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Docentes responsables y culpables
Por Periódico El Roble - Thursday, Nov. 20, 2014 at 12:18 PM

19/11/2014 · 21:00 | El mes pasado, en la escuela técnica N°4, “Longobardi” de Avellaneda, varios alumnos que habían estado tomando al mediodía en la plaza, entraron en estado de ebriedad al turno tarde, y uno de ellos aprovechó para violar a la novia de su hermano, de 16 años.

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La indignación de la opinión pública marcó la rápida separación del cargo de directivos y preceptores, para investigar y marcar definitivamente a los culpables de la situación que se encontrarían entre… ¿los docentes?

Por supuesto que los docentes tenemos la responsabilidad civil sobre los menores, pero basta entrar de visita nomás a cualquier colegio para ver la crudeza de la situación. Las escuelas públicas forman la mano de obra de bajo costo que necesita la patronal, lo cual implica disciplinarla para condiciones precarias (hoy de estudio, mañana de trabajo), o incluso en las villas apenas contienen y “dejan pasar” a los alumnos, acostumbrándolos a pedirle hoy a la escuela, mañana al Estado.

Los docentes de las clases populares, particularmente los de la escuela pública, hacemos tareas de contención social antes que de educación. Somos responsables de los alumnos ante cualquier eventualidad. De hecho, somos responsables como funcionarios públicos de encarar el seguimiento de todo tipo de situación compleja para la cual no estamos formados (niños golpeados o abusados, drogadependencia y alcoholismo, etc). La legislación es tan cínica que nos obliga a ir hasta el fondo sin herramientas. Todas las dependencias públicas están sobrecargadas de trabajo y vaciadas de recursos y especialistas.

Desde que pasó lo del “Longo”, los inspectores de técnica apretaron y las escuelas cierran las aulas como si de celdas se tratara, culpando a los docentes por no tener ojos en la espalda o por no regentear la escuela más como una cárcel. Esa es la educación cívica que trasmitimos entre líneas a los trabajadores ocupados y desocupados.

Esta violencia institucional que reciben los adolescentes, una verdadera precarización escolar, se instrumenta desde las políticas públicas, bajando por los inspectores y directivos hasta presionar y culpabilizar al docente que no “se adapta”. Todo esto, más la sobrecarga de trabajo para llegar a fin de mes genera un estrés, una quemazón en la que la mayoría prefiere “no ver”. “No ver” al alumno que llora sin motivos, a la alumna con cortes en el brazo… Y lo peor es que culpabilizar a este docente al que no defiendo, pero con el que convivo, no hace sino multiplicarlo.

Esta es la inclusión de la que se vanagloria el kirchnerismo. Una inclusión privada de recursos, es decir políticas de mera contención social, sin una educación que permita rebelarse ante tanta injusticia . Toda esta violencia institucional se conjuga con las violencias y miserias de esta sociedad, condicionando la respuesta del adolescente, también violenta.

Lo que explotó aquí puede explotar en cualquier otra escuela cualquier día. Una historia repetida para alimentar al amarillismo. Pero que si como trabajadores no nos arrimamos y accionamos por una educación pública digna va a seguir repitiéndose.

Si queremos otra escuela, mejor, necesitamos mejores condiciones de trabajo para los docentes, políticas públicas contra las drogas, contra la violencia de género y el abuso de menores, y sobre todo menos desocupación… ¿Pero de qué estamos hablando? Podemos presionar y lograr muchas de estas cosas, pero en tanto la sociedad siga siendo esta negación de la injusticia organizada, seguirán abundando las causas de la violencia y la adicción.

Gabriela Domínguez

Delegada E.E.S. N°2 Lanús, Suteba Lista Roja

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