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Las grandes palabras y el filo del hacha
Por (reenvio) Héctor M. Guyot / La Nación - Monday, Nov. 17, 2014 at 1:19 AM

Domingo 16 de noviembre de 2014 / Ciudad de Buenos Aires, 7 de noviembre. Mientras en Pekín los líderes de las dos economías más contaminantes del globo celebraban un acuerdo para reducir las emisiones de carbono, aquí, a la vuelta de la esquina, se libra una escaramuza entre la naturaleza y el dinero quizá más prosaica, pero sin duda más ilustrativa de la despareja relación de fuerzas entre ambos contendientes y, peor aún, del destino al que parece encaminado el planeta.

Las grandes palabras...
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Lo que ocurrió en la plazoleta ubicada en Libertador y Virrey del Pino, barrio de Belgrano, invita a ser escépticos respecto de ese "pacto histórico" que acaban de sellar Obama y Xi Jinping, presidente de China. De la alta diplomacia al campo de batalla hay una distancia considerable. Allá las grandes palabras, aquí el filo del hacha. Palo borracho, ficus, cerezo y paraíso, todos valen menos, si valen algo, que el rédito que produce ese cartel en la vía pública. Si la copa frondosa de los árboles lo tapan, pues a quitarlos de en medio, ¿O acaso no son un escollo para la productividad?

En el cartel había un anuncio de una bebida gaseosa. Pronto, la empresa quitó el anuncio y se desligó de los hechos. Tales actos de vandalismo, dijo un vocero, van en contra del compromiso corporativo de proteger el medio ambiente. No hay por qué no creerle. El problema es que todas las corporaciones dicen proteger el medio ambiente, pero respiramos un aire cada vez más turbio, el agua nos llega al cuello en cada tormenta y los calores subsaharianos del verano hacen saltar los tapones.

Quienes blandieron el hacha en Belgrano habrán tenido una certeza: esos árboles no son organismos vivos, sino una cosa. Algo que estorbaba. Tampoco vamos a condenarlos. Tal vez no sean más que involuntarios herederos del pensamiento que se mundializó con la Revolución Industrial, que entronizó a la producción y relegó a la naturaleza a poco más que una cosa al servicio de la industria. Ahora el planeta pasa factura. Y los líderes firman acuerdos. Pero en el campo de batalla, aquí como allá, todavía vence el dinero.

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