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Voracidad carnívora. Libro 'Atlas de la carne'
Por (reenvio) Silvia Ribeiro* - Friday, Sep. 05, 2014 at 3:11 PM

9 de agosto de 2014 / La producción industrial de carnes y sus derivados se está convirtiendo en un enorme problema de contaminación ambiental y despojo de tierras y agua.

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Es también uno de los mayores factores de cambio climático y el principal destino global de los cultivos transgénicos. Por si fuera poco, la cría industrial confinada de animales se caracteriza por la crueldad y debido al hacinamiento y la gran cantidad de antivirales y antibióticos que se aplican, es un criadero de nuevas enfermedades animales y humanas, como la gripe aviar y la gripe porcina. El origen de ésta última, por ejemplo, se detectó en Perote, Veracruz, en los criaderos de cerdos de Granjas Carroll.

Estos y otros datos que necesitamos conocer sobre esta industria, porque afectan nuestra vida, la naturaleza y el ambiente de muchas maneras, forman parte del Atlas de la Carne, una nueva publicación de la Fundación Heinrich Böll, elaborada en colaboración con otras organizaciones e investigadores.

El caso de Granjas Carroll en México es un ejemplo paradigmático de muchos de los impactos y modos de operación que caracterizan a esta industria.

La empresa fue comprada parcialmente en 1994, por Smithfield Company, trasnacional estadunidense que era la mayor productora mundial de carne de cerdo y que al llegar a México intensificó y aumentó su producción aún más. Smithfield se trasladó a México huyendo de varias demandas millonarias por la grave contaminación provocada por sus instalaciones en Estados Unidos. Llegó aquí aprovechando la falta de regulación y fiscalización que México ofreció, de facto, como ventaja comparativa en el TLCAN, a las industrias contaminantes de Norteamérica. La contaminación y las protestas de los habitante de pueblos vecinos, afectados por el envenenamiento de sus suelos, aguas subterráneas y aire no tuvieron aquí consecuencias para Smithfield. Los gobiernos de Puebla y Veracruz se encargaron de criminalizar y perseguir a las víctimas que protestaron por la contaminación.

En 2013, la mayor procesadora de carne de China, Shuanghui, compró Smithfield, en una operación típica de la actual tendencia global de esta industria: megaempresas procesadoras de alimentos de Brasil, India y China han ido comprando empresas de producción, faena y procesamiento de carnes, lácteos y huevos en todo el mundo.

Actualmente, JBS SA, de matriz brasileña, es la mayor productora global de carne vacuna y luego de la adquisición en 2013 de Seara Brasil, también la mayor productora global de aves. JBS está entre los 10 procesadores de alimentos más grandes del planeta y es líder en capacidad de faenado. Supera en ingresos anuales a tradicionales gigantes de la industria alimentaria, como Unilever, Cargill y Danone.

JBS tiene capacidad para faenar diariamente 85 mil cabezas de ganado bovino, 70 mil cerdos y 12 millones de aves, que distribuye en 150 países. Le siguen en volumen Tyson Foods y Cargill. Esta última tiene un cuarto del mercado cárnico de Estados Unidos y es la mayor exportadora de carne en Argentina. En cuarto lugar está Brasil Foods (BRF), producto de la fusión de las megaempresas Sadia y Perdigão en 2012. Antes de la compra por parte de Shuanghui, Smithfield ocupaba el séptimo lugar entre los procesadores de alimentos a escala mundial.

México, con condiciones como las que otorgó a Granjas Carroll, ha pasado a estar entre los 10 países con mayor producción de carne vacuna, porcina y avícola a escala global. Empresas trasnacionales dominan la industria, desplazando en las pasadas dos décadas a muchos productores nacionales chicos y medianos.

La industria de la carne no se ha detenido y sigue buscando escalas cada vez mayores. La concentración se da en dos niveles: a través de fusiones y adquisiciones –creando empresas cada vez más grandes– e intensificando la producción: aceleran el crecimiento artificialmente, agrandan los centros de cría, aumentan la cantidad de animales por superficie y el ritmo de procesamiento.

Este tipo de cría confinada se basa exclusivamente en forrajes industriales. Han sustituido los diversos cultivos que se usaban antes, por soya y maíz transgénicos. Actualmente el 98 por ciento de la producción global de estos dos granos transgénicos va para forrajes y unos pocos usos industriales más. México no es la excepción: mientras que la producción nacional de maíz no transgénico es excedentaria para consumo humano y para varias otras actividades, las empresas de todas maneras importan maíz transgénico para forrajes de cría industrial animal, una necesidad creada por ellas mismas, que además de alimentar a esta devastadora industria, coloca en riesgo de contaminación al maíz, en su centro de origen.

Las grandes instalaciones de cría animal industrial eliminan fuentes de ingreso para millones de campesinos y pequeños ganaderos a escala mundial, al tiempo que reducen las opciones de los consumidores. Aumentan las ganancias de trasnacionales, accionistas e inversores, a costa de poner en riesgo la salud, causar sufrimiento animal, eliminar la diversidad de razas, minar la seguridad y soberanía alimentarias, contaminar y abusar del agua, entre otros impactos.

Seguiremos presentando aspectos de esta industria y también las alternativas a este nocivo desarrollo. Por lo pronto, el próximo martes 12 de agosto a las 18 horas, la Fundación H. Böll presentará el Atlas de la Carne, con un debate en el restaurant orgánico Carnívoro, Yucatán 138, colonia Roma, en la ciudad de México.

*Investigadora del Grupo ETC

Descargar el libro El atlas de la carne en PDF (68 páginas) http://mx.boell.org/sites/default/files/atlasdelacarne2014_web_140717.pdf

fuentes http://www.etcgroup.org/es/content/voracidad-carn%C3%ADvora y http://mx.boell.org/es/atlas-de-la-carne

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tapa del libro
Por (reenvio) Silvia Ribeiro* - Friday, Sep. 05, 2014 at 3:11 PM

tapa del libro...
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Introducción al Atlas de la Carne por Barbara Unmüßig*
Por (reenvio) *Fundación Heinrich Böll - Friday, Sep. 05, 2014 at 3:14 PM

"ATLAS DE LA CARNE" - HECHOS Y CIFRAS SOBRE LOS ANIMALES QUE COMEMOS

En muchos países, los consumidores están hartos de las artimañas de la agroindustria. En vez de usar fondos públicos para subsidiar granjas industriales – como en los Estados Unidos y la Unión Europea – quieren políticas racionales que promuevan una producción ganadera realmente sustentable, social y ética.

La comida es un asunto muy personal. No se trata solamente de una necesidad. A menudo representa sentimientos como familiaridad, relajación, rutina o hasta stress. Comemos en diferentes tipos de situaciones y tenemos nuestras propias y muy personales preferencias.

Al mismo tiempo, sin embargo, estamos cada vez más alienados de lo que tenemos en el plato, la mesa o en la mano. ¿Se ha preguntado alguna vez de dónde viene el bistec, la salchicha o la hamburguesa que se come? La satisfacción personal refleja las decisiones éticas, y las preocupaciones privadas pueden ser de naturaleza bastante política. Cada uno de nosotros debe decidir lo que quiere comer. Pero el consumo responsable es algo que una creciente cantidad de personas demanda. Y se necesita información para tomar decisiones.

¿Cómo puede el consumidor promedio comprender el impacto global causado por su consumo de carne? ¿Cuánta gente entiende que la demanda europea por carne es directamente responsable de la deforestación del Amazonas? ¿Quién está consciente de las consecuencias que la producción industrial de ganado tiene en temas como la pobreza y el hambre, el desplazamiento y la migración, el bienestar animal o en cambio climático y la biodiversidad? Ninguna de estas preocupaciones se visibiliza directamente en la carne o subproductos que se adquieren en el supermercado.

Por el contrario, las grandes corporaciones agroindustriales tratan de minimizar los efectos negativos de nuestro alto consumo de carne. Los envases y publicidad de países desarrollados muestran una imagen de animales contentos en granjas felices. Pero en realidad el sufrimiento que padecen los animales, el daño ecológico y los impactos sociales asociados se esconden debajo de la alfombra.

Una de cada siete personas en el mundo no tiene acceso apropiado a la comida. Estamos bastante lejos de cumplir con el derecho internacionalmente reconocido a una alimentación suficiente en términos de calidad y cantidad. Por el contrario, casi mil millones de personas en el mundo pasan hambre en gran medida debido a que la alta demanda de las clases medias por carne genera industrias alimentarias a gran escala y con ganadería intensiva.

En muchos países los consumidores están hartos de las artimañas de la agroindustria. En lugar de usar fondos públicos para subsidiar las granjas industriales – como ocurre en los Estados Unidos y la Unión Europea – los consumidores quieren políticas racionales que promuevan una producción ganadera realmente sustentable, social y ética. Como resultado, una preocupación central de la Fundación Heinrich Böll es proporcionar información sobre los efectos de la producción de carne y ofrecer además alternativas.

Mientras los gobiernos en el mundo industrializado deben cambiar radicalmente de curso y luchar contra el poder del lobby de la agroindustria, los países en desarrollo pueden evitar cometer los errores de otras naciones. Si conocen los efectos de la producción intensiva de carne, pueden planificar una forma futura de producción que sea responsable social, ética y ambientalmente. En vez de tratar de exportar su fallido modelo, la UE y los EE.UU. deberían intentar demostrar que el cambio es tan necesario como posible.

Las alternativas existen. La carne puede ser producida a partir de ganado criado en pastizales en lugar de fábricas y la comida producida localmente en vez de enviarla a miles de kilómetros. En un sistema así, el estiércol no tiene por qué ser un problema para la naturaleza ni para la salud de la población circundante: puede ser distribuido en los mismos campos para enriquecer el suelo.

Este atlas le invita a viajar por el mundo y le da un profundo conocimiento de las conexiones globales que ocurren cuando comemos carne. Solamente los consumidores informados y críticos pueden tomar las decisiones adecuadas y demandar los cambios políticos que se requieren.

fuente http://www.economiasolidaria.org/documentos/atlas_de_la_carne

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