varones a la cosificación de su cuerpo. Del “lomazo” y la hipocresía a una reflexión necesaria sobre la igualdad de género.

¿Qué diferencia a un Mundial en pleno siglo XXI de los de otras épocas? Seguramente al responder esa pregunta, cualquiera de las personas aficionadas a la fiesta del deporte más popular de la Argentina respondan con la profesionalización de los jugadores, el negocio de la FIFA, las estrellas que cobran millones en sus clubes, la publicidad, la tecnología, la televisación, el uso de las redes sociales, entre otras características. Pero esta Copa del Mundo ha incorporado algo que las demás no tenían, o al menos no tan masivamente: la discusión sobre los roles de género que se potencian y construyen desde las tribunas, el campo de juego, el periodismo y la sociedad en general.

Ángela Lerena, la trata de personas y las mujeres futboleras: un nuevo contexto

Los tiempos cambian para todo y para las mujeres este Mundial no es igual a los anteriores. Es, por ejemplo, el primero en el que el gobierno nacional lanza un spot sobre la trata de personas para la explotación sexual, retomando aquella denuncia histórica del feminismo de que los grandes eventos deportivos –como tantas otras situaciones donde se acumulan enorme cantidad de varones- son un terreno fértil para el sometimiento de mujeres, niños y niñas.

Por otro lado, una cuestionable decisión dejó afuera de la cobertura desde el campo de juego mundialista a la cronista estrella de Fútbol para Todos, Ángela Lerena. Varios periodistas deportivos y personalidades vinculadas al deporte criticaron el hecho e incluso un colega llegó a llamarla “la Tévez del Mundial”. “Hubiese sido la primera vez en la historia que una mujer argentina cubría campo de juego”, se lamenta Lerena y explica que para ella el gobierno se perdió la oportunidad de reafirmar una política hacia las mujeres. De todas formas, vale señalar que esta polémica hubiera sido impensada en ediciones previas de la Copa del Mundo. Que en 1998, 1974 o 1950 nadie siquiera hubiera dedicado dos segundos a pensar en el tema y que, desde ya, no había mujeres cubriendo los partidos desde el césped ni siquiera a nivel local que fueran potenciales candidatas.

Serían impensadas ambas cosas si en las últimas décadas de –y sobre todo en los últimos años- no se hubiera avanzado socialmente a pasos gigantes –y pequeños a la vez- en la problematización (por ser suaves) o crítica y cuestionamiento de la histórica afirmación de que “el fútbol es cosa de hombres”. Como sociedad hemos empezado a caminar un camino de reconocimiento de las desigualdades de género que, claro, también se refleja en los campos de juego. Que Ángela esté frente a una cámara, que centenares de mujeres alquilen semanalmente una canchita para jugar torneos o simplemente un picadito, o que un gobierno decida mirar una realidad donde miles de mujeres son explotadas sexualmente y tratar de desincentivar el consumo de prostitución son datos de una realidad que no podemos ignorar al momento de criticar cómo se trata a las mujeres en épocas de Mundial, desde una perspectiva de géneros.

“Lavezzi te doy hasta que…”: La cosificación de los cuerpos y la hipocresía

La Selección gustó y ganó contra Nigeria. Pero el dato de la jornada futbolística pronto dejó de ser el excelente desempeño de Lionel Messi o la defensa aguerrida de Mascherano. En el olvido quedaron los desbordes de Di María o la firmeza en los tres palos del siempre cuestionado Romero. De todo lo que se habló en las redes sociales –y por ende en la mayoría de los medios de comunicación- fue del físico de Ezequiel “el Pocho” Lavezzi. La foto que circuló de su torso desnudo y sus pantalones semicaídos de forma sugerente al terminar el partido generaron que la “platea femenina” y la masculina no heterosexual desbordaran en comentarios subidos de tono y halagos desmedidos al delantero del seleccionado argentino y del París Saint-Germain. “Te doy hasta que Brasil nos diga que se siente”, decían en las redes sociales del ex goleador del San Lorenzo campeón del 2007.

Lavezzi gustó y ganó. Como la selección. Pero, en un contexto mundialista como describíamos al principio, donde por primera vez en mucho tiempo la cuestión de género comienza a estar un poco más presente en el fervor futbolístico vale la pena realizar una humilde reflexión.

El 11 de la Selección entró al campo de juego a reemplazar al lesionado Kun Agüero pasados los 35 minutos del primer tiempo. Ya sin Messi en la cancha, Lavezzi tuvo una buena participación en el cierre del partido, aportando buen fútbol y garra contra los nigerianos. Tal vez es eso todo lo que deberíamos recordar. Pero la parafernalia siempre gana. O mejor dicho en este caso, la cosificación. Si, cuando las Leonas -campeonas de hockey sobre césped del mundo en varias ocasiones- disputan algún partido relevante, miles de varones a los que poco les importa el deporte se dedican a mirar piernas y comentar sobre lo ajustadas de las calzas y las polleritas, en este caso la situación fue a la inversa. Y no deberíamos festejarlo.

Despojar a un habilidoso deportista de sus dotes con el balón para reducirlo a un pedazo de carne sexuado es precisamente lo que las mujeres no queremos que se haga con nosotras. Y si bien la situación no es exactamente a la inversa (miles de años de patriarcado juegan siempre para darle más poder a los varones por sobre el género femenino) las similitudes son legítimamente cuestionables: La página de Facebook “Movimiento para que el Pocho Lavezzi juegue sin camiseta” juntó casi 250 mil “me gusta” en un día. Imaginemos la reacción femenina si hubiera una que fuera “para que Luciana Aymar juegue sin pollera”.

Pero sosteniendo el mismo nivel de crítica hay que mencionar la actitud masculina indignada por el fenómeno. Quien cosifique al cosificador ¿qué clase de cosificador será? A cada comentario femenino hubo una respuesta de algún varón señalando con el dedo. “No cosificarás”, dictaban como mandamiento en las redes sociales mientras, en la mayoría de los casos, cuestionaban la forma de disfrutar el fútbol de todas las mujeres generalizando esa individualidad.

La hipocresía de miles de varones heterosexuales ayer, usando por lo general un discurso “políticamente correcto”, al cuestionar a las mujeres y varones no heterosexuales que se baboseaban con Lavezzi, es solo confirmable con la realidad misma. ¿Cuántos varones hétero hacen comentarios sobre el cuerpo de alguna mujer –lo que es muchísimo más habitual que este Lavezzi affaire- y no aparecen sus amigos a decirles que eso está mal, que la está ubicando en un lugar horrible y que todas las personas somos muchísimo más que un pedazo de carne sexuado? ¿Dónde están los varones críticos de los estereotipos y la cosificación cuando no hay Mundial de Fútbol?

Sin duda que, de a poco, son cada vez más quienes como parte del género beneficiario de la sociedad patriarcal se atreven a cuestionar esos privilegios y promover la construcción de relaciones de género igualitarias. Pero lo que observamos estos días –en términos generales, claro- tuvo más que ver con un acto de defensa de la masculinidad del fútbol y la negación a dejar entrar a mujeres a la voz pública sobre cualquier cosa que sucediera en el campo de juego que con dar pasos hacia una sociedad con igualdad de género. Y del otro lado una reivindicación femenina del derecho a mirar y elogiar cuerpos compulsivamente cual si fuera un acto de rebeldía social.

Varones y mujeres nos debemos una reflexión colectiva y conjunta sobre estos temas. Que el fútbol que nos fue negado por décadas y que aún sigue siendo un terreno de difícil acceso para las mujeres no sea excusa para nadie. El debate es mucho más profundo y debe ser llevado adelante con responsabilidad y sin hipocresía.

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