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Andrea Charole: "La pobreza une a aborígenes y criollos"
Por Diario Norte / Chaco -
Wednesday, Nov. 05, 2014 at 6:08 PM
Nunca antes una mujer había presidido el Instituto del Aborigen Chaqueño o Idach. A los treinta años, Andrea Charole se convirtió en la primera y recientemente fue reelecta para conducir la institución por otro período.
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1 de Noviembre, 2014
Nació en Juan José Castelli, en el noroeste chaqueño, precisamente en el hospital General Güemes. Andrea Anastacia Charole es de etnia toba o qom, como prefiere denominarla. Hija de Antonela Monzón y el mestizo Mario Charole, "mi abuelo paterno era criollo", explica.
Última de cuatro hermanas (y de tres varones) llegó al mundo después de Crecencia, Orlando, Inocencia, Héctor Mario (fallecido), Mónica y Mario Nereo, estos últimos mellizos. "Ellos deben ser herencia de mi padre, porque no hay mellizos entre los aborígenes", dice.
En Castelli asistió al jardín de infantes de la escuela 894, donde también cursó la primaria.
La escuela Polimodal CEP 36 albergó su estadía secundaria que concluyó en 2005. "Fue la primera promoción Polimodal en el país. Una experiencia nueva en su momento, tanto para los alumnos, como para los docentes", agrega con cierto orgullo.
Es profesora de Artes Plásticas y cursa la carrera de Asistencia Social en modalidad semipresencial.
Soltera "por ahora", bromea, "son cosas que suceden sin ser buscadas", aclara más seria.
Hoy preside su segundo mandato consecutivo en el Instituto del Aborigen Chaqueño o simplemente Idach, la institución que se ocupa de asistir y ayudar a las comunidades aborígenes de la provincia.
Ella ve al criollo como a los suyos. "Tengo una visión positiva ", dice y agrega que "además de haber tenido un abuelo criollo, hoy convivimos todos juntos. Me crié entre ellos que hasta la actualidad son mis amigos".
Considera que no es la raza o el color lo que divide, "sino la clase social". "La salud, la tierra, la vivienda, son problemas comunes a todos y eso nos une a los seres humanos sin distinciones", exclama.
"En Fuerte Esperanza existe una comunidad de wichíes y criollos que conviven en óptimas relaciones", ejemplifica. Y en el final opina que esa unión se da "sin diferencias entre unos y otros; comparten el estado de pobreza en que viven y quizás es lo que los une".
Familia
Sus padres, Antonela y Mario ya no están pero Andrea los tiene muy presentes. "Mi madre me enseñó el qom, la lengua es fundamental para el aborigen si se quiere conservar la cultura. De mi padre heredé la vocación de asistir a quienes necesitan ayuda", se enorgullece.
¿Qué recuerdos tiene de sus padres?
-A mi mamá la recuerdo en casa, trabajando porque era ama de casa, nos enseñó la cultura toba y nosotros respondimos porque conservamos la tradición. Ella era aborigen pura y en familia hablábamos más el qom pero también el castellano, cuando estábamos en compañía de criollos.
Mi papá fue concejal de Castellli y constantemente nos visitaba gente que lo buscaba para solicitar asistencia. Crecí en ese ambiente y desde entonces me gusta ayudar a quienes lo necesitan.
¿Cómo se lleva con sus hermanos?
-Con mis hermanos nos une una relación de afecto y respeto. Somos siete, soy la menor de todos. Perdimos a Héctor Mario en un accidente, justo cuando asumí por primera vez como presidenta del Idach.
Tenemos una buena relación, en ocasiones con algunas diferencias pero por puntos de vista en lo laboral, como con Orlando (diputado provincial). Él ocupa un lugar muy importante y nuestras diferencias son más bien ideológicas pero es un buen hermano. Como todo hermano mayor es como un protector.
La asistencia
¿Asistir a los necesitados es una vocación?
-Sí, siempre me gustó trabajar ayudando a la gente que necesita. Como dije antes, mi papá siempre estaba disponible para atender las necesidades de los demás y yo crecí con ese ejemplo. Además se nace con la vocación porque, de no ser así, uno se cansaría y elegiría otro camino.
¿Así comenzó el camino que la llevó a presidir el Idach?
-Fue el principio. Después, en Castelli trabajé con chicos de la secundaria, a través de la Fundación Juventud Unida de Misiones (JUM), iniciativa religiosa que trabaja con las comunidades aborígenes en Salta y Chaco donde dábamos clases particulares como voluntarios. Ayudábamos a los alumnos con problemas en los estudios.
La política
¿Se considera una persona política?
-No. En el tiempo que llevo en el Idach trabajé siempre en asistir a las comunidades aborígenes y quiero seguir ayudando en este modo. No me considero una persona política. Lo que hago me gusta, lo siento como mi vocación.
Aquí llega mucha gente en busca de asistencia y todos son recibidos. Un político tiene menos contacto con la gente y tiene que ser hábil para conseguir el apoyo y el voto. El político está en otro plano, en el Idach estamos al alcance de todos.
¿Se ve como política en el futuro?
-No, lo veo como algo ajeno a mí. Pero el tiempo dirá. Porque se puede cambiar y no puedo descartar otras alternativas. Hoy no me veo trabajando en política.
El Idach trabaja articuladamente con la política, ¿con quienes tiene más relación?
-Con Domingo Peppo nos une una férrea relación de trabajo y de amistad. Nos ayudamos mutuamente desde que era intendente de Villa Ángela, cuando se hizo la primera escuela en Colonia El Pastoril. Se generó una buena relación que se extendió hasta ahora. Cuando llegó a la presidencia del Instituto de Vivienda continuó el trabajo conjunto. Es un referente importante en la construcción de viviendas para las comunidades aborígenes.
Con Jorge Capitanich mejoró la calidad de vida de las comunidades aborígenes. Durante su gestión como gobernador, el Idach comenzó a trabajar con una mayor asistencia. Antes de 2007 se veía más pobreza, había mucha desnutrición entre los aborígenes. Hoy la desnutrición disminuyó notablemente en la comunidad.
Además, las condiciones laborales de las comunidades eran muy precarias, sobrevivían haciendo "changas". Actualmente un gran número de gente tiene trabajo, hay cooperativas de trabajo para los aborígenes que antes no existían.
Nuestra juventud hoy está estudiando, los chicos aborígenes acceden a la Universidad.
Hay más de mil viviendas que se han entregado y otras que se están construyendo.
¿Hay continuidad con la actual gestión de Bacileff Ivanoff?
-Si, se continúa trabajando del mismo modo. Se entregan viviendas, se crean fuentes de trabajo, se asiste a los hermanos de las zonas más alejadas. La asistencia a las comunidades aborígenes continúa, nunca se cortó.
¿Y en Resistencia, con la intendenta Aída Ayala?
-Con Aída Ayala tuvimos un encuentro en el que hablamos, más como mujeres que estamos al frente de una institución. Hemos conversado mucho sobre la problemática de nuestra comunidad en Resistencia. También existe un trabajo articulado con la Municipalidad para resolver los problemas de los aborígenes. Estamos conformes con lo que se hace en la capital.
La discriminación
¿Se siente discriminada?
-Lo sentí en el trabajo, más por ser mujer que por aborigen. A los hombres no les cae bien ser conducidos por una mujer. Pero con el tiempo se diluyó, a medida que me fueron conociendo.
En el directorio del Idach son todos hombres y los primeros días fueron complicados pero con el tiempo fueron aceptando la situación y hoy convivimos en armonía.
El rol de la mujer aborigen era ocuparse de la casa y el hombre salía a trabajar. Las mujeres no participaban en asambleas en asociaciones comunitarias. Hoy la mujer aborigen preside una comisión barrial, trabaja. Hay profesoras bilingües, maestras jardineras. Antes la cultura era más cerrada en este aspecto.
¿Hay discriminación entre aborígenes?
-Si, en cuanto al género. Hasta hoy en día se ve que el hombre discrimina a la mujer.
¿Y entre etnias?
-No, hay una unidad entre las tres etnias del Chaco. Quizás nos une nuestra condición con respecto al criollo. Pero siempre estuvimos del mismo lado y apoyándonos mutuamente.
Unidad e integración
¿Cree que el aborigen se debe integrar a la vida de la comunidad?
-Sí, creo que es el camino a seguir. La mayor parte de nuestra gente vive en los barrios de las ciudades y pueblos de la provincia. Están integrados geográficamente y tienen que integrarse en todo sentido, con más participación en la comunidad general. No podemos quedarnos atrás, tenemos que mirar al futuro.
Hoy es muy difícil que los aborígenes vivan de otro modo sino sea a través de la integración, porque han desaparecido muchos aspectos que rodeaban a la vida tradicional. El aborigen se tiene que integrar más.
¿Hay consenso o existen grupos que prefieren la vida tradicional?
-Nosotros no abandonamos nuestra cultura con sus particularidades. Nuestra lengua es lo que nos distingue. Pero no es posible vivir en el modo que se hacía antiguamente porque no hay recursos para hacerlo.
Nuestra lengua es esencial, mantiene nuestras raíces y no hay que abandonarla, no hay que olvidar. Es importante integrarse sin perder los rasgos distintivos de nuestra cultura.
¿Prevalece la identidad de etnia o la nacionalidad argentina?
-Primero está nuestra etnia. Eso nos distingue y nos da un sentido de pertenencia más profundo. En segundo plano nos sentimos orgullosamente argentinos.
¿Cómo ve al criollo?
-Tengo una visión positiva. Además de haber tenido un abuelo criollo, hoy convivimos todos juntos. Me crié entre criollos que hasta la actualidad siguen siendo mis amigos.
En Fuerte Esperanza existe una comunidad de wichíes y criollos que conviven en óptimas relaciones, sin diferencias entre unos y otros. Comparten el estado de pobreza en que viven y quizás es lo que los une.
La vivienda, la salud, la tierra, son problemas comunes a todos y eso nos une a todos los seres humanos sin distinciones.
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Una de las postales familiares.
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Andrea (izq.) con dos sobrinas.
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Al finalizar el polimodal.
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Andrea, con parte del personal que la acompaña en el Idach.
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