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El marxismo y el trabajo infantil
Por ParrhesÍa - Friday, Jul. 11, 2014 at 9:34 PM
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“La prohibición general del trabajo infantil es incompatible con la existencia de la gran industria y, por tanto, un piadoso deseo, pero nada más. El poner en práctica esta prohibición –suponiendo que fuese factible- sería reaccionario, ya que, reglamentada severamente la jornada de trabajo según las distintas edades y aplicando las demás medidas preventivas para la protección de los niños, la combinación del trabajo productivo con la enseñanza desde una temprana edad es uno de los más potentes medios de transformación de la sociedad actual”. K. Marx, Crítica del Programa de Gohta, pp. 44-45; versión española del Instituto de Marxismo-Leninismo, 1953, Aguilera, Madrid, 4ª edición, 1971.

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Ahora en pleno siglo XXI, el marxista y también chavista Evo Morales acaba de hacer aprobar en Bolivia una ley que permite la explotación infantil a partir de los 10 años de edad, y también acaba de aprobar la reducción sobre la imputabilidad de los menores que bajará ahora de los 16 a los 14 años de edad. Con el impresentable argumento de: "Trabajar de niño crea mayor conciencia social", Evo, que de Morales tiene poco, intenta justificar tamaña agresión a los más indefensos de la sociedad.

El trabajo, alienado en las formas contemporáneas de producción, solo puede producir seres alienados, con una seudo conciencia limitada y en modo alguno genera una mayor conciencia social, que solo puede generarse en toda su capacidad cuando el trabajo, bajo las formas de producción actuales, sea abolido.

La opinión de Marx, en su momento, no fue compartida por otros dirigentes del movimiento obrero. No es solamente el congreso de Gotha el que pide la abolición del trabajo infantil. Anteriormente, en el Congreso de Ginebra de la Internacional (1866), los delegados franceses Chemalé, Fribourg, Perrachon y Camélinat hacían la siguiente propuesta: “Desde el punto de vista físico, moral y social, el trabajo de las mujeres y los niños en las manufacturas debe ser enérgicamente condenado en principio como una de las causas más activas de la degeneración de la especie humana y como uno de los más poderosos medios de desmoralización llevados a cabo por la clase capitalista”.

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