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Las finanzas al rescate
Por El Aromo -
Saturday, Mar. 21, 2015 at 10:32 AM
El crecimiento de la tasa de ganancia bancaria por encima de la industrial se explica porque los bancos actuaron como intermediarios entre la política de emisión estatal para sostener a la industria en crisis y no como resultado de una timba financiera desvinculada de la producción.
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(Jonathan Bastida Bellot y Emiliano Mussi *) Argentina - Desde el 2008, el sector
bancario no paró de aumentar su rentabilidad. Pasó de manera escalonada del 12%
al 28% en 2013. Un crecimiento del 128%. Este incremento de las ganancias en los
últimos cinco años, dio lugar a que se hable de una “década financiera”, en la
cual los bancos controlaron la economía. Esto habilitó una supuesta crítica por
izquierda al kirchnerismo, que sostiene que no se habría revertido el carácter
neoliberal de la acumulación de capital, y que faltaría la tan mentada política
productiva [1]. No obstante, al observar el conjunto de la década, esta mirada
tiene falencias.
El indicador que
utilizamos para medir la rentabilidad, ROE (ganancia del ejercicio sobre patrimonio
neto del anterior), muestra que hasta el 2008-09 la del sector industrial era
mayor que la del sector financiero [2]. A partir de allí, se invierten, y la de
este último pasa a ser más alta. Si tomamos el período 2003-2008, la industria
tiene una rentabilidad mayor: 25,5% vs. 3,4%. En cambio, si tomamos el período
2009-2013, la tendencia se invierte: la rentabilidad de la industria cayó al 11,4%
mientras que la del sector financiero dio un salto de casi el 600%, alcanzando
21,2%; aunque no llega a superar la rentabilidad de la primera etapa de la industria.
Esto se debe a que durante el 2003 y 2006 la industria obtuvo ganancias extraordinarias
(promedio del 28% anual), mientras que el sector financiero resultó “perdedor”
de la salida devaluatoria, obteniendo pérdidas de alrededor del 5% anual durante
el 2003 y 2005. Con todo, en el balance de la década, los bancos siguen por detrás
de la industria: 11,5% contra 19,1%. Esto muestra que no existió tal “década financiera”.
Pero incluso en el último periodo, el crecimiento de la tasa de ganancia bancaria
por encima de la industrial, como veremos, se explica porque los bancos actuaron
como intermediarios entre la política de emisión estatal para sostener a la industria
en crisis y no como resultado de una timba financiera desvinculada de la producción.
Rentabilidad financiera y endeudamiento industrial
Ahora bien, ¿cuáles son las bases de la mayor
rentabilidad de los bancos? El sector financiero en la Argentina está compuesto
por bancos estatales, privados nacionales y extranjeros. Cada uno tiene una participación
del 30%. Tomando al conjunto del sector, el informe sobre bancos del
BCRA muestra que, a partir de 2009, se disparó el margen financiero. Existe un
crecimiento del 50% entre el 2010 y el 2013. Este último año alcanzó un 80% más
que en el período 2005-2009. Este incremento de la ganancia es lo que está
detrás de los altos índices de rentabilidad en estos últimos años.
Cuando analizamos los componentes de esta ganancia, encontramos que dominan los
resultados por intereses, que crecen casi un 100% entre el 2009 y 2013. Estos
resultados explican el 50% del margen financiero. Es decir, que una proporción
importante viene de los préstamos que hacen los bancos. No de la valorización
de títulos como se suele pensar. Es decir, los bancos se valorizan sobre todo
a partir de préstamos, y no de la tenencia de bonos y títulos [3].
Por los préstamos, los bancos cobran una tasa de interés. En cambio, pagan una
tasa de interés por el dinero en forma de depósitos. La diferencia entre lo que
cobran por los préstamos (tasa de interés activa) y la que pagan por los depósitos
(tasa de interés pasiva) arroja el spread bancario. Desde el 2009, el spread crece.
Ello, sumado a la expansión de los préstamos a partir de la crisis del 2009, explica
el salto de la rentabilidad del sector, que coincide con la crisis industrial.
La expansión de los préstamos que los bancos ofrecen, base de la mayor ganancia
financiera, surge como paliativo frente a la caída de la rentabilidad de la industria.
Concretamente, los préstamos crecen un 44% entre el 2008 y el 2013. Esos préstamos
están destinados en casi un 90% al sector privado, de los cuales casi la mitad
desde el 2009 se destinan al consumo. Queda claro que en un contexto recesivo
“mantener el consumo” era primordial. Parte del consumo personal se realiza mediante
créditos. Por eso, es también la principal fuente de financiamiento de los bancos,
ya que por los créditos personales y el sistema de créditos se cobran tasas de
alrededor del 30%, muy alejado del resto de las tasas.
Los préstamos al sector servicios y a la industria también crecieron a partir
del 2009. La contrapartida de la expansión de créditos bancarios es el mayor endeudamiento
de las empresas. La deuda funciona como un mecanismo para evitar la crisis. Al
caer sus ventas y ganancias, surge para las empresas la necesidad de una fuente
de recursos para pagar salarios y comprar las materias primas necesarias para
producir. Al tomar créditos por debajo de la inflación gracias a la tasa de interés
real negativa, pueden posponer el momento de la crisis. Así es que de un conjunto
de 30 empresas latinoamericanas (incluidas argentinas) la relación entre la deuda
y el patrimonio neto era para el período 2002-2008 casi el 20%. En cambio, para
el período de la crisis (2009-2013) esa relación pasó casi al 90% [4]. Las empresas
se endeudan desde la crisis mundial para no tener que cerrar las persianas. Ello
explica que el conjunto de la burguesía esté presionando para volver a los mercados
internacionales a endeudarse, con el objeto de seguir con esta dinámica de patear
la crisis para adelante.
El Estado y la unidad de las finanzas y lo industrial
¿Qué motivó estos mayores préstamos que hacen los bancos desde el 2009, que explican
su mayor ganancia y el financiamiento de las empresas? La respuesta es la emisión
de deuda pública interna por parte del Estado, con organismos del propio Estado.
Desde el 2008, el Gobierno se encontró con dificultades crecientes para afrontar
mayores gastos. Sin la posibilidad de recurrir a deuda externa ni aumentar la
apropiación de la renta de la tierra, fue necesaria la emisión de deuda pública
interna a través de la ANSES y sobre todo del Banco Central.
El Central emitió pesos a través de la Casa de la Moneda para comprar los dólares
que se liquidaban por exportaciones. Así se engrosaban las reservas. Luego, para
el pago de los servicios de deuda externa, el Gobierno entregaba esos dólares
al Tesoro a cambio de deuda que emitía (Letras intransferibles) a un plazo de
10 años y una tasa de interés muy baja.
Hasta el 2005, la deuda externa tenía un peso mayor que la deuda interna en el
total de la deuda pública. A partir de ese año, la relación cambió y los bonos
entre oficinas del Estado pasan a representar un 70% del total del endeudamiento
público. Este crecimiento se acentuó a partir de marzo de 2009, en plena crisis
mundial. Desde marzo del 2008 hasta mediados del año pasado, la deuda pública
interna había aumentado casi un 70%. Con esto, el Gobierno tenía más aire para
afrontar los agujeros que se iban creando. La contracara es que al no haber una
base real en la producción que sustente esos papeles, se fue impulsando la inflación,
que hace perder el efecto buscado de reactivar la economía.
Con la inflación, el dólar se volvía más barato, menos “competitivo”, presionando
hacia una devaluación. ¿Cómo recuperaba el Gobierno esos pesos? Emitía deuda que
ofrecía semanalmente y a la que reconocía una tasa de interés. Los Lebac (Letras
del Banco Central) tenían vencimientos a corto plazo, mientras que las Nobac (Notas
del Banco Central) tenían un período de tres años. Bancos o inversionistas privados
compraban estos títulos, y así el Central se quedaba con los pesos que había emitido
previamente, esterilizando (“secando”) el mercado. El peso de estos títulos de
deuda fue creciendo, sobre todo por las refinanciaciones, y hoy tienen el mismo
tamaño que las reservas.
Por último, ¿cómo impacta este mecanismo en los préstamos a las empresas? El Central
le prestaba plata a los bancos del sistema financiero, y a cambio aceptaba (descontaba)
los Lebac que habían comprado los bancos. Por préstamos que hacía el Central (redescuentos),
los bancos pagaban una tasa de interés que se ajustaba a la de los Lebac, que
era barata en relación a la que luego ellos le cobraban a las empresas cuando
tomaban créditos. Con la tasa de interés que el Central pagaba por los Lebac,
regulaba la tasa de interés del sistema financiero. Al ponerla baja, fomentaba
que los bancos le pidan plata, ofreciendo más créditos a las empresas, fomentado
el endeudamiento de las mismas.
Esta política expansiva (más pesos, más créditos, más inversión, más consumo)
que generaba más inflación y más sobrevaluación de la moneda, es lo que llevó
a la devaluación de enero. Por eso, luego de ese hecho, la tasa de interés subió
un 74% en dos meses (de 16,3 en diciembre 2013 al 28,6 en febrero 2014 [5]), encareciendo
el precio del dinero y “secando” el mercado, “enfriando” la economía al reducir
la producción y el consumo. Todo un giro “ortodoxo” con un “marxista” a la cabeza.
Como vemos, las finanzas no dominan la economía. La expansión de las finanzas
responde a la crisis de la industria, cuya rentabilidad estaba en declive. Es
la crisis de la acumulación de capital, y la inviabilidad de las fracciones del
capital industrial, las que permiten la expansión de las finanzas. No para dominarlos,
como pretenden las variantes del keynesianismo, sino para sostenerlos en el tiempo.
Todo con el accionar del Estado capitalista como garante de la unidad. Pero como
los préstamos tomados no cambian el carácter poco competitivo de la industria
local y la deuda pública que sostuvo la expansión financiera local no tiene un
correlato en las reservas propias, todo este entramado se muestra como un mecanismo
que solo sirve para para zafar de la crisis momentáneamente.
El estallido de la burbuja sostenida en base a la emisión mostrará que ambas fracciones
deberán apostar a un crecimiento de la tasa de explotación y la depuración del
capital sobrante. Unos para aumentar sus ganancias y los otros para cobrar los
créditos que otorgaron. La unidad entre ambas fracciones del capital permite sostener
que no existe alianza posible con ninguna de estas esferas. Plantear que las finanzas
dominan el mundo por el predominio en la lucha de clases lleva a la conclusión
lógica de plantear una posible alianza con las fracciones industriales del capital.
Dar cuenta de su unidad, donde una contribuye a sostener a la otra, permite plantear
que ambas participan de la explotación de la clase obrera, y que no existe posible
alianza con ninguna.
NOTAS:
[1] “los bancos son los grandes ganadores antes, durante y después de la devaluación
monetaria…”, dice el Partido Obrero. Véase Pitrola, Néstor: “Pitrola interpela
a Capitanich en el Congreso” en Prensa Obrera, n° 1309, http://goo.gl/AXRNDA
[2] Tomamos una muestra de cinco empresas industriales en base a los Balances
anuales que reflejan el mismo movimiento de lo analizado por el informe Coatz,
Dragún y Sarabia: “Rentabilidad de la industria argentina a 12 años de la crisis
de convertibilidad: mitos y realidades”, en Boletín Techint 343, abril de 2014.
[3] En relación a este punto, es importante señalar que ahora menos trabajadores
bancarios manejan una mayor cantidad de cuentas bancarias, redundando en un aumento
de la productividad del trabajo. De 401 cuentas en 2008, en 2013 se administraban
592. Además, también creció un 46% el margen bruto de intermediación por cada
cuenta. Página 12, 30/12/13. http://goo.gl/ARJPrD
[4] Fuente: Economática.
[5] Fuente: BCRA.
(*) Integrantes del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
(CEICS)- Observatorio Marxista de Estadísticas (OME)- Fuente: Revista El Aromo
www.redeco.com.ar/nv/index.php?option=com_content&task=view&id=15531&Itemid=130