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El papel de la militancia revolucionaria
Por Daniel Papalardo - Saturday, Aug. 16, 2014 at 4:36 PM
danielpapalardo403@hotmail.com

la militancia social no alcanza objetivos de transformacion social, en tanto se diluye frente al problema político del poder y el estado

El papel de la militancia revolucionaria. Militar en favor del militante político.

Conociendo que el empleo del término militancia puede dar lugar a equívocos, y que esto traduce una dificultad inicial para cuanto pretendemos decir, nos parece atinado observar que, cuando de ella hablamos, nos estamos refiriendo en todos los casos, a una actividad social y política del hombre, consciente y organizada, que tiene como pauta y diferencia específica, un particular propósito del sujeto, en tanto está dirigida en todo momento al objetivo de permitir la transformación radical de la sociedad, a la que por ende, se juzga de modo crítico.

De tal forma, cuando decimos militancia, nos estamos refiriendo a aquella que se distingue por ser antagónica con lo establecido. Con ello, fijamos una pauta de diferenciación específica con el fenómeno inverso: la burocratización de la política, que deja ver una profesión remunerada y ascensor social para funcionarios permanentes de organizaciones políticas y sociales funcionales al sistema.

Desde las páginas de Iskra, Lenin recurrio a la figura de un magistrado romano para ilustrar los deberes de un militante socialista, por eso hablo del tribuno del pueblo. De esta figura extrajo , el deber de defender a los trabajadores reflejados como modernos plebeyos de los abusos de los “ patricios y la obligación de todo bolchevique de indagar en la naturaleza de la sociedad, para difundir sus ideas y explicar el sentido de la lucha emprendida.

De esta forma, si bien Lenin utiliza la figura del tribuno, en realidad apunta a una combinación en el sujeto, entre reflexión teórica y activismo político que es propia y tiene origen en la modernidad. En la Revolución Francesa, después del golpe del 9 de Termidor apareció un abogado François Noël Babeuf y con él un periódico sumamente crítico del nuevo régimen titulado El Tribuno del Pueblo ,que se planteó como objetivo “defender, ante todo y contra todos, los derechos del pueblo”.

De esta manera, el primer “tribuno moderno” visto como un heroico, combatiente épico, que interviene en la pluralidad de contradicciones sociales fue el modelo revolucionario que Lenin consideró digno de emular. En esta construcción se conjugo unidos e interactuados :
1) la Ideología , no como falsa conciencia sino como modelo de construcción social. La condición de militante exige el profundo conocimiento científico, del estudio del marxismo-leninismo, del estudio de la realidad sobre la base del marxismo-leninismo; 2) la subjetividad cultural del revolucionario en tanto modelo a seguir, estimada como conjunto de cualidades morales y actitudes dignas de ser emuladas por toda persona;
3) El carácter de clase, en tanto el trabajador, por su cotidiano espíritu de sacrificio para la reproducción social de su existencia, y la disciplina social a la que se ve sometido, posee objetivas cualidades para subsitir, Los componentes de otros grupos sociales intermedios deben asumir y preocuparse por desarrollar las características, los hábitos y los puntos de vista del proletariado revolucionario,debe estar ligado y participar de todos los problemas que hacen a la lucha de las masas, debe conocer sus aspiraciones, saber interpretar su estado de ánimo, y ser un fiel intérprete de las necesidades de las masas;
4) la praxis como antagonismo de lo puramente especulativo evidenciada en métodos concretos de intervención que pueden oscilar entre la denuncia desde la prensa hasta la participación activa en la toma violenta del poder.

La estructura militante de cuadros es lo que garantiza la aplicación eficiente de la línea partidaria. Es de acuerdo al papel de los cuadros, a su comportamiento, como las masas reconocen la calidad y la actividad del Partido que se propone la revolución.

En esta orientación el general vietnamita Le Duan destaco que:.
"Un militante debe ante todo ser absolutamente fiel a la causa de su clase y fiel al ideal comunista; debe estar profundamente ligado a las masas, animado de un fervor revolucionario puro, no teme a las privaciones y no retrocede ante los sacrificios, supera valientemente todas las dificultades. Si carece de fervor revolucionario y entusiasmo será imposible comprender correctamente el marxismo-leninismo y el fondo de la política del Partido; carecerá igualmente de entusiasmo para cumplir las tareas". (la revolución vietnamita)'

Sobre esta construcción se suma Benito Urteaga , añadiendo que El cuadro debe actuar como un profesional al servicio de la causa obrera, la causa de la revolución socialista. Toda su actividad debe estar orientada a resolver los problemas de las masas. Su vida está dedicada por entero al servicio del movimiento revolucionario. El cuadro actúa como un hombre que piensa, reflexiona, vive en función de la Revolución. "No hay vida fuera de ella", al decir del Comandante Ernesto Che Guevara. El cuadro debe poseer una moral de combate leninista, vivir en el espíritu revolucionario, en el estilo de trabajo profesional

Sobre esta visión del militante, se ha objetado su no correspondencia con la situación del capitalismo global y en particular con la específica etapa de su desenvolvimiento que no muestra situaciones que se liguen con la posibilidad actual e inmediata de la revolución.

Sin perjuicio de no compartir esta apreciación en su totalidad, en tanto no adherir a la posibilidad de un modelo de militancia para cada momento del desarrollo del capitalismo, deja traducir al menos, cierto grado de oportunismo , lo cierto es que, la práctica militante, como toda actividad social, esta ligada a las condiciones históricas concretas, de manera tal que observamos una cierta crisis de ese modelo del “revolucionario profesional” y del estilo militante ligado al mismo, pero eso no hace otra cosa que reflejar la profunda crisis de la conciencia de clase, del sentimiento de pertenencia, del vínculo clasista de la identificación social, de la debilidad de las fuerzas sociales trasgresora y de los proyectos alternativos de sociedad que de ninguna manera admiten superación por la vía del abandono del modelo militante del leninismo..

También es cierto, que la realidad plantea la dificultad de renunciar a una existencia “normal”, a las seguridades afectivas y profesionales, a las pequeñas libertades individuales, y por el contrario, refleja la fuga, o las evasiones frecuentes de esas responsabilidades por quienes se dicen o abogan por ser militantes.

Como receptor de estos cuestionamientos la militancia hoy se expresa en gran medida por, “la desvalorización de las opciones y de los debates a largo plazo, y tiene respaldo en la moral de la inmediatez, la sobrevaloración de los egos, y el rechazo a la elaboración paciente y colectiva.

Frente a este tipo de fenómenos es necesario una intervención ideológica y propagandística que obstruya y supere esta tendencia fijando una nueva construcción del modelo de militancia capaz de superar esa exacerbación del ego, de manera tal de ser capaces dentro de esta realidad específica, de reservamos un pedazo de la existencia, para construir sueños colectivos

Esta planteado entonces, la lucha por un nuevo contenido de la militancia, es decir, militar por la militancia, puesto que sin militante no hay transformación social a menos que se piense, cuando las enseñanzas de la historia revelan el dato contrario, que un espontaneismo exacerbado es posible y apto para tal tarea,.

Hay que militar por la comprensión del sentido que guardan entre sí, términos tales como : organización, y compromiso, Esto no desmerece las experiencias autogestionarias que contradictoriamente, pudieran desarrollarse en el movimiento de masas pero explica que la “forma partido” es la única apta pra hacer converger las resistencias, frente a la cuestión del poder y el Estado.

Militando en favor del militante, revalorizamos la forma partido, explicando así, que nos encontramos, pese a los ingentes esfuerzos de los movimientos sociales, ante su incapacidad estructural de ser capaces de productivizar la potencia política que contienen esas actividades y ese déficit a pesar de las condiciones generales favorables a las maniobras del capital, traduce frustraciones y abandono de la vida política que termina favoreciendo a la conservación del modelo social existente.

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