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El "Génesis" del Estado de Israel
Por Varios - Monday, Jul. 28, 2014 at 2:00 PM

La fundación del Estado de Israel como corolario del final de la segunda guerra mundial y como antecedente del neocolonialismo

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José Carlos Mariátegui
La escena contemporánea

EL SEMITISMO Y EL ANTISEMITISMO

EL SEMITISMO
UNO de los fenómenos más interesantes de la post-guerra es el del renacimiento judío. Los fautores del sionismo hablan de una resurrección del pueblo de Israel. El pueblo eterno del gran éxodo se siente designado, de nuevo, para un gran rol en la historia. El movimiento sionista no acapara toda la actividad de su espíritu. Muchos judíos miran con desconfianza este movimiento, controlado y dirigido por la política imperialista de Inglaterra. El renacimiento judío es un fenómeno mucho más vasto. El sionismo no constituye sino uno de sus aspectos, una de sus corrientes.

Este fenómeno tiene sus raíces próximas en la guerra. El programa de paz de los aliados no pudo prescindir de las viejas reivindicaciones israelitas. El pueblo judío era en la Europa Oriental, donde se concentraban sus mayores masas, un pueblo paria, condenado a todos los vejámenes. La civilización burguesa había dejado subsistente en Europa, entre otros residuos de la Edad Media, la inferioridad jurídica del judío. Un nuevo código internacional necesitaba afirmar y amparar el derecho de las poblaciones israelitas. Inglaterra, avisada y perspicaz, se dio cuenta oportuna de la conveniencia política de agitar, en un sentido favorable a los aliados, la antigua cuestión judía. La declaración Balfour proclamó, en noviembre de 1917, el derecho de los judíos a establecer en la Palestina su hogar nacional. La propaganda wilsoniana robusteció, de otro lado, la posición del pueblo de Israel. El papel representado en la guerra y en la paz por los Estados Unidos -la nación que más liberalmente había tratado a los judíos en los tiempos pre-bélicos- influyó de un modo decisivo en favor de las reivindicaciones israelitas. El tratado de paz puso en manos de la Sociedad de las Naciones la tutela de Israel.

La paz inauguró un período de emancipación de las poblaciones israelitas en la Europa Oriental. En Polonia y en Rumania, el Estado otorgó a los judíos el derecho de ciudadanía. El movimiento sionista anunció, a todos los dispersos y vejados hijos de Israel, la reconstrucción en Palestina de la patria de los judíos. Pero la resurrección israelita se apoyó, sobre todo, en la agitación revolucionaria nacida de la guerra. La revolución rusa no sólo canceló, con el régimen zarista, los rezagos de desigualdad jurídica y política de los judíos: colocó en el gobierno de Rusia a varios hombres de raza semita. La revolución alemana, con la ascensión de la social-democracia al poder, se caracterizó por la misma consecuencia. En el estado mayor del socialismo alemán militaban, desde los tiempos de Marx y Lassalle, muchos israelitas.

Tanto la política de la reforma como la política de la revolución, se presentaron, así, más o menos conectadas con el renacimiento judío. Y esto fue motivo de que la política de la reacción se tiñese en todo el Occidente de un fuerte color antisemita. Los nacionalistas, los reaccionarios, denunciaron en Europa la paz de Versalles como una paz inspirada en intereses y sentimientos israelitas. Y declararon al bolchevismo una sombría conjuración de los judíos contra las instituciones de la civilización cristiana. El antisemitismo adquirió en Europa, y aun en Estados Unidos, una virulencia y una agresividad extremadas. El sionismo, simultáneamente, en el ánimo de algunos de sus prosélitos, se contagiaba del mismo humor. Trataba de oponer a los innumerables nacionalismos occidentales y orientales un nacionalismo judío, inexistente antes de la crisis post-bélica.

Para un observador objetivo de esta crisis, la función de los judíos en la política reformista y en la política revolucionaria resultaba perfectamente explicable. La raza judía, bajo el régimen medioeval, había sido mirada como una raza réproba. La aristocracia le había negado el derecho de ejercer toda profesión noble. Esta exclusión había hecho de los judíos en el mundo una raza de mercaderes y artesanos. Había impedido, al mismo tiempo, la diseminación de los judíos en los campos. Los judíos, obligados a vivir en las ciudades, del comercio, de la usura y de la industria, quedaron solidarizados con la vida y el desarrollo urbanos.

La revolución burguesa, por consiguiente, se nutrió en parte de savia judía. Y en la formación de la economía capitalista les tocó a los judíos, comerciantes e industriales expertos, un rol principal y lógico. La decadencia de las "profesiones nobles", la transformación de la propiedad agraria, la destrucción de los privilegios de la aristocracia, etc., dieron un puesto dominante en el orden capitalista al banquero, al comerciante, al industrial. Los judíos, preparados para estas actividades, se beneficiaron con todas las manifestaciones de este proceso histórico, que trasladaba del agro a la urbe el dominio de la economía. El fenómeno más característico de la economía moderna -el desarrollo del capital financiero- acrecentó más aún el poder de la burguesía israelita. El judío aparecía, en la vida económica moderna, como uno de los más adecuados factores biológicos de sus movimientos sustantivos: capitalismo, industrialismo, urbanismo, internacionalismo. El capital financiero, que tejía por encima de las fronteras una sutil y recia malla de intereses, encontraba en los judíos, en todas las capitales del occidente, sus más activos y diestros agentes. La burguesía israelita, por todas estas razones, se sentía mancomunada con las ideas y las instituciones del orden democrático-capitalista.

Su posición en la economía la empujaba al lado del reformismo burgués. (En general, la banca tiende, en la política, a una táctica oportunista y democrática que colinda a veces con la demagogia. Los banqueros sostienen, normalmente, a los partidos progresistas de la burguesía. Los terratenientes, en cambio, se enrolan en los partidos conservadores). El reformismo burgués había creado la Sociedad de las Naciones, como un instrumento de su atenuado internacionalismo. Coherente con sus intereses, la burguesía israelita tenía lógicamente, que simpatizar con un organismo que, en la práctica, no era sino una criatura del capital financiero.

Y como los judíos no se dividían únicamente en burguesía y pequeña burguesía sino además en proletariado, era también natural que en gran número resultasen mezclados al movimiento socialista y comunista. Los judíos que, como raza y como clase, habían sufrido doblemente la injusticia humana, ¿podían ser insensibles a la emoción revolucionaria? Su temperamento, su psicología, su vida, impregnados de inquietud urbana, hacían de las masas israelitas uno de los combustibles más próximos a la revolución. El carácter místico, la mentalidad catastrófica de la revolución, tenían que sugestionar y conmover, señaladamente, a los individuos de raza judía. El juicio sumario y simplista de las extremas derechas no tomaba casi en cuenta ninguna de estas cosas. Prefería ver en el socialismo una mera elaboración del espíritu judío, sombríamente alimentada del rencor del ghetto contra la civilización occidental y cristiana.

El renacimiento judío no se presenta como el renacimiento de una nacionalidad. No se presenta tampoco como el renacimiento de una religión. Pretende ser, más bien, el renacimiento del genio, del espíritu, del sentimiento judío. El sionismo -la reconstrucción del hogar nacional judío- no es sino un episodio de esta resurrección. El pueblo de Israel, "el más soñador y el más práctico del mundo", como lo ha calificado un escritor francés, no se hace exageradas ilusiones respecto a la posibilidad de reconstituirse como nación, después de tantos siglos, en el territorio de Palestina.
El tratado de paz, en primer lugar, no ha podido dar a los judíos los medios de organizarse e instalarse libremente en Palestina. Palestina, conforme al tratado, constituye fundamentalmente una colonia de la Gran Bretaña. La Gran Bretaña considera al sionismo como una empresa de su política imperialista.

En los seis años transcurridos desde la paz, no se han establecido en Palestina, según las cifras de La Revue Juive de Paris, sino 43,500 judíos. La inmigración a Palestina, sobre todo durante los primeros años, ha estado sometida a una serie de restricciones policiales de Inglaterra. Las autoridades inglesas han cernido severamente en las fronteras, y antes de las fronteras, a los inmigrantes. En las masas judías de Europa y América, por otra parte, no se ha manifestado una voluntad realmente viva de repoblar la Palestina. La mayor parte de los inmigrantes procede de las regiones de la Europa Oriental, donde la existencia de los judíos, a causa de las circunstancias económicas o del sentimiento antisemita, se ha tornado difícil o incómoda.

Las masas judías se encuentran, en su mayoría, demasiado acostumbradas al tenor y al estilo de la vida urbana y occidental para adaptarse, fácilmente, a las necesidades de una colonización agrícola. Los judíos son generalmente industriales, comerciantes, artesanos, obreros; y la organización de la economía de Palestina tiene que ser obra de trabajadores rurales. A la reconstrucción del hogar nacional judío en Palestina se opone, además, la resistencia de los árabes, que desde hace más de doce siglos poseen y pueblan ese territorio. Los árabes de Palestina no suman sino 800,000. Palestina puede alojar al menos una población de cuatro a cinco millones. De otro lado, como escribe Charles Gide, los árabes "han hecho de la Tierra Prometida una Tierra Muerta".

El ilustre economista les recuerda "el versículo de El Corán que dice que la tierra pertenece a aquel que la ha trabajado, irrigado, vivificado, ley admirable, muy superior a la ley romana, que nosotros hemos heredado, que funda la propiedad de la tierra sobre la ocupación y la prescripción". Estos argumentos están muy bien. Pero, por el momento, prescinden de dos hechos: 1º) Que los israelitas no componen presentemente más que el diez por ciento de la población de Palestina, y que no es probable una fuerte aceleración del movimiento inmigratorio judío; y 2º) Que los árabes defienden no sólo su derecho al suelo sino también la independencia de Arabia y de Mesopotamia y en general del mundo musulmán, atacado por el imperialismo británico.

Los propios intelectuales israelitas, adheridos al sionismo, no exaltan generalmente este movimiento por lo que tiene de nacionalista. Es necesario, dicen, que los judíos tengan un hogar nacional, para que se asilen en él las poblaciones judías "inasimilables", que se sienten extranjeras e incómodas en Europa. Estas poblaciones judías inasimilables -que son las que viven encerradas en sus ghettos (barrios de israelitas), boicoteadas por los prejuicios antisemitas de los europeos, en la Europa central y occidental-, representan una minoría del pueblo de Israel. La mayoría, incorporada plenamente en la civilización occidental, no la desertaría, no la abandonaría seguramente para marchar, de nuevo, a la conquista de la Tierra Prometida.

Einstein halla el mérito del sionismo en su poder moral. "El sionismo -escribe- está en camino de crear en Palestina un centro de vida espiritual judía". Y agrega: "Es por esto que yo creo que el sionismo, movimiento de apariencia nacionalista, es, en fin de cuentas, benemérito a la humanidad".
El renacimiento judío, en verdad, existe y vale, sobre todo, como obra espiritual e intelectual de sus grandes pensadores, de sus grandes artistas, de sus grandes luchadores. En el elenco de colaboradores de La Revue Juive se juntan hombres como Albert Einstein, Sigmund Freud, Georges Brandes, Charles Gide, Israel Zangwill, Waldo Frank, etc. En el movimiento revolucionario de Oriente y Occidente, la raza judía se encuentra numerosa y brillantemente representada. Son estos valores los que en nuestra época dan al pueblo de Israel derecho a la gratitud y a la admiración humanas. Y son también los que le recuerdan que su misión, en la historia moderna, como lo siente y lo afirma Einstein, es principalmente una misión internacional, una misión humana.

EL ANTISEMITISMO

El renacimiento del judaísmo ha provocado en el mundo un renacimiento del antisemitismo. A la acción judía ha respondido la reacción anti-semita. El antisemitismo, domesticado durante la guerra por la política de la "Unión Sagrada", ha recuperado violentamente en la post-guerra su antigua virulencia. La paz lo ha vuelto guerrero. Esta frase puede parecer de un gusto un poco paradójico. Pero es fácil convencerse de que traduce una realidad histórica.

La paz de Versalles, como es demasiado notorio, no ha satisfecho a ningún nacionalismo. El antisemitismo, como no es menos notorio, se nutre de nacionalismo y de conservantismo. Constituye un sentimiento y una idea de las derechas. Y las derechas, en las naciones vencedoras y en las naciones vencidas, se han sentido más o menos excluidas de la paz de Versalles. En cambio, han reconocido en la trama del tratado de paz algunos hilos internacionalistas. Han reconocido ahí, atenuada pero inequívoca, la inspiración de las izquierdas. Las derechas francesas han denunciado la paz como una paz judía, una paz puritana, una paz británica. No han temido contradecirse en todas estas sucesivas o simultáneas calificaciones. La paz -han dicho- ha sido dictada por la banca internacional. La banca internacional es, en gran parte, israelita. Su principal sede es Londres. El judaísmo ha entrado, en fuerte dosis espiritual, en la formación del puritanismo anglo-sajón. Por consiguiente, nada tiene de raro que los intereses israelitas, puritanos y británicos coincidan. Su convergencia, su solidaridad, explican por qué la paz es, al mismo tiempo, israelita, puritana y británica.

No sigamos a los escritores de la reacción francesa en el desarrollo de su teoría que se remonta, por confusos y abstractos caminos, a los más lejanos orígenes del puritanismo y del capitalismo. Contentémonos con constatar que, por razones seguramente más simples, los autores de la paz admitieron en el tratado algunas reivindicaciones israelitas.

El tratado reconoció a las masas judías de Polonia y Rumania los derechos acordados a las minorías étnicas y religiosas, dentro de los Estados adherentes a la Sociedad de las Naciones. En virtud de esta estipulación, quedaba de golpe abolida la desigualdad política y jurídica que la persistencia de un régimen medioeval había mantenido a los israelitas en los territorios de Polonia y Rumania. En Rusia la revolución había cancelado ya esa desigualdad. Pero Polonia, reconstituida como nación en Versalles, había heredado del zarismo sus métodos y sus hábitos antisemitas. Polonia, además, alojaba a la más numerosa población hebrea del mundo. Los israelitas encerrados en sus ghettos, segregados celosamente de la sociedad nacional, sometidos a un pogrom permanente y sistemático, sumaban más de tres millones.

En ninguna parte existía, por ende, con tanta intensidad un problema judío. En ninguna nación las resoluciones de Versalles a favor de los judíos suscitaban, por la misma causa, una mayor agitación antisemita. El rol que le tocó a Polonia en la política europea de la post-guerra permitió que el poder cayera bajo el control del antisemitismo. Colocada bajo la influencia y la dirección de Francia, en un instante en que dominaba en Francia la reacción, Polonia recibió el encargo de defender y preservar el Occidente de las filtraciones de la revolución rusa. Esta política tuvo que apoyarse en las clases conservadoras, y que alimentarse de sus prejuicios y de sus rencores antijudíos. El hebreo resultaba invariablemente sospechoso de inclinación al bolchevismo.

Polonia es hasta hoy el país de más brutal antisemitismo. Ahí el antisemitismo no se manifiesta sólo en la forma de pogroms cumplidos por las turbas jingoístas. El gobierno es el primero en resistir a las obligaciones de la paz. Una reciente información de Polonia dice a este respecto: "El antisemitismo gubernamental y social parece acentuarse en Polonia. Hasta ahora las leyes de excepción legadas a Polonia por la Rusia zarista no han sido abrogadas".

Otro foco activo de antisemitismo es Rumania. Este país contiene igualmente una fuerte minoría israelita. Las persecuciones han causado un éxodo. Una gran parte de los inmigrantes que afluyen a Palestina proceden de Rumania. El número de israelitas que quedan en Rumania se acerca, sin embargo, a 755,000. Como en toda Europa, los hebreos componen en Rumania un estrato urbano. Y, en Rumania como en otras naciones de Europa Oriental, la legislación y la administración se inspiran principalmente en los intereses de las clases rurales. No por esto los judíos son menos combatidos dentro de las ciudades, demasiado saturadas naturalmente de sentimiento campesino.

El nacionalismo y el conservantismo rumanos no pueden perdonarles la adquisición del derecho de ciudadanía, el acceso a las profesiones liberales. El odio antisemita monta su guardia en las universidades. Se encarniza contra los estudiantes israelitas. Reclama la adopción del Numerus Clasus, que consiste en la restricción al mínimo de la admisión de israelitas en los estudios universitarios.

El Numerus Clasus rige desde hace tiempo en Hungría, donde a la derrota de la revolución comunista siguió un período de terror antisemita. La persecución de comunistas, no menos feroz que la persecución de cristianos del Imperio Romano, se caracterizó por una serie de pogroms. Los judíos, bajo este régimen de terror, perdieron prácticamente todo derecho a la protección de las leyes y los tribunales. Se les atribuía la responsabilidad de la revolución sovietista. ¿Un israelita, Bela Khun, no había sido el presidente de la República Socialista Húngara? Este hecho parecía suficiente para condenar a toda la raza judía a una truculenta represión. No obstante el tiempo trascurrido desde entonces, el furor antisemita no se ha calmado aún. El fascismo húngaro lanza periódicamente sus legiones contra los judíos. Sus desmanes -cometidos en nombre de un sedicente cristianismo- han provocado últimamente una encendida protesta del Cardenal Csernoch, Príncipe Primado de Hungría. El Cardenal ha negado indignadamente a los autores de esos "actos abominables" el derecho de invocar el cristianismo para justificar sus excesos. "De lo alto de este sillón milenario -ha dicho- yo les grito que son hombres sin fe ni ley".

En Europa Occidental el antisemitismo no tiene la misma violencia. El clima moral, el medio histórico, son diversos. El problema judío reviste formas menos agudas. El antisemitismo, además, es menos potente y extenso. En Francia se encuentra casi localizado en el reducido aunque vocinglero sector de la extrema derecha. Su hogar es L'Action Française. Su sumo pontífice, Charles Maurras. En Alemania, donde la revolución suscitó una acre fermentación antijudía, el antisemitismo no domina sino en dos partidos: el Deutsche national y el fascista. El racismo que tiene en Luddendorf su más alto condottiere mira en el socialismo una diabólica elaboración del judaísmo. Pero en la misma derecha un vasto sector no toma en serio estas supersticiones. En el Volks Partei milita casi toda la plutocracia -industrial y financiera- israelita.

La reacción, en general, tiene, sin embargo, en todo el mundo, una tendencia antisemita. Israel combate en los frentes de la democracia y de la Revolución. Un escritor antisemita y reaccionario, Georges Batault, resume la situación en esta fórmula: "En tanto que los judíos internacionales juegan a dos cartas -Revolución y Sociedad de las Naciones- el antisemitismo juega a la carta nacionalista". El mismo escritor agrega que del sionismo se puede esperar una solución del problema judío. Los nacionalismos europeos trabajan por crear un nacionalismo judío. Porque piensan que la constitución de una nación judía libraría el mundo de la raza semita. Y, sobre todo, porque no pueden concebir la historia sino como una lucha de nacionalismos enemigos y de imperialismo beligerantes.

LA MISION DE ISRAEL*

Como nota René Guillouin, en un reciente artículo de "La Nouvelle Revue Francaise", el problema de Occidente, aunque se han apagado mucho los ecos del libro de Henri de Massis, "no ha perdido nada de su interés esencial". El problema de Israel, en estos tiempos de organización y propaganda sionistas, constituye, sin duda, uno de sus aspectos más interesantes. Quizá el que mejor consiente esclarecerlo, respondiendo a la interrogación: ¿Oriente u Occidente? Después de haber dado su aporte ingente a la civilización occidental o europea ¿tienden los judíos a restituirse a Asia, a reintegrarse a Oriente, por la vía de un nacionalismo de orígenes y estímulos totalmente occidentales?

Si. alguna misión actual, moderna, tiene el pueblo judío es la de servir, a través de su actividad ecuménica, al advenimiento de una civilización universal. Si puede creer el pueblo judío en una predestinación, tiene que ser en la de actuar como levadura internacional de una sociedad nueva. He aquí como, a mi juicio, se plantea ante todo la cuestión. El pueblo judío que yo amo, no habla exclusivamente hebreo ni yiddish; es políglota, viajero, supranacional. A fuerza de identificarse con todas las razas, posee los sentimientos y las artes de todas ellas. Su destino se ha mezclado al de todos los pueblos que no lo han repudiado (y aún al de aquellos que lo han tratado como huésped odioso, cuyo nacionalismo debe en gran parte su carácter a esta clausura). El máximo valor mundial de Israel está en su variedad, en su pluralidad, en su diferenciación, dones por excelencia de un pueblo cosmopolita. Israel no es una raza, una nación, un Estado, un idioma, una cultura; es la superación de todas estas cosas a la vez en algo tan moderno, tan desconocido, que no tiene nombre todavía. Dando una nueva acepción a este término, podemos decir que es un complejo. Un complejo supranacional, la trama elemental, primaria, suelta aún de un orden ecuménico.

Las burguesías nacionales, la británica en primer término,. querrían reducir a los judíos a una Nación, a un Estado. Esta actitud, no es quizá, subconscientemente, sino la última persecución de Israel. Persecución hipócrita, diplomática, parlamentaria, sagaz, que ofrece a los judíos un nuevo "ghetto". En la edad de la Sociedad de las Naciones y del imperialismo en gran estilo, este nuevo "ghetto" no podía ser menor que Palestina, ni podía faltarle el prestigio sentimental de la tierra de origen. El "ghetto" tradicional correspondía típicamente al medioevo: a la edad de las ciudades y de las comunas. Nacionalistas leales, de pueblos de agudo anti-semitismo, han confesado más o menos explícitamente su esperanza de que el nacionalismo de Israel libere a sus patrias del problema judío.
Israel ha dado ya todo su tributo a la civilización capitalista.

La feudalidad negó a los judíos el acceso a la agricultura, a la nobleza, a la milicia. No sabía que, obligándolos a servicios de artesano, los empujaba a la Industria, y obligándolos a servicios de prestamista y de mercaderes, los preparaba para la Banca y el Comercio, o sea que les entregaba el secreto de los tres grandes factores del capitalismo, vale decir el orden que la había de destruir y suceder. El judío, con estas herramientas, se abrió a la vez que las puertas de la Política, del Estado, otras puertas que el Medioevo cristiano había mantenido oficialmente cerradas para él: las de la Ciencia y el Saber. La Ciencia y el Saber que, en este nuevo orden, tenían que formarse no en los castillos de la nobleza, ni en los claustros de los monjes, sino en los talleres de una economía urbana e industrial. El judío, banquero o industrial, podía dominar desde la ciudad demo-burguesa y liberal al campo aristocrático o frondeur.

Pero, desde Marx, el último de sus profetas, Israel ha superado espiritual, ideológicamente, al capitalismo. La sociedad capitalista, declina por su incapacidad para organizar internacionalmente la producción. La más irremediable de sus contradicciones es, tal vez la existente entre sus exacerbados antagónicos nacionalismos y su economía forzosamente internacional. Los judíos han contribuido, en la época revolucionaria y organizadora del nacionalismo, a la afirmación de varias nacionalidades. Han empleado en la obra de crear varios Estados la energía que se les propone emplear, —ahora que el mundo capitalista está definitivamente distribuido entre algunos Estados—, en establecerse, a su imagen y semejanza, como Estado judío.

Por la pendiente de esta tentación el pueblo judío está en peligro de caer en su más grave pecado de orgullo, de egoísmo, de vanidad. La construcción de un Estado judío, aunque no pesase sobre él el protectorado abierto u oculto de ningún Imperio, no puede constituir la ambición de Israel hoy que su realidad no es nacional sino supranacional. El tamaño y el objeto de esta ambición tienen que ser mucho más grandes. El judaísmo ha dado varios Disraeli a otros Estados en la época organizadora y afirmativa de su nacionalismo; no ha reservado ninguno para sí. Sería un signo de decadencia y de fatiga, que se esforzase en procurárselo en esta época del Super-estado.

Internacionalismo igual Supranacionalismo. El internacionalismo no es como se imaginan muchos obtusos de derecha y de izquierda la negación del nacionalismo, sino su superación. Es una negación dialécticamente, en el sentido de que contradice al nacionalismo; pero no en el sentido de que, como cualquier utopismo, lo condena y descalifique como necesidad histórica de una época. Raymond Lefevre estaba en lo cierto, cuando respondiendo a los contradictores que en el congreso socialista de Tours lo interrumpían para acusarlo de poca ortodoxia internacionalista, afirmó que el internacionalismo es superpatriotismo. El patriotismo judío no puede ya resolverse en nacionalismo. Y al decir no puede, no me refiero a un deber, sino a una imposibilidad.

Porque el peligro de la tentación sionista no existe sino para una parte de los judíos. La mayor parte de los judíos no es ya dueña de elegir su destino: unos están comprometidos a firme en la empresa del capitalismo; otros están empeñados a fondo en la empresa de la revolución. Sión, el pequeño Estado creado para restablecer a Israel en Asia, en Oriente, no debe ser sino un hogar cultural, una tierra de experimentación.

Palestina no representa sino el pasado de Israel. No representa siquiera su tradición, porque desde el principio de su ostracismo, esto es desde hace muchos siglos, la tradición de Israel, la cultura de Israel están hechas de muchas cosas más. Israel no puede renegar a la cristiandad ni renunciar a Occidente, para clausurarse hoscamente en su solar nativo y en su historia pre-cristiana.

El judaísmo debe a la cristiandad la universalización de sus valores. Su ostracismo ha sido el agente más activo de su expansión y de su grandeza. Es a partir del instante en que viven sin patria que los judíos juegan un gran rol en la civilización occidental. Con Cristo y Saulo, ascienden al plano más alto de la historia. Palestina los habría localizado en Asia, limitando mezquinamente sus posibilidades de crecimiento. Israel, sin la cristiandad: no sería hoy más que Persia o el Egipto. Sería mucho menos. Georges Sorel no se engaña, cuando recordando unas palabras de Renán en su Historia del Pueblo de Israel sobre el judaísmo después de la destrucción del reino de Judá, dice: "Es precisamente cuando no tuvieron más patria que los judíos llegaron a dar a su religión una existencia definitiva; durante el tiempo de la independencia nacional, habían estado muy propensos a un sincretismo odioso a los profetas; devinieron fanáticamente adoradores de Iahvé cuando fueron sometidos a los paganos.

El desarrollo del código sacerdotal, los salmos cuya importancia teológica debía ser tan grande, el segundo Isaías, son de esta época". La cristiandad obligó, más tarde, a Israel a renovar su esfuerzo. Gracias a la cristiandad, sus antepasados lo son también de Occidente y la Biblia no es hoy el libro sagrado de un pequeño país asiático. El judaísmo ganó al perder su suelo, el derecho a hacer su patria de Europa y América. En Asia, después de los siglos de ostracismo creador, el judío es hoy más extranjero que en estos continentes, si en ellos se puede decir que lo sea. El puritano de los Estados Unidos, el marxista de Alemania y Rusia, el católico de España o Italia, le es más próximo histórica y espiritualmente que el árabe de Palestina.

Israel, en veinte siglos, ha ligado su destino al de Occidente. Y hoy que la burguesía occidental, como Roma en su declinio, renunciando a sus propios mitos busca su salud en éxtasis exóticos, Israel es más Occidente que Occidente mismo. Entre Israel y Occidente ha habido una interacción fecunda. Si Israel ha dado mucho a Occidente, también mucho ha adquirido y transformado. El judío permanece así fiel a su filosofía de la acción condensada en esta frase del rabino italiano: "l'uomo conosce Dio oprando". Y Occidente, en tránsito del capitalismo al socialismo, no es ya una forma antagónica ni enemiga de Oriente, sino la teoría de una civilización universal.

NOTAS:
* Publicado en Mundial, Lima. 3 de Mayo de 1929


Hannah Arendt

Repensando el sionismo, 1944:

El nacionalismo ya es malo cuando depende solamente de la fuerza bruta de una nación. Mucho peor, por cierto, es un nacionalismo que depende necesaria y abiertamente de la fuerza de una nación extranjera. Esta condición es la que amenazará al nacionalismo judío y al estado judío que se está proponiendo, rodeado inevitablemente por estados árabes y pueblos árabes. La situación, en la que los judíos tendrán que solicitar la protección de una potencia extranjera contra sus vecinos o llegar a un acuerdo razonable con sus vecinos, no cambiará en lo fundamental ni siquiera si hubiese en Palestina una mayoría judía; es más: ni siquiera si hubiera una transferencia completa de todos los árabes de Palestina, como exigen los revisionistas [Antecesores políticos directos de la actual derecha israelí, N. del T.]

Si los sionistas siguen haciendo como si el pueblo mediterráneo no existiera y se siguen preocupando solo por las grandes potencias lejanas, terminarán apareciendo como meros instrumentos de intereses extranjeros y hostiles, sus agentes locales. Los judíos concientes de su propia historia deberían saber que esa situación no puede sino llevar a una nueva ola de odio a los judíos [aquí la Arendt hace referencia al papel jugado muchas veces por los judíos medievales, que al administrar en el terreno los fundos de los grandes feudales ausentistas contra la población campesina se ganaban el odio de los campesinos, cosa que los grandes señores fomentaban porque ocultaba el origen profundo de la miseria campesina, N. del T.]; el antisemitismo de mañana dirá que los judíos no solo aprovecharon la presencia de las grandes potencias extranjeras en la región sino además la planificaron y por lo tanto son culpables por las consecuencias de esa presencia… A partir de sus originales experiencias, el sionismo solo produjo una pieza verdaderamente nueva de filosofía de la historia, la absurda doctrina de que “Una nación es un grupo humano… unificado por un enemigo común” (Herzl).

Se creía que la nación judía podía llegar a esa independencia (política) bajo las alas protectoras de cualquier gran potencia capaz de proteger su crecimeinto… los sionistas terminaron por hacer que la emancipación nacional de los judíos dependiera por completo de los intereses materiales de otra nación. El resultado final fue un retorno del nuevo movimiento a los métodos tradicionales de los judíos cortesanos [grupos de judíos ricos y poderosos que establecían superestructuralmente el vínculo entre el poder palaciego gentil y la comunidad; el cinismo y abyección con que desarrollaban esa tarea -atribuible a la abyección cínica general de la sociedad en la que están insertos los judíos- puede verse tanto en los "Jüdenraten" (comités judíos) que intermediaban entre el Tercer Reich y la población de los guetos como en las negociaciones espurias de la dirección oficial de la comunidad judía argentina con el menemismo en relación a los atentados de la embajada de Israel y la AMIA, N. del T.], que alguna vez los sionistas habían despreciado con amargura y denunciado con violencia. Hoy, los sionistas tampoco encontraron mejor lugar político que la trenza con los poderosos, ni base más sólida para los acuerdos que sus buenos servicios como agentes de un interés extraño.

Solo la locura podía dictar una política que deja la protección en manos de un poder imperial distante, mientras que se granjea la peor voluntad de sus vecinos. Uno se ve forzado a preguntarse, entonces, cuál será la política futura del sionismo hacia las grandes potencias, y qué programa van a proponernos los sionistas para resolver el conflicto entre árabes y judíos. Si en el futuro cercano se llega a obtener una mancomunidad judía, con o sin partición, se deberá a la influencia política de los judíos estadounidenses… Pero si esta mancomunidad judía se proclama contra la voluntad de los árabes y sin el apoyo de los pueblos del Mediterráneo, por un largo tiempo necesitará no solo ayuda financiera sino apoyo político. Y eso puede llegar a ser un verdadero problema para los judíos de este país (los EEUU), quienes, al fin de cuentas, carecen de la fuerza para dirigir los destinos políticos del Cercano Oriente. Puede llegar a terminar siendo una responsabilidad muy superior a la que pueden imaginar ahora o sostener mañana.

Cómo salvar el hogar judío, 1948 [durante la guerra en Palestina]

Pero aún si los judíos terminaran por ganar la guerra, a su término se habrán destruido las singulares posibilidades y logros del sionismo en Palestina. Tomaría forma un país bastante distinto del que sueñan los judíos del mundo, sionistas o no. Los judíos “victoriosos” vivirán rodeados por una población árabe totalmente hostil, recluidos en fronteras bajo permanente amenaza, tan absorbidos por la autodefensa física que cualquier otro interés o actividad quedará sumergida por esa preocupación. El crecimiento de una cultura judía dejaría de ser el interés colectivo de todo un pueblo; habría que descartar los experimentos sociales como lujos sin practicidad; el pensamiento político deberá girar en torno a la estrategia militar… Y todo esto será el destino de una nación que, más allá de cuántos inmigrantes pueda llegar a absorber y cuán lejos lleve sus fronteras (la demencial exigencia del revisionismo [origen del actual gobierno israelí, N. del T.] es la totalidad de Palestina y también Jordania), seguirá siendo un pueblo muy pequeño abrumadoramente superado por la cantidad de vecinos hostiles que lo rodearán. Bajo esas circunstancias… los judíos de Palestina degenerarán para convertirse en una de esas pequeñas tribus guerreras sobre cuyas posibilidades e importancia la historia ya nos informa ampliamente, desde los tiempos de Esparta. Sus relaciones con la judería mundial terminarán siendo problemáticas, porque sus intereses de defensa podrían chocar en cualquier momento con los de otros países con gran cantidad de judíos. La judería palestina terminaría por separarse del cuerpo más abarcativo de la judería mundial y se aislaría para convertirse en un pueblo completamente nuevo. Queda claro, entonces, que en este momento y bajo las actuales circunstancias el precio a pagar por la constitución de un estado judío es la pérdida de una patria judía...

<Una addenda amarga: en el momento culminante de la relación especial entre EEUU e Israel, la judería estadounidense se consideraba una sola cosa con el pueblo israelí. En un libro de 1978, Melvin Urofsky declaraba “Somos uno solo!”. Esa unidad se encuentra ahora en curso de disolución. Uno de los mecanismos de esa disolución es el conflicto entre ultraortodoxos y seculares en Israel, que tanta atención concita en EEUU. Y quizás el objetivo inconciente de los judíos estadounidenses sea tomar suficiente distancia como para que si al final la Primavera Árabe impone un movimiento democrático en Israel y Palestina, y se produce un conflicto sangriento con el gobierno israelí presentado como “los malos”, los judíos de EEUU puedan pensar que el derramamiento de sangre no se puede evitar y no es su problema>


Carta de Albert Einstein, rechazando el sionismo
El año 1948, el célebre científico Albert Einstein envió una carta a Shepard Rifkin, líder sionista de Estados Unidos. Esta carta fue en respuesta a las solicitudes de los sionistas para contar con el apoyo de Einstein. Ésta fue escrita el 10 de abril de 1948, un día después de que el mundo conociera los resultados de la horrorosa masacre de Deir Yassin:

"Estimado señor,
Cuando una catástrofe real y final caiga sobre nosotros en Palestina, el principal responsable por ésta será Gran Bretaña, y el segundo responsable serán las organizaciones terroristas nacidas desde nuestras propias filas.
No me gustaría ver a alguien asociado con esa gente criminal y engañadora
Albert Einstein"
Esta carta fue en respuesta a las solicitudes de los sionistas para contar con el apoyo de Einstein. Ésta fue escrita el 10 de abril de 1948, un día después de que el mundo conociera los resultados de la horrorosa masacre de Deir Yassin, donde unos 254 aldeanos palestinos fueron asesinados y mutilados por bandas sionistas y fue aprovechada y publicitada por el sionismo para generar temor y el éxodo de los palestinos de sus hogares y tierras. De esta forma lograron vaciar Palestina de sus habitantes.
Einstein se refería como "organizaciones terroristas", a los grupos sionistas en Palestina, como Haganá, Palmaj, Irgún o Stern, armados y entrenados por Gran Bretaña, para generar terror en Palestina y obligar a los palestinos a dejar sus hogares, mediante masacres y asesinatos de todo tipo.
Al respecto, Einstein como la gran mayoría de intelectuales judíos y pacifistas a lo largo del mundo, han rechazado el sionismo y sobre todo la política militarista y de exterminio que Israel lleva a cabo. Y cuyas acciones y resultados se ven a diario.

Carta de Albert Einstein y Hannah Arendt

...y otras personalidades judías al New York Times el 2 de diciembre de 1948:

Los dirigentes israelíes son fascistas
Entre los fenómenos políticos más inquietantes de nuestra época tenemos, en el Estado de nueva creación de Israel, la aparición del «Partido de la Libertad» (Tnuat Haheteur) (1), un partido político con un enorme parecido en cuanto a su organización, métodos, filosofía política y planteamientos sociales, a los partidos nazi y fascista.
Dicho partido ha sido formado por los miembros y partidarios del antiguo Irgun Zyai Leumi, una organización nacionalista de extrema derecha en Palestina.

La actual visita del jefe de esta agrupación, Menajem Begin (2), a Estados Unidos, obviamente se ha calculado para dar la impresión de un apoyo estadounidense a su partido para las próximas elecciones israelíes y para cimentar vínculos políticos con los elementos sionistas conservadores de Estados Unidos.

Muchos estadounidenses de reputación nacional han prestado sus nombres para acoger esta visita.
Es inconcebible que quienes se oponen al fascismo en el mundo entero, si están correctamente informados sobre el pasado y las perspectivas políticas de Begin, puedan añadir sus nombres y su apoyo al movimiento que representa.

Antes de que las contribuciones económicas y las manifestaciones públicas de apoyo a Begin causen daños irreparables y antes de dar en Palestina la impresión de que una gran parte de Estados Unidos apoya a los elementos fascistas de Israel, el público estadounidense tiene que estar informado del pasado y los objetivos de Begin y su movimiento.

Las declaraciones públicas del partido de Begin (3) no muestran su auténtico carácter. Actualmente hablan de libertad, democracia y antiimperialismo, mientras que hasta ayer predicaban abiertamente la doctrina del Estado fascista.
Pero sus actuaciones traicionan sus palabras y muestran el auténtico carácter de este partido terrorista. De sus acciones pasadas podemos deducir lo que puede hacer en el futuro.

El ataque a una aldea árabe
Un ejemplo escandaloso ha sido su actuación en la aldea árabe de Deir Yassin. Este pueblo, lejos de las carreteras principales y rodeado de tierras judías, no tomó parte en la guerra e incluso combatió a las bandas árabes que querían utilizar el pueblo como base.

El 9 de abril, según el New York Times, las bandas terroristas atacaron ese pueblo tranquilo, que no era un objetivo militar en la guerra, y mataron a la mayoría de sus habitantes, 240 hombres, mujeres y niños, y mantuvieron a algunos con vida para hacerlos desfilar como prisioneros por las calles de Jerusalén.

La mayoría de la comunidad judía se quedó horrorizada por este acto y la Agencia judía envió un telegrama de disculpa al rey Abdalá de Transjordania (4). Pero los terroristas, lejos de avergonzarse de sus actos, estaban orgullosos de esta masacre, la proclamaron ampliamente e invitaron a todos los corresponsales extranjeros presentes en el país para que fueran a ver los montones de cadáveres y los daños perpetrados en Deir Yassin.

El ataque a Deir Yassin ilustra el carácter y las acciones del Partido de la Libertad, que entre la comunidad judía predica una mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial.
Lo mismo que otros partidos fascistas, ha colaborado para romper las huelgas y ellos mismos han alentado la destrucción de los sindicatos libres. En su congreso propusieron los sindicatos corporativos sobre el modelo fascista italiano.

Durante los últimos años de violencias antibritánicas esporádicas, el IZL y el grupo Stern han implantado el reino del terror entre la comunidad judía de Palestina.
Han apaleado a profesores que hablaban mal de ellos y han abatido a padres de alumnos para impedir que sus hijos se reunieran con los maestros.
Con métodos propios de los gángster: palizas, ventanas rotas y robos generalizados, los terroristas intimidan a la población y exigen un alto precio.
Los hombres del Partido de la Libertad no participan en los trabajos constructivos en Palestina. No han tomado ninguna tierra, no construyeron colonias y sólo han disminuido la actividad de la defensa judía.

Sus esfuerzos en la inmigración, muy divulgados, son minuciosos y se dedican principalmente a reclutar compatriotas fascistas.

Contradicciones
Las contradicciones entre las bonitas afirmaciones que ahora hacen Begin y su partido y los informes de sus pasadas actuaciones en Palestina dan la impresión de un partido político poco corriente.
Lleva la marca indudable de un partido fascista para el que el terrorismo (contra los judíos, los árabes y los británicos) y las falsas declaraciones son los movimientos, y cuyo objetivo es un «Estado líder».
A la vista de las observaciones precedentes, es imprescindible que en este país se conozca la verdad sobre Begin y su movimiento.

Todavía es más trágico que la alta dirección del sionismo estadounidense haya rechazado hacer una campaña contra las pretensiones de Begin e incluso se haya negado a explicar a sus propios elementos los peligros que conlleva para Israel el apoyo a Begin.
Por lo tanto, los firmantes utilizamos este medio para presentar públicamente algunos hechos sorprendentes con respecto a Begin y su partido y para recomendar a todos a quienes concierne que no apoyen esta última manifestación del fascismo.

Isidore Abramowitz, Hannah Arendt, Abraham Brick, Rabbi Jessurun Cardozo, Albert Einstein, Herman Eisen, M.D., Hayim Fineman, M. Gallen, M.D., H.H. Harris, Zelig S. Harris, Sidney Hook, Fred Karush, Bruria Kaufman, Irma L. Lindheim, Nachman Majsel. Seymour Melman, Myer D., Mendelson, M.D, Harry M. Orlinsky, Samuel Pitlick, Ffritz Rrohrlich, Louis P. Rocker, Ruth Sager, Itzhak Sankowsky, I.J. Shoenberg, Samuel Shuman, M. Znger, Irma Wolpe, Stefan Wolpe.

Notas:
(1) El Herut es el precursor del partido israelí Likud, conforme a la ideología de Vladimir Jabotinsky)
(2) Begin (un terrorista reciclado) después se convirtió en Primer Ministro de Israel (Likud) y bajo su gobierno decenas de miles de civiles libaneses y palestinos fueron asesinados en los años 80.
(3) Los sucesores de Menajem Begin en el Likud (como Primeros Ministros israelíes), como Netanyahu y Sharon son responsables de innumerables muertes de civiles.
(4) Aunque los autores mencionan las excusas de la Agencia Judía «enviadas al rey Abdalá», que no era ni siquiera de Palestina, las investigaciones posteriores demostraron la participación de la Haganna y la Agencia Judía en la masacre de Deir Yassin, así como la participación de la Agencia Judía y del Fondo Nacional Judío en la limpieza étnica.

Fuente: The New York Times, Rebelión (Traducido del francés para Rebelión por Caty R. )

LA MASACRE DE DEIR YASSIN: http://www.youtube.com/watch?v=USr3WGpKMQk

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la masacre de Deir Yassin, y,... la Limpieza Étnica continúa
Por Jorge Ramos Tolosa - Rebelión - Monday, Jul. 28, 2014 at 5:48 PM

2013 · 04 · 09 • Jorge Ramos Tolosa - Rebelión Palestina: 65 años de la masacre de Deir Yassin, y,... la Limpieza Étnica continúa David Ben Gurion, líder del movimiento sionista, escribió: “tenemos que expulsar a los árabes y ocupar su lugar, y si hay que usar la fuerza, contamos con la fuerza necesaria”. Esto es sólo un ejemplo de la política La limpieza étnica que se inició de manera esporádica en diciembre de 1947. A partir de marzo y abril de 1948 tendría un carácter sistemático, que hoy continúa, en medio de la pasividad y complicidad del mundo y la ONU. En 1937, David Ben Gurion, líder del movimiento sionista, escribió: “tenemos que expulsar a los árabes y ocupar su lugar […] y si hay que usar la fuerza […] contamos con la fuerza necesaria” [1]. Es sólo un ejemplo más. Una cita de las innumerables que existen sobre cómo el sionismo político resolvió actuar en relación a lo que Yitzhak Epstein denominó la “cuestión oculta” [2]. Una cuestión que no era otra que la de afrontar el dilema fundamental del proyecto colonial sionista: cómo crear un Estado exclusiva o mayoritariamente judío en la mayor superficie posible de un territorio, Palestina, que ya estaba habitado por personas no judías, los palestinos. Llegado el momento clave, después de la II Guerra Mundial, la solución fue la que había anunciado Ben Gurion y otros dirigentes del sionismo: la expulsión masiva de los que impedían que el futuro Estado de Israel fuese judío, es decir, la expulsión masiva de los palestinos. Es lo que hoy conocemos como la limpieza étnica de Palestina [3]. En 1947 culminaron cincuenta años de esfuerzos sionistas por crear un Estado judío en Palestina. Al año siguiente, el sueño del padre del sionismo, Theodor Herzl, se materializaría de manera definitiva con la creación del Estado de Israel. El Reino Unido, que administraba Palestina desde principios de la década de 1920 a través del sistema de mandatos y que apoyó al movimiento sionista, traspasó aquel año su responsabilidad sobre el territorio a la recién creada ONU. Con el plan de partición del 29 de noviembre de 1947 (resolución 181), la institución internacional recomendó otorgar a la comunidad judía de Palestina, el “Yishuv”, el 55 por ciento del territorio para crear un Estado judío. Después de décadas de oleadas migratorias, en ese momento los judíos constituían un tercio de la población de Palestina y poseían entre un 6 y un 11 por cierto de la tierra. La Asamblea de las Naciones Unidas, después de patrocinar diversos desequilibrios, de acoger presiones a varios de sus miembros, violó su mismo tratado constitutivo al ignorar el derecho de autodeterminación de la mayoría de sus habitantes palestinos. Aunque la población palestina rechazaba que su territorio fuese dividido con una comunidad colonizadora y a pesar de que las resoluciones de la Asamblea General no tienen carácter vinculante, las recomendaciones de la resolución 181 se presentaron como hechos consumados y no como base para una negociación. Pero no solo esto, sino que se había legitimado la creación de un Estado cuyos máximos artífices pretendían expandir lo más lejos posible y con el menor número de población no judía. La plataforma para la limpieza étnica se había establecido. Al día siguiente de la aprobación del plan de partición se desencadenó una guerra civil entre el “Yishuv” y los palestinos. Esto proveyó al sionismo el contexto apropiado para conseguir lo que Chaim Weizmann, que sería primer presidente del Estado de Israel, ya había proclamado en 1919: “una Palestina tan judía como inglesa es Inglaterra” [4]. La limpieza étnica se inició de manera esporádica en diciembre de 1947. A partir de marzo y abril de 1948 tendría un carácter sistemático, en medio de la pasividad británica y de la ONU. La expulsión forzosa de la población palestina continuó después de mediados de mayo de 1948, cuando se creó el Estado de Israel, acabó el mandato británico y dio comienzo la primera guerra árabe-israelí. Se prolongó, incluso, después de 1948. El 9 de abril tendría lugar un trágico acontecimiento que simbolizó y simboliza la limpieza étnica de Palestina, la Nakba. Deir Yassin era un pueblo palestino de unos 700 habitantes a pocos kilómetros al Oeste de Jerusalén. Según el plan de partición, debía quedar dentro del “Corpus Separatum” que constituía el área internacionalizada del Gran Jerusalén. El 9 de abril de 1948, tropas sionistas lanzaron un ataque sobre ella y cometieron una masacre con execrables atrocidades que han sido descritas numerosas ocasiones. Entre ellas, violaciones a mujeres y niñas, mutilaciones o rajar el vientre de mujeres embarazadas. Fahim Zaydan, uno de los supervivientes, relató: “nos llevaron uno detrás de otro; dispararon a un anciano y cuando una de sus hijas gritó, le dispararon a ella también. Luego llamaron a mi hermano Muhammad, y le dispararon en frente de nosotros, y cuando mi madre, que llevaba a mi hermana Khadra en sus brazos, pues todavía estaba amamantando, se arrojó sobre él llorando, también le dispararon” [5]. Entre 93 y 254 personas fueron asesinadas en la masacre de Deir Yassin. En 1948, algunos dirigentes sionistas airearon esta última cifra, que fue confirmada por un funcionario de la Cruz Roja, por Hussein al Khalidi, del Comité Superior Árabe, o por el diario New York Times [6]. La matanza se difundió rápidamente. Un objetivo central del sionismo con Deir Yassin fue sembrar el terror entre la población palestina; una especie de advertencia acerca de que si no abandonaban sus hogares podían correr la misma suerte que los habitantes de este pueblo. Y, en efecto, desde ese momento esta matanza fue el núcleo de la guerra psicológica contra los palestinos. Escuchar el nombre del pueblo en boca de las tropas sionistas, primero, y del Ejército israelí, después, provocaba tal pánico entre los palestinos que muchos abandonaron sus hogares por este factor. La masacre de Deir Yassin no fue ni la primera ni la última de la limpieza étnica de Palestina. Antes, entre las más trágicamente conocidas, estuvieron al-Khisas, Balad al Shaykh, Sa’sa’ o Al-Husayniyya. Después, Ein al Zeitun, Tantura, Lydda, Al-Dawayima o Safsaf. Como afirma Ilan Pappé: “las masacres, premeditadas o no, fueron una parte integral y no excepcional de la limpieza étnica” [7]. Para Nur Masalha, “la guerra de 1948 demostró que proceder a una evacuación masiva era imposible sin perpetrar muchísimas atrocidades” [7]. Según varias fuentes, más de tres cuartos de millón de palestinos fueron expulsados de sus casas en 1948. Unos 531 pueblos y 11 barrios urbanos fueron vaciados durante la limpieza étnica de Palestina [9]. Numerosos municipios fueron destruidos y arrasados. Sobre muchos de ellos, se edificaron asentamientos israelíes. Se creó entonces una comisión encargada de hebraizar los topónimos árabes originales. El Estado de Israel hizo todo lo posible (y lo continúa haciendo) para impedir el regreso de los refugiados a sus tierras y a sus hogares, a pesar de que la Asamblea General de la ONU emitió en diciembre de 1948 una resolución, la 194, que resolvió que Israel debía permitir a los refugiados “regresar a sus hogares […] lo antes posible” . Por entonces, los israelíes ya defendían que no podían permitir la vuelta de los expulsados por “cuestiones de seguridad”. Una negación del derecho al retorno que fue sancionada por leyes israelíes como la de propietarios ausentes (1950) o las del retorno y ciudadanía (1950 y 1952, respectivamente), que reconocían el derecho de cualquier judío del mundo de obtener la ciudadanía israelí, aunque nunca hubiese pisado el país ni conociese a nadie allí, pero se lo impedían a los palestinos, cuya identidad, memoria, lazos afectivos o vida cotidiana había girado siempre en torno a Palestina. Hoy, 65 años después, hierve la memoria de la Nakba y de Deir Yassin. La memoria de quienes fueron testigos de cómo su país era borrado del mapa apunta, entre otros muchos lugares y “no-lugares”, hacia las ruinas de Lifta, un pueblo completamente desalojado por las tropas sionistas el día de Año Nuevo de 1948 y que es una de las pocas localidades palestinas que conservan algunas casas intactas de aquel momento. La memoria de los palestinos hierve hoy también alrededor de Lifta, un extraordinario “lieux de mémoire”, porque sus ruinas se hallan, tan solo, a unos 2,5 km. de lo que fue Deir Yassin, por lo que la geografía de la memoria y el trauma laten todavía con más fuerza en un solo paseo por esta zona. En último lugar, la memoria de la Nakba y de Deir Yassin apunta asimismo hacia Lifta porque sus ruinas se han convertido en un lugar turístico, un paraje “romántico” donde los israelíes pueden darse un baño mientras leen, en una pared, una pintada en hebreo donde pone “muerte a los árabes”. Del mismo modo, la memoria de la Palestina desmembrada y de quienes sufrieron el desarraigo hierve muy cerca, en torno al actual hospital psiquiátrico israelí Kfar Shaul, pues ocupa los terrenos de lo que fue Deir Yassin. Igualmente, la memoria de entre 5 y 7,2 millones de refugiados palestinos apunta hacia una colina que pertenecía al término de Deir Yassin y sobre la que hoy, paradójicamente, está situado el Museo de Yad Vashem, el lugar memorístico por excelencia del Holocausto que perpetraron los nazis en Europa. Jorge Ramos Tolosa es investigador del Departamento de Historia Contemporánea de la Universitat de València y especialista en Palestina e Israel. Notas: [1] Archivos Ben Gurion, carta de David Ben Gurion a su hijo Amos, 05/10/1937 , citado en: “JPS Responds to CAMERA's Call for Accuracy: Ben-Gurion and the Arab Transfer”, Journal of Palestine Studies, vol. 41, nº 2 (2012), p. 248. [2] Yitzhak EPSTEIN: «La cuestión oculta», en Sergio PÉREZ (ed.): La cuestión oculta y otros textos, Madrid, Bósforo Libros, 2011 [1907], pp. 19-44. [3] Ilan PAPPÉ: La limpieza étnica de Palestina, Barcelona, Crítica, 2008. [4] Citado por: Saree MAKDISI: Palestine Inside Out: An Everyday Occupation, New York, W. W. Norton & Company, 2010, p. 242. [5] Daniel A. MCGOWAN y Matthew C. HOGAN: The Saga of Deir Yassin: Massacre, Revisionism and Reality, Geneva and New York , Deir Yassin Remembered, 1999, p. 26. [6] The New York Times , 13/04/1948 , p. 7. [7] Noam CHOMSKY e Ilan PAPPÉ: Gaza en crisis. Reflexiones sobre la guerra de Israel contra los palestinos, Madrid, Taurus, 2011, pp. 88-94. [8] Nur MASALHA: Políticas de la negación: Israel y los refugiados palestinos, Barcelona, Bellaterra, 2005, p. 46. [9] Ilan PAPPÉ: La limpieza étnica de Palestina, op. cit., p. 11. Jorge Ramos Tolosa - Rebelión

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LA LECCIÓN DEL SIONISMO
Por Joao Bernardo - Tuesday, Jul. 29, 2014 at 2:00 PM

DE PERSEGUIDOS A PERSEGUIDORES: LA LECCIÓN DEL SIONISMO No es exclusivo de los judíos el hecho de que entre los perseguidos se haya generado una reacción nacionalista que se ha convertido en imperialismo. Esta es la trampa que el nacionalismo impone a las personas de izquierda. Joao Bernardo Traducción Susana Merino Reflexionando sobre la reciente agresión de Israel al buque Mavi Marmara y la decisión y la impunidad con que ese país ha esparcido el terror a su alrededor, parece que la mayor parte de los comentaristas se limita a lo obvio para evitar la conclusión más importante. Es harto sabido que los judíos fueron víctimas de grandes persecuciones y que el nazismo hizo del antisemitismo uno de sus ejes principales. El régimen de Hitler persiguió a los judíos desde el primer día y durante la segunda guerra mundial trató de eliminarlos. Y es igualmente sabido el tratamiento que el estado de Israel infringe a los palestinos, expoliándolos e imponiéndoles un sistema de terror que supera todo lo que los racistas sudafricanos llegaron a hacer en tiempos del apartheid. Bien, entre estos dos hechos, los judíos como víctimas y el estado de Israel como agresor, no existe contradicción sino por el contrario, un nexo lógico sobre el que trataremos de fijar la atención en este artículo. Contraposición entre asimilacionistas y sionistas En primer lugar debemos distinguir entre judíos y movimiento sionista. Los judíos son un pueblo definido por un conjunto de tradiciones y de hábitos culturales en el que la religión es uno de sus componentes, pero no indispensable. El sionismo es un movimiento político que se propuso formar una nación a partir del pueblo judío, disperso desde hace muchos siglos en el seno de otras sociedades; el objetivo del sionismo era separar a los judíos de las sociedades en que vivían y conducir una corriente inmigratoria hacia Palestina con el propósito de fundar el estado de Israel. Theodoro Herzl Cuando Theodoro Herzl fundó el movimiento sionista en la transición entre los siglos XIX y XX consiguió interesar a una pequeña minoría de judíos de prestigio(1). La mayor parte de los judíos era asimilacionista que aunque defendían su derecho a mantener sus características culturales, defendían también su plena integración en las sociedades en las que habitaban. En la Alemania imperial la mayor parte de los judíos exhibía un patriotismo rayano en el chauvinismo y los judíos austríacos, en lugar de considerarse como una de las nacionalidades del imperio se consideraban parte integrante de la población alemana(2) En vísperas de la primera guerra mundial los sionistas eran marginados en el seno de sus propias comunidades, aún en el este de Europa aunque existieren allí sentimientos anti-semitas especialmente violentos por una parte de la población(3) y el aislamiento de los sionistas continuó del otro lado del Atlántico durante la década de 1920(4). En la Alemania posterior a la primera guerra mundial, durante la república de Weimar, los asimilacionistas eran por lo menos el 95% de los miembros de las organizaciones judías(5) y en la primera mitad de la década del 20 más del 40% de los casamientos eran entre un judío o judía y un no judío o no judía(6) En Polonia a pesar de haber sido el país europeo en la que hasta la segunda guerra mundial se desarrolló la mayor organización política judía fue en Bund (Algemeyner Yidisher ) Arbeter Bund in Lite, Poylin und Russland, União Geral dos Trabalhadores Judaicos da Lituânia, Polónia e Rússia), partidaria de las igualdad de derechos, socialista y activamente opuesta a los sionistas(7). Comentando que alrededor de 1942 era cada vez más frecuente la lengua polaca que la idish en las calles del gueto de Varsovia, el historiador judío Emmanuel Ringelblum observó que el movimiento de asimilación lingüística era ya muy fuerte antes de la guerra(8) En verdad Ringelblum se hallaba muy bien ubicado para apreciar esa situación porque consiguió organizar clandestinamente una red de testigos y de informadores que le permitió con sacrificio de su propia vida, dejar a la posteridad el relato de las atrocidades practicadas por los nazis en Polonia. Emmanuel Ringelblum Ni las victorias electorales logradas por los nacional-socialistas impidieron que en las vísperas del nombramiento de Hitler en el cargo de canciller los sionistas se hallaran reducidos en Alemania, como en los demás países, a una muy pequeña fracción de la población judía, el 1 % o e 2% según sus propios cálculos(9) y un informe interno elaborado por las SS en la primavera de 1934 comprobó que la mayoría de los judíos alemanes se mantenía predispuesta al asimilacionismo(10). A partir de junio y julio de 1934 cuando Rôhm y las SA fueron liquidadas y el fascismo estrictamente racial de Hitler y Himler triunfó sobre el fascismo de carácter social propuesto por sus rivales de extrema derecha, una de las principales preocupaciones del nazismo fue excluir a los judíos de la sociedad alemana. Los asimilacionistas fueron ilegalizados y perseguidos y los sionistas fueron promovidos pero a pesar de eso los judíos alemanes no se hallaban muy entusiasmados con Palestina. Las autoridades británicas fijaban anualmente la cantidad de inmigrantes permitidos en Palestina y era la agencia Judía, la suprema autoridad sionista de la región la que repartía los certificados de inmigración entre los judíos de varios países. Durante la década del 30 solo el 22% de los certificados fueron concedidos a los judíos alemanes(11). En Alemania el sionismo triunfó por sobre el asimilacionismo porque el régimen nazi persiguió a los asimilacionistas. El sionismo consideraba a los asimilacionistas como su peor enemigo y veía en cambio con buenos ojos –aún perseguidos y víctimas de ocasionales masacres– que se apartase a los judíos de las sociedades en que vivían. Por eso desde muy temprano los dirigentes sionistas trataban de establecer acuerdos con gobiernos hostiles a los judíos buscando convencerlos de que ambos tenían el mismo objetivo inmediato(12). Si los antisemitas querían desembarazarse de sus compatriotas judíos y los sionistas querían aumentar la cantidad de judíos en Palestina ¿porqué no unir esfuerzos? Colaboración del sionismo con el nazismo Durante la república de Weimar los sionistas alemanes habían mantenido una actitud pasiva ante la ascensión del nazismo, considerando que la hostilidad hacia los judíos era tan lógica como su propio rechazo a integrarse en la sociedad alemana(13) Para ellos la solución del problema era su emigración a Palestina y no el combate al antisemitismo en el que habían nacido y desde el establecimiento del régimen nazi en 1933 hasta el comienzo de la segunda guerra mundial fueron muy pocos los sionistas que participaron en la resistencia clandestina(14). Figuras eminentes del sionismo alemán expresaban públicamente que la llegada de Hitler al poder era provechosa para los judíos porque comprometía definitivamente a los asimilacionistas. Y obligaba a todos los judíos a juntarse en una entidad única, reforzando la noción de identidad racial del judaísmo(15). La célebre intelectual judía Hanna Arendt recordaba que “en aquel tiempo era un hecho corriente que los sionistas tuvieran la posibilidad de negociar con las autoridades alemanas, por la simple razón que su rival principal la Asociación Central de Ciudadanos alemanes de Confesión Judía (Central-Verein deutscher Staatsbürger jüdischen Glaubens), a la que entonces pertenecía el 95 % de las organizaciones judías de Alemania, especificaba en sus estatutos que su principal objetivo era la lucha contra el antisemitismo. De un día para otro se había convertido en una Asociación “enemiga del Estado” (…) En los primeros años el ascenso de Hitler al poder fue considerada por los sionistas como la “decisiva derrota del asimilacionismo”(16) Ilegalizados los ideales de integración se calcula que la tirada del semanario sionista alemán, que oscilaba entre los 5 mil y los 7 mil ejemplares subió a 40 mil en los primeros meses del nuevo régimen y las colectas de fondos realizadas por el movimiento sionista se triplicaron entre 1935 y 36 con relación a 1931/32(17). La Organización sionista alemana vio en el activo antisemitismo de los nazis una oportunidad de aumentar el flujo inmigratorio a Palestina; y los dirigentes del sionismo mundial estaban de acuerdo con esa orientación, muchas veces en contra de los activistas de base, como sucedió en la propia Palestina(18). Más tarde en los primeros días de abril de 1933, más de ocho años antes de que las autoridades del Reich hubieran obligado a llevar la estrella amarilla a la población judía, un artículo firmado por el jefe de redacción del semanario sionista alemán proponía que los mismos judíos tomaran la iniciativa para demostrar su voluntad de excluirse de la sociedad alemana(19). Para que prosperase el establecimiento en Palestina era indispensable que los judíos de la diáspora se sintiesen rechazados por los países adonde habían nacido y así el mismo proceso que permitió a los nazis la destrucción gradual de los judíos posibilitó que los sionistas derrotasen a sus rivales asimilacionistas. “Desde el comienzo en que la dirección sionista rechazara de hecho oponerse a la ideología de expulsión defendida por los nazis” escribió un escritor judío, en la convicción de que esta actitud proveía “una indicación a los nazis sobre que los propios judíos se disponía a organizar su propia expulsión” la conclusión podía ser una sola “Los dirigentes nazis (…) comprobaban con alegría que los sionistas aceptaban la expulsión de los judíos”(20). Y no se trataba de una expulsión cualquiera, sino de la concentración de los judíos en Palestina. La lógica del establecimiento de una soberanía judaica en Palestina constituía el reverso de la lógica nacional socialista de persecución de los judíos. Las milicias de Betar en Berlin, 1936 El mencionado historiador judío resumió lapidariamente la situación: “El sionismo se había vuelto un instrumento de los antisemitas”(21) Los discursos y las publicaciones nazis continuaban respondiendo a los rencores de siempre, atacando a los judíos sin distinción pero en la práctica los procedimientos fueron sutiles y se creó una curiosa situación en la que los sionistas eran privilegiados, hasta en términos legales. El hecho de que la gran mayoría de judíos alemanes se hallaba integrada socialmente en el país, dificultando la aplicación de las medidas antisemitas(22) convirtió a los asimilacionistas en los principales enemigos y a los sionistas que pretendían separar a los judíos del resto de la población, se convirtieron en un precioso auxiliar y recibieron cargos de dirigentes en la nueva institución destinada a enmarcar a los judíos del Reich(23). La mayor parte de las medidas antisemitas se concentraron en los asimilacionistas, mientras que el movimiento sionista pudo mantener abierta su sede hasta noviembre de 1938 y a pesar de las restricciones impuestas a sus actividades recibió en 1935 autorización para que sus miembros juveniles vistieran uniformes propios y a tener prensa sionista, la que a pesar de las prohibiciones que le impusieran varias veces fue la única en todo el Reich en estar exenta de la obligación de estar de acuerdo con la doctrina nacional socialista(24) Además de estimular a las comunidades judías existentes en las principales ciudades a usar el idioma hebreo. Los dirigentes nazis en los primeros años del nuevo régimen, los incentivaron a realizar fiestas religiosas, culturales y deportivas bajo la égida del movimiento sionista y hasta contando con la benévola presencia de funcionarios de la Gestapo.(25). Víctor Klemperer Esta convergencia de intereses fue clara para algunos contemporáneos y está estigmatizada en toda la extensión del diario escrito por Víctor Kemperer un profesor universitario alemán de origen judío, lingüista y especialista en literatura francesa. En él no ahorraba sarcasmos sobre la mencionada colonización sionista en Palestina y en una de sus páginas, expresaba en octubre de 1933 su simpatía por la rebelión de los árabes palestinos equiparando su destino con el de los indios americanos(26) “¿En qué se distinguen los sionistas de los nazis?” exclamaba Kemperer en 1936 abriendo el año 1939 con la afirmación de que el sionismo era “puro nazismo”(27) “No existe una cuestión judía en Alemania o en Europa Occidental” escribió pocos días después “Quién sea que diga lo contrario solo está aceptando y reforzando las tesis del NSDAP (el partido nazi) y sirviendo a su causa. Klemperer se refirió a la elevada cantidad de casamientos entre judíos y no judíos como prueba de que los judíos se hallaban íntegramente asimilados en la sociedad alemana y aseguro que el ambiente de fricciones en que los judíos pudieron hallarse involucrados antes de la llegada de Hitler a la cancillería no eran más graves que las hostilidades que enfrentaban a protestantes y católicos o a prusianos y a bávaros. “Existe una única solución para la cuestión judía en Alemania y en Europa Occidental: la derrota de quienes la inventaron (…) La causa sionista tanto la pura como la religiosa, interesa solo a los fanáticos y no respeta las mayorías (…)(28). A mediados de 1940 Klemperer volvió a establecer la igualdad entre sionismo y hitlerismo(29) “Hitler es el más importante promotor del sionismo (…) denunció en los últimos días de 1941(30). En el año siguiente, además de haber equiparado nuevamente a los sionistas con los nacionalsocialistas(31) Klemperer señalo la afinidad entre los escritos políticos de Theodore Herzl, el fundador del sionismo con la doctrina de Hitler(32) “Solo podremos librarnos de la cuestión judía si nos liberamos de aquellos que la inventaron” había declarado a principios de 1939(33). Pero eso sucedió demasiado tarde. Antes de comenzar la “solución final” y de matar sistemáticamente a los judíos, los dirigentes nazis continuaron con una doble política, reduciendo progresivamente por un lado, los derechos cívicos y profesionales de los judíos y confinándolos en campos de concentración y estimulando por el otro su radicación en Palestina. De la estrecha colaboración entre los dirigentes sionistas y el departamento de las SS especializado en estos temas resultó la creación de una red migratoria que continuó funcionando hasta después de haberse iniciado la guerra(34). Las autoridades judías de Palestina mandaban regularmente emisarios para que se contactasen con las SS o con la Gestapo directamente, con el objeto de aumentar el flujo de emigrantes(35). Estos agentes sionistas de reclutamiento fueron algunas veces autorizados a visitar los campos de concentración y a escoger entre los detenidos que preferían mandar a Palestina, hombres de negocios y jóvenes vigorosos(36) en palabras de Hannah Arendt “la mayoría de los judíos que no habían sido seleccionados, se vio inevitablemente enfrentada a dos enemigos – las autoridades nazis y las autoridades judías –(37). El aparente interés de los nacionalsocialistas de que la colonización judía fuera exitosa llegó al punto de que las SS establecieron algunas haciendas experimentales, en donde los candidatos a emigrar aprendían técnicas agrícolas modernas que les permitieran cultivar después con eficiencia y productividad las tierras arrebatadas a los árabes(38). Medalla conmemorativa de la visita de von Mildenstein a Palestina. Las relaciones eran tan estrechas que en abril de 1933, el barón von Mildenstein, experto SS para los problemas judíos, fue a Palestina invitado por la Organización Sionista Mundial con autorización expresa del partido nazi. Paseando por Tel Aviv y visitando las colonias, von Mildenstein estuvo tan interesado que al año siguiente publicó una serie de reportajes sobre su viaje. Se llegó hasta acuñar una medalla conmemorativa del acontecimiento, con la cruz esvástica de un lado y del otro la estrella de David(39). La visita de von Mildenstein tuvo una segunda versión cuatro años después cuando su antiguo subordinado Adolf Eichmann promovido a experto de las SS para las cuestiones judías fue encargado de organizar la emigración de judíos –y más tarde su exterminio– e invitado por los dirigentes sionistas a visitar Palestinany a conocer las colonias. Pero cuando llegaron a Haifa, Eichman y su superior jerárquico no consiguieron visas de entrada de las autoridades británicas y se vieron obligados a dirigirse a Egipto, donde mantuvieron varias reuniones con un representante sionista. De acuerdo con el informe presentado por los dos miembros de las SS, los agentes sionistas les comunicaron el aprecio de los nacionalistas judíos por la política nacional-socialista que favorecía la emigración a Palestina y que en señal de gratitud estaban dispuestos a proporcionarles informaciones sobre las actividades clandestinas de los comunistas, incluidos los comunistas alemanes(40.) La fila de espera de los judíos que aguardaban autorización para partir a Palestina (Berlin 1939) Esta política de cooperación llegó a ser desde un principio muy elaborada en la Ha'avara que significa Transferencia, nombre dado habitualmente a un conjunto de instituciones, parecido a un sistema de clearing resultante de un acuerdo comercial y financiero que las autoridades sionistas establecieron en agosto de 1933 con el Ministerio de Economía del Reich y con el Ministerio de asuntos extranjeros para permitir la transferencia de fondos a los judíos alemanes que desearan radicarse en Palestina. Este acuerdo se mantuvo vigente hasta comienzos de la guerra mundial. Simplificando muchos los términos, el potencial emigrante debía depositar una suma en marcos (la moneda alemana) en un banco alemán en una cuenta bloqueada; luego firmaba un contrato con el exportador alemán para enviar mercaderías al extranjero generalmente Palestina, aunque también podrían ser otros destinos el exportador alemán era pagado en marcos con el dinero existente en la cuenta bloqueada; la agencia Judía de Palestina se encargaba de vender las mercadería exportadas y una vez desembarcado en Palestina el recién llegado recibía libras esterlinas por el producto de la venta, que le eran entregadas por la agencia judía. Las autoridades nazis imponían condiciones especialmente desfavorables a los emigrantes y la economía alemana se beneficiaba con el flujo de las exportaciones, pero por su parte los judíos pudientes que disponían de fortuna suficiente para participar en la Ha'avara reducían las pérdidas producidas por el abandono del país, que eran tres veces más elevadas, o cinco veces más elevadas si la emigración ocurría fuera del sistema. Al mismo tiempo los inmigrantes se encontraban con inversiones bastante importantes en su nuevo lugar de residencia. Es cierto que en cuanto a los haberes de la comunidad judeo-alemana globalmente considerados, los efectos del sistema Ha'avara eran muy significativos, y muchísimo más considerables desde el punto de vista de la economía judía en Palestina, Cerca del 60% de las inversiones totales realizadas en Palestina entre agosto de 1933 y setiembre de 1939 fueron el resultado de las transferencias realizadas en el ámbito del acuerdo, capitales que estuvieron especialmente dirigidos a la metalurgia, a la industria textil y a la industria química, pero también a las fabricas de cemento, de fertilizantes y de instrumentos agrícolas. Fue así que nacieron algunas de las mayores empresas industriales del futuro Estado de Israel. Estas sumas aseguraron gran prosperidad a Palestina en un período en que todo el mundo excepto la Unión Soviética, sufría una aguda y prolongada depresión económica. Convertida en una importante institución bancaria y comercial en el auge de las actividades Ha'avara empleaba 137 personas técnicas en sus oficinas de Jerusalem(41) Después de analizar detalladamente este tema un historiador judío concluyó que el Ha'avara fue indispensable para la conformación del futuro estado de Israel(42). La hábil conversión de las persecuciones a los judíos del Reich en inversiones en Palestina se desarrolló aun más con la creación de la agencia Internacional de Comercio e Inversiones. Todas las sumas enviadas desde el exterior con el objeto de ayudar a los judíos residentes en el Reich dejaron de ser entregadas directamente a los destinatarios y a través de dicha agencia pasaron a ser acreditadas en un departamento de Organización Sionista de Palestina entrando en los marcos establecidos por la Ha'avara, De este modo mas de 70 mil donaciones con alrededor de un total de 900 mil dólares en lugar de ser entregadas para aliviar el sufrimiento de los judíos perseguidos fueron usadas para el desarrollo económico de la Palestina judía(43). Se llegó a una situación paradójica porque al mismo tiempo que varios países trataban de boicotear los productos alemanes con un alto costo, la Organización Sionista Mundial violaba las barreras palestinas inundándola con artículos alemanes(44) “Aparentemente las relaciones económicas entre la Alemania nazi y la comunidad judía de Palestina eran excelentes” escribió un historiador judío, una de las mayor autoridades sobre el genocidio(45) y otro historiador judío luego de analizar detenidamente las conversaciones que terminaron en la creación de Ha'avara resumió la situación: “En breve comprenderán los dirigentes sionistas que el éxito económico de la futura Palestina judía estará indisociable mente vinculado a la supervivencia de la economía nazi(46). La convicción de que el fascismo los beneficiaba no se limitó entre los dirigentes sionistas al caso del Reich. Colaboración del sionismo con el fascismo italiano Inicialmente Mussolini consideraba que el establecimiento de los judíos en Palestina fortalecería políticamente a Gran Bretaña poniendo en riesgo las pretensiones imperiales de Italia sobre el Mediterráneo. En la primera audiencia que concedió a representantes del sionismo, en diciembre de 1922, poco después de haber llegado al poder. Mussolini les dijo que consideraba ese movimiento como un instrumento político de Londres(47) Chaim Weizman, presidente de la Organización sionista Mundial visitó a Mussolini por primera vez en enero de 1923, sin conseguir alterar su posición con relación al establecimiento judío en Palestina(48). Chaim Weizman Luego la actitud del Duce cambió y en 1926, recibió nuevamente a Weizman dejándolo convencido de que ya no se oponía al proyecto sionista y que lo ayudaría a establecer la soberanía judía en Palestina siempre que se mostrara independiente de la influencia británica(49). En 1926 Mussolini descubrió que podía utilizar al sionismo para crearle dificultades a Gran Bretaña(50), a partir de entonces los principales dirigentes sionistas visitaron con frecuencia Roma y la prensa sionista mundial expresó su aprecio por el régimen fascista(51). Al recibir a Weizman en 1934 Mussolini le prometió su apoyo y afirmó que Jerusalem no podía convertirse en una capital árabe declarándose partidario del establecimiento de un estado judío en Palestina, con la condición de que no dependiera de Gran Bretaña. En contrapartida Weizman que era un universitario e investigador en el área de la química orgánica, parece que con muchos méritos le ofreció a Mussolini su capacidad para desarrollar una industria química y farmacéutica en Italia y dejar así de depender de Alemania en estos sectores. Pero aunque él le prometió reclutar personal especializado e instrumentos no se llevó a la práctica. Un fascismo sionista Vladimir Jabotinsky Fue Vladimir Jabotinsky quien en el ejecutivo sionista encabezó la oposición de la derecha radical a la presidencia de Chaim Weizman, moderado y conciliador. Jabotinsky se autonomizó progresivamente del ejecutivo, dimitiendo en 1923, dos años después de haber sido electo y en 1925 lanzó la Organización revisionista Sionista que más tarde se convirtió en la Unión Mundial del Movimiento Revisionista como corriente interna del sionismo. En el congreso sionista Mundial de 1931 los revisionistas contaron con el 25% de los delegados conformando la mayor tendencia, de modo que no podían ser subestimados y poseían una efectiva capacidad de presión:. En el Congreso siguiente en 1933, a pesar de hallarse internamente divididos obtuvieron el 20% de los delegados y continuaron siendo la tendencia más importante. Como consecuencia de este congreso abandonaron la organización sionista y fundaron en 1935 la nueva Organización Sionista, aunque continuaron siendo llamados “revisionistas”(53). La convicción de que el revisionismo era un fascismo fue muy común en la época(54) y me parece inútil investigar si en su fuero íntimo Jabotinsly era fascista o trataba solo de usar el fascismo en beneficio propio, porque los efectos serían los mismos y no existen dudas de que sus seguidores sí eran fascistas confirmados(55) Wolfgang von Weisl, director financiero de la Nueva Organización Sionista, declaró en una entrevista en 1936 que “aunque hubiera distintas opiniones entre los revisionistas, en general simpatizaban con el fascismo y que él personalmente apoyaba al fascismo(56). E. Mussolini especialista en la materia clasificó a Jabotinsky como fascista durante una conversación que mantuvo en 1935 con alguien que en breve sería el más alto dignatario de la sinagoga romana(57) Milicias de vetar en Polonia, 1938 Oponiéndose a la lucha de clases, al socialismo y a la planificación de la economía Jabotinsky defendía el establecimiento de un orden social basado en una cámara corporativa y en el arbitraje de los conflictos laborales por el estado(58) Sus jóvenes adeptos estaban enmarcados en una milicia en Betar (Liga del Trumpendor) inaugurada en 1923 y profundamente militarizada tanto en su estructura como en su ideología(59). A partir del momento en que Jabotinsky se separó de la organización sionista, estos jóvenes constituyeron su principal apoyo político(60). En cuanto al apoyo social el revisionismo encontró en los pequeños y medianos empresarios que comenzaban a emerger entre los judíos establecidos en Palestina(61) y ciertamente sirvió a sus intereses porque en Betar puso a disposición de los capitalistas judíos para conjurar las huelgas convocadas por los sindicatos sionistas. Como todas sus congéneres estas milicias se especializaron en la represión de sindicalistas de izquierda y socialistas, hasta que en octubre de 1934, 1500 trabajadores atacaron su sede dejando decenas de heridos y recibiendo una definitiva lección de prudencia(62). Mientras tanto a principios de la década del 30 los revisionistas habían fundado una Federación Nacional del Trabajo con la que pretendían aplicar los principios de un sindicalismo anti socialista y partidario de la colaboración entre clases, pero sus 7 mil miembros comparados con los 60 mil afiliados de la central sindical socialista demostraban la poca simpatía que su programa despertaba en los trabajadores(63). Dos miembros de Irgun Jabotinsky proponía una versión extrema del sionismo lo que por sobre todo le interesaba era que la mayor parte de la población de Palestina y de Transjordania estuviera compuesta por judíos. Sus seguidores más osados y violentos crearon en 1931 una organización terrorista dedicada a realizar acciones armadas contra los árabes y los británicos que luego adoptó el nombre de Irgun (Irgun Z‟vai Le‟umi, Organización Nacional Militar) y cuyos miembros procedían en su mayor parte de Betar(64). Y como una estrategia que arrastraba inevitablemente a la guerra con los árabes que como no iba a contar nunca con el aval de Gran Bretaña porque destruía el equilibrio en que se sustentaba el imperialismo británico en la región(65) necesitaba buscar la tutela de otra potencia. Tanto en el orden interno como en el internacional Jabotinsky y sus adeptos tenían razones para mirar con simpatía a Mussolini(66). Aunque los partidarios italianos de Jabotinsky habían comenzado a organizarse autónomamente entre 1925-26 solo en 1930 llegaron a disponer de un órgano de prensa propio y en 1934 establecieron significativas relaciones con las autoridades fascistas(67). Pero recuperaron el tiempo perdido y a fines de ese año la Academia Naval dirigida por el Partido Nacional Fascista en Civitavecchia, no lejos de Roma habilitó a decenas de miembros de Betar a participar en los mismos que sus colegas italianos llegando a lo que para ellos era honroso a desfilar ante el Duce. Fueron formados así 134 cadetes judíos, pero esta colaboración se terminó cuando Mussolini promulgo en 1938 las leyes raciales(68). Jabotinsky trataba de ampliar esa experiencia solicitando autorización para establecer en Italia una escuela de instructores donde los jóvenes revisionistas recibieran preparación militar(69). A pesar de no haberlo conseguido no se debe subestimar la importancia de la formación de los cadetes que integraron las primera unidades de lo que vino a ser la marina de guerra israelí, fundada finalmente gracias a Mussolini(70). Colaboración del sionismo con el nazismo durante el genocidio de los judíos Las medidas cada vez más generalizadas y drásticas de las autoridades nazis contra los judíos hasta la decisión última del genocidio, solo pudieron ser llevadas a cabo mediante la sucesiva división de los judíos en dos grupos, uno conservado y otro sacrificado, los que una vez beneficiados eran nuevamente divididos en dos grupos y así sucesivamente hasta que no quedase ninguno. Pero la división principal y la única constante sin que las otras hubieran sido imposibles es las que las sustentó a todas, la separación de las masas judías de una élite sionista que colaboró con las autoridades nazis en todos los estadios del proceso hasta el final(71). Y solo de este modo se explica la facilidad con que el nacionalsocialismo fue excluyendo progresivamente a los judíos de la vida profesional y haciéndolos cada vez prisioneros en mayor cantidad, obligándolos a conformar brigadas de trabajo en que finalmente morían exhaustos y hasta su sistemático exterminio. En los primeros días del régimen nazi los sionistas tomaron la iniciativa de concentrar en una institución única la Representación del Reich de los Judíos de Alemania (Reichsvertretung der Juden in Deutschland), a las comunidades judías que hasta entonces se habían mantenido autónomamente en las ciudades. La justificación fue la conveniencia de iniciar un “debate abierto” y una “polémica digna” con las nuevas autoridades acerca de la cuestión judía(72). La obsesión judía por llegar a un entendimiento con los antisemitas creo una red que sirvió para apresar a todos los judíos y cuando la policía tomó en julio de 1939 el control de la organización convirtiéndola en una asociación (Reichsvereinigung), los nazis pasaron a tener a su disposición un mecanismo burocrático que les permitió implementar tiempo después la “solución final”. En 1941 cuando comenzó la deportación masiva hacia los campos de concentración, los funcionarios judíos que hasta entonces se habían ocupado de la emigración de sus correligionarios fueron encargados de confeccionar las listas de los que serían deportados y de las notificaciones de esas decisiones por cuanto los funcionarios judíos de la sección estadística de la asociación mantenía a la Gestapo al corriente de las alteraciones demográficas de las comunidades judías. Policía judía en el gueto de Varsovia Una orden administrativa de octubre de 1939 decidió que tanto en el Reich como en los territorios militarmente ocupados las comunidades judías estableciesen Consejos Judíos(73) cuyos jefes recibieron poderes cada vez más absolutos, pasando a comportarse con frecuencia como verdaderos autócratas. El “Führerprinzip” (o principio del Führer según el cual en todas las instituciones debía existir una cadena de mandos dependiente de un único jefe) atraía a algunos judíos comentó Emmanuel Ringelblum, que lidiaba con este tipo de gente en octubre de 1940 y seis meses después acusó al Gueto de Varsovia de haber adoptado integralmente el Führerprinzip(74). Las autoridades nacionalsocialistas establecían la cantidad global de judíos que debían formar parte de las brigadas de trabajo gratuito y de los que eran enviados a los campos de concentración así como determinaban más tarde cuantos debían ser incluidos en cada sucesiva etapa del exterminio. Pero eran los Consejos Judíos los que distribuían a sus correligionarios la estrella amarilla a partir del momento en que se hizo obligatorio el uso de ese símbolo: eran ellos los que organizaban el reclutamiento para los trabajos forzosos, eran ellos los que confeccionaban las listas de quienes deberían ser internados en los campos de concentración a los que luego seguía la muerte colectiva; eran ellos los que registraban minuciosamente los haberes de las víctimas, facilitándoles a los servicios competentes del Reich el secuestro y la expropiación; eran ellos los que disponían de una poderosísima y tentacular policía judaica, creada especialmente al efecto y que ayudó a detener muchas centenas de miles de judíos para encaminarlos ordenadamente a las estaciones ferroviarias, de donde partían hacia las prisiones y el destino final. Después de observar que les era posible a los Consejos Judíos, en lugar de consentir una infame colaboración, debieron dejar a las autoridades nacionalsocialistas la selección de las victimas. Simon Wiesenthal, un judío que dedicó su vida a perseguir a los responsables del genocidio concluyó desoladamente: “Sin embargo hubo casos excepcionales en que los Consejos Judíos prefirieron el suicidio a la colaboración”(75). Prisión de un combatiente del gueto de Varsovia Por algún motivo la canción del gueto de Varsovia, un himno compuesto a finales de 1940 estigmatizaba a los miembros del Consejo acusándolos de ser peores que los nazis(76). En abril de 1943, cuando los sobrevivientes más radicales o simplemente más valientes, decidieron poner término a la manera sumisa como habían muerto de hambre y de enfermedades el 85% de los habitantes del gueto, comenzaron a aislar políticamente a la dirección sionista del consejo. Pasaron luego a la acción siendo su blanco inicial los colaboracionistas, especialmente los miembros de la Policía Judía lo que comprometió seriamente el poder del Consejo(77). Solo después de destruida la red de represión y de clientelismo que había asegurado a los jefes sionistas el control del gueto de Varsovia pudo desatarse la insurrección. No es que los Consejos Judíos se mantenían solamente gracias a las cachiporras de sus policías y a la fuerza indiscutible que les prestaban las autoridades nacionalsocialistas sino que se apoyaban también en la influencia de sus clientes. Sus miembros eran generalmente elegidos entre personas que ocupaban una situación preeminente en aquel medio étnico por su fortuna o por sus funciones religiosas, rabinos u otros personajes tradicionalmente dotados de gran prestigio y sin el conservadurismo político y social de un buen número de judíos no hubiera sido posible dominar tan fácilmente a la totalidad de la población judía ni masacrarla en una tan elevada proporción. Una célebre novelista francesa explicó muy claramente la cuestión: “La complicidad de los notables que conformaban la Judenräte (Consejos Judíos) con los alemanes es un hecho conocido y fácilmente comprensible. En todos los tiempos y en todos los países, con raras excepciones los notables colaboran siempre con los vencedores: es un caso de clase(78) La táctica hitlerista consistió en usar a una élite de judíos para desarrollar un plan cuyo objetivo final era exterminarlos a todos. “En cualquier lugar en que viviesen judíos, -observó fríamente Hannah Arendt- existían dirigentes judíos de reconocido prestigio: y estos dirigentes, prácticamente sin excepción colaboraron de varias maneras y por diferentes razones con los nazis. A decir verdad si el pueblo judío hubiese estado en ese entonces desprovisto de organizaciones y de dirigentes la situación hubiera sido caótica y no hubieran faltado sufrimientos, más aún el número total de víctimas estaría entre los cuatro millones y medio y los seis millones”(79). Esta autora aceptó además como cálculo muy verosímil que aun cuando murieran el 99% de los que se dejaron persuadir por los Consejos Judíos y siguieron hacia los campos de concentración, entre los fugitivos solo la mitad habría sido capturada y liquidada(80). El fascismo sionista en Palestina durante la segunda guerra mundial En 1939 Jabotinsky incitó a sus partidarios a formar un ejército que apoyase el esfuerzo militar británico, considerando que la victoria de Hitler constituiría un muy grave peligro para la Palestina judía(81). Pero ¿en qué situación quedaría este fascista que en la prueba final renegaba del campo fascista?. Cuando murió en los EEUU en 1940, Jabotinsky se hallaba considerablemente aislado. Avraham Stern En estas circunstancias la mayoría de los miembros del Irgun se puso bajo las órdenes de Avraham Stern, o Yair, un fascista radical, adepto a una orientación estrictamente pro mussoliniana y anti británica, entrenado en técnicas de sabotaje y de insurrección(82). En 1940, Stern fundó una nueva Irgun y aunque por la sigla no se diferenciaba de la anterior, se distinguía por el recrudecimiento de los asesinatos y de los atentados contra la presencia británica. Llevando su estrategia a los extremos le propuso a Hitler una alianza bélica. En una paradójica historia el representante del Irgun entregó en Rio de Janeiro una misiva a un miembro de los servicios de espionaje del ejército alemán y a un alto funcionario del Ministerio de Asuntos exteriores del Reich, en lo que puede ser considerado como uno de los actos más aberrantes del sionismo. Mientras tanto y por eso mismo, resultaba absolutamente lógico dado que los sionistas habían depositado siempre sus esperanzas en el antisemitismo como motor de las migraciones hacia Palestina, Hitler el mayor de los antisemitas podía ser presentado ahora como un recurso potencial de la Palestina judía. Se leía en la misiva “La ONM (en este caso la fracción mayoritaria del Irgun dirigida por Stern) que no ignora la buena voluntad demostrada por el gobierno del Reich alemán y por sus autoridades para con las actividades sionistas dentro de Alemania y para con los planes de emigración sionista considera; 1) Podrían existir intereses comunes entre el establecimiento de un Nuevo Orden en Europa de conformidad con las concepciones alemanas y las verdaderas aspiraciones del pueblo judío tal como las encarnadas por la ONM. 2) Podrá ser posible la cooperación entre la nueva Alemania y la renovación del judaísmo nacional e internacional. 3) El mantenimiento y el fortalecimiento de la futura posición de poder de Alemania en el cercano oriente serán favorecidos por la fundación de una base nacional y totalitaria del Estado judío, ligado mediante un tratado al Reich alemán. La misiva continuaba con la afirmación de que la organización dirigida por Stern “se propone tomar parte activa en la guerra del lado alemán” y concluía “tanto por su ideología como por su estructura la ONM está mucho más próxima a los movimientos totalitarios europeos. La capacidad de combate de la ONM no podrá ser jamás paralizada o seriamente comprometida ya sea por medidas defensivas encaradas por la administración inglesa o por los árabes o ya sea por medidas asumidas por los socialistas judíos”(83). Los nacionalsocialistas despreciaron esta propuesta y Stern fue muerto por la policía británica en 1942, pero la historia no terminó allí. La génesis de las actuales fuerzas políticas del Estado de Israel Menahem Begin, en una ficha policial de 1940 Transcurrido medio siglo, el clivaje que separa a los dos grandes campos políticos israelíes se mantiene en la antigua posición de las dos alas del sionismo. Los trabajadores continúan la tendencia mayoritaria con una orientación interna de carácter social demócrata, es el Likud el heredero de la organización fascista. El primer jefe de gobierno del Likud, Menahem Begin, que detentó el poder entre 1977 y 1983 fue en su juventud uno de los dirigentes de las milicias revisionistas, y aunque se mantuvo fiel a Jabotinsky, superó en mucho las tendencias terroristas de su maestro y apoyó ideológicamente al ala más radical. Jabotinsky lo destinó a comandar en 1939 la Betar en Polonia y con esa credencial Begin asumió a finales de 1943 la jefatura del Irgun y comenzó a lanzar violentas acciones contra los británicos. En 1948 juntamente con los representantes del ala caracterizadamente fascista del revisionismo Begin fundó el partió de la Libertad, que otorgó a la vieja extrema derecha sionista un nuevo aliento en la política del estado de Israel(85). Poco después varias figuras prominentes del judaísmo, incluidos Einstein y Hannah Arendt publicaron una carta en un importante diario estadounidense en la que se leía: “Uno de los más perturbadores fenómenos políticos de nuestro tiempo es la aparición del Partido de la Libertad recientemente creado en Israel, un partido político que en sus formas organizativas, en sus métodos, en su filosofía política y en su audiencia social tiene un muy estrecho parecido con los partidos nazis y fascistas. Debe su formación a los miembros y seguidores de la antigua Irgun Z‟vai Le‟umi, una organización terrorista, de derecha y xenófoba (…)”(86). Pero ni esta denuncia ni muchas otras impidieron el ascenso de los antiguos revisionistas. Documento de identidad de Shamir en la clandestinidad, década del 40 El sucesor de Begin al frente del gobierno israelí, Yitzhak Shamir, era uno de los miembros del Irgun que militaba bajo el mando de Stern, en disidencia con la decisión de Jabotinsky de establecer treguas con los británicos durante la segunda guerra mundial. Es poco verosímil que Shamir no estuviese al tanto de los siniestros contactos de Stern con los nazis, porque ocupaba una alta posición y conformó el triunvirato que unos meses después reconstruyera la organización después del asesinato de su jefe(87). Pero si las actuales posiciones políticas del estado de Israel se relacionan con el período anterior a la segunda guerra mundial, los acuerdos entre los principales partidos tienen también el mismo origen. Sin el filofascismo demostrado por la corriente sionista mayoritaria sería difícil comprender que los trabajadores hubiesen adoptado la estrategia propuesta por Jabotinsky en relación a los árabes. La convergencia de los dos campos políticos revelan que la cuestión fundamental yace en la continuación de una época en que Mussolini recibía a Weizman y al mismo tiempo subsidiaba a Jabotinsky. Al final los laboristas ejecutaron el proyecto de los fascistas. La reciente agresión a la flota internacional que se proponía romper el bloqueo impuesto a la Franja de Gaza es apenas un caso de la larga serie de los que pretendí trazar los antecedentes históricos: Pero esta no es la lección más importante. ¿No verá el lector adonde pretendo llegar? No es exclusividad de los judíos el hecho de que entre los perseguidos se genere una reacción nacionalista que encontrando oportunidades de desarrollo favorables se convierta en imperialismo. Este es el armado que todo el nacionalismo coloca en las personas de izquierda que apoyan el nacionalismo cuando aparece como una defensa de los pueblos oprimidos, sin ver que si ese nacionalismo se instala en la práctica terminará en imperialismo. Mi preocupación es que aquellas corrientes ideológicas que antes apoyaban el nacionalismo sionista de los judíos con el argumento de que eran perseguidos por los nazis, apoye hoy al nacionalismo árabe con el argumento de que los palestinos son perseguidos por Israel –para apoyar mañana a quién y con qué argumentos? La gran lección que se deriva de la génesis y del desarrollo del sionismo, no debe limitarse a criticar al Estado de Israel. Esa lección debe ayudarnos a criticar a todos los nacionalismos que utilizando argumentos progresistas en cuanto pueden se convierten en imperialismos. El sionismo como ruta de tránsito entre las persecuciones sufridas por los judíos a las agresiones practicadas por el Estado de Israel muestra que la opresión sufrida por un pueblo debe ser inseparable de la lucha contra la explotación sufrida por la clase trabajadora de ese pueblo. El pueblo palestino tiene que defenderse de la agresión israelí pero esto no significa que los trabajadores palestinos no tengan que defenderse de sus patrones fueren árabes o israelíes ni que las mujeres palestinas no tengan que defenderse de la opresión masculina tan acendrada en la tradición islámica. Notas [1] E. Black (1999) 168; H. M. Sachar (1976) 52. [2] N. Cohn (1992) 171, 173. [3] H. M. Sachar (1976) 96. [4] L. Brenner (1984) 84; H. L. Feingold (1995) 217. Henry Feingold observó en la obra citada 244-245 que aunque en términos relativos los judíos estadounidenses hubiesen tenido una muy considerable participación en las Brigadas Internacionales de la guerra civil española, siendo muy activos en los movimientos obreros y por la paz, no respondieron al llamado de Jabotinsky de formar un ejército judío destinado a combatir al lado de los británicos en la guerra mundial. Esto revela concluye Feingold que los judíos de los EEUU se interesaban más por los temas políticos generales que los relacionados con el sionismo. [5] H. Arendt (1994) 59; L. Brenner (1983) 31. Según E. Black (1999) 177, el 97% de los judíos alemanes rechazaban el sionismo y reivindicaban la integración en la sociedad en la que vivían. [6] A. Pichot (2000) 402. [7] G. Aly et al. (2006) 345 n. 31. [8] E. Ringelblum (1964) 311. [9] E. Black (1999) 35; H. M. Sachar (1976) 193. [10] L. Brenner (1983) 86. [11] Id., ibíd., 87. Según E. Black (1999) 373, de la mano de obra judía emigrada a Palestina en 1934 y 35 solo un 20% llegó de Alemania (12] E. Black (1999) 226. [13] L. Brenner (1983) 29-32 (1983) 29-32 [14] Id., ibíd., 54. [15] E. Black (1999) 72-73 (1999) 72-73 L. Brenner (1983) 59-61 (1983) 59-61 [16] H. Arendt (1994) 59. [17] Id., ibíd., 59; E. Black (1999) 174. [18] E. Black (1999) 78-82 (1999) 78-82 122, 177-178, 201, 289; L. Brenner (1983) 53-55 (1983) 53-55 (1984) 91. [19] Ver numerosos pasajes de este artículo en E. Black (1999) 176-177 (1999) 176-177 Ver igualmente H. Arendt (1994) 59. [20] E. Black (1999) 78. E Edwin Black aseguró (pág. 166) que “las aspiraciones nacionales tanto de los nazis como de los sionistas dependían del traslado de los judíos de Alemania a Palestina” [21] Id., ibíd., 173. [22] R. Hilberg (1961) 32. [23] H. Arendt (1994) 60. [24] E. Black (1999) 174-175 (1999) 174-175 L. Brenner (1983) 84-85 (1983) 84-85 88-89, 136. [25] E. Black (1999) 373. [26] Ver la entrada del 30 de Octubre de 1933 en M. Chalmers (org. 2006 a) 47. [27] Las entradas del 18 de octubre de 1936 y del 1º de enero de 1939 se encuentran en id.,ibid.,231 y 337 cerca de los parecidos entre sionismo y nazismo ver las págs. 78 y 135 referentes al 13 de junio de 1934 y al 22 de abril de 1935. [28] Esta entrada, correspondiente al 10 de Enero de 1939, se encuentra en id., ibíd., 338-339. El 27 de Junio de 1942, Klemperer manifestó el deseo de escribir un ensayo «en favor de Alemania y contra Sion, desde el punto de vista contemporáneo del judío alemán». Ver id. (org. 2006 b) 102. [29] Ver este pasaje de la entrada del 26 de Mayo de 1940 en id. (org. 2006 a) 396. [30] En la entrada del 17 de Diciembre de 1941 en id., ibíd., 521. [31] En la entrada del 3 de Mayo de 1942 en id. (org. 2006 b) 53. [32] En las entradas del 23 y del 25 de junio y 1º de julio de 1942 en id., ibíd., 99, 100 y 104. El 10 de diciembre de 1940 Klemprer citará la opinión de otro judío alemán, según la cual no fue el sionismo el que se inspiró en el nazismo, sino al revés, las doctrinas raciales de Herzl sirvieron de inspiración al nazismo Ver id. (org. 2006 a) 423. Y el 24 de Julio de 1942, Klemperer se refirió al “tremendo perjuicio causado por Herzl a los judíos alemanes” Ver id. (org. 2006 b) 124. [33] La entrada, correspondiente al 10 de Enero de 1939, se encuentra en id. (org. 2006 a) 338-339. [34] H. Arendt (1994) 63; E. Black (1999) 378. [35] H. Arendt (1994) 60-61 (1994) 60-61 L. Brenner (1983) 94; H. M. Sachar (1976) 197. [36] H. Arendt (1994) 60, 61. [37] Id., ibíd., 61. [38] Id., ibíd., 60-61; H. M. Sachar (1976) 197. [39] E. Black (1999) 174; L. Brenner (1984) 93. [40] H. Arendt (1994) 62; L. Brenner (1983) 98-99 (1983) 98-99 En cuanto al hecho de que Eichmann había ejercido funciones en las SS a las órdenes de von Mildenstein, ver E. Black (1999) 174 [41] acerca del sistema comercial y financiero que sostenía la emigración de judíos del Reich a Palestina ver: H. Arendt (1994) 60; E. Black (1999) 197, 249, 373, 379; L. Brenner (1983) 64-65 (1983) 64-65 R. Hilberg (1961) 95; Ł. Hirszowicz (1966) 26; H. M. Sachar (1976) 190, 197. [42] E. Black (1999) xxiii, 380. [43] Id., ibíd., 377. [44] L. Brenner (1983) 66-67 (1983) 66-67 70-74; R. Hilberg (1961) 95. [45] R. Hilberg (1961) 95. [46] E. Black (1999) 253. Durante la década de 1930 escribió H.L Feingold (1995) 219 “el movimiento sionista le dio prioridad al desarrollo económico de Palestina por sobre el boicot de mercaderías alemanas”. [47] L. Brenner (1983) 39. [48] Id., ibíd., 39-40. [49] Id., ibíd. 40; R. De Felice (1977) 112-113 (1977) 112-113 P. Milza (1999) 751. [50] R. De Felice (1977) 194-196 (1977) 194-196 Para la definición de 1926 como de la fecha de este cambio ver a pág. 198. [51] L. Brenner (1983) 40-41 (1983) 40-41 R. De Felice (1977) 113-114 (1977) 113-114 166, 170. [52] L. Brenner (1983) 154; R. De Felice (1977) 167; P. Milza (1999) 622, 643, 751. [53] B. Avishai (1985) 124, 128, 138; L. Brenner (1983) 132; id. (1984) 72, 97, 98; H. M. Sachar (1976) 184-186 (1976) 184-186 La dimensión del apoyo a los revisionistas en el congreso de 1931 se encuentra en L. Brenner (1984) 86, y en el congreso de 1933 en E. Black (1999) 288 e 293. [54] R. De Felice (1977) 207. [55] Id., ibíd., 142 n. 2 informó que en julio de 1922 antes de la marcha de los fascistas sobre Roma y aun antes de haber dimitido el ejecutivo sionista, Jabotinsky envió a Mussolini una carta proponiéndole el estrechamiento de relaciones entre Italia y la Palestina judía. Trece años después según Renzo De Felice en op.cit 296, Jabotinsky declaró a un representante de Relaciones Exteriores italiano que los revisionistas eran mayoría con relación al sionismo en idéntica posición a la que ocupaba el fascismo italiano en relación a la democracia liberal y socialista, A su ves B. Avishai (1985) 126, enumeró las analogías entre la forma de organización de los revisionistas y los fascistas europeo. También E. Black (1999) 143consideró que los revisionistas eran fascistas profundamente influenciados por Mussolini. Todavía L. Brenner(1983) 112-113 (1983) 112-113 pretendía que a pesar de haber adoptado para su movimiento una estructura similar a la del fascismo, Jabotinsky no simpatizaba con el fascismo. Del mismo modo H.M.Sacher (1976) 187, aseguró que él no era fascista pese a que sus más jóvenes seguidores estaban muy cerca del ideal fascista. Pero que al aclarar que los modelos políticos de Jabotinsky eran Mazzini y Garibaldi, el autor olvidó que esos dos personajes le sirvieron de inspiración a Mussolini como según J. Ploncard d‟Assac (1971) 100, fueron citados por Corradini. También Bernard Avishai en la obra citada q20 y L. Brenner (1984) 5 llamaron la atención sobre la admiración que Jabotinsky sentía por Garibaldi y E. Brenner (1983) aa2, citó también a Mazini y Cavour como modelos de Jabotinsky. Aseguró Avishai (pág.121) que Jabotinsky simpatizaba con el futurismo, precisamente otra de las componentes del fascismo italiano. Después de afirmar que Jabotinsky estaba más cerca del liberalismo conservador que del fascismo L. Brenner (1983) 113, 118 y (1984) 97 concluyó que como sus seguidores querían fundar una versión judaica del fascismo, el revisionismo terminó por ubicarse en la órbita del fascismo. Aliás, continuó id (1984) 90-91, que cuando las autoridades británicas le prohibieron a Jabotinsky regresar a Palestina, quienes tomaron el control ideológico del revisionismo fueron personas que se declaraban públicamente fascistas. Y por lo menos en Alemania, en Austria, en Italia, en Letonia, en Manchuria, en Palestina y en Polonia enumeró id. (1983) 118 la dirección del movimiento revisionista no era de Jabotinsky sino de elementos declaradamente fascistas. [56] Citado en L. Brenner (1983) 118 y (1984) 98. [57] Citado en id. (1983) 117, id. (1984) 98 e H. M. Sachar (1976) 187. Informó R. De Felice (1977) 205-206 (1977) 205-206 que los informes oficiales italianos consideraban el revisionismo como una imitación del fascismo. [58] B. Avishai (1985) 128, 137; L. Brenner (1983) 115; H. M. Sachar (1976) 187-188 (1976) 187-188 . [59] B. Avishai (1985) 124; L. Brenner (1983) 114; id. (1984) 78, 89-90; H. M. Sachar (1976) 187. [60] L. Brenner (1983) 114; id. (1984) 87. [61] B. Avishai (1985) 126, 137; L. Brenner (1983) 114; id. (1984) 89; H. M. Sachar (1976) 187-188 (1976) 187-188 [62] B. Avishai (1985) 136; L. Brenner (1983) 116; H. M. Sachar (1976) 188. [63] B. Avishai (1985) 136; H. M. Sachar (1976) 188. Afirmó L. Brenner (1984) 89 que Jabotinsky nunca se interesó por el reclutamiento de obreros [64] L. Brenner (1984) 99-100 (1984) 99-100 H. M. Sachar (1976) 265-266 (1976) 265-266 [65] L. Brenner (1983) 112; id. (1984) 86; H. M. Sachar (1976) 185-186 (1976) 185-186 [66] R. De Felice (1977) 76, 142-143 n. 2, 196. [67] Id., ibíd., 139, 204, 267 y siguientes. [68] L. Brenner (1983) 116-117 (1983) 116-117 119; id. (1984) 93, 97; R. De Felice (1977) 205-206 (1977) 205-206 208-211. [69] R. De Felice (1977) 206. [70] L. Brenner (1983) 122; R. De Felice (1977) 211. [71] El análisis crítico que se sigue, sobre la colaboración de las autoridades judías como el programa anti-semita del nacional-socialismo, se basa exclusivamente en los siguientes historiadores judíos: H. Arendt (1994) 117-119 (1994) 117-119 158, 169, 214; R. Hilberg (1961) 122-125 (1961) 122-125 128, 145-146, 155, 163, 279 y sigs., 310, 315, 668; E. Ringelblum (1964) 39, 41, 48, 51, 53, 54, 56-57, 66, 69, 72-73, 75, 92-93, 127, 132, 184-190, 230, 251-252, 292, 323, 331, 335, 347, 348-354; S. Wiesenthal (1989) 238-240 (1989) 238-240 [72] Las citas se encuentran en R. Hilberg (1961) 122. [73] H. L. Feingold (1995) 45. [74] E. Ringelblum (1964) 92, 190. Ver también la pág. 134. [75] S. Wiesenthal (1989) 231. Según H. L. Feingold (1995) 46, pasados seis meses de la fecha de creación de los Consejos Judíos solo se habían suicido un 1,2% de sus miembros. [76] E. Ringelblum (1964) 142. En una página relativa a Marzo de 1941 Emmanuel Ringelblum aseguró (pág. 166) que en el interior del gueto «se intensificaba la producción literaria contra el Consejo Judío” [77] R. Hilberg (1961) 318, 322; E. Kogon (2002) 251. Según Raul Hilberg en la op. Cit., 145, el presidente del Consejo Judío de Varsovia era sionista. Ya en los últimos meses de 1942, según narró E. Ringelblum (1964) 329, ocurrió una tentativa de asesinato del jefe de la Policía Judía, y aunque la intención se vio frustrada consiguieron por lo menos ejecutar a uno de sus más importantes subordinados y los miembros de la Policía Judía había pasado a ser el blanco del un odio generalizado y de numerosas agresiones (págs. 352-353). Se registraba mientras tanto que “el alma del movimiento de resistencia” responsable de la insurrección del gueto fue el “jefe de los sionistas de Polonia” según un testimonio reproducido en Eugen Kogon, op.cit., 251. [78] S. Beauvoir [s. d.] 14. [79] H. Arendt (1994) 125. Según R. Hilberg (1961) 630, Eichmann, en un informe dirigido a Hitler en agosto de 1944, calculaba que había exterminado a seis millones de judíos pero el Reichführer SS se mostró insatisfecho con esa estimación, manifestando que el monto total era mayor. Por el contrario Raul Hilberg consideró (págs. 3, 639, 728) que Eichmann exageraba y que la “solución final” había producido la muerte de cinco millones de judíos. N. Cohn (1992) 17 n.1, 186 y 207 osciló entre los cinco y los seis millones y M. Gilbert, «Final Solution», en I. C. B. Dear et al. (orgs. 1995) 364 y371 optó por seis millones. [80] H. Arendt (1994) 124, 125, 169-170. [81] L. Brenner (1984) 106; H. L. Feingold (1995) 245. [82] Acerca de Stern y de su red terrorista ver: B. Avishai (1985) 144, 165; L. Brenner (1983) 265-266 (1983) 265-266 268-269; id. (1984) 103, 106, 117, 193-194, 199; H. M. Sachar (1976) 247-248 (1976) 247-248 265. [83] Este documento, intitulado Aspectos Fundamentales dela Propuesta da Organización Nacional Militar en Palestina (Irgun Zvai Leumi) respecto de la Solución del Problema Judío en Europa y de la Participación de la ONM en la Guerra del lado de Alemania, se encuentra íntegramente transcripto en L. Brenner (1984) 195-197 (1984) 195-197 Los pasajes citados están en las págs. 195 y 197. Ver también id. (1983) 267-268. Traducido como «renovado judaísmo racial y nacional» y que en la versión en lengua inglesa dice «renewed folkish-national Hebraium». [84] L. Brenner (1983) 268; id. (1984) 197. [85] Acerca de la carrera política de Begin ver: B. Avishai (1985) 166-167 (1985) 166-167 L. Brenner (1984) 117, 129-130, 146; «Irgun», en I. C. B. Dear et al. (orgs. 1995) 571; H. M. Sachar (1976) 266. [86] La carta firmada por Hannah Arendt, Einstein, Sidney Hook, Seymour Melmen y otros fue publicada en The New York Times del 4 de Diciembre de 1948 y se halla citada en L. Brenner (1983) 123 y (1984) 146-147 (1984) 146-147 [87] Id. (1983) 269; id. (1984) 129, 193, 199. Referencias Götz ALY y Susanne HEIM (2006) Les Architectes de l‟Extermination. Auschwitz et la Logique de l‟Anéantissement, Paris: Calmann-Lévy. Hannah ARENDT (1994) Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil (ed. rev. e ampl.), Harmondsworth: Penguin. Bernard AVISHAI (1985) The Tragedy of Zionism. Revolution and Democracy in the Land of Israel, Nueva York: Farrar, Straus and Giroux. Simone de BEAUVOIR [s. d.] «Prefácio», en Jean-François Steiner, Treblinka. A Revolta de um Campo de Extermínio, Lisboa: Bertrand. Edwin BLACK (1999) The Transfer Agreement. The Dramatic Story of the Pact between the Third Reich and Jewish Palestine (ed. rev. e ampl.), Washington: Dialog. 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Mis reticencias sobre el sionismo
Por Sigmund Freud - Wednesday, Jul. 30, 2014 at 10:58 AM

Freud: Mis reticencias sobre el sionismo Publicado el 23/02/2013 por losotrosjudios Estándar freudLa carta de Sigmund Freud, del 26 de febrero de 1930, está dirigida a Chaim Koffler, miembro de la Fundación para la Reinstalación de los Judíos en Palestina (Keren Hayesod), fue traducida por primera vez del alemán al francés por Jacques Le Rider. Fue publicada por la revista “Cliniques méditérranéennes” (n° 70, Erès, 2004), acompañada por un comentario de Elisabeth Roudinesco, historiadora del psicoanálisis. Viena, 26 de febrero de 1930 Doctor, No puedo hacer lo que usted desea. Mi reticencia a interesar al público en mi persona es insalvable y creo que las circunstancias críticas actuales no me incitan para nada a hacerlo. Quien quiera influenciar a la mayoría debe tener algo arrollador y entusiasta para decir, y eso, mi opinión reservada sobre el sionismo no lo permite. Sin dudas tengo los mejores sentimientos de simpatía para esfuerzos libremente consentidos, estoy orgulloso de nuestra universidad de Jerusalén y me alegro por la prosperidad de los establecimientos de nuestros colonos. Pero, por otro lado, no creo que Palestina pueda algún día ser un Estado judío ni que tanto el mundo cristiano como el mundo islámico puedan un día estar dispuestos a confiar sus lugares santos al cuidado de los judíos. Me hubiera parecido más prudente fundar una patria judía en un suelo históricamente no cargado; en efecto, sé que, para un propósito tan racional, nunca se hubiera podido suscitar la exaltación de las masas ni la cooperación de los ricos. Concedo también, con pesar, que el fanatismo poco realista de nuestros compatriotas tiene su parte de responsabilidad en el despertar del recelo de los árabes. No puedo sentir la menor simpatía por una piedad mal interpretada que hace de un trozo de muro de Herodes una reliquia nacional y, a causa de ella, desafía los sentimientos de los habitantes de la región. Juzgue usted mismo si, con un punto de vista tan crítico, soy la persona que hace falta para cumplir el rol de consolador de un pueblo quebrantado por una esperanza injustificada. Freud Viena, Bergasse 19

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"La grandeza de Arafat"
Por Gilles Deleuze - Wednesday, Jul. 30, 2014 at 12:12 PM

"La grandeza de Arafat", ensayo de Gilles Deleuze La causa palestina es ante todo el conjunto de las injusticias que este pueblo ha padecido y sigue padeciendo. Estas injusticias son los actos de violencia pero también las sinrazones, los falsos razonamientos, las falsas garantías con que se les pretende compensar y justificar. Arafat no ha usado más que una palabra para hablar de las promesas incumplidas, de los compromisos violados, tras las masacres de Sabra y Chatila: shame, shame. Se dice que no es un genocidio. Sin embargo, es una historia que, desde el principio, tiene mucho de Oradour. El terrorismo sionista no se dirigía únicamente contra los ingleses, sino contra los pueblos árabes que tenían que desaparecer; el Irgún fue muy activo en este sentido (Deir Yassine). En todos los casos se trata de hacer como si el pueblo palestino no solamente no debiera existir, sino que no hubiera existido nunca. Los conquistadores eran quienes habían padecido ellos mismos el mayor genocidio de la historia. Los sionistas hicieron de este genocidio un mal absoluto. Pero transformar el mayor genocidio de la historia en mal absoluto es una visión religiosa y mística, no una visión histórica. Esta visión no detiene el mal; al contrario, lo propaga, lo hace recaer sobre otros inocentes, exige una reparación que hace sufrir a otros una parte de lo que los judíos han sufrido (expulsión, asilamiento en el gueto, desaparición como pueblo). Con medios más “fríos” que los del genocidio, se trata de llegar al mismo resultado. Los EE.UU. y Europa les debían a los judíos una reparación. Y esta reparación se la hicieron pagar a un pueblo del cual lo menos que puede decirse es que no tenía nada que ver con ella, que era singularmente inocente de todo holocausto y que ni siquiera había oído hablar de él. El sionismo, y después el Estado de Israel, exigieron a los palestinos reconocimiento jurídico. Pero él mismo, el Estado de Israel, no ha dejado de negar el hecho mismo de la existencia del pueblo palestino. Nunca se habla de palestinos, sino de árabes de Palestina, como si hubiesen estado allí por casualidad o por error. Luego se hará como si los palestinos expulsados viniesen de otro lugar, nunca se mencionará la primera guerra de resistencia que llevaron a cabo completamente solos. Se hará de ellos los descendientes de Hitler, puesto que no reconocen a Israel su derecho. Pero Israel se reserva el derecho de negar su existencia de hecho. Aquí comienza una ficción que cada vez se extenderá más, y que pesará sobre todos los defensores de la causa palestina. Esta ficción, que es una apuesta de Israel, consistía en hacer pasar por antisemitas a cuantos pusieran objeciones a los hechos y a las acciones del Estado sionista. La fuente de esta operación fue la fría política de Israel con respecto a los palestinos. Arafat, el poeta Mahmoud Darwish y el fundador del FPLP Dr. George Habbash Desde el comienzo, Israel no ha ocultado su propósito: vaciar el territorio palestino. Aún más: hacer como si el territorio palestino estuviera vacío, destinado desde siempre a los sionistas. Se trataba de una colonización, pero no en el sentido europeo del siglo XIX: no se quería explotar a los nativos, se les quería expulsar. Quienes se resistieran a ello no se convertirían en una mano de obra dependiente del territorio, sino en una mano de obra volante y desarraigada, como si se tratase de inmigrantes reunidos en un gueto. Desde el principio se trató de ocupar las tierras como si estuviesen desiertas o pudiesen vaciarse. Es un genocidio, pero el exterminio físico está subordinado en este caso a la evacuación geográfica: al no ser más que árabes en general, los palestinos supervivientes deben fundirse con el resto de los árabes. El exterminio físico, aunque se confíe a mercenarios, no deja de estar presente. Pero se alega que no es un genocidio, ya que no se trata de la “solución final”: en efecto, es un medio entre otros. La complicidad de los EE.UU. con Israel no procede únicamente del poder de un lobby sionista. Elias Sanbar ha mostrado perfectamente que los EE.UU. han encontrado en Israel un aspecto de su historia: el exterminio de los indios que, también en este caso, sólo en parte fue directamente físico. Se trataba de vaciar, de hacer como si nunca hubiese habido indios más que en guetos, lo que hacía de ellos otros inmigrantes interiores más. En muchos aspectos, los palestinos son los nuevos indios, los indios de Israel. El análisis marxista indica estos dos movimientos complementarios del capitalismo: imponerse constantemente límites en cuyo interior despliega y explota su propio sistema; desplazar cada vez más lejos estos límites, rebasarlos para volver a emprender a mayor escala o con mayor intensidad su propia fundación. Desplazar los límites: ésta fue la acción del capitalismo americano, del sueño americano, que ha sido recuperado por Israel y por el sueño del Gran Israel en territorio árabe y a costa de los árabes. ¿Cómo ha podido el pueblo palestino resistir, cómo resiste aún? ¿Cómo ha pasado de ser una sociedad de linajes a convertirse en una nación armada? ¿Cómo se ha dado a sí mismo un organismo que no simplemente le representa sino que lo encarna, aún sin territorio y sin Estado? Hacía falta un personaje histórico que, desde el punto de vista occidental, se diría salido de Shakespeare, y ése fue Arafat. No es la primera vez en la historia (los franceses pueden pensar en la Francia libre, con la diferencia de que al principio contaba con menos base popular). Y lo que tampoco ha ocurrido por primera vez en la historia es que en cada ocasión en que ha sido posible una solución o un elemento para la solución los israelíes la han destruido deliberada y sistemáticamente. Apelaban a su posición religiosa para negar, no ya el derecho, sino incluso el hecho palestino. Se desentendían de su propio terrorismo tratando a los palestinos como terroristas llegados del exterior. Y, precisamente porque los palestinos no eran tal cosa, sino un pueblo específico, tan diferente del resto de los árabes como pueden serlo entre sí los pueblos de Europa, no podían esperar de los propios Estados árabes más que una ayuda ambigua, que a veces se convertía en hostilidad y exterminio, cuando el modelo palestino se volvía peligroso para ellos. Los palestinos han recorrido todos los círculos infernales de la historia: el abandono de las soluciones cada vez que eran posibles, las peores inversiones de las alianzas en las que habían puesto su confianza, el incumplimiento de las promesas más solemnes... Y su resistencia ha tenido que alimentarse de todo ello. Puede que uno de los objetivos de las masacres de Sabra y Chatila haya sido el de desprestigiar a Arafat. No había dado su consentimiento a la partida de los combatientes, cuya fuerza seguía intacta, más que a cambio de que la seguridad de sus familias quedase absolutamente garantizada por los EE.UU. e incluso por Israel. Después de las masacres, no quedaba más palabra que “shame”. Si la crisis de la OLP que se va a producir tuviera como resultado a plazo medio, ya fuera la integración en un Estado árabe, ya la disolución en el integrismo musulmán, entonces podría decirse que el pueblo palestino ha desaparecido efectivamente. Pero ello ocurriría con tales condiciones que el mundo, los EE.UU. y hasta Israel no dejarían de lamentar las ocasiones perdidas, incluyendo las que aún son posibles en este momento. A la fórmula orgullosa de Israel (“Nosotros no somos un pueblo como los demás”) ha respondido siempre el grito palestino, invocado en el primer número de la Revue d’études palestiniennes: somos un pueblo como los demás, no queremos ser otra cosa... Al emprender la guerra terrorista del Líbano, Israel ha intentado suprimir a la OLP y privar al pueblo palestino de su soporte, tras haberle privado de su tierra. Y puede que lo haya conseguido, porque en la Trípoli sitiada sólo quedaba la presencia física de Arafat entre los suyos, todos sumidos en una especie de grandeza solitaria. Pero el pueblo palestino no perderá su identidad más que provocando en su lugar un doble terrorismo, de Estado y de religión, que se beneficiará de su desaparición y que hará imposible todo acuerdo de paz con Israel. De la guerra del Líbano Israel no saldrá sólo moralmente desunido y económicamente desorganizado, sino que se enfrentará a la imagen invertida de su propia intolerancia. Una solución política, un compromiso pacífico sólo es posible con una OLP independiente, que no haya desaparecido en uno de los Estados existentes y que no se disuelva en los distintos movimientos islámicos. La desaparición de la OLP sólo sería una victoria de las fuerzas ciegas de la guerra, indiferentes a la supervivencia del pueblo palestino. Revue d’études palestiniennes, nº 10, invierno de 1984 (el texto está fechado en septiembre de 1983).

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'Afirmo un judaísmo no asociado a la violencia del Estado'
Por Judith Butler - Wednesday, Jul. 30, 2014 at 12:18 PM

Respuesta de Judith Butler al ataque: 'Afirmo un judaísmo no asociado a la violencia del Estado' Ayer [26 de agosto] el diario Jerusalem Post publicó un ataque contra la adjudicación de un importante premio internacional a Judith Butler, filósofa y profesora de literatura comparada en la Universidad de Berkeley, debido a que Butler apoya el boicot a Israel. Butler escribió esta respuesta y, al no tener esperanza de que el Post lo publicara, nos lo envió a nosotros. – Los editores. El Jerusalem Post publicó recientemente un artículo que informa de que algunas organizaciones se oponen a que me hayan adjudicado el Premio Adorno, un premio que se otorga cada tres años a una persona que trabaje en la tradición de la teoría crítica en sentido amplio. Las acusaciones contra mí son que apoyo a Hamas e Hizbolá (lo que no es cierto), que apoyo el BDS (parcialmente cierto) y que soy antisemita (evidentemente falsa). Tal vez no me debería sorprender tanto que quienes se oponen a que reciba el Premio Adorno recurran a estas acusaciones difamatorias y sin fundamento para expresar su punto de vista. Soy una académica que llegó a una introducción a la filosofía a través del pensamiento judío y me considero a mí misma defensora y continuadora de una tradición ética judía que incluye figuras como Martin Buber y Hannah Arendt. He recibido una educación judía en Cleveland, Ohio, en el templo, bajo la tutela del rabino Daniel Silver donde he desarrollado fuertes convicciones éticas sobre la base del pensamiento filosófico judío. Aprendí y llegué a aceptar que somos llamados por los demás y por nosotros mismos a responder y mitigar el sufrimiento. Pero para hacerlo tenemos que oír el llamado, encontrar los recursos con los cuales vamos a responder y, a veces, sufrir las consecuencias de hablar como lo hacemos. A cada paso en mi educación judía me enseñaron que no es aceptable permanecer en silencio ante la injusticia. Este mandato es algo difícil, ya que no nos dice exactamente cuándo y cómo hablar, o cómo hablar de una manera que no produzca una nueva injusticia, o la forma de hablar de modo que será escuchada y registrada en la manera correcta. Estos detractores no escuchan mi posición actual y tal vez no debería sorprenderme, ya que su táctica consiste en destruir las condiciones de audibilidad. Estudié filosofía en la Universidad de Yale y continué reflexionando sobre las cuestiones de la ética judía a lo largo de mi educación. Me sigo sintiendo agradecida por esos recursos éticos, por la formación que tuve y que aún me animan. Es falso, absurdo y doloroso para cualquiera argumentar que los que formulan una crítica al Estado de Israel son antisemitas o, en caso de ser judío, es uno que se odia a sí mismo. Dichas acusaciones tratan de demonizar a la persona que está expresando un punto de vista crítico y así descalificar de antemano su opinión. Es la táctica del silenciamiento: esta persona es incalificable y cualquier cosa que diga se desecha de antemano o se distorsiona de tal modo que anula el acto de expresión. La acusación se niega a considerar el punto de vista, a debatir su validez, a considerar sus formas de evidencia y a arribar a una conclusión sólida sobre la base de escuchar a la razón. La imputación no es sólo un ataque a personas que tienen puntos de vista que algunos encuentran objetables, sino que es un ataque al intercambio razonable, a la posibilidad misma de escuchar y hablar en un contexto en el que realmente se podría considerar lo que el otro tiene que decir. Cuando un conjunto de judíos etiqueta a otro grupo de judíos con el membrete de “antisemita”, está tratando de monopolizar el derecho a hablar en nombre de los judíos. Así que, en realidad, la acusación de antisemitismo es una tapadera de una disputa interna judía. En los Estados Unidos me alarmó la cantidad de judíos que, estando consternados por la política israelí, incluyendo la ocupación, las prácticas de detención indefinida y el bombardeo de poblaciones civiles en Gaza, tratan de renegar de su judaísmo. Cometen el error de pensar que el Estado de Israel representa el judaísmo de nuestro tiempo y que si uno se identifica como judío, apoya a Israel y sus acciones. Y, sin embargo, siempre ha habido tradiciones judías que se oponen a la violencia de Estado, que afirman la convivencia multicultural y defienden los principios de igualdad. Esta tradición ética fundamental se olvida o deja de lado cuando cualquiera de nosotros acepta a Israel como la base de la identificación judía o de sus valores. Así que, por un lado, los judíos que son críticos con Israel piensan que tal vez no pueden seguir siendo judíos si Israel representa al judaísmo, y, por otro lado, aquellos que tratan de anular a cualquiera que critique a Israel también identifican a Israel con el judaísmo, lo que lleva a la conclusión de que el crítico debe ser antisemita o, si es judío, odiarse a sí mismo. Mis esfuerzos académicos y públicos se han dirigido a salir de este embrollo. En mi opinión, existen fuertes tradiciones judías, incluso las del sionismo temprano, que valoran la convivencia y que ofrecen maneras de oponerse a la violencia de todo tipo, incluyendo la violencia estatal. Es muy importante que estas tradiciones sean revalorizadas y alentadas para estos tiempos ya que representan los valores de la diáspora, las luchas por la justicia social y el importantísimo concepto de “reparar el mundo” (Tikun). Está claro para mí que las pasiones tan fuertes que intervienen en estos temas son las que hacen tan difícil escuchar y hablar. Se sacan unas pocas palabras de contexto, se distorsiona su significado y llevan a etiquetar o, incluso, a marcar a un individuo. Esto le pasa a muchas personas cuando ofrecen una visión crítica de Israel: se les tacha de antisemitas o incluso de colaboradores de los nazis. Estas formas de acusación tienen el propósito de establecer las formas más persistentes y tóxicas de estigmatización y demonización. Acusan a la persona tomando las palabras fuera de contexto, invirtiendo su significado y haciendo que permanezcan en vez de la persona; de hecho, anulan los puntos de vista de esta persona sin tener en cuenta el contenido de esos puntos de vista. Para aquellos de nosotros que somos descendientes de los judíos europeos que fueron destruidos en el genocidio nazi (la familia de mi abuela fue destruida en un pequeño pueblo al sur de Budapest), el insulto más doloroso y lesivo es ser llamado cómplice del odio a los judíos o ser calificado de persona que se odia a sí misma. Y aún es más difícil de soportar el dolor de esta acusación cuando uno trata de afirmar lo que es más valioso en el pensamiento judío acerca de la ética contemporánea, incluyendo la relación ética con los desposeídos de la tierra y el derecho a la autodeterminación, con los que tratan de mantener viva la memoria de su opresión, con aquellos que tratan de vivir una vida que va a ser, y debe ser, digna de ser sufrida. Yo sostengo que todos estos valores derivan de importantes fuentes judías, lo que no quiere decir que solo se deriven de esas fuentes. Pero para mí, dada la historia de la cual provengo, es de máxima importancia denunciar como judía la injusticia y luchar contra toda forma de racismo. Esto no me convierte en una judía que se odia a sí misma. Esto me convierte en alguien que quiere afirmar un judaísmo que no se identifica con la violencia de Estado y que se identifica con la lucha de amplia base por la justicia social. Mis observaciones sobre Hamas e Hizbolá se han sacado de contexto y se han distorsionado mis permanentes puntos de vista. Siempre he estado a favor de la acción política no violenta y este principio siempre ha caracterizado mis puntos de vista. Un miembro de una audiencia académica me preguntó hace algunos años si pensaba que Hamas e Hizbolá pertenecían a “la izquierda global” y le respondí con dos puntos. El primero era meramente descriptivo. Estas organizaciones políticas se definen como antiimperialistas y el antiimperialismo es una característica de la izquierda global, por lo que sobre esa base se podrían describir como parte de la izquierda global. Entonces el segundo punto fue crítico. Como con cualquier grupo de izquierda, uno tiene que decidir si se está a favor o en contra de este grupo, para lo cual se debe evaluar críticamente su postura. No acepto ni apruebo a todos los grupos de la izquierda global. De hecho, a estas observaciones siguió una charla que di esa noche en la que hice hincapié en la importancia del duelo público y de las prácticas políticas de la no violencia, un principio que elaboré y defendí en mis tres libros más recientes: Precarious Life , Frames of War y Parting Ways. Guernica y otras publicaciones de internet me entrevistaron acerca de mis opiniones sobre la no violencia y estas opiniones son fáciles de encontrar si alguien quiere saber cuál es mi posición sobre estas cuestiones. De hecho, a veces se burlan de mí personas de izquierda que apoyan formas de resistencia violenta y que piensan que no entiendo esas prácticas. Es cierto: no apoyo las prácticas de resistencia violenta y tampoco la violencia del Estado, no tienen derecho, y nunca lo tuvieron. Este punto de vista quizás me hace más ingenua que peligrosa, pero es mi punto de vista. Por lo tanto, ¡siempre me ha parecido absurdo que se tergiversen mis comentarios para expresar que apoyo o apruebo a Hamas e Hizbolá! Nunca he adoptado una postura sobre ninguna de las dos organizaciones, así como nunca he apoyado a ninguna organización que posiblemente forme parte de la izquierda global. No doy mi apoyo incondicional a todos los grupos que constituyen en la actualidad la izquierda global. Afirmar que esas organizaciones pertenecen a la izquierda no quiere decir que deben pertenecer, o que las respaldo o apoyo de alguna forma. Agrego dos puntos. Apoyo el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) de una manera muy específica. Rechazo algunas versiones y acepto otras. Para mí, el BDS significa que estoy en contra de las inversiones en empresas que fabrican equipos militares cuyo único objetivo es demoler casas. Esto significa también que no hablo en instituciones israelíes a menos que adopten una postura firme en contra de la ocupación. No acepto ninguna versión del BDS que discrimine a los individuos sobre la base de la ciudadanía nacional y mantengo estrechas relaciones de colaboración con muchos académicos israelíes. Una razón por la que puedo avalar el BDS y no aprobar a Hamas e Hizbolá es que es el BDS es el mayor movimiento no violento cívico y político que trata de establecer la igualdad y los derechos de autodeterminación para los palestinos. Mi propia opinión es que los pueblos de esos territorios, judíos y palestinos, deben encontrar una manera de convivir bajo condiciones de igualdad. Como muchas otras personas, anhelo una política verdaderamente democrática en esas tierras y afirmo los principios de la autodeterminación y la cohabitación de ambos pueblos, de hecho, para todos los pueblos. Y mi deseo, como es el deseo de un número cada vez mayor de judíos y no judíos, esque la ocupación llegue a su fin, que cese la violencia de toda índole y que una nueva estructura política garantice los derechos políticos sustanciales para todas las personas en esta tierra. El grupo que patrocina este llamamiento es Académicos por la Paz en Oriente Medio, un nombre equivocado en el mejor de los casos, que afirma en su web que “el Islam” es una religión “inherentemente antisemita (sic)”. No se trata, como ha informado el Jerusalem Post, de un amplio grupo de académicos judíos en Alemania, sino de una organización internacional con base en Australia y California. Es una organización de derecha y, por lo tanto, es parte de una guerra interna judía. Un exmiembro de la junta, Gerald Steinberg, es conocido por atacar tanto a organizaciones de derechos humanos en Israel como a Amnistía Internacional y a Human Rights Watch. Su voluntad de incluir a infractores israelíes de los derechos humanos aparentemente los hace también candidatos a la etiqueta de “antisemita”. Por último, yo no soy un instrumento de ninguna “Organización No Gubernamental”: pertenezco a la junta asesora de Jewish Voice for Peace [Voz Judía por la Paz], soy miembro de la Sinagoga Kehillah en Oakland, California, y miembro ejecutivo de la Facultad por la Paz Israelo-Palestina en los EE.UU. y del Teatro de Jenin, en Palestina. Mis puntos de vista políticos han abordado un gran número de temas sin limitarse a Oriente Medio o al Estado de Israel. De hecho, he escrito acerca de la violencia y la injusticia en otras partes del mundo y me he centrado principalmente en las guerras emprendidas por Estados Unidos. También he escrito sobre la violencia en contra de las personas transexuales en Turquía, la violencia psiquiátrica, la tortura en Guantánamo y sobre la violencia policial contra manifestantes pacíficos en los EE.UU., por nombrar unos pocos temas. También he escrito contra el antisemitismo en Alemania y contra la discriminación racial en los Estados Unidos. Judith Butler es profesora “Maxine Elliot” en los departamentos de Retórica y Literatura Comparada y co-directora del Programa de la Teoría Crítica en la Universidad de California, Berkeley. También es profesora “Hannah Arendt” de Filosofía en la European Graduate School en Saas-Fee, Suiza. Ha escrito muchos libros, incluyendo el más reciente The Power of Religion in Public Life [El poder de la religión en la vida pública]. Fuente: Judith Butler responds to attack: ‘I affirm a Judaism that is not associated with state violence’ Judith Butler, Mondoweiss / Rebelión (Traducido para Rebelión por J.M.)

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“El sionismo, como visión del mundo, es absolutamente racista"
Por Hugo Chávez Frías - Wednesday, Jul. 30, 2014 at 12:22 PM

Carta del presidente al Secretario General de las Naciones Unidas Presidente Chávez: “El sionismo, como visión del mundo, es absolutamente racista" Venezuela | 20 de septiembre de 2011 imprimir Enviar la referencia de este documento por email Carta del presidente al Secretario General de las Naciones Unidas exigiendo la creación de un Estado palestino y denunciando los crímenes del sionismo Miraflores, 17 de septiembre de 2011 Su Excelencia Ban Ki-Moon Secretario General Organización de las Naciones Unidas Señor Secretario General: Distinguidos representantes de los pueblos del mundo: Dirijo estas palabras a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, a este gran foro donde están representados todos los pueblos de la tierra, para ratificar, en este día y en este escenario, el total apoyo de Venezuela al reconocimiento del Estado palestino: al derecho de Palestina a convertirse en un país libre, soberano e independiente. Se trata de un acto de justicia histórico con un pueblo que lleva en sí, desde siempre, todo el dolor y el sufrimiento del mundo. El gran filósofo francés Gilles Deleuze, en su memorable escrito La grandeza de Arafat, dice con el acento de la verdad: La causa palestina es ante todo el conjunto de injusticias que este pueblo ha padecido y sigue padeciendo. Y también es, me atrevo agregar, una permanente e indoblegable voluntad de resistencia que ya está inscrita en la memoria heroica de la condición humana. Voluntad de resistencia que nace del más profundo amor por la tierra. Mahmud Darwish, voz infinita de la Palestina posible, nos habla desde el sentimiento y la conciencia de este amor: No necesitamos el recuerdo/ porque en nosotros está el Monte Carmelo/ y en nuestros párpados está la hierba de Galilea./ No digas: ¡si corriésemos hacia mi país como el río!/ ¡No lo digas!/ Porque estamos en la carne de nuestro país/ y él está en nosotros. Contra quienes sostienen, falazmente que lo ocurrido al pueblo palestino no es un genocidio, el mismo Deleuze sostiene con implacable lucidez: En todos los casos se trata de hacer como si el pueblo palestino no solamente no debiera existir, sino que no hubiera existido nunca. Es, cómo decirlo, el grado cero del genocidio: decretar que un pueblo no existe; negarle el derecho a la existencia. A propósito, cuánta razón tiene el gran escritor español Juan Goytisolo cuando señala contundentemente: La promesa bíblica de la tierra de Judea y Samaria a las tribus de Israel no es un contrato de propiedad avalado ante notario que autoriza a desahuciar de su suelo a quienes nacieron y viven en él. Por eso mismo, la resolución del conflicto del Medio Oriente pasa, necesariamente, por hacerle justicia al pueblo palestino; éste es el único camino para conquistar la paz. Duele e indigna que quienes padecieron uno de los peores genocidios de la historia, se hayan convertido en verdugos del pueblo palestino: duele e indigna que la herencia del Holocausto sea la Nakba. E indigna, a secas, que el sionismo siga haciendo uso del chantaje del antisemitismo contra quienes se oponen a sus atropellos y a sus crímenes. Israel ha instrumentalizado e instrumentaliza, con descaro y vileza, la memoria de las víctimas. Y lo hace para actuar, con total impunidad, contra Palestina. De paso, no es ocioso precisar que el antisemitismo es una miseria occidental, europea, de la que no participan los árabes. No olvidemos, además, que es el pueblo semita palestino el que padece la limpieza étnica practicada por el Estado colonialista israelí. Quiero que se me entienda: una cosa es rechazar al antisemitismo, y otra muy diferente aceptar pasivamente que la barbarie sionista le imponga un régimen de apartheid al pueblo palestino. Desde un punto de vista ético, quien rechaza lo primero, tiene que condenar lo segundo. Una digresión necesaria: es francamente abusivo confundir sionismo con judaísmo; no pocas voces intelectuales judías, como las de Albert Einstein y Erich Fromm, se han encargado de recordárnoslo a través del tiempo. Y, hoy por hoy, es cada vez más numerosa la ciudadanía consciente que, en el propio Israel, se opone abiertamente al sionismo y a sus prácticas terroristas y criminales. Hay que decirlo con todas sus letras: el sionismo, como visión del mundo, es absolutamente racista. Estas palabras de Golda Meir, en su aterrador cinismo, son prueba fehaciente de ello: ¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quien devolverlo. No hay tal cosa llamada palestinos. No era como se piensa que existía un pueblo llamado palestino, que se considera él mismo como palestino y que nosotros llegamos, los echamos y les quitamos su país. Ellos no existían. Necesario es hacer memoria: desde finales del siglo XIX, el sionismo planteó el regreso del pueblo judío a Palestina y la creación de un Estado nacional propio. Este planteamiento era funcional al colonialismo francés y británico, como lo sería después al imperialismo yanqui. Occidente alentó y apoyó, desde siempre, la ocupación sionista de Palestina por la vía militar. Léase y reléase ese documento que se conoce históricamente como Declaración de Balfour del año 1917: el Gobierno británico se arrogaba la potestad de prometer a los judíos un hogar nacional en Palestina, desconociendo deliberadamente la presencia y la voluntad de sus habitantes. Hay que acotar que en Tierra Santa convivieron en paz, durante siglos, cristianos y musulmanes, hasta que el sionismo comenzó a reivindicarla como de su entera y exclusiva propiedad. Recordemos que, desde la segunda década del siglo XX, el sionismo, aprovechando la ocupación colonial británica de Palestina, comenzó a desarrollar su proyecto expansionista. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, se exacerbaría la tragedia del pueblo palestino, consumándose la expulsión de su territorio y, al mismo tiempo, de la historia. En 1947 la ominosa e ilegal resolución 181 de Naciones Unidas recomienda la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo control internacional (Jerusalén y Belén). Se concedió, vaya qué descaro, el 56% del territorio al sionismo para la constitución de su Estado. De hecho, esta resolución violaba el derecho internacional y desconocía flagrantemente la voluntad de las grandes mayorías árabes: el derecho de autodeterminación de los pueblos se convertía en letra muerta. Desde 1948 hasta hoy, el Estado sionista ha proseguido con su criminal estrategia contra el pueblo palestino. Para ello, ha contado siempre con un aliado incondicional: los Estados Unidos de Norteamérica. Y esta incondicionalidad se demuestra a través de un hecho bien concreto: es Israel quien orienta y fija la política internacional estadounidense para el Medio Oriente. Con toda razón, Edward Said, esa gran conciencia palestina y universal, sostenía que cualquier acuerdo de paz que se construya sobre la alianza con EEUU será una alianza que confirme el poder del sionismo, más que confrontarlo. Ahora bien: contra lo que Israel y Estados Unidos pretenden hacerle creer al mundo, a través de las transnacionales de la comunicación, lo que aconteció y sigue aconteciendo en Palestina, digámoslo con Said, no es un conflicto religioso: es un conflicto político, de cuño colonial e imperialista; no es un conflicto milenario sino contemporáneo; no es un conflicto que nació en el Medio Oriente sino en Europa. ¿Cuál era y cuál sigue siendo el meollo del conflicto?: se privilegia la discusión y consideración de la seguridad de Israel, y para nada la de Palestina. Así puede corroborarse en la historia reciente: basta con recordar el nuevo episodio genocida desencadenado por Israel a través de la operación "Plomo Fundido" en Gaza. La seguridad de Palestina no puede reducirse al simple reconocimiento de un limitado autogobierno y autocontrol policíaco en sus "enclaves" de la ribera occidental del Jordán y en la franja de Gaza, dejando por fuera no sólo la creación del Estado palestino, sobre las fronteras anteriores a 1967 y con Jerusalén oriental como su capital, los derechos de sus nacionales y su autodeterminación como pueblo, sino, también, la compensación y consiguiente vuelta a la Patria del 50% de la población palestina que se encuentra dispersa por el mundo entero, tal y como lo establece la resolución 194. Es increíble que un país (Israel) que debe su existencia a una resolución de la Asamblea General, pueda ser tan desdeñoso de las resoluciones que emanan de las Naciones Unidas, denunciaba el padre Miguel D’Escoto cuando pedía el cese de la masacre contra el pueblo de Gaza, a finales de 2008 y principios de 2009. Señor Secretario General y distinguidos representantes de los pueblos del mundo: Es imposible ignorar la crisis de Naciones Unidas. Ante esta misma Asamblea General sostuvimos, en el año 2005, que el modelo de Naciones Unidas se había agotado. El hecho de que se haya postergado el debate sobre la cuestión palestina, y que se le esté saboteando abiertamente, es una nueva confirmación de ello. Desde hace ya varios días, Washington viene manifestando que vetará en el Consejo de Seguridad lo que será resolución mayoritaria de la Asamblea General: el reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la ONU. Junto a las Naciones hermanas que conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), en la Declaración de reconocimiento del Estado palestino, hemos deplorado, desde ya, que tan justa aspiración pueda ser bloqueada por esta vía. Como sabemos, el imperio, en éste y en otros casos, pretende imponer un doble estándar en el escenario mundial: es la doble moral yanqui que viola el derecho internacional en Libia, pero permite que Israel haga lo que le dé la gana, convirtiéndose así en el principal cómplice del genocidio palestino a manos de la barbarie sionista. Recordemos unas palabras de Said que meten el dedo en la llaga: Debido a los intereses de Israel en Estados Unidos, la política de este país en torno a Medio Oriente es, por tanto, israelocéntrica. Quiero finalizar con la voz de Mahmud Darwish en su memorable poema Sobre esta tierra: Sobre esta tierra hay algo que merece vivir: sobre esta tierra está la señora de/ la tierra, la madre de los comienzos, la madre de los finales. Se llamaba Palestina. Se sigue llamando/ Palestina. Señora: yo merezco, porque tú eres mi dama, yo merezco vivir. Se seguirá llamando Palestina: ¡Palestina vivirá y vencerá! ¡Larga vida a Palestina libre, soberana e independiente! Hugo Chávez Frías Presidente de la República Bolivariana de Venezuela

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La Muralla de Hierro, Nosotros y los árabes (1923)
Por Vladimir Jabotinski - Wednesday, Jul. 30, 2014 at 6:47 PM

Vladimir Jabotinski La Muralla de Hierro, Nosotros y los árabes (1923) Nota: Jabotinski fue el principal ideólogo del revisionismo sionista, opuesto tanto al laborismo como al sionismo burgués de los seguidores de Teodor Herzl. En este artículo presenta sus ideas respecto a lo que debe ser la relación con los árabes. Contrariamente a la excelente regla de ir al grano directamente, debo comenzar este artículo con una introducción personal. El autor de estas líneas es considerado un enemigo de los árabes, alguien que propone su expulsión, etc. Esto no es verdad. Mi relación emocional con los árabes es la misma que con los otros pueblos – una educada indiferencia. Mi actitud política hacia ellos se caracteriza por dos principios. Primero: la expulsión de los árabes de Palestina es absolutamente imposible. Existirán siempre dos naciones en Palestina – lo cual para mí es bueno, en tanto los judíos sean mayoría. Segundo: estoy orgulloso de haber sido miembro del grupo que formuló el Programa de Helsingfors. Lo formulamos, no sólo para los judíos, sino para todos los pueblos, y su base es la igualdad de todas las naciones. Estoy dispuesto a jurar, por nosotros y nuestros descendientes, que nunca destruiremos esta igualdad y nunca intentaremos expulsar u oprimir a los árabes. Nuestro credo, como el lector puede ver, es completamente pacífico. Pero es absolutamente otro asunto si será posible lograr nuestros propósitos pacíficos a través de medios pacíficos. Esto depende, no de nuestra actitud hacia los árabes, sino exclusivamente de la actitud de los árabes hacia el sionismo. Tras esta introducción podemos pasar al asunto principal. Que los árabes de la tierra de Israel voluntariamente lleguen a un acuerdo con nosotros está más allá de toda esperanza en el presente, y en el futuro inmediato. Esta convicción íntima la expreso de manera tan categórica no para consternar a la facción sionista moderada, sino por el contrario para salvarlos de la decepción. Aparte de aquellos que han sido virtualmente “ciegos” desde la niñez, todos los otros sionistas moderados han comprendido desde hace tiempo que no existe ni siquiera la menor esperanza de obtener el acuerdo con los árabes de la tierra de Israel para que “Palestina” se convierta en un país con mayoría judía. Todo lector tiene alguna idea de la historia temprana de otros países que han sido colonizados. Sugiero que recuerde todas las instancias conocidas. Si intentara buscar siquiera un ejemplo de un país colonizado con el consentimiento de aquellos nacidos allí, fracasaría. Los habitantes nativos (no importa si son civilizados o salvajes) siempre han opuesto una obstinada resistencia. Además, la manera en que actúa el colonizador no ha importado en absoluto. Los españoles que conquistaron México y Perú, o nuestros propios ancestros en la época de Joshua ben Nun se comportaron, podría decirse, como saqueadores. Pero aquellos “grandes exploradores”, los ingleses, escoceses y holandeses que fueron los reales primeros pioneros de Norteamérica eran gente que poseían un elevado nivel ético; hombres que no sólo deseaban dejar a los pieles rojas en paz sino que les daba lástima hasta una mosca; gente que con toda sinceridad e inocencia creía que en esos bosques vírgenes y vastas praderas existía espacio disponible para ambos, los blancos y los pieles rojas. Sin embargo, el nativo resistió ante los bárbaros y ante los civilizados con el mismo grado de crueldad. Otra cuestión que no ha tenido importancia fue si existió o no sospecha de que el conquistador deseaba remover a los nativos de su tierra. La vasta extensión de los Estados Unidos nunca contuvo más que uno o dos millones de indios. Los aborígenes combatieron a los colonos blancos no por temor a ser expropiados, sino simplemente porque nunca existió un habitante indígena que haya aceptado el establecimiento de otros en su país. Cualquier población nativa – no importa si es civilizada o salvaje– ve a su país como su hogar nacional, del cual desean siempre ser los dueños absolutos. Ellos no permitirán voluntariamente, no sólo un nuevo dueño, sino incluso un nuevo vecino. Y esto sucede con los árabes. Los partidarios del compromiso en nuestro campo intentan convencernos de que los árabes son unos tontos que pueden ser engañados por una edulcorada formulación de nuestros propósitos, o una tribu de buscadores de dinero que abandonarán el derecho a su tierra nativa de Palestina por beneficios económicos y culturales. Rechazo de plano esa afirmación. Culturalmente los árabes palestinos están 500 años detrás nuestro, espiritualmente no tienen nuestra resistencia o nuestra fuerza de voluntad. Podemos hablar tanto como queramos acerca de nuestras buenas intenciones; pero ellos saben como nosotros lo que no es bueno para ellos. Sienten hacia Palestina el mismo amor instintivo y el fervor que un azteca sentía respecto de su México o un sioux hacia su pradera. Pensar que los árabes consentirán voluntariamente la realización del sionismo a cambio de beneficios culturales y económicos resulta infantil. Tal pueril fantasía de nuestros “arabófilos” proviene de algún tipo de menosprecio del pueblo árabe, de una apreciación infundada de esta raza como una chusma pronta a dejarse sobornar para que compremos su tierra patria a cambio de una red ferroviaria. Esta visión no tiene fundamento en absoluto. Árabes individuales pueden quizá ser comprados pero esto difícilmente significa que todos los árabes en Eretz Israel tienen la voluntad de vender un patriotismo que ni siquiera los papúes negociarían. Todo pueblo indígena resistirá a los colonizadores. Esto es lo que los árabes en Palestina están haciendo, y persistirán en hacer mientras conserven una sola chispa de esperanza de que serán capaces de prevenir la transformación de “Palestina” en la “Tierra de Israel”. Algunos de nosotros pensaba que se había producido un malentendido, que por esa razón los árabes no comprendían nuestras intenciones, ellos se oponían a nosotros, pero, si aclarábamos cuán modestas y limitadas eran nuestras aspiraciones, estrecharían nuestras manos en paz. Esto también es una falacia comprobada una y otra vez. Es suficiente recordar sólo un incidente. Tres años atrás, durante una visita aquí, Sokolow desplegó un gran discurso sobre esa verdadera “incomprensión”, empleando un lenguaje engañoso para probar cuan groseramente equivocados estaban los árabes al suponer que nosotros pretendíamos arrebatar sus propiedades o expulsarlos de su país, o suprimirlos. Esto definitivamente no era así. Ni siquiera queríamos un estado judío. Todo lo que deseábamos era un régimen representativo de la Liga de las Naciones. Una réplica a este discurso se publicó en el periódico árabe Al Carmel en un artículo cuyo contenido brindo de memoria, pero estoy seguro de que es un relato fiel. Nuestros grandes sionistas se perturban innecesariamente, escribió su autor. No hay malentendidos. Lo que Sokolow plantea respecto del sionismo es verdad. Pero los árabes ya conocen esto. Obviamente, hoy los sionistas no pueden soñar con expulsar o eliminar a los árabes, o incluso establecer un estado judío. Claramente, en este período están interesados sólo en una cosa – que los árabes no obstaculicen la inmigración judía. Además, los sionistas han prometido controlar la inmigración de acuerdo con la capacidad de absorción económica del país. El editor de esta publicación quiere creer que la capacidad de absorción de Eretz Israel es muy grande, y que resulta posible radicar gran cantidad de judíos sin afectar a un solo árabe. “Es justamente eso lo que los sionistas quieren, y lo que los árabes no desean. De esta manera los judíos se convertirán, paulatinamente, en mayoría e, ipso facto, se constituirá un estado judío y el destino de la minoría árabe dependerá de la buena voluntad de los judíos. ¿Pero no son los mismos judíos quienes nos plantean cuán ‘agradable’ era ser una minoría? No existe ningún malentendido. Los sionistas desean una cosa – libertad de inmigración – y es la inmigración judía lo que nosotros no queremos.” La lógica empleada por este editor es tan simple y clara que deberíamos aprenderla de memoria y convertirse en una parte esencial de nuestra noción de la cuestión árabe. No tiene importancia si citamos a Herzl o a Herbert Samuel para justificar nuestras actividades. La misma colonización tiene su propia explicación, integral, ineludible, y comprendida por cualquier árabe y cualquier judío. La colonización puede tener solamente una meta. Para los árabes palestinos la misma resulta inadmisible. Está en la naturaleza de las cosas. Cambiar esa naturaleza es imposible. Un plan que parece atraer a muchos sionistas es el siguiente: si es imposible obtener el aval para las aspiraciones sionistas por parte de los árabes palestinos, entonces debe ser obtenido de los árabes de Siria, Irak, Arabia Saudita y quizá de Egipto. Incluso si esto fuera posible, no modificaría la raíz de la situación. No modificaría la actitud de los árabes del territorio israelí hacia nosotros. Hace setenta años, la unificación de Italia se logró, con la retención por parte de Austria de Trento y Trieste. Sin embargo, los habitantes de esas ciudades no solo rechazaron aceptar la situación, sino que lucharon contra Austria con renovado vigor. Si fuera posible (lo cual dudo) discutir sobre Palestina con los árabes de Bagdad y La Meca como si ella fuera una especie de reducida, inmaterial tierra fronteriza, Palestina seguiría siendo para los palestinos no una tierra fronteriza, sino su tierra nativa, el centro y base de su propia existencia nacional. Por ende sería necesario llevar a cabo la colonización contra la voluntad de los árabes palestinos, que es la misma condición que existe hoy. Un acuerdo con los árabes que están fuera de la Tierra de Israel es también una ilusión. Para que los nacionalistas de Bagdad, La Meca y Damasco acepten una contribución tan onerosa (acordando renunciar a la preservación del carácter árabe de un país ubicado en el centro de su futura “federación”) deberíamos ofrecerles algo sumamente valioso. Podemos ofrecerles sólo dos cosas: dinero o asistencia política o ambas cosas. No podemos ofrecerles nada más. Respecto del dinero, resulta ridículo pensar que podríamos financiar el desarrollo de Irak o Arabia Saudita, cuando no tenemos lo suficiente para la Tierra de Israel. Diez veces más ilusoria es la asistencia política para las aspiraciones políticas de los árabes. El nacionalismo árabe se propone los mismos objetivos que el nacionalismo italiano antes de 1870 y que el nacionalismo polaco antes de 1918: unidad e independencia. Estas aspiraciones significan la erradicación de toda traza de influencia británica en Egipto e Irak, la expulsión de los italianos de Libia, la eliminación de la dominación francesa de Siria, Túnez, Argelia y Marruecos. Para nosotros apoyar tal movimiento sería suicida y desleal. Si omitimos el hecho de que la Declaración Balfour fue firmada por Gran Bretaña, no podemos olvidar que Francia e Italia también la firmaron. No podemos intrigar para remover a Gran Bretaña del Canal de Suez y del Golfo Pérsico y para eliminar el gobierno colonial francés e italiano sobre el territorio árabe. No podemos tener en cuenta ese doble juego de ninguna manera. Así concluimos que no podemos prometer nada a los árabes de la Tierra de Israel o a los países árabes. Su acuerdo voluntario está fuera de cuestión. Por esa razón, a quienes sostienen que un acuerdo con los nativos resulta condición esencial para el sionismo podemos ahora decirles “no” y exigir su salida del sionismo. La colonización sionista, incluso la más restringida, debe ser concluida o llevada adelante sin tener en cuenta la voluntad de la población nativa. Esta colonización puede, por ende, continuar y desarrollarse sólo bajo la protección de una fuerza independiente de la población local – una muralla de hierro que la población nativa no pueda romper. Esta es, in toto, nuestra política hacia los árabes. Formularla de otra manera sólo sería hipocresía. No sólo esto debe ser así, es así lo admitamos o no. ¿Qué significan para nosotros la Declaración Balfour y el Mandato? Es de hecho un poder imparcial que se propone crear tales condiciones de seguridad de manera tal que la población local pueda ser disuadida de interferir nuestros esfuerzos. Todos nosotros, sin excepción, demandamos constantemente que este poder cumpla estrictamente sus obligaciones. En este sentido, no hay diferencias sustanciales entre nuestros “militaristas” y nuestros “vegetarianos.” Unos prefieren una muralla de hierro de bayonetas judías, los otros proponen una muralla de hierro de bayonetas británicas, unos terceros postulan un acuerdo con Bagdad, y parecen estar satisfechos con las bayonetas de Bagdad – un gusto algo extraño y peligroso- pero todos aplaudimos, día y noche, la muralla de hierro. Destruiríamos nuestra causa si proclamamos la necesidad de un acuerdo, y hacemos creer a los titulares del Mandato que no necesitamos una muralla de hierro, sino más bien conversaciones sin fin. Tal planteo sólo puede perjudicarnos. Por ende es nuestro deber sagrado poner a la vista tal conversación y probar que es una trampa y un engaño. Dos breves observaciones: en primer lugar, si alguien sostiene que este punto de vista es inmoral, respondo: no es verdad; el sionismo es moral y justo o es inmoral e injusto. Pero esta es una cuestión que deberíamos haber establecido antes de convertirnos en sionistas. Nosotros ya hemos definido esa cuestión, y en el sentido afirmativo. Consideramos que el sionismo es moral y justo. Y dado que es moral y justo, debe hacerse justicia, no importa si Joseph, Simon, Ivan o Achmet acuerden con eso o no. No hay otra moralidad. Todo esto no significa que algún tipo de acuerdo no sea posible, sólo un acuerdo voluntario es imposible. Mientras exista una mínima esperanza de que puedan expulsarnos, no negociarán esas esperanzas, ni por dulces palabras ni por apetitosos bocados, porque ellos no son bandidos sino una nación, quizá debilitada pero aún viviente. Un pueblo efectúa tales enormes concesiones sólo cuando ya no tiene esperanzas. Sólo cuando no se percibe ni una sola hendidura en la muralla de hierro, sólo entonces los grupos extremos pierden su poder, y el liderazgo pasa a los grupos moderados. Sólo entonces estos grupos moderados se acercarán a nosotros proponiendo concesiones mutuas. Y sólo entonces los moderados sugerirán propuestas para comprometerse en cuestiones prácticas como ser darnos garantía contra la expulsión, o igualdad y autonomía nacional. Soy optimista de que ellos terminarán brindándonos tales garantías y que ambos pueblos, como buenos vecinos, podrán entonces vivir en paz. Pero el único camino para llegar a ese acuerdo es la muralla de hierro, es decir, el fortalecimiento en Palestina de un gobierno sin ningún tipo de influencia árabe, es decir, un gobierno que combatirán los árabes. En otras palabras, para nosotros la única senda que conduce hacia un acuerdo en el futuro es el rechazo absoluto de cualquier intento de un acuerdo presente. Publicado por primera vez en ruso bajo el título O Zheleznoi Stene en Rassvyet, 4 de noviembre de 1923. Publicado en inglés en Jewish Herald (Sudáfrica), 26 de noviembre de 1937. Traducción: Ricardo Accurso

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Los judíos en Palestina
Por Mahatma Gandhi - Wednesday, Jul. 30, 2014 at 7:55 PM

Los judíos en Palestina Eescrito por Mahatma Gandhi| Publicado en el Harijan 26-11-1938. 30/07/2014 Sección de Análisis 0 Los judíos en Palestina Vía wallpapersinhq.com He recibido muchas cartas pidiéndome declarar mi punto de vista sobre la cuestión Árabe-Judía en Palestina y la persecución de los judíos en Alemania. Sin estar libre de dudas, voy a aventurarme a verter mi punto de vista sobre este difícil asunto. Todas mis simpatías están con los judíos. Los he conocido muy íntimamente en Sudáfrica. Algunos fueron mis compañeros de toda la vida. A través de estos amigos he llegado a aprender mucho sobre su persecución a lo largo de su vida. Eran los intocables de la cristiandad. Hay cierto paralelismo entre el tratamiento recibido de los cristianos y el tratamiento de los intocables por los hindúes. Las “sanciones religiosas” se invocaron en ambos casos para justificar el trato inhumano impuesto a ellos. Aparte de las amistades, por lo tanto, hay una razón común universal que justifica mi simpatía a los judíos. Pero mi simpatía no me impide ver los requerimientos de la justicia. La suplica para la creación de una nación para los judíos no me apela mucho. El castigo por ello en la Biblia, se preveía después de su retorno a Palestina. ¿Por qué no deberían ellos, al igual que otros pueblos en la tierra, hacer suyos aquellos países en los que nacieron, y donde ganaron su existencia? Palestina pertenece a los árabes de la misma manera que Inglaterra pertenece a los ingleses o Francia a los franceses. Es falso e inhumano imponer los judíos a los palestinos. Lo que pasa ahora en Palestina no puede ser justificado por ninguna conducta moral. Los mandatos no tienen sanción alguna, salvo la de la última guerra. Seguro que podría ser un crimen contra la humanidad, el reducir la mayoría árabe hasta el límite que Palestina sea un hogar parcial o completamente judío. Noblemente, habría que insistir en un justo tratamiento a los judíos donde fuera que hayan nacido. Los judíos nacidos en Francia son franceses, en el mismo sentido que los cristianos franceses nacidos en Francia sean franceses. Si los judíos no tienen nación salvo Palestina, ¿quiere esto decir que tengan que ser forzados a abandonar los lugares donde se hayan asentado? ¿O es que quieren una doble nación en la que puedan quedarse según deseen? Este llanto por la nación, ofrece una justificación colorida de la expulsión de los judíos de Alemania. Pero la persecución alemana a los judíos no tiene precedente en la historia. Los viejos tiranos nunca han ido tan lejos como Hitler. Y él lo está haciendo bajo un pretexto religioso, proclamando una nueva religión de exclusividad y nacionalismo militante en nombre de la cual, cualquier inhumanidad se vuelve un acto humanitario para ser recompensado aquí y donde sea. Es un crimen de un obviamente loco, pero al que la intrépida juventud le sigue admirando y a toda su raza con una ferocidad increíble. Si hubiera una guerra justificada por la humanidad y en nombre de ella, una guerra contra Alemania para prevenir la persecución a toda una raza, sería totalmente justificable. Pero yo no creo en ninguna guerra. Debatir los pros y los contras de tal guerra en este caso está fuera de mis horizontes. Pero, si no puede haber una guerra contra Alemania, incluso por tal crimen, como el que se ha cometido contra los judíos, seguramente no debe existir ninguna alianza con Alemania. ¿Cómo puede haber alianza entre una nación que proclama justicia y democracia y una que es declarada enemiga de ambas naciones?, ¿O es que Inglaterra aboga por una dictadura armada con todo lo que esto significa? Alemania está enseñando al mundo cómo la violencia puede ser desarrollada eficazmente cuando no está hipócrita y débilmente enmascarada como humanitarismo. Al mismo tiempo enseña cómo puede resultar terrorífica y feroz en su desnudez. ¿Pueden los judíos resistir esta organizada y vergonzosa persecución? ¿Hay algún modo de preservar su autoestima y no sentirse desamparados? Asumo que sí. No hay nadie con fe en un dios vivo, que pueda sentirse desamparado. Jehová, el dios de los judíos, es más personal que el dios de los cristianos, los musulmanes o los hindúes, sin embargo ciertamente, en esencia, Él es común a todos y cada uno sin necesidad de una segunda o mayor descripción. Pero, como los judíos atribuyen personalidad a Dios y creen que Él gobierna todas las acciones de sus vidas, no deberían de optar por sentirse desamparados. Si yo fuese judío y nacido en Alemania, clamaría Alemania como mi país incluso considerándome entre los más altos poderes gentiles alemanes. Y le desafiaría a dispararme o arrojarme al calabozo; me opondría a ser expulsado o a humillarme aceptando su trato discriminatorio. Y para hacer esto, no esperaría al judío más cercano a que se una a mí en la resistencia civil, sino que tendría confianza que al final, el resto seguiría mi ejemplo… Y ahora unas palabras a los judíos en Palestina. No tengo ninguna duda que vais por mal camino. La Palestina de la concepción bíblica no es una vía geográfica. Está en sus corazones. Pero si se fijasen en Palestina geográficamente como su nación, está mal entrar en ella bajo la sombra de las armas británicas. Un acto religioso no puede ser llevado a cabo con armas y bayonetas o bombas. Pueden asentarse en Palestina solo con el consentimiento de los árabes. Deben apelar a la conversión del corazón árabe. El Dios que gobierna los corazones árabes, es el mismo que gobierna los corazones judíos… Encontrarán la opinión del mundo en su favor en cuanto a sus aspiraciones religiosas. Hay cientos de maneras de razonar con los árabes, solo si descartan la ayuda de las bayonetas británicas. De lo contrario serán cómplices de los británicos en discriminar a un pueblo que no les ha hecho nada malo a ninguno de los dos. No defiendo los excesos árabes, deseo que hayan elegido el camino de no violencia en resistir lo que por derecho les pertenece como su indiscutible soberanía sobre su país. Pero según los cánones del bien y del mal, nada se puede decir en contra de la resistencia árabe contra la opresión. Que los judíos quienes se proclaman a sí mismos ser el pueblo elegido, demuestren este título eligiendo el camino de la no violencia, para reivindicar su posición en la tierra. Todos los países son su país, incluida Palestina, no a través de la agresión sino por amor. Un amigo mío judío me mandó un libro llamado “La contribución judía a la civilización” escrito por Cecil Roth, que da una idea de lo mucho que los judíos han aportado al mundo en la literatura, el arte, la música, la ciencia, la medicina, la agricultura, etc. Dada la voluntad, el pueblo judío puede rechazar ser tratado como los parias de occidente, ser despreciados o mantenidos. Puede llamar la atención y ganarse el respeto del mundo como la creación elegida de Dios, en lugar de fundirse con la bestia olvidad por Dios. Pueden añadir a sus numerosas contribuciones, la de actuar sin violencia. Fuente: Pressenza.com

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Sobre la limpieza étnica en Palestina
Por Benny Morris - Monday, Aug. 04, 2014 at 3:43 PM

Sobre la limpieza étnica en Palestina Reportaje a Benny Morris en Ha'aretz (diario israelí) por Ari Shavit, 9 de enero de 2004. “Benny Morris dice que siempre ha sido sionista. La gente se equivocaba al calificarlo de post-sionista, cuando pensaron que su estudio histórico sobre el nacimiento del problema de los refugiados palestinos tenía el propósito de debilitar la empresa sionista. Tonterías, dice Morris, es totalmente infundado. Algunos lectores simplemente malinterpretaron el libro. No lo leyeron con la misma distancia, la misma neutralidad moral, con la que fue escrito. Así que llegaron a la errónea conclusión de que cuando Morris describe los hechos más crueles que el movimiento sionista perpetró en 1948 estaba en realidad condenándolos; que cuando describe la expulsión masiva está denunciándola. No concibieron que el gran documentalista de los pecados del sionismo en realidad se identifica con esos pecados. Que piensa que algunos de ellos, por lo menos, fueron inevitables. Hace dos años, se comenzó a oír otro tono. El historiador considerado izquierdista radical sostuvo de repente que Israel no tenía nadie con quién hablar. El investigador acusado de odiar a Israel (y que fue boicoteado por el establishment académico israelí) comenzó a publicar artículos a favor de Israel en el periódico británico The Guardian. Aunque el ciudadano Morris resultó ser una paloma no demasiado blanca, el historiador Morris siguió trabajando en la traducción hebrea de su masiva obra. "Righteous Victims: A History of the Zionist-Arab Conflict, 1881-2001," que fue escrita en el antiguo estilo de búsqueda de la paz. Y al mismo tiempo, el historiador Morris completó la nueva versión de su libro sobre el problema de los refugiados, que va a reforzar la mano de los que abominan a Israel. Así que en los últimos dos años, el ciudadano Morris y el historiador Morris trabajaron como si no hubiera conexión entre ellos, como si uno estuviera tratando de salvar lo que el otro insiste en erradicar. Ambos libros aparecerán el próximo mes. El libro sobre la historia del conflicto sionista- árabe será publicado en hebreo por Oved en Tel Aviv, mientras que Cambridge University Press publicará "The Birth of the Palestinian Refugee Problem Revisited" (apareció originalmente bajo la impronta de CPU en 1987). El libro describe en escalofriantes detalles las atrocidades de la Nakba. [Al-Nakba - la catástrofe]. ¿No se asusta nunca Morris ante las implicaciones políticas actuales de su estudio histórico? ¿ No teme haber contribuido a que Israel se haya convertido prácticamente en un estado paria? Después de unos instantes de evasión, Morris admite que lo teme. A veces verdaderamente lo asusta. A veces se pregunta qué es lo que ha causado. Es pequeño, regordete, y muy intenso. Hijo de inmigrantes de Inglaterra, nació en el Kibbutz Ein Hahoresh y fue miembro del movimiento juvenil izquierdista Hashomer Hatza'ir. Fue reportero del Jerusalem Post y se negó a realizar su servicio militar en los territorios. Ahora es profesor de historia en la Universidad Ben-Gurion del Negev en Be'er Sheva. Pero, sentado en su sillón en su departamento de Jerusalén, no se pone la toga del cuidadoso académico. Lejos de ello: Morris arroja sus palabras, rápida y enérgicamente, pasando a veces a hablar inglés. No piensa dos veces antes de lanzar las declaraciones más cáusticas, más escandalosas, que son cualquier cosa, menos políticamente correctas. Describe repentinamente horrendos crímenes, pinta visiones apocalípticas con una sonrisa en los labios. Da al observador el sentimiento de que este individuo agitado, que con sus propias manos abrió la caja de Pandora sionista, sigue teniendo dificultades para confrontar lo que encontró en su interior; que todavía le es difícil vivir con las contradicciones internas que forman parte de su destino y del destino de todos nosotros. Violaciones, masacres, transferencia Benny Morris, el próximo mes será publicada la nueva versión de su libro sobre el nacimiento del problema de los refugiados palestinos. ¿Quién estará más satisfecho con el libro - los israelíes o los palestinos? El libro revisado es una espada de doble filo. Se basa en numerosos documentos que no se encontraban a mi disposición cuando escribí el libro original, la mayor parte de los archivos de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) [ejército israelí, N.d.T.] Lo que muestra el nuevo material es que hubo muchos más actos de masacre israelíes de lo que había pensado originalmente. Para mi sorpresa, también hubo muchos actos de violaciones. En los meses de abril-mayo de 1948, unidades de la Haganá [la fuerza de defensa [judía, N.d.T.], que fue la precursora de las IDF, recibieron órdenes operativas que indicaban claramente que debían desarraigar a los aldeanos, expulsarlos y destruir las aldeas mismas. Al mismo tiempo, resulta que hubo una serie de órdenes del Alto Comité Árabe y de los niveles medios palestinos de sacar a niños, mujeres y ancianos de las aldeas. Así, que por una parte el libro refuerza la acusación contra el lado sionista, pero por otra parte también prueba que muchos que abandonaron las aldeas lo hicieron por recomendación de la propia dirección palestina. ¿Según sus nuevas conclusiones, cuántos casos de violaciones por israelíes hubo en 1948? Cerca de una docena. En Acre, cuatro soldados violaron a una muchacha y la asesinaron a ella y a su padre. En Jaffa, soldados de la brigada Kiryati violaron a una joven y trataron de violar a varias más. En Hunin, que está en Galilea, dos muchachas fueron violadas y asesinadas. Hubo uno o dos casos de violaciones en Tantura, al sur de Haifa. Hubo un caso de violación en Qula, en el centro del país. En la aldea Abu Shusha, cerca del Kibbutz Gezer [en el área Ramle] hubo cuatro prisioneras mujeres, una de las cuales fue violada varias veces. Y hubo otros casos. Generalmente participaba más de un soldado. Usualmente había una o dos jóvenes palestinas. En una gran proporción de los casos el evento terminó en asesinato. Ya que ni las víctimas ni los violadores querían informar sobre estos eventos, tenemos que suponer que la docena de casos de violaciones de los que se informó, lo que encontré, no muestran toda la historia. Eran sólo la punta del iceberg. Según sus conclusiones, cuántos actos de masacres por los israelíes fueron perpetrados en 1948? Veinticuatro. En algunos casos ejecutaron a cuatro o cinco personas, en otros la cantidad fue de 70, 80, 100. También hubo una gran cantidad de asesinatos arbitrarios. Dos ancianos son vistos caminando en un campo - los matan.. Una mujer es encontrada en una aldea abandonada - la matan. Hay casos como el de la aldea de Dawayima [en la región de Hebrón], en la que una columna entró a la aldea disparando con todas sus armas y mató a todo lo que se movía. Los peores casos fueron Saliha (70-80 asesinados), Deir Yassin (100-110), Lod (250), Dawayima (cientos) y tal vez Abu Shusha (70). No existen pruebas inequívocas de una masacre en gran escala en Tantura, pero allí se perpetraron crímenes de guerra. En Jaffa hubo una masacre sobre la que no se ha sabido nada hasta ahora. Lo mismo en Arab al Muwassi, en el norte. Cerca de la mitad de los actos de masacre formaron parte de la Operación Hiram (en el norte, en octubre de 1948: en Safsaf, Saliha, Jish, Eilaboun, Arab al Muwasi, Deir al Asad, Majdal Krum, Sasa. En la Operación Hiram hubo una concentración especialmente elevada de ejecuciones de personas ante un muro o al lado de un pozo, de manera organizada. No puede ser casualidad. Es un modelo. Evidentemente, varios oficiales que participaron en la operación comprendieron que la orden de expulsión que recibieron les permitía cometer esos hechos para impulsar a la población a tomar los caminos. Es un hecho que nadie fue castigado por estos actos de asesinato. Ben-Gurion silenció el asunto. Encubrió a los oficiales que cometieron las masacres. Lo que usted me está diciendo, como de pasada, es que en la Operación Hiram hubo una orden explícita y general de expulsión. ¿Es así? Sí. Una de las revelaciones del libro es que el 31 de octubre de 1948, el comandante del Frente Norte, Moshe Carmel, ordenó por escrito a sus unidades que aceleraran la remoción de la población árabe. Carmel emprendió esta acción inmediatamente después de una visita de Ben-Gurion al Comando Norte en Nazaret. No me cabe duda de que esta orden fue originada por Ben-Gurion. Igual como la orden de expulsión de la ciudad de Lod, que fue firmada por Yitzhak Rabin, fue dada inmediatamente después que Ben-Gurion visitó el cuartel de la Operación Dani [julio de 1948]." ¿Dice que Ben-Gurion fue personalmente responsable de una política deliberada y sistemática de expulsión masiva? Desde abril de1948, Ben-Gurion proyecta un mensaje de transferencia. No hay una orden explícita suya por escrito, no hay una política metódica general, pero existe una atmósfera de transferencia [de población]. La idea de transferencia está en el aire. Toda la dirección comprende que ésa es la idea. El cuerpo de oficiales comprende lo que se espera de su parte. Bajo Ben-Gurion, se crea un consenso de transferencia. ¿Ben-Gurion fue un "transferencista"? Por cierto. Ben-Gurion fue un transferencista. Comprendió que no podría haber un estado judío con una gran y hostil minoría árabe en su medio. No habría un estado semejante. No podría existir. No oigo una condena de su parte. Ben-Gurion tenía razón. Si no hubiese hecho lo que hizo, no hubiera llegado a haber un estado. Eso tiene que quedar claro. Es imposible evadirlo. Sin desarraigar a los palestinos, un estado judío no podría haber crecido aquí. Cuando se justifica la limpieza étnica Benny Morris, durante decenios usted ha estado investigando el lado oscuro del sionismo. Usted es un experto en las atrocidades de 1948. Y para terminar ¿realmente justifica todo eso? ¿Es usted un defensor de la transferencia de 1948? No existe justificación para actos de violación. No hay justificación para actos de masacre. Son crímenes de guerra. Pero bajo ciertas condiciones, la expulsión no es un crimen de guerra. No pienso que las expulsiones de 1948 hayan sido crímenes de guerra. Uno no puede hacer una tortilla sin romper huevos. Hay que ensuciarse las manos. Estamos hablando del asesinato de miles de personas, la destrucción de toda una sociedad. Una sociedad que apunta a matarte te obliga a destruirla. Cuando hay que elegir entre destruir o ser destruido, es mejor destruir. Hay algo escalofriante en la manera tranquila como usted lo dice. Si usted esperaba que me fuera a deshacer en lágrimas, lamento desilusionarlo. No lo haré. Así que cuando los comandantes de la Operación Dani están parados allí observando la larga y terrible columna de las 50.000 personas expulsadas de Lod caminando hacia el este, usted se queda ahí con ellos? ¿Usted los justifica? Definitivamente los comprendo. Comprendo sus motivos. No pienso que sintieron remordimientos, y en su sitio yo no los hubiera sentido. Sin ese acto, no hubieran ganado la guerra y el estado no habría nacido. ¿Usted no los condena moralmente? No. Perpetraron una limpieza étnica. Hay circunstancias en la historia que justifican la limpieza étnica. Sé que ese término es totalmente negativo en el discurso del siglo XXI, pero cuando hay que elegir entre la limpieza étnica y el genocidio - la aniquilación de tu pueblo - prefiero la limpieza étnica. ¿Y era ésa la situación en 1948? Ésa era la situación. Es lo que confrontaba el sionismo. Un estado judío no hubiera nacido sin desarraigar a 700.000 palestinos. Por ello fue necesario desarraigarlos. No había alternativa fuera de expulsar a esa población. Era necesario limpiar el interior y limpiar las áreas fronterizas y limpiar las principales rutas. Era necesario limpiar las aldeas desde las cuales disparaban contra nuestros convoyes y nuestros asentamientos. La expresión 'limpiar' es terrible. Sé que no suena bonito pero es la expresión que utilizaron en aquel entonces. La tomé de todos los documentos de 1948 en los que estoy inmerso. Es duro escuchar y digerir lo que usted está diciendo. Usted suena despiadado. Siento compasión por el pueblo palestino, que verdaderamente sufrió una dura tragedia. Siento compasión por los refugiados mismos. Pero si el deseo de establecer un estado judío aquí es legítimo, no cabía otra alternativa. Era imposible dejar una quinta columna en el país. Desde el momento en que el Yishuv [la comunidad judía anterior a 1948 en Palestina] fue atacado por los palestinos y después por los estados árabes, no había otra alternativa que expulsar a la población palestina. Desarraigarla durante la guerra. Recuerde otra cosa: el pueblo árabe obtuvo un gran pedazo del planeta. No gracias a sus habilidades o sus grandes virtudes, sino porque conquistó y asesinó y obligó a los conquistados a convertirse durante muchas generaciones. Pero al fin los árabes tienen 22 estados. El pueblo judío no tenía ni uno solo. No había una razón en el mundo para que no tuviese un estado. Por ello, desde mi punto de vista, la necesidad de establecer este estado en este sitio superó la injusticia cometida contra los palestinos al desarraigarlos. Y hablando desde el punto de vista moral, ¿a usted no le causa problema alguno ese hecho? Correcto. Incluso la gran democracia estadounidense no podría haber sido creada sin aniquilar a los indios. Hay casos en los que el bien general, final, justifica actos duros y crueles que son cometidos en el curso de la historia. Y en nuestro caso eso justifica efectivamente una transferencia de población. Es lo que resulta. ¿Y eso usted lo toma con calma? ¿Crímenes de guerra? ¿Masacres? ¿Los campos en fuego y las aldeas devastadas de la Nakba? Hay que ver las cosas en proporción. Hay pequeños crímenes de guerra. Habiéndolo dicho todo, si tomamos todas las matanzas y todas las ejecuciones de 1948, llegamos a unos 800 que fueron matados; en comparación con las masacres que fueron perpetradas en Bosnia, no es nada. En comparación con las masacres que los rusos perpetraron contra los alemanes en Stalingrado, es una nimiedad. Si toma en cuenta que aquí había una sangrienta guerra civil y que perdimos todo un 1 por ciento de la población, llegará a la conclusión de que nos portamos muy bien. La próxima transferencia Usted pasó por un proceso interesante. Usted inició la investigación de Ben-Gurion y del establishment sionista con una posición crítica, pero al final usted efectivamente se identifica con ellos. Usted es tan duro en sus palabras como ellos lo fueron con sus actos. Puede ser que usted tenga razón. Porque he investigado el conflicto con detenimiento, me he visto obligado a enfrentar con detenimiento todos los problemas que esa gente tuvo que enfrentar. Comprendí el carácter problemático de la situación en la que se vieron y tal vez adopté parte de su universo de conceptos. Pero no me identifico con Ben-Gurion. Pienso que cometió un serio error histórico en 1948. A pesar de que comprendió el tema demográfico y la necesidad de establecer un estado judío sin una gran minoría árabe, se intimidó durante la guerra. Al final, titubeó. No estoy seguro de comprender. ¿Dice usted que Ben-Gurion erró al no expulsar más árabes? Si ya se había involucrado en la expulsión, tal vez debería haber completado su obra. Sé que esto deja atónitos a los árabes y a los liberales y a los tipos políticamente correctos. Pero pienso que este sitio sería más tranquilo y vería menos sufrimientos si el asunto hubiera sido resuelto de una vez por todas. Si Ben-Gurion hubiera realizado una gran expulsión y limpiado todo el país - todo el País de Israel, hasta el río Jordán. Puede aún resultar que éste haya sido su error fatal. Si hubiese realizado una expulsión total - en vez de parcial - hubiera estabilizado el Estado de Israel por generaciones. Me cuesta creer lo que estoy oyendo. Si el final de la historia resulta ser lúgubre para los judíos, será porque Ben-Gurion no completó la transferencia en 1948. Porque dejó una grande y volátil reserva demográfica en Cisjordania y Gaza y dentro del propio Israel. En su lugar, ¿los hubiese expulsado a todos? ¿Todos los árabes del país? Pero yo no soy un estadista. No me pongo en su lugar. Pero como historiador, afirmo que aquí se cometió un error. Sí. No completar la transferencia fue un error. ¿Y actualmente? ¿Propugna una transferencia? Si usted está preguntando si apoyo la transferencia y la expulsión de los árabes de Cisjordania, Gaza y tal vez incluso de Galilea y del Triángulo, digo no en este momento. No estoy dispuesto a asociarme a ese acto. En las circunstancias actuales no es ni moral ni realista. El mundo no lo permitiría, el mundo árabe no lo permitiría, destruiría la sociedad judía desde su interior. Pero estoy dispuesto a decirle que en otras circunstancias, apocalípticas, que pueden ocurrir en cinco o diez años, puede contemplar las expulsiones. Si nos vemos con armas atómicas alrededor de nosotros, o si hay un ataque árabe generalizado contra nosotros y una situación de guerra en el frente con árabes detrás disparando contra convoyes en camino al frente, los actos de expulsión serían enteramente razonables. Incluso pueden ser esenciales. ¿Incluyendo la expulsión de los israelíes árabes? Los israelíes árabes son una bomba de tiempo. Su deriva hacia la palestinización total los ha convertido en un emisario del enemigo que está entre nosotros. Constituyen una quinta columna potencial. Tanto en términos demográficos como de seguridad pueden debilitar el estado. Así que si Israel se encuentra de nuevo en una situación de amenaza existencial, como en 1948, puede verse obligado a actuar como actuó entonces. Si somos atacados por Egipto (después de una revolución islamista en Cairo) y por Siria, y caen misiles químicos y biológicos sobre nuestras ciudades, y al mismo tiempo los palestinos israelíes nos atacan por detrás, puedo ver una situación de expulsión. Podría suceder. Si la amenaza contra Israel es existencial, la expulsión será justificada. Demencia cultural Aparte de ser duro, usted también es muy pesimista. ¿Usted no fue siempre así, no es cierto? Mi momento decisivo comenzó después de 2000. Anteriormente tampoco fui un gran optimista. Es verdad, siempre voté laborista o por Meretz o Sheli (un partido pacifista de fines de los años 70), y en 1988 me negué a servir en los territorios y me encarcelaron por eso, pero siempre dudé de las intenciones de los palestinos. Los eventos de Camp David y lo que siguió después convirtieron mis dudas en certeza. Cuando los palestinos rechazaron la proposición de [el primer ministro Ehud] Barak en julio de 2000 y la proposición de Clinton en diciembre de 2000, comprendí que no estaban dispuesto a aceptar la solución de dos estados. Lo querían todo. Lod y Acre y Jaffa. Si fuera así, entonces todo el proceso de Oslo fue un error y hay una falla básica en toda la visión mundial del movimiento por la paz israelí. Había que probar lo de Oslo. Pero actualmente tiene que quedar claro que desde el punto de vista palestino, Oslo fue un engaño. [El líder palestino Yasir] Arafat no cambió para peor, Arafat simplemente nos defraudó. Nunca fue sincero en su disposición al compromiso y a la conciliación. ¿Usted cree verdaderamente que Arafat nos quiere lanzar al mar? Quiere mandarnos de vuelta a Europa, al mar del que llegamos. Verdaderamente nos ve como un estado de cruzados y piensa en el precedente de los cruzados, y nos desea el fin de los cruzados. Estoy seguro de que la inteligencia israelí tiene información inequívoca que prueba que en conversaciones internas Arafat habla seriamente del plan en fases [que eliminaría a Israel en etapas. Pero el problema no es sólo Arafat. Toda la elite nacional palestina tiende a vernos como cruzados y es motivada por el plan en fases. Por eso los palestinos no están honestamente dispuestos a dejar de lado el derecho al retorno. Lo preservan como un instrumento con el cual van a destruir el estado judío cuando llegue la hora. No pueden tolerar la existencia de un estado judío - no en un 80 por ciento del país y no en un 30 por ciento. Desde su punto de vista, el estado palestino debe cubrir toda la Tierra de Israel. Si es así, la solución de dos estados no es viable; incluso si se firma un tratado de paz, se derrumbará rápidamente. Ideológicamente, apoyo la solución de dos estados. Es la única alternativa a la expulsión de los judíos o a la expulsión de los palestinos o a la destrucción total. Pero en la práctica, en esta generación, un arreglo de ese tipo no tiene sentido. Por lo menos entre un 30 y un 40 por ciento del público palestino y por lo menos entre un 30 y un 40 por ciento del corazón de cada palestino no lo aceptará. Después de un breve lapso, el terrorismo volverá a estallar y la guerra recomenzará. Su pronóstico no deja mucho sitio para alguna esperanza, ¿no es cierto? También para mí es difícil. No va a haber paz en la generación actual. No habrá una solución. Estamos condenados a vivir por la espada. Ya soy bastante viejo, pero es especialmente sombrío para mis hijos. No sé si van a querer seguir viviendo en un sitio en el que no hay esperanza. Incluso si Israel no es destruido, no veremos una vida buena, normal, en los próximos decenios. ¿No constituyen sus duras palabras una reacción exagerada a tres años de terrorismo? Los atentados contra los autobuses y los restaurantes me indignan de verdad. Me hacen comprender la profundidad del odio en contra nuestra. Me hacen comprender que la hostilidad palestina, árabe y musulmana contra la existencia judía aquí nos conduce al borde de la destrucción. No veo los ataques suicidas como actos aislados. Expresan la profunda voluntad del pueblo palestino. Es lo que quiere la mayoría de los palestinos. Quieren que lo que le sucedió al autobús nos suceda a todos nosotros. Pero nosotros, también, somos responsables por la violencia y el odio: la ocupación, los bloques de ruta, los cercos, tal vez incluso la propia Nakba. No es necesario que me lo diga. He investigado la historia palestina y comprendo muy bien las razones para el odio. Los palestinos están reaccionando no sólo por el cerco de ayer sino también por la Nakba. Pero no basta como explicación. Los pueblos de África fueron oprimidos por las potencias europeas no menos que lo que los palestinos fueron oprimidos por nosotros, pero sin embargo no veo terrorismo africano en Londres, París o Bruselas. Los alemanes mataron a muchísimos más de nosotros que la cantidad de palestinos que nosotros matamos, pero no estamos haciendo estallar autobuses en Munich y Nuremberg. Así que hay algo más en todo esto, algo más profundo, que tiene que ver con el Islam y con la cultura árabe. ¿Y usted está tratando de argumentar que el terrorismo palestino se deriva de alguna especie de profundo problema cultural? Hay un profundo problema en el Islam. Es un mundo cuyos valores son diferentes. Un mundo en el que la vida humana no tiene el mismo valor que en Occidente, al que le son ajenas la libertad, la democracia, la transparencia y la creatividad. Un mundo que hace que los que no forman parte del campo del Islam sean caza legal. La venganza también es importante en este caso. La venganza juega un papel central en la cultura tribal árabe. Por ello, la gente que combatimos y la sociedad que los envía no tienen inhibiciones morales. Si obtienen armas químicas o biológicas o atómicas, las utilizarán. Si pueden, también cometerán genocidio. Quiero insistir en mi argumento. Una gran parte de la responsabilidad por el odio de los palestinos es nuestra. Después de todo, usted mismo nos mostró que los palestinos vivieron una catástrofe histórica. Verdad. Pero cuando uno tiene que ver con un asesino en serie, no es tan importante descubrir por qué se convirtió en un asesino en serie. Lo que es importante es encarcelar al asesino o ejecutarlo. Explique la imagen: ¿Quién es el asesino en serie en la analogía? Los bárbaros que nos quieren quitar la vida. La gente a la que la sociedad palestina envía para realizar los atentados terroristas, y de alguna manera la propia sociedad palestina. Actualmente, esa sociedad está en un estado de asesino en serie. Es una sociedad muy enferma. Debería ser tratada de la misma manera como tratamos a individuos que son asesinos en serie. ¿Qué significa eso? ¿Qué deberíamos hacer mañana por la mañana? Tenemos que tratar de curar a los palestinos. Tal vez, con el pasar de los años, el establecimiento de un estado palestino ayudará en el proceso de cura. Pero mientras tanto, hasta que se encuentre la medicina, tendrán que ser contenidos para que no puedan asesinarnos. ¿Cercarlos? ¿Colocarlos bajo asedio? Hay que construirles algo como una jaula. Sé que suena terrible. Es realmente cruel. Pero no hay alternativa. Se trata de un animal salvaje y tiene que ser encerrado de una u otra manera. Guerra de bárbaros Benny Morris, ¿se ha unido a la derecha? No, no. Sigo considerándome de izquierdas. Sigo apoyando en principio a dos estados para dos pueblos. Pero usted no cree que esa solución durará. No cree en la paz. Mi opinión es que no tendremos paz, no. ¿Entonces, cuál es su solución? Aparentemente no habrá solución en esta generación. Permanecer vigilante, defender lo más posible al país. ¿La posición de la cortina de hierro? Sí, una cortina de hierro es una buena imagen. Una cortina de hierro es la política más razonable para la próxima generación. Mi colega Avi Shlein lo describió bien: Lo que Jabotinsky propuso es lo que Ben-Gurion adoptó. En los años 50 hubo una disputa entre Ben-Gurion y Moshe Sharett. Ben-Gurion argumentó que los árabes sólo comprenden la fuerza y que la máxima fuerza es lo único que los persuadirá a aceptar nuestra presencia aquí. Tenía razón. No quiero decir que no necesitamos diplomacia. Tanto hacia Occidente, como para nuestra propia conciencia, es importante que nos esforcemos por una solución política. Pero a fines de cuenta, lo que decidirá su disposición a aceptarnos será sólo la fuerza. Sólo el reconocimiento de que no son capaces de derrotarnos. Para ser izquierdista, usted suena fuertemente como derechista, ¿no le parece? Estoy tratando de ser realista. Sé que no suena siempre políticamente correcto, pero pienso que la corrección política envenena la historia en todo caso. Impide nuestra capacidad de ver la verdad. Y también me identifico con Albert Camus. Era considerado izquierdista y una persona de alta moral, pero cuando se refirió al problema argelino colocó a su madre por sobre la moralidad. La preservación de mi pueblo es más importante que los conceptos universales de moral. ¿Es neoconservador? ¿Ve la realidad histórica actual a través del prisma de Samuel Huntington? Creo que en este caso existe un choque de civilizaciones (como afirma Huntington.) Pienso que Occidente se parece hoy al Imperio Romano de los siglos IV, V y VI. Los bárbaros lo atacan y podrían también destruirlo. ¿Por lo tanto los musulmanes son bárbaros? Pienso que los valores que mencioné antes son valores de bárbaros - la actitud hacia la democracia, la libertad, la transparencia; la actitud hacia la vida humana. En ese sentido son bárbaros. El mundo árabe tal como existe hoy en día es bárbaro. ¿Y desde su punto de vista esos nuevos bárbaros están verdaderamente amenazando a la Roma de nuestra época? Sí, Occidente es más poderoso pero no es evidente si sabe cómo rechazar esta ola de odio. El fenómeno de la masiva penetración musulmana en Occidente; y su asentamiento allí, está creando una peligrosa amenaza interna. Un proceso similar ocurrió en Roma: dejaron entrar a los bárbaros y derribaron el imperio desde su interior. ¿Es verdaderamente tan dramático? ¿Es real la amenaza a Occidente? Sí. Pienso que la guerra entre las civilizaciones es la principal característica del siglo XXI. Pienso que el presidente Bush se equivoca cuando niega la existencia misma de esa guerra. No es sólo un asunto de bin Laden. Es una lucha contra todo un mundo que esposa valores diferentes. Estamos en la línea de frente. Exactamente como los cruzados, somos la rama vulnerable de Europa en este sitio. La situación que usted describe es extremadamente severa. Usted no está totalmente convencido de que podamos sobrevivir aquí, ¿no es cierto? La posibilidad de aniquilación existe. ¿Se describiría usted como una persona apocalíptica? Todo el proyecto sionista es apocalíptico. Existe dentro de un entorno hostil y en cierto sentido su existencia no es razonable. No fue razonable que tuviera éxito en 1881 y no fue razonable que tuviera éxito en 1948 y no es razonable que tenga éxito ahora. Sin embargo, ha llegado así de lejos. En cierto modo es milagroso. Viví los eventos de 1948, y 1948 se proyecta en lo que podría suceder aquí. Sí, pienso en el Apocalipsis. Es posible. Dentro de los próximos 20 años podría haber una guerra atómica aquí. Si el sionismo es tan peligroso para los judíos y si el sionismo hace que los árabes sean tan desdichados, ¿podría ser un error? No, el sionismo no fue un error. El deseo de establecer aquí un estado judío fue legítimo, positivo. Pero dado el carácter del Islam y dado el carácter de la nación árabe, fue un error pensar que sería posible establecer aquí un estado tranquilo que viva en armonía con su entorno. Lo que nos deja, sin embargo, con dos posibilidades: un sionismo cruel, trágico, o la renuncia al sionismo. Sí. Así es. Usted lo mondó, pero así es. ¿Estaría de acuerdo con que esta realidad histórica es intolerable, que hay en ella algo inhumano? Sí. Pero es así para el pueblo judío, no para los palestinos. Un pueblo que ha sufrido durante 2.000 años, que pasó por el Holocausto, llega a su patrimonio pero es lanzado a una nueva vuelta de derramamiento de sangre, es posiblemente el camino a la aniquilación. En términos de justicia cósmica, es terrible. Es mucho más espantoso que lo que sucedió en 1948 a una pequeña parte de la nación árabe que se encontraba entonces en Palestina. ¿Así que lo que me está diciendo es que usted vive la Nakba palestina del pasado menos que la posible Nakba judía del futuro? Sí, la destrucción podría ser el fin de este proceso. Podría ser el fin del experimento sionista. Y eso es lo que realmente me deprime y asusta. El título del libro que usted está publicando ahora en hebreo es "Víctimas". A fin de cuenta, entonces, su argumento es que de las dos víctimas de este conflicto, nosotros somos la mayor. Sí. Exactamente. Somos la mayor víctima en el curso de la historia y también somos la mayor víctima potencial. Incluso si estamos oprimiendo a los palestinos, somos nosotros el lado más débil. Somos una pequeña minoría en un inmenso mar de árabes hostiles que quieren eliminarnos. Así que es posible que cuando se realice su deseo, todos comprenderán lo que le estoy diciendo ahora. Todos comprenderán que somos las verdaderas víctimas. Pero entonces ya será demasiado tarde. Texto en New Left Review Nº 26 mayo junio 2004.

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Conversaciones
Por Herbert Marcuse - Monday, Aug. 04, 2014 at 3:52 PM

Muchos amigos, entre ellos muchos estudiantes, me pidieron que diera mi opinión. Les responderé por medio de esta declaración. Se trata de una opinión personal, basada en las conversaciones que mantuve con numerosas personas, judías y árabes, en diferentes regiones del país, y en una abundante lectura de documentos y de fuentes secundarias. Soy plenamente consciente de sus límites, y la propongo como simple contribución a la discusión. Creo que el objetivo histórico que motivó la fundación del Estado de Israel era prevenir la reaparición de campos de concentración, de pogroms y de otras formas de persecución y de discriminación. Adhiero totalmente a ese objetivo, que a mi entender forma parte de la lucha por la libertad y la igualdad de todas las minorías étnicas y nacionales en todo el mundo. En el actual contexto internacional, la prosecución de ese objetivo presupone la existencia de un Estado soberano, capaz de acoger y proteger a los judíos perseguidos o que viven bajo la amenaza de persecuciones. Si ese Estado hubiera existido cuando el régimen nazi llegó al poder, hubiera impedido el exterminio de millones de judíos. Si ese Estado hubiera estado abierto a otras minorías perseguidas, incluyendo las víctimas de las persecuciones políticas, hubiera salvado aún más vidas. Teniendo en cuenta esos hechos, nuestra discusión debe basarse en el reconocimiento de Israel como Estado soberano y en la consideración de las condiciones en que el mismo fue fundado, es decir, la injusticia que se cometió contra la población árabe nativa. La creación del Estado de Israel fue un acto político (political Act), que pudo concretarse gracias a las grandes potencias, porque se inscribía en la prosecución de sus intereses. Durante el periodo de implantación, previo a la instauración del Estado, y durante la instauración misma, los derechos y los intereses de la población nativa no fueron respetados como se debía. La fundación del Estado judío implicaba, desde el comienzo, el desplazamiento del pueblo palestino, en parte a la fuerza, en parte bajo presión (económica y de otro tipo); y en parte “voluntariamente”. La población árabe que se quedó en Israel, se vio reducida a una situación económica y social de ciudadanos de segunda clase, y ello a pesar de los derechos que le fueron acordados. Las diferencias nacionales, raciales y religiosas, se convirtieron en diferencias de clase: la antigua contradicción resurgió en la nueva sociedad, agravada por la fusión entre el conflicto interno y el externo. En todos esos aspectos, el origen del Estado de Israel no difiere fundamentalmente del que tuvieron casi todos los Estados en el curso de la historia: instauración por medio de la conquista, ocupación y discriminación. (El reconocimiento de las Naciones Unidas no cambia nada, simplemente oficializa de facto la conquista). Cuestión: “Una vez que se acepta ese hecho consumado y el objetivo histórico fundamental que se fijó el Estado de Israel, se plantea la cuestión de saber si ese Estado, tal como está constituido en la actualidad, y con la política que desarrolla, está en condiciones de alcanzar su objetivo sin dejar de ser una sociedad progresista que mantiene relaciones pacíficas normales con sus vecinos.” Responderé a esta cuestión refiriéndome a las fronteras de Israel tal como existían en 1948. Cualquier anexión, sea cual fuere el modo en que se la realice, permite suponer, en mi opinión, una respuesta negativa. Significaría que Israel sólo podrá garantizar su supervivencia transformándose en una fortaleza militar en medio de una amplia zona hostil, y que su cultura material e intelectual quedará sometida a crecientes exigencias militares. El carácter peligrosamente precario y efímero de semejante solución es más que evidente. Alguna superpotencia (o alguno de sus satélites) pueden existir en tales condiciones durante mucho tiempo, pero esa posibilidad queda excluida en el caso de Israel, debido a sus dimensiones geográficas y a la política de las superpotencias en materia de armamentos. Si partimos de la situación actual, la primera condición previa para llegar a una solución es un tratado de paz con la U. A. R. (República Árabe Unida, Egipto); un tratado que incluya el reconocimiento de Israel y el libre acceso al canal de Suez y al Golfo de Akaba y una solución al problema de los refugiados. Personalmente creo que es posible negociar ese tratado ahora, y que la respuesta de Egipto a la misión Jarring (15 de febrero de 1971) proporciona una base aceptable para entablar negociaciones inmediatamente. Egipto exige antes que nada que Israel se comprometa a retirar sus fuerzas armadas del Sinaí y de la Franja de Gaza. La creación de una zona desmilitarizada, bajo la protección de una fuerza de la ONU, permitiría contrarrestar la eventualidad de un ataque árabe devastador al que esa retirada dejaría expuesto a Israel, en opinión de algunos. El riesgo a correr no me parece mayor que el permanente peligro de guerra que existe en las condiciones actuales. La potencia más fuerte puede permitirse hacer las concesiones más importantes, y en este momento Israel es esa potencia más fuerte. El estatuto de Jerusalén podría ser el obstáculo más importante a un tratado de paz. Un sentimiento religioso profundamente arraigado, del cual se aprovechan constantemente los dirigentes, hace que sea inaceptable para los árabes (¿y para los cristianos qué?) que Jerusalén sea la capital de un Estado judío. Una solución alternativa podría consistir en colocar la ciudad, una vez reunificada (Este y Oeste), bajo administración y protección internacional. Sobre el reasentamiento de los refugiados palestinos: En su respuesta, los egipcios reclaman además una “solución justa al problema de los refugiados, en conformidad con las resoluciones de las Naciones Unidas”. La formulación de esas resoluciones (entre ellas la Security Council N° 242) da lugar a diversas interpretaciones, y en tal sentido también debe ser objeto de negociaciones. Evocaré solamente dos posibilidades (o la combinación de ambas) sugeridas durante las conversaciones que mantuve con personalidades judías y árabes: 1) Regreso a Israel de los palestinos que fueron desplazados y que desean retornar. Esta posibilidad está limitada de antemano en la medida en que las tierras árabes se convirtieron en tierras judías y los bienes árabes en bienes judíos. Este es otro hecho histórico que no se puede revertir sin cometer un nuevo daño. El perjuicio podría ser atenuado si esos palestinos pudieran instalarse en tierras aún disponibles y/o si se les ofrecieran equipamientos adecuados y reparaciones. Esa solución es rechazada oficialmente por Israel con el argumento (en sí correcto) de que semejante regreso transformaría rápidamente la mayoría judía en una minoría, y así quedaría aniquilado el objetivo mismo de la creación del Estado judío. Ahora bien, yo creo que es precisamente la política dirigida a garantizar una mayoría permanente la que está, intrínsecamente, destinada al fracaso. La población judía está condenada a seguir siendo una minoría en medio del amplio conjunto que forman las naciones árabes, de las cuales no puede separarse indefinidamente sin volver a caer en las condiciones de un gueto a gran escala. Israel seguramente podrá mantener una mayoría judía por medio de una agresiva política de inmigración, que en contrapartida reforzará constantemente el nacionalismo árabe. Pero Israel no podrá existir como Estado de progreso si continúa viendo en sus vecinos al Enemigo, el Erbfeind. El pueblo judío no hallará una protección duradera en la existencia de una mayoría replegada sobre sí misma, aislada y temerosa, sino sólo en la coexistencia entre judíos y árabes, como ciudadanos iguales en derechos y libertades. Esa coexistencia sólo puede surgir de un largo proceso que seguramente incluirá intentos y errores. Pero las condiciones previas para dar los primeros pasos existen ahora. El pueblo palestino vive desde hace siglos en un territorio que actualmente está en parte ocupado y administrado por Israel. Esas condiciones hacen de Israel una potencia ocupante (incluso en Israel) y del Movimiento de Liberación de Palestina, un movimiento de liberación nacional, por más liberal que sea la potencia ocupante. 2) Las aspiraciones nacionales del pueblo palestino podrían ser satisfechas mediante la instauración de un Estado nacional palestino junto al Estado de Israel. Es el pueblo palestino quien deberá decidir, por medio de un referéndum bajo control de las Naciones Unidas, si ese Estado tiene que ser una entidad independiente o federada a Israel o a Jordania. La solución óptima sería la coexistencia entre israelíes y palestinos, judíos y árabes, en igualdad de derechos en el seno de una federación socialista de Estados de Medio Oriente. Esa perspectiva continua siendo utópica. Las posibilidades evocadas más arriba son soluciones provisorias que se vislumbran aquí y ahora. Rechazarlas por completo podría acarrear un daño irreparable. 30 de diciembre de 1971.

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