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La duda en el sindicalismo anti K es hacer otro paro o ir a la Plaza
Por Ricardo Carpena - Friday, Aug. 29, 2014 at 4:23 PM

29/08/14 | Paro nacional | Analiza una marcha para mediados de septiembre. Admite que la crisis lo condiciona.

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Balance. Venegas, Moyano y Barrionuevo ayer, en la sede histórica de la CGT, evaluando el paro./DIEGO DIAZ

No tuvo el impacto del 10 de abril, pero el paro de ayer fue significativo porque se hizo sin la adhesión de los choferes de la UTA, siempre decisiva para paralizar el transporte. Y la imagen de los colectivos y subtes casi vacíos fue un reflejo o de que muchos argentinos eligieron no ir a trabajar aunque podían. El rédito político para Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Omar Maturano es indiscutible, pero el futuro está lleno de interrogantes.

En las reuniones reservadas de Azopardo 802 se perfiló ayer el debate que se viene: ¿Cómo seguirá el plan de lucha contra Cristina Kirchner?

¿Con un paro de 48 horas, como quieren Barrionuevo y Maturano? Moyano se resiste porque precipitaría una dinámica inquietante. Como el Gobierno no va a ceder, ¿qué seguiría? ¿Un paro de 72 horas? ¿Y después?

El camionero prefiere esperar para ver cómo evoluciona la crisis. Su aliado gastronómico se mostró más prudente: habló de una próxima movilización callejera y “no en el Patio de las Palmeras”. Esa alternativa se afianzó en la mesa chica de la alianza moyano-barrionuevista: habría acuerdo para marchar a la Plaza de Mayo entre el 15 y el 20 de septiembre.

Un alivio moyanista fue el descubrimiento de que el apoyo de los colectiveros no es determinante para un paro. La huelga de ayer no fue tan fuerte como la de abril, pero el fenómeno de los colectivos y subtes “fantasma”, sin pasajeros, significa que la gente paró igual y eso le permite al camionero más autonomía respecto de la presión de los gremios del transporte, que reclaman más incidencia en las decisiones sindicales, como lo demostraba hasta ahora ese dúo de kirchneristas críticos formado por Maturano, de La Fraternidad, y Roberto Fernández, de la UTA.

En la CTA opositora había clima de euforia por el impacto del paro y, sobre todo, porque pareció un acierto la estrategia de su líder, Pablo Micheli, de acoplar su movilización del miércoles a la huelga cegetista de ayer: así, pudo diferenciarse de la dupla Moyano-Barrionuevo y cumplir con su idea de extender la protesta a 36 horas. Los planes ceteístas son una incógnita. Dicen que Micheli prefiere ahora esperar la jugada del camionero y revitalizar la relación con él.

Ante la deserción de la UTA, los piquetes de la izquierda cobraron un mayor peso. Es que los múltiples cortes dispuestos por el Partido Obrero, el PTS, Izquierda Socialista, el MST y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) fueron vistos como una fórmula para garantizar el paro por parte de esos mismos sindicalistas que siempre los criticaron.

Los estrategas de la izquierda creen que el sindicalismo peronista empezará ahora una suerte de tregua social en la que tratará de negociar con el Gobierno y, a la vez, ubicarse de manera privilegiada en el recambio político de 2015.

Desde la vereda K, la CGT Balcarce apuesta a alinearse más con Cristina para quebrar su indiferencia. Ayer, aunque algunos gremios oficialistas sufrieron por la rebeldía de las bases que fueron al paro, el Gobierno los compensó con 1.215 millones de pesos para las obras sociales (ver págima 11). Y espera conformarlos con la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil para el lunes. Son muestras de cariño módicas, pero están a tono con un sindicalismo de objetivos mucho más discretos que los de otras épocas.

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Gremios anti K renovaron su desafío al Gobierno, pero el paro perdió adhesión
Por Elizabeth Peger - Friday, Aug. 29, 2014 at 4:26 PM

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Los trenes no funcionaron por el paro de La Fraternidad y señaleros

Moyano y funcionarios del Ejecutivo se cruzaron por los alcances de la protesta. El transporte público funcionó a medias. La izquierda y la CTA repitieron los piquetes

Frente a un escenario sociolaboral inquietante por el creciente deterioro del empleo, el sindicalismo opositor materializó ayer un nuevo paro nacional contra la administración kirchnerista, una demostración de fuerza que logró un importante nivel de adhesión en los principales centros urbanos, aunque estuvo lejos de repetir la contundencia de las dos huelgas previas que el sector concretó durante la gestión presidencial de Cristina Fernández. Esa sensación fue evidente en la pulseada discursiva a la que se consagraron los protagonistas excluyentes de la jornada. Mientras Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, las caras visibles de la medida de fuerza, insistieron con que la de ayer fue una protesta “extraordinaria” que cosechó un amplio respaldo de los trabajadores, el Gobierno machacó con la idea del “fracaso” de la huelga a la vez que cerró la puerta a posibles medidas en respuesta a los reclamos enarbolados por los gremios anti K. “No hay condiciones que ameriten un clima de reapertura de paritarias”, aseguró el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y negó cambios inminentes en Ganancias al advertir que “la mayoría de los trabajadores no tiene nada que ver con el impuesto”.
El jefe de la CGT disidente no demoró la réplica. “Espero que la Presidenta reflexione ante esta situación y comience a dar respuestas”, reclamó el camionero, y advirtió que de lo contrario el frente gremial opositor profundizará las medidas.
El desafío, sin embargo, se circunscribió a la discusión pública con el Gobierno. Puertas adentro de las centrales promotoras del paro, del que también participó la CTA disidente de Pablo Micheli y agrupaciones sindicales de izquierda que desplegaron desde el miércoles un raid de piquetes y múltiples protestas en el interior del país, el balance de la medida no mostró tanta euforia. Algunos gremialistas admitieron cierto retroceso respecto de la contundencia del paro del 10 de abril pasado, y plantearon la necesidad de revisar con cuidado los próximos pasos en la estrategia de confrontación del sector.
El anticipo de Barrionuevo sobre una posible movilización para la segunda quincena de septiembre destinada a renovar las demandas, decisión que dejaría en suspenso la amenaza de una nueva huelga de 48 horas para el próximo mes, pareció tomar nota de esa conclusión.
La decisión de la UTA de no plegarse a la medida tuvo un efecto importante en recortar los niveles de adhesión al paro. La circulación de colectivos y de la mayoría de las líneas del subte porteño garantizó el transporte público en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, aunque transitaron semivacíos durante casi toda la jornada, en muchos casos por el temor a incidentes o la incertidumbre de poder llegar al lugar de trabajo.
Los servicios de trenes estuvieron paralizados al igual que los vuelos comerciales, en tanto que la medida cumplida por Camioneros frenó la distribución de alimentos, el clearing bancario y la recolección de residuos. No hubo despacho de combustibles en las estaciones de servicio, los bancos no abrieron sus puertas y la actividad portuaria se resintió por completo, mientras en las escuelas y en la administración pública la medida se cumplió parcialmente. En cambio, la mayoría de los comercios al igual que restaurantes, bares, shoppings y supermercados mantuvieron su actividad casi normal, como oficinas y establecimientos privados.
La adhesión al paro fue mayor en el territorio porteño y el conurbano, mientras en el interior del país el nivel de acatamiento fue más dispar (más importante en las grandes ciudades que en las localidades más pequeñas). El aporte de las agrupaciones de izquierda a la medida se repitió, como el miércoles, con cortes en los principales accesos a la Capital Federal y vías estratégicas que se extendieron hasta media mañana. En algunos pi quetes y protestas, como en el Puente Pueyrredón y en el Obelisco, se produjeron incidentes menores entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.

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Inyectan fondos a obras sociales en plena huelga
Por Mariano Martín - Friday, Aug. 29, 2014 at 4:30 PM

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Viernes 29 de Agosto de 2014

El Gobierno duplicó ayer los recursos destinados a las obras sociales sindicales que brindan tratamientos médicos complejos, el mismo día del paro nacional de las centrales opositoras. Lo hizo a través de un rebalanceo del Presupuesto del Ministerio de Salud, que incrementó en 1.215 millones de pesos los fondos para reembolsos a las prestadoras de los gremios. Se trata de uno de los ítems que la CGT oficialista negociaba desde hacía meses, y que el Ejecutivo publicó recién ayer en el Boletín Oficial.

La decisión administrativa 687, firmada por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el ministro de Economía, Axel Kicillof -sorprendió que no fuese suscripta por el titular de Salud, Juan Manzur- modificó el presupuesto de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), el organismo que encabeza Liliana Korenfeld y que es objeto de desvelos por parte de los sindicalistas.

Los $ 1.215 millones, explicaron en el sector, duplican los recursos de la ex Administración de Programas Especiales (APE), encargada de reintegrarles a las obras sociales el valor de los tratamientos médicos más costosos y complejos. Esa institución, en la actualidad absorbida por la Superintendencia, pasó a llamarse Sistema Único de Reintegros (SUR), que hasta ayer contaba con más de mil millones de pesos anuales para reembolsos. El dinero había quedado desfasado por la inflación y la suba de costos -en particular, tras la devaluación de enero- de todos los ítems de salud.

En los gremios, en particular los que mantienen diálogo con el Ejecutivo, recibieron conformes la medida, pero advirtieron que será apenas un pasamanos de recursos, y que no implicará mejorar sustancialmente las finanzas de las obras sociales. Es que la CGT de Antonio Caló intentaba gestionar una duplicación, pero de otro rubro, el SUMA (Subsidio Automático de Mitigación de Asimetrías), que tiene una aplicación de fondos más discrecional.

En cambio, explicaron, los recursos frescos para el SUR irán de manera más o menos inmediata a recomponer los valores de los contratos de las obras sociales con otros prestadores, como clínicas, sanatorios y proveedores de medicamentos, que al igual que las prepagas le reclamaban al Gobierno una inyección mayor de fondos. El círculo se cierra con que buena parte de ese dinero servirá para cubrir el aumento salarial pactado por los prestadores de salud con sus empleados, agrupados en el gremio de la Sanidad.

De hecho, los contratos entre las obras sociales y los prestadores tienen cláusulas de ajuste de valores atados a las variaciones del presupuesto de la ex APE, que con la resolución de ayer sufrirán incrementos en lo inmediato. En cualquier caso, los sindicalistas con llegada al Gobierno reconocieron que la medida era parte de las negociaciones que mantenía José Luis Lingeri, jefe del gremio de Obras Sanitarias, con Korenfeld en los últimos meses.

La propia decisión administrativa señala, en sus considerandos, que la medida debió tomarse porque "resulta insuficiente el crédito asignado oportunamente para el financiamiento de las prestaciones de baja incidencia y alto costo", es decir, aquellos tratamientos por dolencias como sida, cáncer o hemofilia, así como los remedios más caros, que por su impacto podrían quebrar una obra social.

El Gobierno financia esas prestaciones con el Fondo Solidario de Redistribución (FSR), que se nutre de aportes de las propias obras sociales y que según cálculos sindicales asciende a más de 22 mil millones de pesos. De ese total, el Ejecutivo destina al año una porción minoritaria que no agota el FSR y que, de hecho, mantiene el saldo como el eje de todas las negociaciones entre la CGT y Cristina de Kirchner.

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Cristina, entre Olivos y la Rosada, mandó a minimizar la protesta
Por Sebastián Iñurrieta - El Cronista - Friday, Aug. 29, 2014 at 4:32 PM

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Economía y política 29.08.14 | Capitanich, Tomada y Randazzo hicieron un balance muy diferente al de los gremios. Advirtieron que el 75% no adhirió a la medida y que hubo quienes no trabajaron por temor

De antemano, como parte de su eterna estrategia defensiva, el Gobierno había minimizado el posible impacto del paro nacional, el tercero que le decretan las centrales sindicales opositoras a Cristina Fernández de Kirchner. Al final de una tranquila jornada, frente a la más impactante foto de abril pasado, hubo alivio oficial con la profecía autocumplida. El balance subjetivo en los despachos: la mayoría de los piquetes fueron levantados a media mañana, los colectivos funcionaron merced a las negociaciones de la Casa Rosada con la Unión Tranviarios Automotor (UTA); y, sobre todo, el silencio de la dirigencia anti-K, sin ningún contrincante en la carrera 2015 que saliera a capitalizar la ciudad semi vacía.
No sólo la oposición se mantuvo en silencio. La Presidenta se resguardó en él, como es habitual en estos casos. Estuvo casi todo el día en la Quinta de Olivos y recién por la tarde fue a Balcarce 50. Sin aparecer en público, Cristina Kirchner usó Twitter para quejarse del vandalismo que denunció el ministro de Transporte, Florencio Randazzo, en la línea Sarmiento (ver aparte).
Las espadas kirchneristas para minimizar la medida fueron el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, por la mañana; y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, por la tarde, un funcionario que en paro anterior había preferido no aparecer. Una muestra del relativo júbilo oficial.
El chaqueño sentenció, con la estadística de los gremios que no se plegaron que ya empapelaba las calles, que “el 75% de los trabajadores decidió no adherir al paro” convocado por el ex aliado Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli. Argumentó que de los sindicatos con más de 30 mil afiliados, “solamente ocho han manifestado su adhesión”, mientras que otros 20 gremios de esa envergadura no se sumaron a la protesta, entre los que enumeró a la Uocra, Comercio, Smata y la ya mencionada UTA.
Y lo desmereció al calificar su origen como “del arco opositor y de naturaleza política”.
“No se puede decir que lo que hoy ocurrió haya sido un paro general ni mucho menos un paro nacional”, señaló, por su parte, Tomada. Y mostró un relevamiento de su ministerio: el conurbano bonaerense fue el territorio donde más se sintió la medida, con un 55 y 60 %” de concurrencia al trabajo. Pero el funcionario remarcó que en el resto del país el acatamiento del paro fue más bajo. Según sus datos, en la zona centro fueron a trabajar el 80%; lo mismo que en el Cuyo, el 85% en el NEA, el 75% en el NOA, y el 65% en las zonas pampeana y austral.
“Si hubiera habido trenes, ni se notaba que había paro”, evaluaron en un ministerio. Y explicaban la ciudad vacía: “La gente prefirió no ir al centro por si había problemas, pero no por adherir a la protesta”.

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"Con este paro de 36 horas hemos dado un salto cualitativo en la unidad"
Por ACTA - Friday, Aug. 29, 2014 at 4:44 PM

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Micheli: "Con este paro de 36 horas hemos dado un salto cualitativo en la unidad de los trabajadores"

Viernes 29 de agosto de 2014, por Melissa Zenobi, Paola Albarello

Habiendo finalizado el paro de 36 horas convocado por la CTA en unidad de acción con la CGT, el Secretario General de la CTA, Pablo Micheli, realizó un balance de la jornada de lucha. En diálogo con ACTA se refirió a la continuidad del plan de lucha y los alcances de la unidad de acción: "Si el gobierno sigue haciendo oídos sordos, haremos otro paro de 36 horas con movilización. Creo que vamos camino a eso", destacó el dirigente.

-¿Qué evaluación hacés del paro de 36 horas de la CTA?

- Fue una jornada muy buena. El hecho de que otra vez la CGT de Moyano y la de Barrionuevo, es decir la dirigencia más tradicional del movimiento obrero argentino, hayan vuelto a convocar a un paro nacional, muestran por un lado el deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores, que las condiciones laborales que cada vez son peores. Y respecto al 10 de abril, las cosas han empeorado mucho con el crecimiento de los despidos y las suspensiones y porque el costo de vida es cada vez más alto. Debimos tener mayor continuidad, no hacer otro paro después de 4 meses, sino más cerca del anterior.

-¿En qué medida la CTA se destacó de las demás centrales convocantes?

- La unidad en la acción es un tema que es muy debatido entre la militancia y los dirigentes de la CTA. A menudo nos preguntamos si no perdemos identidad al juntarnos la CGT que es una central mucho más grande de la nuestra y frente a un modelo sindical como el que sostienen y las personas que lo llevan adelante, que no tienen nada que ver ideológicamente con nosotros ni buscan construir una Central de clase, anticapitalista y antiimperialista. Me parece que en esta oportunidad, y no es que haya sido premeditadamente, hubo una decisión correcta por parte de la Mesa Nacional de la CTA, de cumplir lo que habíamos acordado de hacer un paro de 36 horas luego del paro del 10 de abril. Ellos decidieron insistir con la misma modalidad del 10 de abril, y nosotros mantuvimos la postura, jugándonos una cuota muy importante. A los pocos días de haberlo resuelto, nos dimos cuenta que había sido un acierto, que habíamos hecho una evaluación política correcta. Coincidió que en cuando fuimos a las diferentes provincias en el marco de la asunción de los compañeros, nos encontramos con una realidad muy conflictiva.

-¿Cómo seguirá la unidad de acción en adelante?

- Construir unidad en la Argentina es muy complejo. Romper es cosa de un segundo, pero construir es mucho más complejo y lleva mucho más tiempo. Constantemente ponen palos en la rueda, con mezquindades. A veces ocurre incluso entre organizaciones del campo popular más cercanas a nosotros, imagínense lo que cuesta con la CGT. Para construir unidad estratégica hace falta antes una unidad de acción más fortalecida. Entonces, hoy la unidad de acción está mínimamente lesionada porque la CGT insistió con esta tozudez de esperar a la UTA en vez de construir el paro con nosotros. Nosotros ya sabíamos que iban a hacer esto, porque la dirigencia de la UTA es de lo más retrogrado que tiene el movimiento sindical argentino. Al final no estuvimos nosotros, ni estuvo tampoco la UTA. Pero no vamos a cobrarnos esto, sino que vamos a seguir apostando a la unidad de acción. En unos días vamos a intentar juntarnos, porque los tiempos en argentina se vienen muy duros, muy difíciles, van a querer hacernos pagar el ajuste a los trabajadores con más leyes represivas del estilo Ley Antipiquetes, con represión a las movilizaciones, con más criminalización de la protesta social, más compañeros presos. No descartamos que nos quieran golpear como CTA. Por eso estamos yendo al Congreso, juntándonos con diputados de la oposición, construyendo la mayor legalidad posible.

-¿Cómo va a seguir el plan de lucha de la CTA?

- Vamos a seguir con más medidas de acción. Creo que va a haber una continuidad. Si el gobierno sigue haciendo oídos sordos, haremos otro paro de 36 horas con movilización. Creo que vamos camino a eso. Ojalá la oposición cumpla con lo que prometió y se haga cargo de lo que les toca. No estoy diciendo con eso que debemos confiar plenamente en la oposición, pero con el hecho de que nos hayan recibido ante la movilización de ayer, hemos dado un salto cualitativo y ellos ahora están seriamente comprometidos. Ellos tienen la posibilidad de aprobar una Ley que prohíba los despidos y las suspensiones por un año, para que se quite el impuesto a las ganancias sobre el salario, que se apruebe el 82% móvil para los jubilados.

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