Julio López
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(libro) Perspectivas antidesarrollistas
Por (reenvio) Miguel Amorós - Friday, Jul. 25, 2014 at 3:43 PM

En este libro se agrupan textos reducidos por Miquel Amorós entre mayo del 2009 y diciembre del 2010, junto con algunos anteriores que les han servido de preámbulo, resultado todos ellos del trabajo de agitación a que desde hace años se viene dedicando su autor.

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Prólogo al libro Perspectivas antidesarrollistas de Miguel Amorós

El autor de estos escritos se ha ido convirtiendo en los últimos tiempos en una _figura destacada dentro del ámbito autodenominado anarquista, subversivo, contracultural, alternativo o como se quiera llamar esos espacios que, si existen realmente, no se puede considerar que constituyan un verdadero movimiento, sino algo así como un espectro abstracto, indefinido, más bien carente de objetivos, superficial, autocomplaciente y simplón. Una relevancia más real, sin duda, está tomando el autor en relación con conflictos como la lucha contra el TAV en Euskadi, o contra la construcción de líneas MAT en Girona, ya que ha puesto sus facultades a su servicio haciendo de ellas el centro de su crítica.

La crítica antidesarrollista, que es de lo que tratan fundamentalmente los artículos de este libro, es la crítica que intenta, partiendo de luchas concretas (la defensa del territorio asediado desde dentro y desde fuera por la mercancía) enlazar con la historia revolucionaria (con sus aspectos no vencidos) para empezar a tejer un movimiento subversivo (un sujeto revolucionario): “La cuestión social salió de las fábricas para reaparecer en el rechazo del consumo y del espectáculo, en el combate contra las grandes infraestructuras, en la reivindicación de la soberanía alimentaria y en la defensa del territorio, en la agricultura biológica y en las comunidades libres de resistentes, en las asambleas vecinales autónomas y en la secesión anticapitalista”. Y esta labor de autoconstitución no es nada fácil, sobre todo si los que se atribuyen la capacidad revolucionaria están enfrascados en la contemplación de su ombligo, o en resucitar cadáveres putrefactos.

Es cierto que en algunos textos puede parecer que se trata de crear una teoría antidesarrollista acabada o definitiva que podría llegar a convertirse con el tiempo en una especie de “obrerismo” antiindustrial, es decir, en una ideología separada. Pero, en todo caso, esa no es la intención del autor, el cual, incluso en sus momentos más programáticos o deterministas, aclara tajantemente que todo dependerá de la capacidad de los individuos para tomar conciencia y partido por la libertad (“los organismos de la libertad están hechos de hombres libres”). Como él mismo dice también: “El pensamiento antidesarrollista o antiindustrial no representa una nueva moda, una crítica puramente negativa del pensamiento científico y de las ideologías progresistas, o un vulgar primitivismo que propugna retroceder a un momento cualquiera de la Historia o la Prehistoria. Tampoco es una simple denuncia de la domesticación del proletariado y del despotismo del capital, ni una variante radical del decrecentismo.

Menos todavía algo tan mistificador como una teoría unitaria de la sociedad, propiedad de la última de las vanguardias o del último de los movimientos.” Otro de los aspectos, en nuestra opinión, más dudosos, y el que pisa un terreno más peligroso –lo que se puede ver también como muestra de valentía– es cuando parece desplazar el peso en la construcción de la perspectiva revolucionaria sobre las supuestas fuerzas que operan en lo rural y tacha las que lo hacen en las ciudades de “nihilismo urbano”. Esta separación entre el aspecto positivo (proyecto de sustitución del régimen de dominación capitalista) y el aspecto negativo (destrucción de las ciudades, del mercado y del capitalismo) puede conllevar el germen de una separación entre conscientes e inconscientes o, mejor dicho, entre dirigentes y dirigidos.

Aunque, en otros momentos matiza estas observaciones llegando a afirmar que “La democracia directa y el autogobierno han de ser respuestas sociales, la obra de un movimiento nacido de la fractura, de la exacerbación de los antagonismos sociales, no del voluntarismo campañil, y no ha de producirse en la periferia de la sociedad, lejos del mundanal ruido, sino en su centro”. Entonces, el centro serían las luchas por la preservación de una identidad antimetropolitana, es decir, anticapitalista, se diesen en las periferias urbanas, en lo que queda de campo o en el mismo centro de las ciudades. En todo caso, los textos no tienen por qué ser asumidos en bloque, más bien tendrían que ser criticados en lo que debería ser la construcción colectiva de la práctica subversiva, donde sería obligación de todos aportar su granito de arena para que ninguna teoría se dé por definitiva, es decir, se vuelva ideológica.

Así que, mas allá de los matices e interpretaciones que puedan tener, hay que agradecer a Miguel Amorós todo su trabajo y en especial el giro personal que han tomado sus actos en los últimos años. Ya que ha preferido a la comodidad de las alturas teóricas, emplear sus fuerzas en una labor de agitación directa, buscando los conflictos vitales para la oposición al régimen de dominación capitalista, acercándose personalmente a ellos para contribuir a clarificarlos y hacerlos visibles, y exponiendo sus ideas y argumentos con una radicalidad honrosa y en un lenguaje perfectamente comprensible.

Sería muy fácil decir que el grado de dominación de este régimen capitalista está llegando a su expresión más totalitaria y que la obligación de quienes pretenden ser revolucionarios debe ser organizarse y enfrentarse a ella como lo que es: una dictadura. Pero esto que en su simpleza es verdad no nos sirve para articular ninguna respuesta real contra la totalidad del régimen de dominación. Puesto que, si no lo comprendemos en toda su amplitud, si no sabemos cómo actúa, por qué medios y a través de quiénes, no sabremos dónde están las grietas en que introducir nuestras fuerzas, como si de explosivos se tratase, para destruirlo y construir un mundo anárquico y comunista. Si no sabemos dónde estamos y de dónde venimos, difícilmente sabremos hacia dónde vamos ni hacia dónde queremos ir, y “en ausencia de un movimiento revolucionario real, mandan los intereses y la estrategia de la clase dominante”.

Por otra parte, “la lucha por las ideas no es una lucha por la ideología, por una satisfecha buena conciencia. Hay que abandonar el lastre de las consignas revolucionarias que han envejecido y se han vuelto frases hechas”. Ahora bien, este soltar lastre al que se refiere Miguel Amorós no parte de la negación de la historia revolucionaria, más bien al contrario, ya que trata de recuperar la esencia de su práctica subversiva, es decir, la lucha por la emancipación social, la libertad y la felicidad de las personas. Y esto sólo se puede hacer con los cinco sentidos puestos en el presente, y dispuestos a pensar, a comunicarse, a construir y a ejercitar la violencia siempre que sea necesario.

Porque hay que entender que existe una guerra del régimen contra los oprimidos y que no somos más que esclavos de una técnica que nos es impuesta a una velocidad estratosférica y cuya _finalidad no es la cohesión de la sociedad sino la utilización de los seres humanos como una parte más de la máquina, totalmente rentables, por tanto, para la dominación. El anterior conflicto de clases es superado y deja de tener importancia desde el momento en que las máquinas, el objeto del deseo en la lucha de clases, se convierten en sujeto, adquieren vida propia y crean nuevos intereses disociados totalmente del auténtico motor de la guerra social: la libertad.

Desde luego, la posibilidad de que las luchas en defensa del territorio tomen un cariz revolucionario es hoy en día muy remota. Pero se basa en la evidencia del desplazamiento del conflicto social desde la centralidad de la lucha por el control sobre los centros de producción y las condiciones de vida de la fuerza de trabajo en fábricas y barrios obreros a una diversificación de frentes, que abarcan toda la complejidad del proceso de colonización de todos los aspectos de la vida por el régimen capitalista de dominación y explotación. Cuyas consecuencias se pueden sintetizar en la destrucción aparejada al sometimiento del hábitat y de la propia existencia de los individuos al progreso técnico-militar capitalista. Por tanto, esta posibilidad, no debe ser desechada como fuente de conciencia social antagonista y como laboratorio subversivo en donde desarrollar un planteamiento rupturista por parte de los oprimidos. Teniendo perfectamente claro que contra este sistema totalitario no valen los intentos de negociación ni la búsqueda de la intermediación del Estado, que en definitiva es el administrador de la situación actual.

Siempre es necesario que en una realidad tan apabullante y donde reina una confusión tan absoluta haya quien se empeñe en esbozar la situación señalando el lugar que ocupamos en ella. El ecologismo, así como últimamente el decrecentismo, como planteamientos que no cuestionan el capitalismo sino que pretenden reformarlo desde el Estado, no son formas de salvar el planeta, las culturas o la calidad de vida, sino tan sólo fórmulas alternativas para “salvar” el actual desarrollo económico. El régimen de dominación capitalista es un sistema de explotación totalitaria y, por lo tanto, la preocupación ambiental que expresa no es otra cosa que la necesidad, por su parte, de racionalizar el desastre que él mismo genera. El progreso capitalista exige una multiplicación de infraestructuras, la mercantilización del territorio con todo lo que conlleva (fauna, _lora, cultura, historia, pueblos, personas) y su sometimiento a la técnica. Este desarrollo, incuestionable desde la lógica totalitaria dominante, es el que trata de atacar desde estos textos Miguel Amorós, proponiendo una lógica antagónica basada en la libertad y en la voluntad de los individuos. Así contribuye a crear un plano donde poder orientar la acción, destripando la complejidad tras la que se esconde la dominación e intentando desenmascarar a sus falsos enemigos, a los apologetas de la domesticación, a los eco fascistas, a los ciudadanistas, a los burócratas, a los policías y a todos aquellos que nos quieren imponer un progreso que nos conduce a la aniquilación.

Valencia, octubre 2010

Capítulos
- LA ESFINGE DE LEÓN SIN SECRETO /Pág.: 108
- CAPITAL, TECNOLOGÍA Y PROLETARIADO / Pág.: 115
- LA FIESTA GRIEGA / Pág.: 126
- DIFERENCIA ENTRE LA CRÍTICA ANTIDESARROLLISTA Y LA
IDEOLOGÍA DEL DECRECIMIENTO / Pág.: 137
- ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE LA CRÍTICA
ANTIDESARROLLISTA / Pág.: 147
- URBI ET ORBI
Principios de antidesarrollismo / Pág.: 156
- LA RECONVERSIÓN DEL TERRITORIO ASTURIANO Y EL TAV
Pág.: 168
- ZARAGOZA DESPUÉS DEL PARTO / Pág.: 176
- ¿DEFENSA DEL TERRITORIO O COGESTIÓN DE SU RUINA?
Pág.: 185
- VISTAZO SOBRE AMURRIO / Pág.: 196
- EL TERRITORIO ES ABSORBIDO POR LA URBE
LA URBE DEBE SER ABSORBIDA POR EL TERRITORIO
Pág.: 201

Editorial Germinal, 104 (pp) en digital, 206 pp. en papel http://editorialgerminal.files.wordpress.com/2012/07/amorc3b3s.pdf

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