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Karina Gonella: “Una no se merece que nadie la denigre ni la golpee”
Por Red Eco Alternativo - Friday, May. 01, 2015 at 9:48 AM

Jueves 30 de Abril de 2015 | Karina es publicista, tiene 43 años y hace solo diez días que volvió a trabajar en lo suyo. Está feliz por eso y porque espera ser abuela por segunda vez de su hija de 17 años, embarazada de tres meses. Su otro hijo tiene 15 y sueña con ser contador. Sin embargo, hay otra historia que empaña su vida y que necesita contarla. Red Eco Alternativo.

Karina Gonella: “Una...
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(Red Eco) Ciudad de Buenos Aires-  Esa otra historia que la atraviesa es la de haber sido víctima de violencia de género. Y necesita compartir lo que le sucedió porque, según nos dijo ya finalizando la entrevista: “es la única manera que siento, más allá de la Justicia que tarda horrores, que me pueden dar una medida que me proteja. Que se sepa mi historia es una manera de protegerme”.
En un diálogo con Red Eco relajado pero intenso, a veces quebrado por la angustia, Karina nos contó su historia reciente, que es aún un presente difícil de sobrellevar.  
Ella conoció a Pablo Sebastián Sepúlveda a principios de octubre de 2012 a través de una compañera de trabajo. “Era un sol de persona”, lo describió.
El 10 de noviembre comenzaron la relación.  Ese mismo año viajaron juntos a pasar las fiestas con la familia de él, en la localidad de Las Lajas (Neuquén). Fueron en familia, él con sus hijos y Karina con los suyos. Al regresar a  Buenos Aires, luego de que bajaran los hijos de ambos, Sepúlveda tomó un arma que tenía, se la colocó en su cabeza y la gatilló como simulando que se mataría. Allí comenzaron los insultos hacia ella: “puta, prostituta, atorranta y lo más bajo que se te pueda ocurrir”, recordó.
El arma que Sepúlveda llevaba tiene que ver con su condición de Comandante Principal de Gendarmería Nacional. “Él es jefe del departamento que se encarga de la liquidación de haberes del personal de Gendarmería y de enviar al Ministerio de Economía el presupuesto que necesitan para abonar los sueldos de los activos y pasivos cada mes”, nos precisó.
“Yo nunca antes había sufrido esto, nunca tuve una relación violenta ni la viví en mi familia, con lo cual me quedé aterrorizada. A la distancia veo que desde el principio hubo cosas que ahora recién veo. Tenía esa actitud de todo el tiempo mandarme mensajes y no paraba. Yo iba a trabajar y era impresionante… esa actitud de control total, era posesivo. Eso continuó en el tiempo pero agravado con los insultos y la agresión  psicológica, verbal, y todo lo que sufrí luego”, nos comentó.
En mayo de 2013 se fueron a vivir juntos en la calle Mariano Acosta, en el barrio porteño de Parque Avellaneda. Siempre la agredía por celos infundados con sus amigos, con su cuñado, diciéndole que ella a todos se les insinuaba. Las agresiones eran en general en presencia de los hijos.
Con esos argumentos la fue separando de todos y la convenció para irse de la ciudad. En junio se mudaron a un country en la localidad de Pilar. Fue allí donde comenzó su mayor calvario y las primeras agresiones físicas. “Me empujaba constantemente, llegó a empujarme por las escaleras, pasaba y me prepoteaba con el hombro. Esa actitud era permanente, me tiraba de los pelos, me revoleaba lo que encontraba, todo delante de los hijos. Yo no podía tocar la comida porque me decía que me comía la comida de los hijos y que no pagaba nada en la casa”.
Karina no sabía nunca con certeza cuándo él aparecería en la casa ya que se iba temprano a la mañana pero podía regresar a cualquier hora, no tenía un horario fijo.
En Pilar fue la primera vez que tomó la decisión de denunciarlo. Era el día de la madre cuando Sepúlveda la amenazó con matarla. La escena fue presenciada por la hermana del gendarme que estaba allí de visita y que, según comentó Karina, trabaja con el tema de violencia de género, en Las Lajas.
Karina llamó a la guardia del country y les pidió por favor que avisaran en la comisaria de Santa Rosa de Pilar. Cuando los efectivos llegaron a su casa, Sepúlveda los hizo pasar con absoluta amabilidad y les insinuó que ella estaba loca: “El chapeó (su condición de Gendarme) y los efectivos me dijeron que si quería fuera a  hacer la denuncia a la comisaría. Y se fueron. Le dieron todo el crédito a él”.
“Yo seguía confiando en él. La hermana me decía que estaba enfermo por situaciones vividas con parejas anteriores. Pero él me decía dos palabras y yo volvía a confiar en él. Me decía que me trababa así porque yo lo provocaba. Entonces yo pensaba que el problema era yo que no podía estar con alguien. Que era yo la que tenía la culpa, que me lo merecía”, recordó.
En noviembre de 2013 consiguió trabajo en una revista local y Sepúlveda comenzó a acusarla de tener sexo con compañeros de su trabajo: “Era desquiciante, me pedía que me sacara fotos para ver cómo estaba vestida y yo lo hacía”.
Gracias al apoyo económico de sus compañeros, el 17 de febrero de 2014 pudo dar un nuevo paso. Contrató un flete y se fue de la casa del country. “Me decían que me fuera porque me iba a matar ¡Imaginate que hasta le dio de baja a mi celular para llamadas salientes! Entonces ese lunes me fui de Pilar. Estaba él con los hijos que lloraban pidiéndome que no me fuera, que tenían miedo que su papá se mate. Fue terrible para mí por los nenes. Me fui a casa de mi mamá y él seguía llamándome e insultándome; me decía chorra, falopera, hija de puta y además decía que yo le robaba. Siempre estaba perseguido de que todo el mundo es chorro y le robaba, además de esa idea de que todos necesitan de él. Me decía todo el tiempo que yo sin él no era nada y que era una vividora”.
Esta actitud de menospreciarla, de hacerla sentir que no servía para nada, era constante. Incluso, cuenta Karina, a veces cocinaba y solo comían ellos porque Sepúlveda le enrostraba que no se podía pagar ni un desodorante.
“Me sentía un parásito, yo creía que era lo que él me decía, que no servía para nada, que de mujer no tenía nada, que de señora tenía menos, yo me creía todo eso. Eso fue siempre, sin cesar “, dijo Karina entre llantos.
Cuando lo dejó tuvo la sensación de que “respiraba”. Viviendo con su madre consiguió un nuevo trabajo y allí comenzó nuevamente a recibir mensajes de Sepúlveda diciendo que la amaba y la extrañaba.
“Volví. No me preguntes por qué pero volví. Durante un tiempo fue un sol de vuelta. Pensé que quizás había cambiado pero no”.  Comenzaron nuevamente los celos y la convenció de que renunciara y alquilara una oficina para ponerse a trabajar por cuenta propia.
En agosto de 2014 renunció y al mes siguiente abrió una oficina de publicidad en la calle Gavilán del barrio de Flores, donde vive actualmente. “Ahí empezó algo escalofriante. Las llamadas por teléfono eran algo obsesivo”. Juntos en el domicilio de la calle Mariano Acosta, en la capital, siguió la violencia contra ella.
“Me agarraba de los brazos tan fuerte que me dejaba moretones, me revoleaba la comida, el mate, me decía que era una puta, una inservible porque la oficina no funcionaba cuando apenas habían pasado dos meses desde que la había instalado. Llegó a gatillarme el arma en la cabeza, me quiso incendiar con un aerosol y un encendedor e intentó quemarme con una plancha caliente. Él me dijo con qué cuerpo quería el vuelto si lo denunciaba, en referencia a mis hijos y mi nieta. Yo le pedía por favor que no los tocara. Me quiso ahorcar, durmiendo me quiso asfixiar con una almohada, me arrastró de los pelos  y me pegó. Estuve internada tres días con suero por no comer”.
Karina describió la casa que compartían como el Gran Hermano: “Estaba llena de cámaras y me controlaba todo el tiempo cuando él no estaba”.
Desesperada por esta situación, con problemas de salud, sin obra social que la cubriera porque Sepúlveda le había dado la baja, violentada económica, psicológica y físicamente, decidió, en octubre llamar al 137, línea de Atención a Víctimas de Violencia Familiar en el ámbito del Ministerio de Justicia y de Derechos Humanos de la Nación. Dejó además una carta en la mesa de entrada de la Casa de Gobierno y fue entonces que la Dra Amarín Ramos, de la Secretaría de la Mujer, se comunicó con ella y le dijo que era necesario que lo denunciara. Lo mismo le plantearon cuando se presentó ante las oficinas públicas para obtener patrocinio gratuito. “Me dijeron que era necesario la denuncia para que luego se pudiese pedir el secuestro de las armas que tenía y exclusión del hogar”, contó Karina.
El 3 de marzo de este año se sucedió el último de los hechos que llevaron luego a que  finalmente Karina se presentase ante la Justicia. Entraron a robar a la casa y la golpearon muy fuerte. Llamó al 911 y también a Sepúlveda. “Camino a la comisaría para hacer la denuncia me quitó las llaves y me acusó de haber sido yo la culpable del robo, que lo había mandado a robar. Llegamos a la Comisaría 40 de la capital y él hizo la denuncia por el robo y yo hice la denuncia por violencia. Llego rápidamente la gente del 137 y me sacó de la seccional diciendo que el exceso de poder y el trato hacia mí fue aberrante. Él era el señor y yo una vez mas era ‘la negra’… una humillación terrible. De ahí me acompañaron a la OVD (Oficina de Violencia Doméstica) y para mi sorpresa, Sepúlveda ya estaba ahí haciendo la denuncia. Las chicas del 137, que no pueden pasar a la provincia de Buenos Aires (ya que es de jurisdicción de la capital), pidieron la autorización y me llevaron a casa de mi mamá que vive en Haedo”, detalló.
El 9 de marzo, Karina fue citada por el Juzgado 92 de Lavalle 1212 a una audiencia de conciliación “porque la OVD caratula mi situación de ‘riesgo leve’”. En esa insólita audiencia de conciliación – como si hubiera dos partes en igualdad de condiciones que deben llegar a un acuerdo -  Sepúlveda la quiso sobornar económicamente. “Él sabía que yo no tenía ni para comer y estaba con problemas de salud, y me dijo que si yo retiraba la denuncia él me pagaba tres meses del alquiler de la oficina y los servicios”.
“No le hicieron allanamiento, no le sacaron ni un arma, estuvo en la esquina de la casa de mi mamá como para marcar su presencia y presionarme. No tengo ni siquiera la perimetral ni el botón antipático. A él le pusieron custodia luego del robo y a mí no me pusieron nada. El botón me lo tendrían que haber dado en la OVD. Nadie se explica qué pasó y por qué me llamaron a conciliar. Yo tuve que poner una abogado penalista que recién la semana pasada pudo ver el expediente donde hay denuncias cruzadas porque ante la mía de violencia está la de él por el robo que me imputa”, nos dijo.
“Para mí todo esto es una pesadilla. No puedo creer que tenga tanta impunidad porque tiene otras denuncias de años atrás por violencia de género acá en Buenos Aires y se las desestimaron porque dijo entonces que su mujer, la que era madre de sus hijos, estaba loca. Lo sé porque me lo comentó su hermana. Eso fue tapa hace muchos años en el diario Clarín ‘mujer golpeada por gendarme’. Y también de la mujer que convivió antes de estar conmigo con quien hizo lo mismo que intentó hacerme, sobornarla por sus necesidades”, agregó.
Karina tiene hoy el informe insuficiente de la OVD que dice que su situación es de “riesgo leve”, una denuncia penal por violencia de género que efectuó en la Comisaría 40, la apertura de una causa penal en el Juzgado de Instrucción Nº 6 del Palacio Judicial (Causa 128801/15) y la denuncia realizada en el Ministerio de Seguridad de la Nación con el 0800 que recoge irregularidades y delitos cometidos por personal de las fuerzas de seguridad del estado (CUDAP TRI 4538/15).
Vive actualmente en lo que fue, por poco tiempo, la oficina con la que proyectó desarrollar su emprendimiento independientede publicidad. En los últimos tiempos Sepúlveda no ha entrado en contacto con ella. “Solo me mandó un mail para dejar asentado que yo le había aceptado el soborno en la audiencia y que me depositaba la plata para el alquiler y los servicios de la oficina”, comentó.
Al igual que Fernanda Chacón, al final de la entrevista Karina quiso dejar su mensaje para otras mujeres víctimas de violencia de género: “Mi mensaje es que callarse no sirve de nada. Uno piensa que se merece el maltrato y que está sola en este mundo y muy por el contrario, creo que hay muchos grupos y muchísima gente dispuesta a ayudar. Es largo el camino pero se puede, se puede. Uno no se merece que nadie la denigre ni la golpee, ni actúa para recibir ese tipo de trato”.
Cerramos la entrevista con la convicción mutua que conocer estas historias de vida seguramente ayudarán a muchas mujeres a verse reflejadas en ellas, no sentirse cómo las únicas que pasan por situaciones similares, animarse a denunciar y por sobre todo buscar ayuda en organizaciones que entienden que enfrentar la violencia de género es parte de la defensa de los derechos humanos hoy.

Para contactarse con Karina: 11-2297-4458
Nota relacionada: Fernanda Chacón: “Si mi marido sale en libertad me mata a mí y a la nena”

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La Justicia desestimó denuncia de amenaza contra Fernanda Chacón
Por reenvío red eco alternativo - Friday, May. 01, 2015 at 9:58 AM

El 21 de marzo pasado Fernanda recibió una llamada de su ex marido desde la cárcel de Devoto – con prisión preventiva por violencia de género – amenazándola de muerte a ella, a Celeste, la hija de tres años que tienen en común, y a toda su familia. Red Eco Alternativo.

Fernanda realizó entonces la denuncia por amenazas coactivas ante una repartición policial y de allí fue derivada al Juzgado de Instrucción Nº 8, a cargo de la jueza Yamile Bernán (011- 4371 - 7309).
Fernanda se acercó hoy, jueves 30 de abril, al juzgado y, leyendo el expediente, se enteró que esta denuncia fue desestimada el pasado 21 de abril por “falta de pruebas”. El fundamento dado por la jueza es que lo único que podía hacer para verificarla era pedir un listado en papel de las llamadas de ese día pero que eso no contaba como prueba suficiente.
Por otra parte, dice en el expediente, que al ser sus hijos los únicos que estaban al momento de la amenaza telefónica y no haber ella activado el altavoz, Fernanda no cuenta con testigos.
“También dice que ya hay varios hechos que se le imputaron a esta persona en mi contra y que en su momento ya resolvieron a mi favor. Da a entender que yo actúo por despecho porque justo aparece mi denuncia en el momento en que le estoy reclamando en la justicia el pago de la cuota alimentaria”, comentó a Red Eco.
“La jueza resuelve absolverlo y la fiscal que interviene en esta denuncia, Graciela Gils Carbo, firma esta resolución sin ningún tipo de apelación. Por todo esto, la causa está ya para archivar según consta en el expediente 17.175/15. Ahora aparentemente no estoy a tiempo de apelar este fallo por lo que otra vez la justicia no me está escuchando”, afirmó.
“Con el miedo que esto me produce, ya que esta persona sigue siendo totalmente impune para obrar y actuar contra mi hija y contra mí, es que voy a la cárcel de Devoto a preguntar si las llamadas se graban y ahí me responden que TODAS las llamadas se graban debido a los problemas tanto de amenazas como de secuestros exprés que suceden habitualmente y que , además, cada cierta cantidad de tiempo (no me precisaron cuanto) Gendarmería se lleva los teléfonos y los investiga”, agregó a Red Eco.
Recordamos que Daniel Castro está preso desde hace un año en la cárcel de Devoto con prisión preventiva por un delito anterior y por nueve más, en perjuicio de Fernanda, por violencia de género (amenazas, lesiones, coacción y desobediencia, entre otros).

Contacto: Fernanda Chacón 15-5696-7265

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