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El puñal
Por Lea Ross -
Wednesday, Sep. 24, 2014 at 10:48 PM
El filo puntiagudo deja
un ambiente frío, en una neblina que deja al ambiente con poca
visibilidad. Las bocas se cierran. Los ríos de lágrimas recorren las
calles de Córdoba.
El puñal iba directo a
Paola. Pero el mango le decía a sus oídos por qué tenía que ser. El
mango es el soberano de su amo. Ya no es una herramienta, es un poder
ficcional para el que la controla. Gonzalo Lisarralde pensaba que sin
ese puñal no sería nada. Su único modo de pretender ser el amo del
universo.
El puñal iba directo a
Paola, pero también era para todos. Para decirnos a todos lo que
siempre nos negamos a ver. Donde cada golpiza, donde cada abuso, donde
cada grito, donde cada homicidio, donde cada violación, siempre estamos
todos ahí. Pero al estar ahí, nuestras bocas se cierran. Y solo quedan
los ríos de lágrimas.
Ríos que pasan por
debajo de todo aquello que nos rodea, adentro de los hogares, de la
televisión, de las publicidades, de las oficinas de trabajo, de los
pasillos del estado, de todo.
Por alguna razón, el
capricho patriarcal eligió dejar con vida a Martina, quien hoy se
mantiene a salvo. Quizás un miligramo de esperanza, que sale por debajo
de la tierra, lo hizo entender que no resulta ser tan poderoso como
era. Los ríos pueden convertirse en arroyos fuertes que empujan,
arrastran y diluyen a cualquiera que pretenda ponerse en su trayecto.
Ahí es donde el puñal
termina siendo solo una herramienta. Su dueño queda en la nada. Ahora
es la tierra que le dicta su destino.