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12 de octubre: lo que no tiene que hacer la escuela ni el docente
Por Fernando Pisani - Saturday, Oct. 18, 2014 at 9:14 AM
fjpisani@gmail.com

Buenos días a todos y todas (*)

Siento una cierta incomodidad al tener que hablar para este acto del 12 de octubre, por mi y por ustedes.

Ocurre que no está entre mis dones el de la hipocresía ni el de la diplomacia, por lo que lamento si lo que voy a decir causa alguna molestia a alguno de ustedes.

Pero parto de la base que estoy entre colegas docentes y quienes serán futuros colegas, y en una institución terciaria, por lo que no corresponde un acto escolarizado.

Son muchas las cosas buenas e importantes que hace la escuela y los docentes. Y es una de las pocas instituciones reivindicables. Pero ocurre que la conmemoración del 12 de octubre ha sido mejor ejemplo de lo que no tiene que ser la escuela y de lo que no tenemos que ser los docentes.

Particularmente sentí alegría el día que la presidente Cristina Fernandez anuló el decreto que promulgara Hipólito Yrigoyen, el 4 de octubre de 1917, donde declara el 12 de octubre como Fiesta Nacional, en conmemoración del descubrimiento de América, de la conquista (el genocidio perpetrado por los conquistadores) y que celebra “el vigor de la levadura de la sangre española” y establece que todo ello lo debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento.

Y es más que llamativo tal decreto justo en momentos cuando el mundo se desangraba por guerras colonialistas e imperialistas.

Llamativo decreto que llamaba a reafirmar y ponernos jubilosos por la explotación del ser humano por el ser humano, por las gestas conquistadoras, justo en el mismo momento que algunos pueblos luchaban por terminar con la guerra imperialista y sacudirse de las cadenas colonialistas, como muchos de Asia y África, así como sacudirse de toda guerra y toda explotación, como estaba ocurriendo en Alemana y en Rusia (la primera prontamente derrotada en un baño de sangre, y la segunda triunfante, la Revolución de Octubre, aunque pocos años después sería derrotada bajo el estalinismo.

Pero nada es casual. Entre 200 y 700 obreros morirían en Argentina, asesinados, poco tiempo después ese decreto, lo que se conoce como la Semana Trágica, masacres organizadas por las mismas políticas que festejaban los 12 de octubre como Día de la Raza. O poco tiempo después recrudecerían las matanzas en el Chaco santafesino y chaqueño, en las propiedades de La Forestal, que superexpotaba a los trabajadores y destruía más de un millón de hectáreas de quebrachos centenarios, en el país dentro del país que tenia la empresa de capitales británicos, franceses y alemanes.

O que el mismo presidente radical mandara el coronel Varela a reprimir a los obreros de Santa Cruz, donde, entre otros asesinatos, fusila a mas de 1500 de los huelguistas. Nada es casual, como también es cierto que la historia es escrita por los que ganan pero hay otra historia, la verdadera historia.

Pero esa alegría de que el gobierno actual suprimiera aquel decreto se transformaba en tristeza, pues no alcanzaba ni alcanza con cambiar el nombre y plantear que es el Día del Respeto a la Diversidad Cultural”

Me causo tristeza que se mantuviera esa fecha para “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, podría haber sido un día antes, en homenaje a quienes vivían aquí antes de ser conquistados, violados, robados, asesinados. O un día después, para recordar la resistencia de muchos de esos pueblos. O el 19 de marzo, en homenaje a Tupac Amarú, lider indígena que encabezó la máxima lucha de resistencia anticolonialista en América. O cualquier otro día.

Pero bueno, peor es nada

Y así nos encontramos hoy, en un acto conmemorando el 12 de octubre, al cual yo califiqué hace un momento como el mejor ejemplo de lo que no tiene que ser la escuela y de lo que no tenemos que ser los docentes.

Como ustedes saben somos seres sociales. Vivimos en sociedad. Y una de las características de cualquier sociedad es la necesidad de conservarse, reproducirse. Y en nuestra sociedad una de las instituciones fundamentales para lograr esa socialización y esa reproducción es la escuela.

Pero también saben que en la sociedad hay cosas buenas y cosas malas, cosas justas y cosas injustas, situaciones oprobiosas, aberrantes, escandalosamente injustas, marcadamente repudiables. ¿Debe la escuela reproducir todo? ¿Debe la escuela reproducir las estructuras de poder e injusticias que sojuzgan a los pueblos?.

Es cierto que la escuela no puede resolver los problemas sociales, ni está en condiciones de cambiar situaciones que provienen de la economía, de la política. Tampoco puede cambiar el domino que ciertos países realizan sobre otros. O que unos seres humanos exploten a otros. Pero a pesar de que es poco lo que puede hacer, y que históricamente ha sido mucho para mejorar las posibilidades de vida de nuestros pueblos ¿debe reprodir todo? ¿debe reproducir lo nos transforma en indignos frente a los propios animales, que no tiene los grados de inhumanidad que es capaz el ser humano?

Dicho de otra manera y simplemente ¿es la función del docente reproducir lo más oprobioso que tiene nuestra sociedad? ¿no hay cosas indignas que no deberíamos haber aceptado ni aceptar o nos escudamos en el cumplimiento de la norma, en la obediencia debida?

Porque aquí, con el 12 de octubre, con el llamado Descubrimiento de América, no estamos hablando de lo que hicieron los españoles y otros países colonialistas en el pasado.

No estamos abriendo juicio sobre aquellos acontecimientos, no es necesario, es obvio, lo que pensamos sobre las espantosas matanzas que hacían los conquistadores de todos los países en todos los continentes para quedarse con las riquezas naturales, con esclavizar o sojuzgar pueblos para que trabajen para ellos.

No tiene caso aquí hablar de ese pasado.

De hecho la mayoría de los que estamos aquí somos descendientes de europeos y no existiríamos sin ciertas cadenas de hechos previos, muchos de ellos terribles. Ni los anteriores habitantes de este continente eran santos ni vivían en una sociedad ideal sin explotadores ni explotados. También tenían sus crímenes, sus conquistas, sus injusticias.

No estamos hablando de lo que fue y por qué fue. No estamos hablando del pasado.

De lo que estamos hablando es del presente.

De lo que significa hoy hablar de Descubrimiento de América. Que se sigue enseñando en muchas escuelas e instituciones de formación docente.

Pues como todos sabemos, si sabemos mínimamente interpretar texto, hablar de descubrimiento es hablar de algo que ningún otro ser humano vio antes. Por lo que los millones de habitantes que vivían aquí no eran seres humanos plenos. Implicaba e implica que hay seres humanos superiores a otros, en razón de la sangre, de la raza, de la herencia familiar, del dinero, del tamaño, del color de la piel, del sexo, de la edad, de la posición social.

Pero dejemos de lado el Descubrimiento de América. Pensemos en muchos otros temas que pasa lo mismo, que tiene la misma matríz. ¿O acaso no se habla de la Conquista del Desierto? ¿O de la Campaña al Desierto? ¿Y qué significa desierto?: que no está poblado por seres humanos. Claro, no por seres humanos como nosotros. Son indios, indígenas, incultos, salvajes, bárbaros a los que hay que exterminar, sacarle sus tierras, sus tradiciones y si se puede adocenarlos para que trabajen para nosotros, mejor.

Y eso se enseña hoy en las escuelas, en los libros. Y eso lo enseñamos hoy docentes, reproduciendo una de las peores cosas que tiene esta sociedad: los asesinatos por el poder y la propiedad, la injusticia, la violencia sobre los demás, el fin justifica los medios. Y los beneficiaros de ese genocidio son los que se enseñorean hoy como propietarios de media Argentina, imponiendo gobiernos, ministros de economía, condicionando o tumbando a los gobiernos que le son hostiles. E imponiendo precios ¿o que hace seis años el lomo tenía que estar a cien pesos vino del cielo?

¿Es nuestra función reproducir, justificar, ensalzar, festejar el genocidio, las represiones, las matanzas, el colonialismo?: parece que sí, es lo que decretaba Irigoyen y mantuvieron todos los gobiernos hasta el actual, es lo que viene haciendo la escuela y los docentes hace más de cien años, con excepciones, por supuesto, que también han sufrido en carne propia la represión por alzar una voz distinta.

Todos ustedes se quejan de la inseguridad, de la violencia que va en crecimiento. ¿No se han dado cuenta que nosotros, como familia, como escuela, como personas, la fomentamos al admitir o enseñar directa o indirectamente que hay seres humanos por encima de otros? ¿O la conquista, arrebato, por la fuerza? ¿O que el fin justifica los medios?. ¿O que por cuestiones de poder y propiedad se puede matar a las personas?

No quiero extenderme mucho.

Conmemoramos el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Y entonces hablamos de la tolerancia hacia otras opiniones, costumbres, tradiciones. Y del respeto a las mismas.

Creo que hay mucho de hipocresía y paternalismo en ello. Al pobrecito inculto le tenemos que respetar sus arcaicas costumbres, su incultura y hacerles verles lo bueno de nuestra civilización y que todos se pueden beneficiar con ella y con ese “intercambio” cultural. Y ellos nos darán un lindo poncho y una vasija. Ah!, y cuidado, no vaya a ser que reclamen tierras que hoy -desde que se las robaron- ya tienen dueño. Que se queden tranquilos en sus reservas, en las zonas que les asignaremos. Y si los que viven de la caza y pesca se quedan sin ellas porque estamos destruyendo la naturaleza con agrotóxicos y venenos, bueno, es el precio que debemos pagar por tener una buena cosecha, por generar divisas.

Vivir bien y con comodidades tiene su precio. Así que a no quejarse. Son los famosos costos colaterales.

Pero al contrario de esos llamados a la tolerancia, al respeto, creo que la escuela, los docentes, deberíamos levantar bien en alto las banderas de la intolerancia.

Nosotros, como docentes, como escuela, como personas, debemos ser intolerante ante cada muestra de discriminación, de manifestación de que hay seres humanos por encima de otros.

¿Acaso no fue predicar el racismo, que por decenas de años se festejara el Día de la Raza?. Claro, racismo sólo es el de Hitler defendiendo la raza aria y al cual las inferiores debían someterse. Distinto es el caso de la raza española, porque esa sí es una raza superior, al menos superior a las que vivían aquí o traían de áfrica, aunque por supuesto, no todo español, sino el español de raza. Y si no pregúntenle a los cientos de miles de españoles que se quedaron sin su casa en estos dos años, mientras el rey y la nobleza se dedicaba a matar elefantes y a sus fiestas de todo tipo.

¿Acaso hoy, 2014, no se admite y defiende que existen seres humanos superiores por su sangre, como lo hacen en España, Inglaterra, Holanda y tantos otros lugares? Y en Argentina mismo, cuando se habla de ellos o se le da y reconoce su estatus?

Pero claro, si viene a Argentina el rey de España, o la infanta, u otros personajes, como vinieron, muchos festejos, muchos recibimientos, mucho cholulismo se oculta que su reinado se funda en un millón de asesinados, niños, ancianos, hombres y mujeres, cuando aplastaron a la República española, que había surgido en España por el libre voto de los españoles. Y Franco el dictador y verdugo encargado de mantener el predominio de esta raza conquistadora que tan bien le caía a Irigoyen y a gobiernos sucesivos.

Y no sólo tenemos que ser intolerante con la discriminación, con las injusticias, y para nada respetar culturas imperialistas, colonialistas y dejar pasar sus crímenes como los que hoy están cometiendo los grandes estados, grandes justamente en base y por sus crímenes.

Y ojo, cuando constatamos los ataques centenarios para destruir y hacer desaparecer culturas originarias, no debemos perder de vista que también hoy están en juego todas las culturas del mundo, incluso la que vivimos todas, pues hay una cultura que está avasallando todo, imponiendo inperceptiblemente nuevas costumbres, nuevos modos de consumir, nuevos valores o más que nuevo, homogeneizando en mundo bajo ciertos valores. No podemos perder de vista que hay una cultura colonizadora que no necesita de la cruz y de la espada, es la cultura del mercado, es la cultura del gran capital financiero, de las grandes corporaciones que establece hábitos de consumo y que reemplazan la cruz y la espada por la religión electrónica, el dios del dinero, la libertad de comercio y las bombas.

Y hoy estamos indefensos hacia ese avasallamiento cultural, y la escuela no está preparada para enfrentarlo pues ha realizado demasiadas concesiones al colonialismo, al derecho de conquista, al poder de la fuerza.

Pero el 12 de octubre debería ser un recuerdo para nosotros de tratar de reparar en parte el daño que hemos hecho y estamos haciendo defendiendo, justificando, ocultado, invisibilizando, los robos descarados, “legales”, los asesinatos y genocidios y la promoción de la muerte en vida.

Y así, en los actos escolares como los que se están desarrollando hoy en las escuelas, tendríamos que admitir nuestras responsabilidades y sentir algo de vergüenza por el rol que desempeñamos, en abierta contradicción con otros roles que desempeñamos que son hermosos.

Y en esos 12 de octubre, y todos los días, en un intento de compensación, levantar las banderas de ninguna tolerancia con las desigualdades, con la discriminación, con la explotación.

Muchas gracias por la atención

(*) Reproducción aproximada del discurso que hizo Fernando Pisani en el acto del 12 de Octubre en el Instituto de Formación Docente Capacyt de Tres de Febrero, Buenos Aires el 10/10/2014

Fernando J. Pisani

fjpisani@gmail.com

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