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La conferencia de la OIT y el objetivo de la CTA
Por José Rigane - Monday, Jun. 08, 2015 at 9:31 AM

Viernes 5 de junio de 2015, por José Rigane | Una importante delegación de la CTA Autónoma se encuentra en Ginebra asistiendo a la 104ª Conferencia Anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Desde el domingo, la CTA participa activamente de las reuniones y de las instancias previas que requiere el evento.

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Si bien son varios los temas que preocupan en relación al trabajo en todo el mundo, la atención está puesta en el crecimiento de la tasa de empleo informal (un 60% a nivel mundial), cifra qué no puede esconderse debajo de la alfombra y que demuestra cómo esas formas precarizadas de trabajo son base del modelo de producción global.

Esta problemática también está presente en Argentina, que, a pesar de contar con el cuestionado sistema estadístico actual, se calcula que el empleo precario o informal es de alrededor del 40%. Aunque lejos todavía del promedio mundial, es una situación alarmante dado que es un fenómeno estructural. Permanece en el país invariablemente tras 10 años de crecimiento sostenido.

El empleo informal (o llamado “en negro”) es también parte estructural de la economía del país y de la estrategia de "desarrollo" propuesta por los sectores dominantes.

En un reciente informe de la OIT se señala que "más de 60 por ciento de todos los trabajadores carece de cualquier tipo de contrato de trabajo; la mayoría de ellos están empleados en trabajos por cuenta propia o como trabajadores familiares auxiliares en el mundo en desarrollo. Sin embargo, aún entre los trabajadores asalariados, menos de la mitad (42%) tiene un contrato permanente".

El trabajo informal o precario es el lastre aún vigente del neoliberalismo y está también orientando el actual modelo de acumulación. Es una de las principales razones del sostenimiento de la pobreza y la desigualdad que hoy domina la economía y la política a nivel global.

En el plano mundial, América Latina y el Caribe continua siendo el continente de mayor desigualdad en el mundo, aún tras el ascenso y crisis de los gobiernos llamados “progresistas" en la región; la pesada herencia del neoliberalismo tendrá que ser barrida por propuestas populares de poder, ya no alcanza con las promesas azucaradas de inclusión y slogans de alto impacto propagandístico y parcial o nula transformación de la realidad.

En esta asamblea del trabajo, con 169 estados nacionales presentes y con 668 delegados acreditados (166 delegados del sector empleadores y 167 delegados del sector trabajadores, entre otros) estamos dando pelea para discutir otra forma de entender el trabajo. Además, participan de este evento mundial 335 delegados gubernamentales; 2.282 consejeros técnicos (de los cuales están divididos en 1.108 del sector gubernamental, 499 de los empleadores y 675 por parte de los trabajadores). En total, entre delegados y consejeros técnicos hay 2.950 acreditados y, de estos, 892 son mujeres (un 30,2% del total de delegados de la conferencia). La tendencia de la participación de la mujeres en las conferencia de la OIT viene en crecimiento, ya que en 2006 el porcentaje era del 24,3%.

Peleamos en la OIT, una instancia internacional más que importante, para enterrar las ideas liberales y neoliberales -tan escuchadas en Argentina- sobre cómo "ganar competividad" o cómo “realizar los ajustes necesarios para el crecimiento económico”. Estos argumentos que tanto conocemos los trabajadores del país, sirven para mantener salarios bajos y para generar ganancias extraordinarias para los patrones, los empresarios; algo tan conocido como efectivo para el poder en la historia.

Sabemos que una parte de la pelea ahora la damos en la OIT, pero entendemos que es una disputa que se da en la calle, como lo viene haciendo la CTA desde su fundación y que hoy continúa haciéndolo.

Desde esta central nunca abandonamos la calle como lugar de manifestación de los trabajadores y trabajadoras.

Necesitamos que los trabajadores puedan adquirir autonomía como clase y poder construir poder propio para cambiar la relación de capital y trabajo, que no es otra que la realidad del mundo.

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