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México: Reviven "juego de pelota" en las faldas del Cerro de la Campana
Por El Horizonte / México - Tuesday, Oct. 14, 2014 at 5:31 PM

En Monterrey no todo es futbol, carne asada y las cosas que nos caracterizan como regiomontanos. También hay comunidades que representan a una diversidad de culturas de México, como un grupo de oaxaqueños de origen zapoteca que cada fin de semana se reúnen para el juego de pelota ´Taladxi´

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Migrantes del sur del país, de raíces indígenas, hacen de un baldío su cancha cada fin de semana. Foto: Azael Rodríguez

Por: Deyra Guerrero

El Horizonte - Se trata de migrantes del sur del país, de raíces indígenas, que habitan en colonias del sur de Monterrey, como Laderas del Mirador Primer Sector, en donde se encuentra la cancha-terreno baldío en el que se congregan, Altamira y La Campaña, los que desarrollan este deporte.

Rodeados de montañas, como el Cerro de la Silla, El Mirador, La Campana y otros de la Sierra Madre Oriental, quienes practican este juego, encuentran el escenario idóneo para transportarse por dos o tres horas a Oaxaca, a los tiempos de sus padres, sus abuelos y generaciones milenarias.

Poco importa el graffiti y el asfalto que los rodea y las malas condiciones de la cancha de basquetbol, improvisada para el "Taladxi". Tampoco importan los postes de alumbrado que se les atraviesan al correr entre polvo y piedras.

Al menos unas 50 personas se dan cita cada domingo para competir y convivir.

El juego es una especie de ancestro del beisbol, pues hay dos equipos de nueve jugadores cada uno y gana el que realice más carreras. Utilizan una pelota liviana de esponja que golpean con el puño cerrado.

"No queremos que se nos olvide lo que somos", expresó Jorge Matus Aquino, uno de los deportistas, quien explicó que sólo en ese sector del sur viven unos 300 oaxaqueños.

A lo lejos resulta extraño observarlos con su ropa moderna, holgada, sus gorras y tenis, muy comunes entre jóvenes de sectores populares de la ciudad; sin embargo, al acercarse, escuchar que hablan en dialecto zapoteca y ver la forma en la que juegan, lo que se admira es que viven la tradición.

Como en todo deporte, no pueden faltar los aficionados y las porras de la misma comunidad de ascendencia indígena, que acuden a presenciar el juego y darles ánimos.

Una de las que nunca falta es Inés, quien dejó a su mamá y a su hermano en Oaxaca para mudarse con su esposo a Monterrey a buscar una mejor vida para sus hijos.

"Sí extraño, pero acá con este tipo de cosas nos seguimos juntando con nuestra gente y les enseñamos a los niños de dónde vienen", manifestó orgullosa.

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