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Colombia: Indígenas que habitan en Medellín celebraron su Año Nuevo
Por El Colombiano - Monday, Jun. 22, 2015 at 6:58 PM

Para darle la bienvenida a su año nuevo, los indígenas de Medellín se tomaron el Cerro El Volador, para ellos conocido como el Cerro del Sol, donde bailaron, cantaron e hicieron sus rituales.

Colombia: Indígenas ...
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Entre mariposas y aves de múltiples especies volaron los sonidos de las quenas, tambores, zampoñas y charangos, que se mezclaron con los cantos y gritos eufóricos de los indígenas en el Inti Raymi o Fiesta del Sol, con la cual los aborígenes celebran la llegada de un nuevo año para su raza.

El escenario fue El Volador, que los pueblos indígenas conocen como el Cerro del Sol, donde habitaron indígenas Aburraes y otros grupos y en el que se han hallado implementos y utensilios de los pueblos aborígenes del Valle de Aburrá.

El Inti Raymi concentró a indígenas de todo el país, de distintas razas y grupos, gran parte de ellos habitantes de Medellín, donde muchos estudian y el resto trabaja en actividades informales.

“Cada 21 de junio los indígenas se reúnen a recibir el nuevo cielo en una fiesta de interculturalidad que aprovechamos para compartir experiencias, costumbres, tradiciones y problemáticas”, explicó Ata, líder de la convocatoria y residente en la comunidad Nutabe, de Orobajo (en Sabanalarga, Antioquia).

Pueblos de comunidades Nasa, Emberá, Cofán, Nutabes y Wayúu, entre otros, se tomaron el cerro desde la noche del sábado. Armaron chozas, encendieron hogueras, prepararon chicha y compartieron historias, ritos y tradiciones mientras soñaban con ese gran momento de la salida del Sol, que para su beneficio, ayer apareció temprano, desde las 5:30, con todo su esplendor, por el oriente de Medellín.

“La llegada del nuevo año es la oportunidad de empezar nuevos sueños, metas, propósitos y trazar nuevos caminos que recuperen la memoria ancestral de los pueblos indígenas, mucha de ella perdida”, opinó Yonny Alexánder Ipaz, gobernador del Cabildo Indígena Universitario, que agrupa a más de 900 indígenas de diferentes etnias que estudian en las universidades locales, especialmente las de Antioquia y Nacional.

Memoria perdida

Solanyi Cuchillo Jacanamijoy, de la comunidad Kamëntšá, en el Putumayo, estudia Sociología en la U. de A. y admite que muchos de los individuos que llegan a la ciudad terminan absorbidos por la cultura urbana e incluso ni siquiera anhelan retornar a sus pueblos.

“Se dan los dos casos, el que regresa y lidera procesos desde sus experiencias y conocimientos, y el que no quiere retornar”, dice.

Asegura que en Medellín se dan dos fenómenos al llegar los indígenas: “que haya choques culturales, pero también encuentros, es una mezcla de situaciones que las tratamos en el Cabildo Universitario y la Escuela Aborigen”.

“Todo depende del contexto del que vengamos, nosotros mismos muchas veces desconocemos nuestras raíces y orígenes”, admite Solanyi.

Y si los indígenas madrugaron a recibir el Sol, el rey de los astros les dio una dosis mucho más amplia de la que esperaban, pues toda la mañana calentó con fuerza en el esplendoroso cerro El Volador.

Los caminantes y paseantes aprovecharon para mezclarse con los aborígenes, que ahora no tienen reparo en hacerse fotos con celular, enviar mensajes por whatsapp y tener el tono de piel claro, como cualquier parroquiano de Medellín.

Como Mónica Lazo, de la etnia Cofán, una mujer de tez clara y vestida de leggins, que bailó y danzó por horas al ritmo de la música indoamericana que sonó en los altavoces de la carpa instalada en la parte alta de El Volador y que muchos pensaron que era una paisa de esas de pura cepa.

“Yo estudio Nutrición y Dietética en la Universidad de Antioquia y hay que reconocer que todas las etnias hemos tenido mezclas, este encuentro mismo es una invitación a todos, sin discriminación para nadie”, comentó, con su piel sudorosa y agitada de bailar.

La cita congregó a decenas de los 4.200 indígenas que habitan la ciudad de Medellín, para quienes un año nuevo acaba de empezar.

POR GUSTAVO OSPINA ZAPATA

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