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Aprovechamiento del dolor
Por Daniel Papalardo - Saturday, Aug. 23, 2014 at 12:22 PM
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Un relato politico oportunista en pro del avance punitivo del Estado

APROVECHAMIENTO DEL DOLOR
En Rosario el pasado 15 de agosto Mariano Bertini fue baleado, cuando abría el garaje de su casa, , para que ingresara su padre, recibiendo impactos que le provocaron la muerte
Por este desgraciado suceso , en esta semana, vivimos en Rosario una movilización casi emparentada con la que oportunamente produjo el Sr. Blumberg. Casi como profecía, podría decirse que aquel “ Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde “ salió de los labios del Sr. Bertini que frente a quienes quisieran oir, dijo que “En cinco minutos cambió mi vida, me he dado cuenta que algo he hecho mal porque no he estado con la gente que me necesitó cuando tuvo problemas; todos piensan que a ellos nunca les va a tocar, yo era uno de esos”-
Frente a esto, haciendo gala de reflejos políticos, y con la apoyatura del aparato mediático Rosarino, la intendenta Mónica Fein reconoció ayer que el delito en la ciudad sigue siendo "alto" y "preocupante", al mismo tiempo que consideró necesario profundizar las políticas que vienen llevando adelante municipio, provincia y Nación en materia de seguridad y convivencia urbana. "Sabíamos que el combate al narcotráfico iba a generar nuevos procesos delictivos, por eso estoy convencida de que es necesario profundizar las políticas que venimos implementando en distintos frentes". "Debemos mejorar las fuerzas de seguridad, pero también necesitamos un Poder Judicial que resuelva más rápido las causas para no sentir que hay impunidad"
Pero tal vez, con mayor significación en los dichos de la intendenta debe extraerse lo siguiente: La concentración en el Monumento del jueves por la noche, fue "una manifestación mucho más visible de las preocupaciones que me expresan en cada barrio al que voy, y esa visibilidad debe comprometernos en las acciones y respuestas desde todos los niveles de Estado", ya que va emparentada con lo que también se ocupó de señalar el vicegobernador Jorge Henn quién remarcó que e la concentración para exigir justicia por el crimen de Mariano Bertini "interpela al poder político". "No podemos ni siquiera ponernos un minuto en el cuerpo de un padre que sufrió la muerte de su hijo",
Frente a expresiones de este tipo, más allá de que son signos de un oportunismo político, de trocha angosta, se hace imperioso señalar como de todo lo transcripto, se infiere una lectura de la realidad, que apunta a consolidar el poder punitivo, y todo cuanto implica el gerenciamiento estatal del castigo, incrementando aún más los procesos actuales de disciplinamiento y vigilancia social, con eje en la ideología de la seguridad que autoriza pensar el control estatal como el factor de evitación de aquello que “nos podría pasar”.
Sin animo doctrinario alguno, pero buscando decodificar el mensaje gubernamental, habrá que ver en los textos precitados un dispositivo simbólico con el que las élites neoliberales previenen, o intentan remediar, el déficit de legitimidad de su autoridad a los ojos de la clase media. La criminalidad urbana se presta particularmente bien para esta función, en la medida en que representa el peligro corporal y ontológico estrechamente vinculado a la inseguridad creada por las políticas socioeconómicas que se desarrollan desde ese mismo Estado.
El discurso político dominante, y básicamente oportunista, atribuye la criminalidad a un conjunto identificable de individuos o grupos sociales que están situados en la base de la estructura de clase, autorizando y permitiendo la expansión de la penalidad y, en particular, de la institución carcelaria, más allá del primario sistema de control y vigilancia permanente. En tanto grupos socialmente no bienvenidos, estos sectores, son pasibles de aplicación de procedimientos de análisis de perfiles y medidas de exclusión, como lo son los famosos mapas del delito por el que tanto abogan los políticos de turno y puestos en acto por vía de la profusión de estereotipos, son pasible del castigo punitivo, visto como única y exclusiva posibilidad frente a la generación de conductas que puedan ser estimadas como un daño social.
De esta forma, y con este tipo de discursos generados a partir de la reacción de sectores medios de la población, las ansias de ese grupo social difuso, se desplazan del señalamiento al fracaso del sistema al que periódicamente contribuye con su voto, a otros indicadores que son percibidos como "idóneos",( lease castigo, punición, represión física y psicológica) y se alivian así, mediante periódicas expresiones dramatizadas, como la que nos llama a la reflexión.
Estos procesos sociales de desplazamiento del ansia y de expresivismo repentino, se ven posibilitados por el recurso a retóricas políticas incendiarias, acompañadas, a su vez, por técnicas gerenciales de neutralización, de modo que las primeras ofrecen una justificación moral y las segundas un lenguaje de racionalidad objetiva y de justicia procedimental, que es por el que ahora se clama, micrófono en mano.
Por ello, es preciso descubrir en estas declaraciones y en la utilización discursiva y mediática de la movilización del jueves pasado, cómo a través de ellos, el aparato de Estado se presenta y legitima como figura de autoridad fuerte pero justa, al que los sectores medios de la colectividad miran y reclaman intervención para sentir el placer narcisista de una fuerza de la que carecen y deviene por lo demás, ilusoria.
Es necesario prestar atención, a la percepción inconsciente y a la lucha política que se desarrolla en torno al poder de crear y difundir determinadas visiones del mundo social y su organización. La autolegitimación que el aparato punitivo Estatal proyecta y la necesidad de autovaloración de los sectores sociales medios, son elementos fundamentales para entender tanto su acción, como su pasividad.
Daniel Papalardo

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