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Caso Suppo: un policía clave y las dudas sobre un video
Por Lucía Guadagno - La Opinión - Friday, Feb. 06, 2015 at 9:55 AM

06/02/2015

QUINTA JORNADA DEL JUICIO

El apoderado de la Terminal de Omnibus aseguró haber entregado a la Policía una grabación de las cámaras de seguridad que luego desapareció. Además, atestiguó el agente que dio el dato para la captura de los acusados.

Por Lucía Guadagno (Especial desde Santa Fe para LA OPINION). - Cristian Bulacios, el policía que señaló como posibles sospechosos del crimen de Silvia Suppo a Rodolfo Cóceres y Rodrigo Sosa, actuales acusados por homicidio agravado de la mujer, declaró ayer ante el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, en la quinta audiencia del juicio.
También comparecieron Hernán Gunzinger, quien trabaja en la Terminal de Omnibus local; Mariana Sosa, hermana y prima de los acusados; y el agente policial Roberto González.
“Cuando nos comunicaron que en la zona (donde ocurrió el crimen) había dos personas de pelo largo corriendo, le dije a mi jefe que (Rodrigo) Sosa lavaba autos ahí y que en su casa había un primo de pelo largo (en referencia a Rodolfo Cóceres)”, declaró Bulacios.
De esta manera el policía relató cómo el 29 de marzo de 2010, horas después de que asesinaran a puñaladas a Suppo en su local comercial de calle Sargento Cabral, de Rafaela, la Policía llegó a allanar la casa de Sosa, en el barrio 2 de Abril. Bulacios vive en ese barrio y afirmó que por comentario de sus vecinos, días atrás se había enterado que a la casa de los Sosa había llegado un primo santafesino.
Sus dichos generaron numerosas preguntas de parte de las abogadas querellantes, los jueces y la fiscal. No comprendían por qué el policía había asociado a dos jóvenes de pelo largo que estaban en la zona con Sosa y su primo, que terminaron siendo los acusados del crimen de Suppo.
Cómo y por qué se llegó a Cóceres y Sosa es un punto clave en el juicio. No sólo es cuestionado por la querella, que insiste en que se investigue el móvil del crimen político de Suppo por su carácter de testigo de crímenes de lesa humanidad, sino también por la defensa de los acusados. Entre las nulidades que planteó al comienzo del proceso el defensor oficial Martín Gesino, una es que no están fundamentados los motivos de por qué se allanó la casa de Sosa.

EL VIDEO
Otro asunto que generó controversia durante la investigación fue el de los registros de las cámaras de la Terminal de Omnibus de Rafaela, que muestran el momento en el que Cóceres y Sosa, horas después del asesinato, tomaron un colectivo a Santa Fe.
Gunzinger, apoderado de la Terminal, declaró que al día siguiente del crimen, personal policial le solicitó las grabaciones de las cámaras de seguridad. Ante el pedido, el hombre encargó a Wiltel, la empresa que alojaba las filmaciones, que le preparen las copias. “Al día siguiente las busqué y las llevé a la Jefatura”, declaró. Afirmó que se las entregó al entonces subcomisario Leandro Amaya.
Días después, relató Gunzinger, recibió un pedido del juzgado para que presente nuevamente las copias de las grabaciones. “Dijeron que yo no había llevado nada a la Jefatura siendo que yo había ido personalmente a llevar las copias”, declaró el hombre. Y agregó: “En ese momento hacía menos de un año que teníamos la concesión de la Terminal y sólo un mes que habíamos instalado las cámaras. Ahora obramos diferente. Cuando nos solicitan material pedimos que nos firmen un comprobante. Porque si no uno queda involucrado, y yo había obrado de buena fe”.

DE CERCA
En esa filmación, además de a Cóceres y a Sosa, se la ve a Mariana Sosa, hermana de uno de los acusados y prima del otro. La mujer estaba en la casa de barrio 2 de Abril cuando los jóvenes volvieron, según la investigación, tras haber asesinado y robado a Suppo. Ella es quien llamó al remis para que los traslade a la Terminal y los acompañó.
“Yo no sabía nada. Estaba con mis hijos en mi casa”, comenzó a relatar la mujer cuando la fiscal le preguntó qué recordaba del día del crimen. “A las ocho y cuarto ya estaban en casa (dijo en relación a Cóceres y Sosa), sentados afuera”.
Llamó la atención el horario declarado por la mujer ya que no coincide con el testimonio de, Rómulo Landriel, un enfermero jubilado que esa mañana pasó en bicicleta frente al local de Suppo y dijo que entre las 9:10 o 9:15 vio a la mujer aún con vida, limpiando la vidriera del negocio.
La joven relató el viaje hasta la terminal de ómnibus y luego lo que recordaba del allanamiento en su domicilio, donde se encontraron elementos robados en el negocio de Suppo. Cóceres y Sosa fueron detenidos dos días después en Santa Fe.
El último testigo de ayer fue el policía Roberto González, que condujo el móvil que trasladó a varios efectivos a la escena del crimen la mañana del hecho.

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La noche anterior al crimen
Por Juan Carlos Tizziani - Friday, Feb. 06, 2015 at 9:56 AM

La noche anterior al...
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Foto: Los integrantes del Tribunal Oral de Santa Fe.

Jueves, 5 de febrero de 2015 | El Tribunal Oral de Santa Fe reanudó el juicio por el asesinato de Suppo. Una testigo dijo que Silvia padeció un seguimiento poco antes del asesinato que la dejó "asustada". Además la policía nunca preservó la escena del lugar.

Por Juan Carlos Tizziani

Desde Santa Fe

El Tribunal Oral de Santa Fe reanudó el juicio por el asesinato de Silvia Suppo. Dos de los testigos que declararon ayer ofrecidos por su familia -su yerno, Germán Heck y la ex novia de su hijo, Estefanía Orellano-, ratificaron ante los jueces que la policía de Rafaela nunca preservó la escena del crimen, donde Silvia sufrió nueve puñaladas que le costaron la vida. Heck dijo que uno de los médicos que asistió a su suegra se sorprendió por el "grado de ensañamiento" del ataque y lo atribuyó a un victimario que "no está en sus cabales" o "alguien que sabe lo que hace, porque no es fácil atravesar el pecho o las costillas de una persona". Estefanía reveló otro hecho inquietante: un seguimiento que sufrió Silvia poco antes de que la mataran, cuando salió a caminar a la noche con una amiga y padeció el acoso de un vehículo utilitario Kangoo que la dejó "asustada". Los dos hijos de Suppo, Marina y Andrés Destéfani, ya habían relatado incidentes similares, entre ellos otro seguimiento a Andrés, cuando salió de su casa al amanecer, rumbo a su trabajo, el mismo día que asesinaron a su mamá.

El juicio a los dos imputados por el homicidio, Rodrigo Sosa y su primo, Rodolfo Cóceres, se reanudó ayer con la declaración de seis testigos. La última, fue la madre de Cóceres, María Rosa Sánchez, que entregó a su hijo y a su sobrino a la policía a las 48 horas del crimen, el 31 de marzo de 2010. La noche anterior, hubo un allanamiento en su casa en Santa Fe, en el barrio San Agustín, que duró "casi toda la noche". "¿Cómo toda la noche", le preguntó la abogada querellante, Lucila Puyol.

Sí, toda la noche- respondió Sánchez. El procedimiento se inició a la una de la madrugada y se extendió hasta las seis. "Nos rompieron todo", dijo la mujer. La Policía buscaba a Sosa y Cóceres y al día siguiente, cuando regresaron a la casa, ella los entregó en la comisaría 7ª.

La audiencia comenzó con los testimonios de Heck y Orellano, que relataron las horas siguientes tras el ataque a Silvia. Estefanía fue la primera que se enteró. Ella trabaja en el servicio de emergencias de Rafaela, donde una compañera recibió la llamada que pedía una ambulancia para una "persona mal herida" en el negocio de Suppo.

Los dos testigos coincidieron que la policía nunca preservó la escena del crimen. Y cuando llegaron (juntos con Andrés y Marina Destéfani) "había mucha gente adentro del negocio" y ninguna "faja de seguridad", apuntó Orellano. "Un policía nos dijo que buscáramos el cuchillo. Lo buscamos. Y después nos dijo que podíamos limpiar, pero un amigo de Silvia nos advirtió que no tocáramos nada", agregó.

La presidenta del Tribunal, María Ivón Vella, le preguntó por qué la policía le pidió que limpiaran la escena. "Nos dijo que ya habían hecho su trabajo" en la búsqueda de supuestas huellas y rastros contestó Estefania.

En otro tramo de su relato, Estefanía dijo que Silvia estaba "asustada" por un hecho que había ocurrido poco antes de aquel 29 de marzo de 2010: "Me dijo que una nochecita había salido a caminar con una amiga y la había seguido una camioneta Kangoo, desde donde le dijeron cosas".

¿Le dijo si había visto movimientos extraños o sospechosos en el negocio? ¿O si había recibido amenazas? -le preguntó Puyol.

Lo más cercano fue lo de la Kangoo. Estaba asustada -repitió. En su testimonio en la instrucción, Estefanía dijo que Suppo "trató de meterse en algún lugar o doblar de forma tal que la Kangoo no la pudiera seguir, pero no sabía de quién se trataba".

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