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Los niños y los globos
Por Daniel Papalardo - Monday, Apr. 27, 2015 at 9:09 PM
danielpapalardo403@hotmail.com

El rostro de la esclavitud, contrasta con la sonrisa de los elegidos.

Dos escenarios, en uno un joven político con su hija en hombros convocándonos al cambio todos juntos , a compartir equipo, a vivir la vida que es muy linda, mientras pateaba globos y tiraba papelitos , recibiendo besos y abrazos. En el otro, no muy lejos y a pocas horas de distancia dos niños murieron en un incendio de un taller “clandestino-.Por lo que parece,el lugar habría estado tapiado, lo que dificultó el rescate. Aparentemente estaban durmiendo y no llegaron a salir de la vivienda”. El taller de costura funcionaba en el subsuelo.

La fiesta y la desgracia. Parece que no tuvieran relación una con otra, pero sin duda la tienen, y en forma dialéctica porque una no se entiende sin la otra. Para que ellos y sus hijos estén alegres y felices, otros deben morir hacinados en una mazmorra, donde bajo esclavitud del siglo XXI mediante sobreviven hasta, más temprano que tarde encontrar la muerte.

No hay manera de pensar este contradictorio que no sea relacionando uno con otro. El capital no se gesta de la nada, o por generación espontanea. Nace de la explotación y la opresión, Nace y se reproduce , perpetuando la violencia del hombre sobre el hombre, mediatizado por la mercancía y refundado por la veneración al dios dinero.

La pregunta es esta. ¿ habrá una marcha con paraguas para estos chicos? ¿habrá quien ensaye una poesía en su memoria? ¿Habrá justicia?. Un principio de respuesta esta en la causa que lo genera. El Capital, la burguesía, el endeudamiento externo, la economía del rentista, y los políticos gestores del hábitat en donde aquellos se desarrollan . Otro en la desidia, en el mirar para el otro lado, en ese virus que nos penetra de alguna manera, cuando pensamos solo en nosotros y no en el conjunto. Finalmente el gran manto de cenizas que oculta todo, el “poder de policía” que no investiga nunca estos talleres, la clandestinidad y la precarización.

A lo mejor alguno de nosotros tiene puesta y luce la prenda de vestir que se gesta en ese taller, y nunca preguntamos de donde sale lo que llevamos puesto. Habrá que ducharse con dignidad y sentir vergüenza por todo esto, para desde ese sinceramiento, de una vez y para siempre, terminar con este desorden injusto de vida. Que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos, mierda mierda.

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