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Sobre el abuso del concepto de neoliberalismo: Artemio López
Por Miseria de la Sociología - Monday, Jul. 28, 2014 at 3:21 PM

SOBRE EL ABUSO DEL CONCEPTO DE NEOLIBERALISMO: ARTEMIO LÓPEZ Y SU INTERPRETACIÓN DE LAS RECIENTES LUCHAS OBRERAS

Domingo, 27 de julio de 2014

El sociólogo Artemio López publicó un breve artículo dedicado al análisis de los conflictos obreros del primer semestre de este año. Los puntos de vista expuestos por López son lo suficientemente característicos como para merecer un comentario. López adopta la postura oficial (del kirchnerismo) frente a las luchas de los trabajadores, claro que dándole un barniz sofisticado y sustentado en material estadístico.


El argumento de López puede resumirse así. Los partidos trotskistas (en todo el artículo no menciona a ningún partido en particular, ni tampoco al FIT – Frente de Izquierda y los Trabajadores -) se montan sobre los conflictos obreros con el objetivo de desestabilizar al gobierno y obtener rédito en vista a las elecciones de 2015. En esta tarea, el trotskismo cuenta con el apoyo de los medios de comunicación concentrados, quienes aprovechan la volada para generar un clima de desorden social. López califica de “neoliberalismo trotskista” a esta política y refuta la existencia de una verdadera conflictividad social a partir de los datos estadísticos proporcionados por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social: “Comparado con mayo de este año y en la comparación interanual respecto a junio de 2013, en junio de 2014 se observó el 18% y el 7% menos de conflictos laborales respectivamente y con menor involucramiento de trabajadores en huelga en el ámbito privado (-29%) y mayor participación en el ámbito estatal (128%) por motivos muy puntuales que se señalarán a continuación.” López atribuye la disminución relativa de los conflictos laborales a la paulatina resolución de las convenciones colectivas de trabajo. Esta es, según López, la gran diferencia respecto a los primeros meses del año, donde la conflictividad era mayor.

En síntesis, “los datos y no las opiniones (todas muy respetables, desde ya) permiten entonces sostener una desmentida más al sistema de medios opositores en general y a la oposición política apocalíptica en particular, y muy especialmente al neoliberalismo trotskista, siempre dispuesto a la utilización abyecta de las necesidades reales de los trabajadores para ganar visibilidad mediática y luego pasar la gorra electoral mendigando votos mientras advierten que, como todos somos testigos privilegiados, nos encaminamos aceleradamente al socialismo a partir del año 2015.”

La refutación completa del argumento de López exige una revisión de las estadísticas del Ministerio de Trabajo. Como carezco de tiempo y espacio para emprender aquí esta tarea, me concentraré en la crítica de un par de falencias del artículo de Artemio, pues a mi juicio son suficientes para descartar la argumentación general. Dejaré de lado, además, el planteo de la conexión entre su argumento y la política del kirchnerismo para el movimiento obrero. Quien desee conocer mi opinión sobre la misma puede revisar alguno de los artículos publicados recientemente en este blog.

López hace un uso abusivo del término “neoliberalismo”. Dicho uso se entronca con una confusión habitual acerca del significado del neoliberalismo en tanto etapa del desarrollo del capitalismo. Sin pretender abordar en toda su complejidad la cuestión, el neoliberalismo surgió a mediados de los años ’70 y fue una respuesta integral (política, económica e ideológica) a la crisis experimentada por el capitalismo desde finales de los años ’60. La condición de posibilidad del neoliberalismo fue la derrota del movimiento obrero. En este sentido, el neoliberalismo es sinónimo de derrota de los trabajadores y de ofensiva del capital. Esta cuestión es omitida por el “progresismo”, que suele asociar el neoliberalismo a la reducción de la intervención estatal en la economía, omitiendo toda referencia a la derrota del movimiento obrero. De este modo, los “progresistas” pueden afirmar que el neoliberalismo ha sido superado toda vez que aumenta la injerencia estatal en el proceso económico, sin necesidad de modificar la legislación laboral (la “flexibilización”) aprobada durante la etapa neoliberal.

Si se deja de lado la interpretación “progresista” y se asume que existe una conexión indisoluble entre neoliberalismo y derrota de los trabajadores, la tesis del “neoliberalismo trotskista” postulada por López resulta inadmisible. Sea como sea que se caractericen las recientes luchas obreras (sobre todo las llevadas a cabo en la industria automotriz), todas ellas forman parte de un proceso de resistencia del trabajo frente a las exigencias del capital. Lejos de ser una manifestación de “neoliberalismo”, intentan poner un límite a la capacidad de maniobra del capital al interior del proceso de producción, limitando, por ejemplo, la potestad de éste para fijar despidos y suspensiones de trabajadores. Por el contrario, el neoliberalismo implicó un fortalecimiento fenomenal de dicha capacidad de maniobra. Al hablar de “neoliberalismo trotskista”, López no aporta nada nuevo al conocimiento del neoliberalismo y produce, en cambio, una mayor confusión tanto sobre el sentido del neoliberalismo como sobre el contenido de las recientes luchas obreras.

Pero el argumento de López adolece de otra falencia, producto, a mi juicio, de su interés por descalificar la acción de la izquierda en el movimiento obrero. Artemio toma nota de la “situación crítica que afecta a la industria automotriz”, cuyos indicadores son los despidos y suspensiones de público conocimiento. Sin embargo, ignora prolijamente el significado de los despidos y suspensiones en un contexto signado por la inflación. Para un trabajador asalariado, ser despedido o suspendido marca la diferencia entre ser y no ser. Sin salario no puede mantenerse una familia, de ahí la tremenda importancia que asume la pérdida del mismo, ya sea por despido (caso más terrible) o por suspensión; de ahí la resistencia de los trabajadores frente a esas medidas. Esto, que es una obviedad, resulta ininteligible para Artemio, quien prefiere atribuir todo el problema a la acción de pinzas entre el activismo obrero (el “neoliberalismo trotskista”) y los medios de comunicación concentrados. En este punto, todo el análisis de López se transforma en una chicana contra las luchas obreras, perdiendo todo carácter científico.

El artículo de López deja de lado, tal vez por exigencias de espacio, dos hechos particularmente importantes. Por un lado, el paro nacional del 10 de abril, que mostró tanto el descontento con el deterioro del salario real como la capacidad del movimiento obrero para paralizar la actividad económica. Por otro lado, las huelgas nacionales de los bancarios, cuya extensión fue muy superior a las medidas de años anteriores. En ambos casos no puede hablarse de “neoliberalismo trotskista”, y sí de una conjunción de factores entre los cuales el más significativo es el peso de la inflación sobre el salario real.

El término “neoliberalismo trotskista” puede ser útil como chicana fácil, pero dice poco y nada acerca de la situación de los trabajadores argentinos en 2014. Gracias al uso de ese concepto, López puede dejar de lado cuestiones tales como la ofensiva del sindicalismo peronista (kirchnerista), en estrecha alianza con las patronales, para eliminar a los militantes combativos. En este sentido, el secretario general del SMATA (el sindicato de los trabajadores de la rama automotriz), Ricardo Pignanelli fue claro, al jactarse de que ya no existían delegados izquierdistas en el sindicato. Al poner el acento en el “trotskismo”, López aporta su granito de arena a la campaña contra la militancia de base en el movimiento obrero. Una vez más, en una situación de crisis, el “progresismo” se da la mano con la patronal y con los exponentes más reaccionarios del movimiento obrero.

Villa del Parque, domingo 27 de julio de 2014

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El artículo de referencia...
Por Artemio López - Monday, Jul. 28, 2014 at 3:22 PM

Publicado en edición impresa de Perfil

LA RUNFLA ESCARLATA
Neoliberalismo trotskista

Por Artemio López | 26/07/2014 | 01:37

La utilización de conflictos laborales legítimos con fines de desestabilización al gobierno nacional es un hecho evidente, cuyo paradigma más reciente es el comportamiento de la izquierda neoliberal trotskista en el conflicto de la fábrica de autopartes Lear.

La maniobra se completa por parte de los medios opositores asignando gran visibilidad a los conflictos más espectaculares como forma de construir la sensación de aumento descontrolado del conflicto social, un componente indispensable para toda pretensión de desestabilización.
Pero, si por un momento nos corremos del lugar de opinión publicada y asumimos nuestro rol de ciudadanos libres –corrimiento nada fácil para doña Rosa, desde luego– podemos preguntarnos si efectivamente existe una escalada de conflictos laborales como el encendido discurso del neoliberalismo trosco propala aquí, allá y acullá (¡somos instruidos, eh!).

En esta perspectiva, un reciente informe sobre el despliegue de la conflictividad laboral generado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social es muy elocuente.

Comparado con mayo de este año y en la comparación interanual respecto a junio de 2013, en junio de 2014 se observó el 18% y el 7% menos de conflictos laborales respectivamente y con menor involucramiento de trabajadores en huelga en el ámbito privado (-29%) y mayor participación en el ámbito estatal (128%) por motivos muy puntuales que se señalarán a continuación.

Respecto a la conflictividad en el ámbito privado, leemos en el informe del Ministerio de Trabajo: “La conflictividad en el ámbito privado registró en junio valores inferiores a los que se constataron para el mes de mayo. Además, la cantidad de huelguistas y de jornadas de paro fueron sensiblemente inferiores a las registradas en el mes de junio del año anterior.

La caída en la cantidad de huelguistas y de jornadas refleja en gran medida los avances de las negociaciones salariales en el ámbito de las paritarias. En junio se acordaron pautas salariales en los dos sectores que registraron las huelgas de mayor envergadura, que fueron protagonizados por la Federación de Trabajadores de Industrias de la Alimentación y por la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros, Obreros y Empleados del Transporte Automotor de Cargas, Logística y Servicios en la rama de transporte de caudales.

También se destacaron este mes, por su intensidad y notoriedad públicas, algunos conflictos en empresas con problemas por la situación crítica que afecta a la industria automotriz. Fue el caso de los trabajadores de la empresa autopartista Lear, de Escobar, quienes protestaron inicialmente por las suspensiones de un tercio del personal, y realizaron luego un paro cuando la empresa despide a parte de los trabajadores y a la comisión interna. En el conflicto se manifestó también una disputa de la comisión interna con la dirección del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata)”.

En el ámbito estatal, la situación también refleja caída en los conflictos pero mayor participación de trabajadores en huelga: “En el ámbito estatal, se verificó en junio una fuerte caída en la cantidad de conflictos con paro. Esta disminución prolonga la tendencia decreciente que comenzó en mayo, después de los elevados niveles de conflictividad alcanzados durante los primeros meses del año. La intensidad de la caída se aprecia en el hecho de que para mayo y junio se registraron menos conflictos que para los mismos meses del año anterior.

La caída en la cantidad de disputas laborales del ámbito estatal se verificó tanto entre los conflictos acotados a los lugares de trabajo, que suelen comprometer a un número reducido de trabajadores, como entre aquellos que involucran a todos los empleados de una provincia o un municipio, y que expresan por lo general la intensidad que adquieren de los reclamos salariales en el sector estatal.

El conflicto protagonizado por los docentes de universidades estatales de todo el país en reclamo de una recomposición salarial para el año en curso explica casi exclusivamente el incremento de la cantidad de huelguistas y de jornadas de paro de junio. Los docentes agrupados en la Federación Nacional de Docentes, Investigadores y Creadores Universitarios (Conadu Histórica) habían iniciado un plan de lucha con paros en el mes de marzo, pero en junio intensificaron las acciones, concretando paros durante trece jornadas laborales. Con esto aportaron más de la tercera parte de las jornadas individuales no trabajadas en el sector estatal. En junio se sumaron al conflicto los docentes agremiados en Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu) y Asociación Gremial de Docentes de la UTN (Fagdut), aunque realizando una jornada de paro la primera y tres jornadas de paro la segunda. La incorporación de estas organizaciones al conflicto determinó así el incremento registrado en la cantidad de huelguistas entre los estatales”.

Como se observa, nada de lo que sucede en la realidad del ámbito laboral ofrece soporte material al discurso apocalíptico propalado por los medios opositores sobre la existencia de una “escalada en el conflicto social”.

Por el contrario, tras las negociaciones paritarias que cerraron en promedio en el 29,7%, por debajo de la inflación esperada de acuerdo a la desaceleración que se observa en el IPCNu –desaceleración notable que permite proyectar niveles anualizados por debajo del 30%– el nivel de conflictos laborales cayó en junio de 2014 tanto respecto al mes anterior como en su comparación interanual.

Los datos y no las opiniones (todas muy respetables, desde ya) permiten entonces sostener una desmentida más al sistema de medios opositores en general y a la oposición política apocalíptica en particular, y muy especialmente al neoliberalismo trotskista, siempre dispuesto a la utilización abyecta de las necesidades reales de los trabajadores para ganar visibilidad mediática y luego pasar la gorra electoral mendigando votos mientras advierten que, como todos somos testigos privilegiados, nos encaminamos aceleradamente al socialismo a partir del año 2015.

En fin, un delirio más de la runfla escarlata. ¿No lo ven ustedes así, estimados lectores de PERFIL, o acaso también curten la “Revolución permanente”?

*Director de Consultora Equis.

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