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La distribución del ingreso y los salarios
Por Marco Kofman - Friday, May. 15, 2015 at 12:19 PM

Paritarias en su laberinto

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La distribución del ingreso tiene más de política que de economía.

Estamos metidos de lleno en el tramo final de las rondas de negociaciones anuales entre los trabajadores y sus patrones. Nos encontramos en una situación compleja en la que algunos de los gremios más importantes han llegado a lanzar un conjunto de medidas extraordinarias ante la tensión generada por la concurrencia de pedidos de aumentos salariales por encima del 30%, ofertas de las patronales por debajo del 25% y la participación del tercer actor de las paritarias: un gobierno ocupado en lograr la permanencia del relativo éxito de sus planes de control y estabilización de precios. Lo cierto es que por el momento no se vislumbra una salida que pueda armonizar pedidos, necesidades y realidades de los principales actores de la escena.

Con pedidos superiores a la tasa de inflación, los gremios se atreven a entrar en la disputa de la distribución del ingreso nacional entre capital y trabajo. Las paritarias son un elemento de esa disputa, aunque no son el más importante. Ocurre que el poder de fuego de los empresarios para trasladar a precios los aumentos salariales puede llegar a ser importante. Dicho esto, las políticas de control de la inflación son también parte del terreno donde se dirime la disputa por el ingreso nacional.

Los dirigentes sindicales, el gobierno y los empresarios saben que esto es así, pero saben también que las paritarias y las políticas de control de precios, en la coyuntura actual, son mucho más que un problema exclusivo de la cuestión distributiva.

Para el gobierno, en un año electoral, la amenaza a su plan de estabilización inflacionaria se presenta como una dura amenaza a su propio proyecto de continuidad en el timón de la estructura ejecutiva del Estado.

En cuanto a los dirigentes sindicales, se juega no sólo el bienestar de sus afiliados sino su propia permanencia al frente de sus respectivas estructuras gremiales. Un problema adicional aquí y ya apuntado en este medio es la pérdida de credibilidad de las estadísticas oficiales y la difusión por parte de los medios masivos de comunicación de índices de inflación entre 10 y 15 puntos por encima del oficial. Estos índices, verdaderos, falsos, aproximados o no, hoy son parte del “sentido común” de la gran mayoría de los argentinos, y por lo tanto, son la vara utilizada para medir el éxito o fracaso de las negociaciones por parte de los afiliados de los distintos sindicatos.

En el caso de los empresarios, las realidades son muy diversas. No todos se enfrentan a una misma estructura sectorial. No es igual la situación de las pequeñas empresas que la de los grupos concentrados como tampoco es igual la situación de los sectores con ganancias extraordinariamente grandes que la de aquellos sectores que van perdiendo peso en la economía nacional.

Haciendo cálculos económicos podríamos decir que los aumentos salariales no se deberían trasladar en forma directa a los precios, dado que en algunos sectores el peso de los salarios en los costos son muy bajos (por ejemplo para el caso del sector aceitero los salarios son cerca del 1% de los costos) y que, por lo tanto, el gobierno no debiera preocuparse por sus planes de estabilización. Sin embargo, el problema que nos ocupa, la distribución del ingreso, tiene muy poco de económico y mucho más de político.

El poder se construye y se sostiene con el compromiso detrás de un determinado proyecto asumido por determinados actores sociales. Y con esto, para ir cerrando la reflexión, queremos abrir un interrogante: ¿cuáles serán los actores que puedan construir el poder político suficiente para hacer perdurar un cambio distributivo favorable a los trabajadores en nuestro país? Quizás en los próximos días observaremos alguna clave para comenzar a desentrañar esta cuestión.

¿Qué aliados buscará uno y otro actor? ¿En qué sectores se respaldará cada uno de ellos? ¿Puede haber un mayor acercamiento del gobierno con algunos grupos empresariales? ¿O bien, por el contrario, el acuerdo será con grupos sindicales? Hay que estar atentos, porque la complejidad del problema es tal que seguramente nos encontraremos incluso con grupos económicos que prefieran perder hoy una porción de la torta en pos de ganar pronto el control del timón estatal para imponer sus propias políticas económicas.

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