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Hace 70 años la Unión Soviética derrotó al nazismo
Por Andrés Martínez Lorca / Rebelión -
Saturday, May. 09, 2015 at 11:58 AM
09-05-2015 | Una hazaña histórica que cambió el mundo
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“Hermanos, hoy podemos decir: el alba viene,
ya podemos golpear la mesa con el puño
que sostuvo hasta ayer nuestra frente con lágrimas. (…)
Éste es el canto del día que nace y de la noche que termina”.
Pablo Neruda, Canto a Stalingrado
Este 9 de mayo de 2015 se cumplen 70 años de la derrota final
del ejército nazi, la temible Werhmacht. El hundimiento del III Reich se debió
fundamentalmente a la resistencia, primero, y a la contraofensiva después
del Ejército Rojo. Desde que en junio de 1941 comenzó la invasión alemana
hasta la decisiva victoria soviética en Stalingrado (febrero de 1943), la
URSS luchó sola; ninguna coalición internacional le ayudó a defenderse. Por
eso, sus ciudades fueron arrasadas, sus campos quemados, sus industrias destruidas
y su población diezmada por las bombas. El balance de la Batalla de Stalingrado,
la más sangrienta batalla terrestre de la historia y decisiva en el curso
de la guerra, fue terrible: un millón cien mil muertos soviéticos. Después,
vendría la Batalla de Kursk (verano del 43), el mayor combate de tanques jamás
conocido. Y finalmente, la Batalla de Berlín donde los soldados soviéticos
tuvieron que luchar contra las tropas de élite alemanas casa por casa y manzana
por manzana, en el Metro inundado y hasta en el interior del Reichstag a oscuras
hasta hacer ondear la bandera roja sobre este emblemático edificio, sede del
parlamento. Treinta mil soviéticos perdieron allí la vida.
Tras 1418 días de guerra, el balance final de víctimas civiles y militares,
hombres, mujeres y niños, que sufrió la Unión Soviética a consecuencia de
la agresión nazi alcanzó la espantosa cifra de 27 millones de muertos. Con
este inmenso tributo de vidas humanas y con el heroísmo de sus soldados se
logró expulsar de la patria de Lenin a la Werhmacht y se rompió la columna
vertebral del Ejército del Este, principio del fin del imperio hitleriano.
Al mismo tiempo, se hizo posible la liberación de Europa con el golpe demoledor
del Ejército Rojo que llevó su furia vengadora desde las estepas rusas al
corazón mismo de la guarida del Führer en Berlín.
Por qué les molesta a algunos celebrar esta victoria histórica
La tragedia provocada en suelo europeo por el odio anticomunista y antisemita,
así como por el expansionismo del III Reich (muchos países del continente,
como Polonia, Grecia, Yugoslavia, Francia y Países Bajos, fueron invadidos),
no puede olvidarse si no queremos que se repita. Una primera medida tomada
por los ideólogos del revisionismo ha consistido en atenuar el infame rastro
de destrucción del nazismo al tiempo que socavaban con toda clase de mentiras
el apoyo popular al socialismo (eso mismo han hecho en España los falsificadores
del pasado al negar la dictadura franquista y, en el colmo de la desvergüenza,
culpar a la República de la Guerra Civil). Otras medidas similares han sido
el silencio de los crímenes nazis en los grandes medios y la rehabilitación
de antiguos militantes y dirigentes hitlerianos en el ejército y en la administración
pública (algo que durante años vimos en la antigua RFA en contraste con la
desaparecida RDA). En contra de esa ocultación se manifestó en su día el mejor
poeta alemán del siglo XX, Bertolt Brecht: “¡Oh Alemania, pálida madre! /Entre
los pueblos te sientas/cubierta de lodo. /Entre los pueblos marcados por la
infamia/tú sobresales”.
Lo que se pretende encubrir con tales maniobras de distracción de la opinión
pública europea y mundial no es otra cosa que la lógica interna del fascismo.
Cuando el capitalismo se vio en peligro en su forma liberal, entonces parió
de sus entrañas el monstruo del fascismo, primero en Italia con Mussolini
(1922) y más tarde con Hitler (1933). Porque, en esencia, el fascismo no es
otra cosa que Capitalismo+Militarismo. Eric Hobsbawm calificó oportunamente
a los fascistas de «revolucionarios de la contrarrevolución». Una contrarrevolución
que era perjudicial para el pueblo y especialmente para los trabajadores,
pero que ? como señalaba este historiador británico? fue muy rentable para
el capitalismo por estas tres razones: porque “eliminó o venció a la revolución
social izquierdista”, porque suprimió los sindicatos obreros que limitaban
el poder de la patronal, y porque mediante la destrucción del movimiento obrero
“contribuyó a garantizar a los capitalistas una respuesta muy favorable a
la Gran Depresión” (Historia del Siglo XX).
Los mismos que ignoran hoy la gran victoria soviética sobre el nazismo, antes
ocultaron la revolución china, tergiversaron la derrota de los EEUU en Vietnam,
agredieron y bloquearon a Cuba, asesinaron a Allende, y hoy calumnian a diario
a los presidentes de Venezuela, Bolivia y Ecuador porque se han atrevido a
defender la riqueza de sus pueblos del saqueo de las multinacionales.
La ayuda del franquismo a la agresión nazi
No puedo dejar de añadir una apostilla para hispanos. Es una obviedad, pero
conviene repetirla: Franco y los generales golpistas no hubieran ganado la
Guerra de España sin la decisiva ayuda militar de Hitler y Mussolini. La península
Ibérica sirvió de campo de entrenamiento del ejército nazi, en especial de
la aviación cuyos ataques a la población civil comenzaron a experimentarse
aquí. Recordemos, por ejemplo, la destrucción de Guernica por la Legión Cóndor
comandada por Wolfram von Richthofen, quien llegaría a ser Mariscal de Campo
de la Luftwaffe durante la II Guerra Mundial.
En agradecimiento por la ayuda recibida y como testimonio de su compartido
anticomunismo, el general Franco envió a Hitler la División Azul, formada
por 50.000 soldados. Algunos detalles de este cuerpo expedicionario fascista
son muy reveladores. Se formó a toda prisa el 26 de junio de 1941, sólo unos
días después de la invasión nazi de la URSS, sus soldados juraron solemnemente
“absoluta obediencia al jefe de las Fuerzas Armadas alemanas, Adolf Hitler,
en la lucha contra el comunismo”, formaron la 250ª División de Infantería
de la Wehrmacht cuyo uniforme y armamento usaron, y recibían doble sueldo
(el correspondiente alemán y el de legionario español). Ramón Serrano Súñer,
cuñado de Franco y entonces ministro del Interior y de Asuntos Exteriores
(a quien en esta fotografía de procedencia alemana vemos junto a Franco y
acompañando a los criminales de guerra nazi y dirigentes de las SS Karl Wolff,
izq., y Heinrich Himler, centro) dictó sentencia el 24 de junio de 1941 desde
el balcón de la sede de Falange en el número 44 de la madrileña calle de Alcalá:
“¡Rusia es culpable! El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y
del porvenir de Europa”.
Tras las históricas victorias del Ejército Rojo en Stalingrado y Kursk en
1943, la División Azul volvió a casa derrotada dejando tras sí cerca de 5000
muertos en su ciega obediencia al Führer. Para vergüenza colectiva, todavía
muchos pueblos y ciudades de España conservan su nombre en calles y plazas.
Mientras, centenares de hombres y mujeres republicanos yacen sepultados en
las cunetas por mantenerse leales a la II República y no haber apoyado al
fascismo. Dicen los apologetas de la Transición que mejor así para no remover
las heridas.
Dejemos hoy a un lado a los antiguos y nuevos encubridores del fascismo y
honremos como se merecen a los viejos héroes anónimos que dejaron su vida
defendiendo la libertad de la Unión Soviética y de Europa. ¡Feliz aniversario,
amigos, compañeros y hermanos amantes de la paz y la libertad en el ancho
mundo!
www.rebelion.org/noticia.php?id=198580