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Cristina, con voz y voto en las paritarias
Por Ricardo Carpena - Tuesday, Apr. 28, 2015 at 10:36 AM

27/04/15 | La Presidenta advirtió que ningún aumento puede tener “un 3 adelante” y eso trabó todas las negociaciones.

Cristina, con voz y ...
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Instrucciones. Cristina Kirchner bajó la orden de que los acuerdos salariales tienen que estar por debajo del 30%.

Las paritarias son libres, pero Cristina Kirchner es tan amante de la libertad que se está metiendo en las negociaciones entre sindicalistas y empresarios. Como anticipó Clarín, frenó el acuerdo alcanzado en Comercio porque superaba el 30% y advirtió que ningún porcentaje de mejora salarial “puede tener un 3 adelante” en el pelotón de gremios testigo. El efecto que provocó el veto presidencial es el empantanamiento de las negociaciones, mientras el almanaque juega en contra porque también incide la falta de certezas acerca de qué decidirá el Gobierno respecto del Impuesto a las Ganancias: los bancarios lanzarán pasado mañana medidas de fuerza, que se sumarán a las que dispondrían el 12 de mayo los gremios del transporte y al paro de la Federación de Luz y Fuerza para el 13 de mayo. Y sería apenas el comienzo de una oleada de huelgas.

Por eso las próximas dos semanas serán decisivas. Los metalúrgicos retomarán hoy las tratativas luego de que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, pidiera una tregua cuando se dio cuenta el viernes de que las posturas eran tan firmes que se perfilaba el paro de 36 horas. Para colmo, la Presidenta también rechazó la posibilidad de un acuerdo “corto” hasta julio, variante que surgió de la UOM y que algunos sectores de la Casa Rosada aceptaban resignados: puede generar señales imprevisibles en la economía, pero es mucho peor el riesgo de dejar abiertas las negociaciones, con reclamos por encima del 30% y una elevada conflictividad en vísperas de la campaña electoral.

“Esa cifra no la podemos aceptar. Si no, se nos van a venir encima los estatales con reclamos parecidos y no los vamos a poder frenar”, le dijo Cristina Kirchner al mercantil Armando Cavalieri en el encuentro reservado que mantuvieron el jueves 16 de abril en una oficina de Parque Norte, poco antes del acto con los radicales ultra-K de Leopoldo Moreau. Así, quedó en suspenso la mejora consensuada entre sindicalistas y empresarios (un 30% en dos cuotas, más tres sumas fijas no remunerativas de 1.200 pesos) y se blanqueó el tope salarial que quiere la Presidenta.

Además de la negativa al aumento, Cristina le pidió a Armando Cavalieri: “Este tema tenés que seguirlo con Wado” (De Pedro, que se desempeña como secretario general de la Presidencia), algo considerado muy inquietante por el sindicalismo tradicional, que detesta a los jóvenes de La Cámpora.

La decisión de Cristina complica a gremios oficialistas y a algunos combativos como la Federación de Aceiteros, que, tras haber perforado el techo salarial de 2014 con un 38%, este año están reclamando un 42% (para llevar el mínimo del peón a 14.931 pesos) y desde el lunes, cuando venza la conciliación obligatoria, planean paralizar el cordón industrial de San Lorenzo y Rosario.

En los pasillos sindicales aseguran que el Gobierno opera para que un puñado de gremios oficialistas, encabezado por la UOM, firme sus paritarias en forma simultánea dentro una franja del 26 al 29% y destrabe la negociación colectiva. Lo mismo sucede desde hace dos años: ante la evidente ausencia de un gremio cuyo acuerdo salarial funcione como orientador para el resto, como fueron los metalúrgicos en los años setenta y los camioneros en la primera etapa del kirchnerismo, la Casa Rosada apuesta a exhibir un abanico de paritarias “amigas”. Había versiones de que la UOCRA de Gerardo Martínez estaba por cerrar un aumento del 24%, pero cerca del jefe de los albañiles lo desmintieron y afirmaron que estará “entre el 28 y el 30%”. En SMATA, amenazado por la caída de la producción automotriz, aseguran que firmaron por un 5,3% para el período enero-marzo, lo que daría un proyectado anual del 26,2%. Puro pragmatismo (y un nuevo gesto de los mecánicos a favor del kirchnerismo, por más que en voz baja critiquen a Axel Kicillof).

Como si faltaran problemas en estas paritarias, el que aportó ruido fue Daniel Scioli cuando, tras un comentario del periodista Diego Leuco, negó que haya una inflación del 35%, pero balbuceó al estimar a cuándo asciende: “Póngale 20, 22, 23”, respondió tras unos largos segundos de titubeo. Así, el candidato al que apuestan muchos sindicatos K les hizo el peor favor posible porque son esas mismas organizaciones las que exigen aumentos mayores al 30 por ciento.

Un “aporte” similar ya había hecho al defender el Impuesto a las Ganancias y otro hizo su esposa, Karina Rabolini, luego de que, a contramano de casi todo el gremialismo (y de casi toda la sociedad), dijo: “Le creo al Indec”. Buscar el cariño de Cristina con esas definiciones puede deparar el rencor sindical.

Un sentimiento que puede crecer si se dilata algún alivio en el “impuesto al salario”. Los gremios del transporte pidieron ver a la Presidenta para tratar ese punto, entre otros, pero ya imaginan la respuesta: por eso decidieron un plenario para el 12 de mayo, en el que resolverían seguir el plan de lucha.

El rechazo a Ganancias puede haber influido en el triunfo del moyanismo en las elecciones de delegados de los pilotos de Aerolíneas, donde el gremio (APLA) está en las filas K y su conducción había ganado las recientes elecciones. Por eso habrá que seguir de cerca qué pasará mañana cuando se reúnan la CATT y Mauricio Macri, y el viernes, en el acto de Sergio Massa en Vélez: con la excepción de Scioli, que hará lo imposible por la bendición de Cristina, los presidenciables saldrán a cautivar al electorado sindical. Ya se sabe qué pedirán a cambio los dirigentes gremiales: todo lo que no lograron en tantos años por parte de la Presidenta.

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