Julio López
está desaparecido
hace 6401 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Junio, un mes de Memoria Popular
Por Leonidas Noni Ceruti - Sunday, Jun. 28, 2015 at 10:53 AM
ceruti_leonidas@hotmail.com

Un repaso de acontecimientos muy caros a la memoría popular. Desde invasiones, genocidios, pasando por desapariciones, bombardeos, hasta asesinatos. Lo que hemos llamado Maldita esa maldita costumbre de matar.

Junio, un mes de Memoria Popular
Por Leónidas Ceruti - Friday, Jun. 15, 2012 at 7:13 PM

Junio, un mes de Memoria Popular

Invasiones, genocidios, bombardeos, fusilamientos, asesinatos y luchas

Por Leónidas Ceruti, historiador.

“Y junio me arde rojo aquí en la espalda”

Junio, de Jorge Fandermole

SUMARIO

MALDITA ESA MALDITA COSTUMBRE DE MATAR

27 JUNIO DE 1806 - PRIMERA INVASIÓN INGLESA

28 JUNIO DE 1807- SEGUNDA INVASIÓN INGLESA

11 JUNIO 1897 DÍA DE LA CONQUISTA DEL DESIERTO

“PATRIOTAS” POR LAS TIERRAS

16 DE JUNIO DE 1955 BOMBARDEO EN PLAZA DE MAYO

17 DE JUNIO DE 1955 DESAPARICIÓN DEL DR INGALINELLA

9 DE JUNIO DE 1956 FUSILAMIENTOS EN LEÓN SUAREZ

12 DE JUNIO DE 1956 FUSILAMIENTO DE VALLE Y OTROS

20 DE JUNIO DE 1973 MASACRE DE EZEIZA

26 DE JUNIO DE 2002 ASESINATO DE MAXIMILIANO KOSTEKI Y DARÍO SANTILLÁN

MALDITA ESA MALDITA COSTUMBRE DE MATAR

Las efemérides nos deparan coincidencias y, en muchos casos, marcan la historia de los pueblos. En la Argentina las clases dominantes han tenido desde siempre una vocación de utilizar la violencia para resolver los conflictos sociales, económicos y políticos.

Recurren a la violencia para perpetuar su dominio, para defender sus intereses, y las clases oprimidas lo hacen para enfrentar la opresión y para liberarse de la condición de explotación en la que viven. Este enfrentamiento es consecuencia de la sociedad misma.

La violencia es inherente a una organización social injusta, a un orden social basado en la explotación del trabajo por el capital, en la exclusión y marginación económica, social y cultural de vastos sectores de la sociedad. De hecho, la violencia no se reduce únicamente a su manifestación más ostensible, a su forma represiva. Esta última es sólo una vía que permite mantener al capitalismo en su conjunto, maniobrando y desarrollando métodos violentos.

En el mes de Junio nos encontramos con fechas en que la violencia hacia los sectores populares aparece en toda su magnitud. Pero también rescatamos momentos de lucha del pueblo.

27 JUNIO DE 1806 - PRIMERA INVASIÓN INGLESA

28 JUNIO DE 1807- SEGUNDA INVASIÓN INGLESA

En el año 1805 Inglaterra se encontraba enfrascada en un conflicto bélico contra Francia, donde Napoleón gobernaba. Los españoles en ese momento estaban aliados con los franceses. La mayor parte de Europa se encontraba en poder o bajo la influencia francesa, por lo tanto los ingleses se veían impedidos de comerciar con estos territorios, lo que afectaba su economía en plena Revolución Industrial. Con el objetivo de obtener nuevas plazas comerciales y debilitar a sus enemigos, los ingleses comenzaron una serie de ataques a las posesiones europeas de ultramar.

Como parte de ese esfuerzo una fuerza inglesa ocupó en enero de 1806 la colonia Holandesa de Ciudad del Cabo. Allí sus comandantes se informaron de la debilidad de la guarnición española de Buenos Aires además del cuantioso tesoro que la ciudad tenía y decidieron que ése sería su próximo objetivo.



Primera Invasión

La fuerza que llegó al Río de la Plata consistía de 1600 hombres en 10 barcos de guerra. El 25 de junio de 1806 los ingleses desembarcaron en Quilmes, y llegaron a tomar el fuerte de Buenos Aires el día 28 de junio.

El Virrey Sobremonte huyó con el tesoro de la ciudad hacia Córdoba, para organizar allí la resistencia, pero fue interceptado por los ingleses gracias a la información que proveyeron comerciantes temerosos de que los ingleses, al no tener el tesoro, robaran sus propiedades.

Para ganarse el favor de la gente de Buenos Aires, una de las primeras medidas de los invasores fue decretar el libre comercio. Ésto provocó que muchos comerciantes que se beneficiaban con el monopolio español financiaran la resistencia a los ingleses, que comenzó a gestarse en forma secreta con el fin de retomar la ciudad.

En Montevideo, Liniers organizó una fuerza con el objetivo de marchar sobre Buenos Aires y liberarla. También Pueyrredón con la ayuda de Álzaga, creó una milicia en los alrededores de la ciudad con vistas a la liberación de la misma, la cual fue derrotada por los ingleses el 1 de agosto. Tres días después, Liniers desembarcó con su fuerza al norte de la ciudad, en Las Conchas. A medida que avanzaba se fueron uniendo más hombres. Finalmente llegó a Buenos Aires donde convergieron en el ataque a los ingleses todas las fuerzas de la resistencia. Luego de dos días de lucha los ingleses fueron expulsados el 12 de agosto. El 14 de agosto el Cabildo le confirió a Liniers el mando militar.

El intento de conquista de las tropas inglesas terminó en un fracaso, y creció el entusiasmo entre los pobladores de Buenos Aires.



Segunda Invasión

Posteriormente, en septiembre de 1806 el gobierno inglés decide invadir Buenos Aires y Montevideo. Volvieron a la carga con una fuerza mucho mayor a la que habían enviado con anterioridad. Como base de acción tomaron la población de Maldonado, el 29 de octubre de 1806 y comenzaron las acciones que culminaron 3 días después con la derrota española. El 3 de febrero de 1807 tomaron la ciudad de Montevideo en una operación naval y terrestre con 8000 soldados.

Una semana después, al llegar a Buenos Aires la noticia de la caída de Montevideo, se reunió el Cabildo para analizar la situación. Se decidió destituir a Sobremonte, arrestarlo y nombrar como virrey a Liniers.

Los ingleses comenzaron a usar a Montevideo como base para el contrabando, logrando que sus mercaderías penetraran en las colonias españolas. Además emprendieron una guerra propagandística mediante la distribución de un periódico pro-británico.

El 28 de junio de 1807 desembarcaron en Ensenada, enfrentando la resistencia de una fuerza local que fue prontamente desbaratada, iniciando la marcha sobre Buenos Aires. Entre tanto, llegó de España una resolución que declaraba a Ruiz Huidobro como Virrey pero, al hallarse éste prisionero de los ingleses, la Audiencia resolvió la continuidad de Liniers en el cargo. El 4 de julio el ejército inglés se aproximé a la ciudad de Buenos Aires. Liniers salió a enfrentarlos en Plaza Miserere siendo derrotado. Ante esta situación, Álzaga ordenó fortificar la ciudad, se cavaron trincheras y se hicieron barricadas, a la vez que la población se levantó en armas para enfrentar a los invasores.

El 5 de julio los ingleses, partiendo de Miserere, se dividieron en 12 columnas para penetrar en la ciudad confiados de la victoria. Los sorprendió una encarnizada resistencia y una lucha cuerpo a cuerpo. Los ingleses no pudieron tomar la ciudad y sufrieron una gran cantidad de bajas. Liniers le ofreció al comandante Whitelocke la rendición, la cual fue aceptada. Las tropas británicas debieron devolver al Virreinato del Río de la Plata las ciudades tomadas.

El rechazo de las dos invasiones, la participación popular, y la reconquista, constituyeron importantes antecedentes de autodeterminación que influirían luego en la Revolución de Mayo de 1810.


General genocida Julio Argentino Roca

11 JUNIO 1897 - DÍA DE LA CONQUISTA DEL DESIERTO

“PATRIOTAS” POR LAS TIERRAS

El genocidio de los pueblos originarios comenzó con Rosas, se extendió con Alsina, y culminó con el General Julio Argentino Roca, a fines del siglo XIX, en la denominada conquista del desierto y del Chaco. Los que sobrevivieron, fueron condenados a la marginalidad, expulsados de sus tierras y borrados de la historia oficial.

Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuanto menos por unos 15.000 miembros de los pueblos originarios. Era necesario apoderarse de esas tierras, “limpiarlas”, para ser destinadas a grandes estancias para la producción de ganadería y agricultura.

Roca, al mando de un ejército moderno y bien pertrechado, sometió la resistencia que pudieron ofrecer los mapuches, causando una gran cantidad de víctimas y desplazando a las poblaciones restantes a regiones periféricas. En esos años, los mapuches chilenos fueron también derrotados en su misma tierra de origen, durante la Ocupación de la Araucanía, denominada en los documentos oficiales chilenos como “pacificación de la Araucanía”.

Las comunidades que sobrevivieron fueron desplazadas a las zonas más periféricas y estériles de la Patagonia. Unos 10.000 fueron tomados prisioneros y unos 3.000 enviados a Buenos Aires, donde los separaban por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos: a las mujeres las repartieron por los diferentes barrios de la ciudad para trabajar en las casas patricias, mientras a una parte de los hombres se los envió a la isla Martín García, donde murieron, en su gran mayoría, a los pocos años de reclusión.

Dentro de los argumentos de los que apoyaban esta postura se citan los que tienen que ver con la declaración de las intenciones del Estado:

*.- En el Congreso se hablaba de “exterminar a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia”.

*.-Desde la década de 1820, durante el gobierno de Martín Rodríguez en la provincia de Buenos Aires, se escuchaba ya hablar de exterminio. Él decía “primero exterminaremos a los nómades y luego a los sedentarios”.

También se citaban los métodos utilizados en la campaña, que concuerdan con la definición de genocidio:

*.- Ataques a tolderías con mujeres y niños solos en momentos en que los hombres adultos estaban en otras partidas.

*.-Un campo de detención en Valcheta (Línea Sur de la actual provincia de Río Negro) con alambres de púas de tres metros de alto para encerrar a gente que acababa muriendo de hambre por no tener alimentos.

*.-Traslados por la fuerza de los prisioneros caminando hasta Carmen de Patagones (un puerto en la desembocadura del río Negro), en donde los embarcaban a Martín García. Estos traslados podían ser de hasta de 1000km y exterminaron a miles de detenidos, ya que se mataba a los que no caminaban.

*.-Traslados forzosos de familias a otros sitios dentro del territorio por la “policía de frontera”, ocurridos después de la campaña.

*.-Un segundo campo de detención en Martín García. Allí tuvieron que habilitar dos cementerios especiales en 1879.

*.-Separación de las familias.

*.-Cambios de nombres, de manera que no se pudiera reconstruir la historia familiar.

*.-La cifra de muertos varía mucho. Según los bajistas (apoyados por las cifras oficiales) los integrantes de las comunidades que vivían en esas tierras eran 29.000, y para los alcistas, las habitaban 150.000.

*.-Según se estima, con la conquista murieron entre 14.000 a 90.000 originarios. 20.000 a 35.000 de ellos lo fueron en la campaña de 1879, 25 y 55.000 en la de 1881. Al resto, o se los redujo en reservas, o se los separó de sus familias y culturas.

*.-Según los más alcistas murieron 100.000, incluídos también a los que cayeron en la Ocupación de la Araucanía por el ejército chileno de la cordillera andina.

El “éxito” obtenido en la llamada “conquista del desierto” prestigió frente a la clase dirigente la figura de Roca y lo llevó a la presidencia de la república. Para el estado nacional, significó la apropiación de millones de hectáreas. Estas tierras fiscales que, según se había establecido en la Ley de Inmigración, serían destinadas al establecimiento de colonos y pequeños propietarios llegados de Europa, fueron distribuidas entre una minoría de familias vinculadas al poder, que pagaron por ellas sumas irrisorias.

Algunos ya eran grandes terratenientes, otros comenzaron a serlo e inauguraron su carrera de ricos y famosos. Entre ellos encontramos a los Pereyra Iraola, los Álzaga Unzué, los Luro, los Anchorena, los Martínez de Hoz, lo Menéndez, entre otros.

Algunos de ellos se dedicarán a la explotación ovina poblando el desierto con ovejas; otros dejarán centenares de miles de hectáreas sin explotar y sin poblar, especulando con la suba del precio de la tierra. Aún hoy, el territorio de Santa Cruz tiene un porcentaje muy bajo de habitante por kilómetro cuadrado.

Roca había dicho: "Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las pirámides de Egipto, y el poder de los imperios, a costa de sangre y el sudor de muchas generaciones".



16 DE JUNIO DE 1955 - BOMBARDEO EN PLAZA DE MAYO

El mes de junio de 1955, no fue un mes cualquiera durante el segundo gobierno del Gral. Juan Domingo Perón.

El día 11, la Iglesia Católica realizó la procesión de Corpus Christi, que excedió lo religioso y se produjo una movilización opositora que reunió 250.000 manifestantes, desplazándose desde la zona de la Catedral a la zona del Congreso Nacional. Las crónicas reseñan que los activistas dañaron placas conmemorativas a la figura de Eva Perón e izaron la bandera del Vaticano en lugar de la bandera argentina en el mástil del Congreso. El conflicto se agudizó cuando se conoció que durante la procesión se había quemado una bandera argentina y al publicarse en los diarios la fotografía de Perón y Borlenghi mirando los restos de la misma.

El 16 el gobierno había organizado un acto de desagravio a la bandera nacional. El ministro de Aeronáutica, Brigadier Mayor Juan Ignacio de San Martín, dispuso que la aviación testimonie su adhesión al presidente de la República, desagraviando a la vez la memoria del general José de San Martín. Para esto decidió que una formación de aviones sobrevuele la Catedral de Buenos Aires, donde descansan los restos del Libertador. El anuncio del desfile reunió en Plaza de Mayo a un numeroso público. Se trataba de un acto cívico-militar en solidaridad con el gobierno frente a los embates de la oposición.

Pero durante esa jornada, al mediodía se produciría el bombardeo de la Plaza de Mayo, también conocido como la Masacre de Plaza de Mayo.

Ese día un grupo de militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Perón, intentó asesinarlo y llevar adelante un golpe de estado y, si bien fracasaron en su propósito, durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación Naval, bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, el edificio de la Confederación General del Trabajo y el edificio que en aquella época servía como residencia presidencial.

Causaron la muerte de 700 personas y más de 2000 heridos.

Los relatos de la época comentan que “A las 12.40, la escuadra de treinta y cuatro aviones de la Marina de Guerra argentina que había estado sobrevolando la ciudad desde hacía bastante tiempo (22 North American AT-6, 5 Beechcraft AT-11, 3 hidroaviones de patrulla y rescate Catalina), iniciaron sus bombardeos y ametrallamientos al área de la Plaza de Mayo.

“El capitán de fragata Néstor Noriega, de 39 años de edad, esperaba que el cielo se despejara, la escuadrilla formaba escalonada hacia arriba. A las 12,40 Noriega al mando de su Beechcraft descarga una bomba de 100 kilos que cae sobre la sede presidencial; a continuación los North American al mando del capitán de corbeta Santiago Sabarots descargan bombas de 50 kilos cada uno. La sorpresa del ataque hizo que el mismo cayera sobre la población, que realizaba sus actividades normales debido a que era un día hábil. Entre las primeras víctimas se contaron los ocupantes de los vehículos de transporte público de pasajeros. Un trolebús repleto recibió una bomba de lleno, muriendo todos sus ocupantes”.

“La Plaza de Mayo era un incendio, quienes salían de las bocas del subte se encontraron con la nube de pólvora, los aviones rasantes sobre el casco porteño, la gritería, la desesperación, la gente intentando esconderse como podía, heridos, muertos, mutilados. Los aviones lanzaron sus bolas de fuego y muerte contra los trabajadores que se desplazaban hacia sus tareas, o bien transeúntes distraídos que recorrían ese lugar histórico, mientras se escondían como podían ante la sorpresiva y violenta lluvia de bombas y metrallas”.

Esa mañana fue el bautismo de fuego de los aviones de la aeronáutica contra el pueblo. Los aviadores arrojaron nueve toneladas y media de explosivos, según algunas fuentes, otras, catorce toneladas sobre la población civil inerme.

Perón se había retirado al Ministerio de Guerra ubicado a 200 metros de la Casa Rosada por lo cual no estaba en ella al comenzar los ataques aéreos y el intento de asalto por fuerzas de tierra.

Después de la primera hora de bombardeo los gremios empezaron a convocar a los obreros para organizar una Marcha de Resistencia a la Plaza de Mayo en defensa de Perón. Una bomba cayó sobre la convocatoria a las 13.30 y mató a Armando Fernández, de la Asociación de Trabajadores Jaboneros, Perfumistas y Afines.

Mientras se acentuaban los tiroteos en el centro porteño, se ordenó a la Base Militar de la Fuerza Aérea en Morón el despegue de interceptores a reacción. Los pilotos se encontraban entonces en acaloradas discusiones sobre si debían adherirse o no al movimiento de los sublevados. Rápidamente se hizo al aire una escuadrilla de cuatro Gloster Meteor leales al gobierno. Si bien no pudieron llegar a tiempo para impedir el bombardeo, lograron interceptar una escuadrilla naval rebelde que se retiraba de la zona. El combate se produjo a baja altura sobre el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery y el Río de la Plata.

La Base Aérea de Morón caería entonces por poco tiempo en manos rebeldes, con lo que estos pudieron hacerse con 4 Meteors. Los hicieron despegar para continuar ametrallando la zona de Plaza de Mayo en apoyo a los rebeldes emplazados en la zona del Ministerio de Marina, extendiendo sus acciones hasta las 17.20. Al no contar con bombas uno de estos aviadores empleó su tanque de combustible como si fuese una bomba de napalm, que cayó sobre los automóviles que se encontraban en el estacionamiento de la Casa de Gobierno1.

Ante el fracaso del combate en tierra y luego de ser derribados dos aviones por las baterías antiaéreas montadas en la zona, los aviadores rebeldes recibieron la orden de escapar al territorio uruguayo, pidiendo asilo. De los treinta aviones que huían, algunos aparatos no llegaron a aterrizar en el territorio uruguayo por el excesivo consumo de combustible invertido en los ametrallamientos, por lo que sus pilotos debieron descender forzosamente al Río de la Plata o en campos de la zona de Carmelo.

El pueblo salió a la calle enardecido, solicitando armas al presidente.

En un mensaje radial emitido por el General Perón afirmó que "la situación está totalmente dominada. El Ministerio de Marina, donde estaba el comando revolucionario, se ha entregado y está ocupado, y los culpables, detenidos", e instó a la población: "nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión".

Se había perpetrado uno de los hechos más cobardes y criminales de militares y civiles de la historia de nuestro país.


Juan Ingalinella

17 DE JUNIO DE 1955 - DESAPARICIÓN DEL DR. INGALINELLA

Juan Ingalinella fue un médico y político militante en el Partido Comunista que fue detenido por la policía el 17 de junio de 1955 y murió al ser torturado sin que nunca apareciera su cuerpo, en un hecho que tuvo vasta repercusión conocido como el “caso Ingalinella”.

Apoderado del Partido Comunista en Rosario, redactó e hizo circular de inmediato un volante de condena a los bombardeos a Plaza de Mayo. La policía lo detuvo y lo condujo a la División Investigaciones, junto a otros detenidos. Luego uno a uno fueron recuperando la libertad, pero Ingalinella nunca apareció, ni se encontró su cuerpo.

El Partido Comunista fue ajeno a esa masacre, pero sospechaba que la policía iba a tomar represalias contra ellos. Esa noche el médico no durmió en su casa, pero al otro día volvió a su consultorio. Más o menos a las 6 de la tarde del 17, una brigada policial se hizo presente en su domicilio de Saavedra 667 y lo detuvo sin darle demasiadas explicaciones sobre los motivos. Su mujer, Rosa Trumper, habituada a las detenciones de su marido, preparó ropa y un termo con café y se fue a la Jefatura donde supuestamente estaba detenido. Allí le dijeron que no le podían recibir el paquete porque estaba fuera de horario. A la mañana siguiente la mujer regresa y le dicen que su marido había recuperado la libertad. Ni su esposa, Rosa Trumper, ni su hija Ana María volvieron a verlo con vida. El cadáver del infortunado médico jamás apareció 2.

De inmediato hubo movilizaciones de profesionales y estudiantes, y se formó una Comisión Universitaria para presionar por la investigación. El 13 de julio de 1955, los trabajadores judiciales hicieron una huelga y el 2 de agosto la Confederación Médica de la República Argentina dispuso un paro nacional de actividades.

El 20 de julio de 1955 el interventor federal de la provincia, Ricardo Anzorena ―que hasta entonces había negado la veracidad de la denuncia― ordenó la detención del jefe y del subjefe de investigaciones y de otros policías, así como el reemplazo del jefe de policía de Rosario, Emilio Vicente Gazcón, por Eduardo Legarreta. Inmediatamente destituyó a los policías involucrados.

El 27 de julio de 1955, el ministro de gobierno de Santa Fe dio un comunicado oficial: Ingalinella, habría fallecido a consecuencia de un síncope cardíaco durante el interrogatorio en que era violentado por empleados de la sección Orden Social y Leyes Especiales.


Fusilamientos en León Suárez, adaptación de la crónica de Rodolfo Walsh a historieta por Omar Panosetti y dibujos de Francisco Solano López

9 DE JUNIO DE 1956 - FUSILAMIENTOS EN LEÓN SUÁREZ

12 DE JUNIO DE 1956 - FUSILAMIENTO DEL GRAL. VALLE Y OTROS

Represión, revanchismo patronal y los conciliadores

Luego del golpe de 1955, los comandos civiles ocuparon locales sindicales y se desplegó una fuerte represión que significó el encarcelamiento de numerosos delegados fabriles, activistas sindicales, y dirigentes políticos del peronismo.

Hubo intentos conciliadores y de lograr el apoyo de dirigentes gremiales en el breve gobierno de Lonardi. Éste tuvo actitudes de acercamiento para con el movimiento obrero: pronunció un discurso mediador al asumir el gobierno. Luego, como todo un símbolo de su política, recibió a una delegación de dirigentes gremiales y nombró como Ministro de Trabajo a Luis Cerrutti Costa, ex asesor legal de la poderosa UOM.

El 21 de septiembre de 1955, cinco días después del golpe, la dirección de la central obrera realizó su primera reunión. En ella los gremialistas debatieron cómo actuar frente a los golpistas, planteándose el dilema si se los debía enfrentar decididamente con la clase obrera movilizada o acomodar el cuerpo a la nueva situación.

La mayoría de los dirigentes estuvieron de acuerdo en la idea sustentada por los principales sindicalistas, escuchándose conceptos tales como: “considero que es necesario analizar detenidamente la situación para evitarle males al país y a los trabajadores”; “la renuncia del general Perón nos desliga de ciertos compromisos; en consecuencia lo que corresponde es que analicemos la nueva situación”; “en mi opinión queda un solo camino: retirarnos con dignidad”.

Mientras que muchos trabajadores peronistas y no peronistas estaban dispuestos a enfrentar al golpe con un paro general, los dirigentes sindicales optaron por posiciones conciliatorias.


Dictadores Isaac Rojas y Pedro Eugenio Aramburu

Aramburu y sus ataques a la clase obrera

Luego del desplazamiento de Lonardi y al asumir a mediados de noviembre, Pedro Eugenio Aramburu lo hizo impulsando una política antiobrera que incluyó: proscripción de dirigentes sindicales peronistas; intervención de la CGT; se declararon nulas y disueltas las comisiones internas por parte del Ministerio de Trabajo; hubo nombramiento de Interventores Militares en numerosos sindicatos; se derogó de la Ley de Asociaciones Profesionales, quedando restringido el derecho de huelga; y, luego de un breve acuerdo, se decretó que habría elecciones gremiales en 130 días; se profundizó la represión e intimidación del sindicalismo, con el arresto de cientos de dirigentes sindicales; se sancionó el decreto 7107 de abril de 1956, que excluía de cualquier actividad a todos los que se hubieran desempeñado en la conducción de la CGT o sus sindicatos entre febrero de 1952 y septiembre de 1955; vía Ministerio de Trabajo, se designaron delegados de fábrica, habiendo sido despedidos los anteriores; el gobierno desarrolló ofensiva contra las condiciones de producción y de trabajo, exigiendo aumentos en la producción; además, quedó vigente el Decreto 2739, con su artículo 8, sobre los obstáculos a la productividad.

Toda esa batería de medidas contra la clase obrera y sus organizaciones gremiales llevó al movimiento obrero a desarrollar una política de defensa de sus conquistas, lo que dio origen a la “resistencia” obrera. La ofensiva del capital sobre la legislación social hizo que las bases se organizaran fuera y dentro de los lugares de trabajo, donde se mezclaban trabajadores de distintas ideas políticas.

La represión y hostigamiento de los empresarios hacia los trabajadores se dio con el objetivo de exigir aumento en la productividad, disciplina, racionalización y lograr el sometimiento de la fuerza de trabajo.

Buena parte de los dirigentes gremiales conocidos estaban presos o no participaban de la vida gremial. Entonces un grupo se hizo cargo de la política gremial.

Dos hechos de suma importancia se produjeron entre octubre y noviembre de 1955 y mostraron el estado de ánimo de las bases obreras y los dirigentes gremiales. Primero fue la actitud frente al 17 de octubre cuando, desde la CGT, se llamó a los trabajadores a concurrir al trabajo normalmente, mientras que desde otros ámbitos se reclamó recordar con distintas actividades el día de la lealtad. Por otra parte, durante los días 14, 15 y 16 de noviembre, la CGT declaró un paro. El 16, el gobierno intervino la CGT y se levantó la huelga.


General Juan José Valle

El alzamiento y los fusilamientos

El cadáver de Evita había sido secuestrado de la sede de la CGT. Por ley no se podía nombrar a Evita ni a Perón ni al peronismo. Había sido anulada la Constitución de 1949. Muchos militares peronistas fueron encerrados en el vapor-prisión Washington, anclado a varios kilómetros aguas adentro del Puerto de Buenos Aires. Y comenzaron los generales Valle y Tanco a conspirar para diseñar un movimiento que exigiría el cese de la persecución al peronismo; la restitución de la Constitución de 1949 y la libertad a los miles de presos políticos.

Tanto Aramburu como Rojas, su vicepresidente, tenían información de la conspiración: decidieron no abortarla para "dar un escarmiento". Tal es así que en la noche del 8 de junio de 1956 fueron apresados cientos de dirigentes gremiales para restar base social al movimiento. Aramburu viajó ese día a la provincia de Santa Fe, pero dejó firmado el decreto 10.362 que decretaba la Ley Marcial, y preparados los decretos 10.363/56, que establecía la pena de muerte, y el 10.364 con los nombres de los que serían fusilados. Los decretos estaban preparados porque eran correlativos y fueron publicados así en el Boletín Oficial con posterioridad. Valle y Tanco, que estaban en la clandestinidad, decidieron lanzar el alzamiento antes de que fuera tarde.

La señal la daría la lectura de la proclama revolucionaria, a las 23hs del 9 de junio. A esa hora comenzaba la tradicional noche de boxeo sabatina en el Luna Park, y las instrucciones a los insurrectos para lanzarse a la acción era escuchar el relato de la pelea de Lause. El equipo de Valle para esa tarea estuvo comandado por el coronel José Irigoyen, que fue secundado por el capitán Costales y se sumaron varios civiles. Eran las diez de la noche. La radio debía instalarse en la Escuela Técnica N° 5 "Salvador Debenedetti" en Avellaneda. A las 22.30, un comando del gobierno los arrestó a todos. La proclama sólo pudo ser escuchada en La Pampa “Tomar las armas para restablecer en nuestra Patria el imperio de la libertad y la justicia al amparo de la Constitución y las leyes", decía en los primeros párrafos ese texto en el que se fue redactado por José María Castiñeira de Dios y José María Rosa.

Otros lugares de la rebelión fueron: Campo de Mayo, el Regimiento II de Palermo, la Escuela de Mecánica del Ejército, el Regimiento 7 de la Plata. Además, hubo civiles armados y militares que intentaron sublevarse en Santa Fe— Rosario y Rafaela—, Río Negro—Viedma—, para citar algunos. Excepto en La Pampa, la mayoría de los jefes de la sublevación fueron apresados. Todos los levantamientos ocurrieron entre las 22 y las 24hs del 9 de junio. El gobierno estableció a las 0.32hs del 10 de junio la Ley Marcial. Pocas horas después, dio a conocer el decreto que ordenaba fusilar a quienes la violaran.

A las 23.30hs de ese 9 de junio de 1956, fue allanada una casa en la localidad de Florida y se detuvo a un grupo de civiles que se suponía implicados en la rebelión. A las pocas horas, el teniente coronel Desiderio Fernández Suárez, a cargo de la policía bonaerense, le ordenó al jefe de la Regional San Martín, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno, que fusile a los 12 civiles apresados. La medida se llevó a cabo en los basurales de José León Suárez.

Cinco fueron asesinados: Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damian Rodríguez. Los que sobrevivieron para contarlo fueron Julio Troxler (Jefe de Policía de la provincia de Buenos Aires, en 1973, en el gobierno de Victorio Calabró, actor de “Los hijos de Fierro” de Pino Solanas; y asesinado en 1974 por la "Triple A"), Juan Carlos Livraga, Horacio Di Chiano, Miguel Ángel Giunta, Rogelio Díaz, Norberto Gavino, y Reinaldo Benavídez.

El saldo de la represión fue trágico y premonitorio: 18 militares y 13 civiles asesinados. Entre ellos el Gral. Juan José Valle.

El día 12 de junio un comunicado oficial expresa: "Fue ejecutado el ex general Juan José Valle, cabecilla del movimiento terrorista sofocado". Para dar muerte al general Valle, que se entregó voluntariamente a las autoridades militares, el gobierno de facto aplicó en forma retroactiva la ley marcial ya derogada.

La masacre duró exactamente tres días y Lanús, Campo de Mayo, la Escuela de Mecánica del Ejército y La Plata, se constituyeron en escenarios macabros.

El jefe de los sublevados, general Valle, escribió varias cartas antes de morir. "Solo traiciones y venganzas me llevan a este fin", les dice a su mujer, su hija, su madre y su hermana. En la nota dirigida a Aramburu, presidente de facto, "Debo a mi patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y militares, movidos por ustedes mismos, son los responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó audacia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos esperaran en los cuarteles apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía". Finalmente, Valle cierra su carta con un ruego: "... que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria".



20 DE JUNIO DE 1973 - MASACRE DE EZEIZA

El 15 de junio de 1973, el presidente Héctor Cámpora viajó a España para acompañar a Perón en su retorno definitivo al país.

Para el recibimiento se organizó un acto cuyo lugar el ex presidente dejó a la elección de las autoridades partidarias; una vez desechadas las propuestas de quienes proponían hacerlo en la Plaza de Mayo o en la Avenida 9 de julio, Cámpora optó –a proposición del general retirado Jorge Manuel Osinde- por el cruce de la autopista Ricchieri con la ruta 205, sobre el puente del Trébol, a 3 kilómetros del Aeropuerto de Ezeiza.

Cinco personas asumieron la responsabilidad de organizar la movilización hacia Ezeiza: José Rucci, Lorenzo Miguel, Juan Manuel Abal Medina, Norma Kennedy y Jorge Manuel Osinde.

Todos los sectores del movimiento peronista, se sintieron alentados por la elección pues querían mostrar el poderío de cada uno a través de una gran movilización.

El 20 de junio, fue el día elegido para el retorno del líder justicialista.

Durante la jornada anterior, unos 2.000 integrantes del Comando de Organización, una agrupación de derecha, ocupó el Hogar Escuela Santa Teresa ubicado a unos 500 metros del puente El Trébol. Hombres armados del sector sindical ocuparon también el palco y sus inmediaciones en tanto los movimientos se coordinaban a través de la red de comunicaciones del Automóvil Club Argentino. El propósito de este despliegue era el de evitar que las agrupaciones de izquierda cumplieran su propósito de copar las posiciones cercanas al palco desde el que hablaría Perón.

En la mañana del 20 varias ambulancias salieron del Ministerio de Bienestar Social, cargadas con armas. El Automóvil Club Argentino (ACA) prestó su red de comunicaciones, el Centro de Operaciones tomó el control de las rutas de acceso, la Juventud Sindical de la UOM y la UOCRA ocuparon instalaciones vecinas al aeropuerto, los francotiradores prepararon su sitio entre las ramas de los árboles y los hombres de Osinde y la CNU ocuparon el palco y escondieron sus ametralladoras en los estuches de los instrumentos de los músicos de la banda sinfónica.

Tras 18 años de exilio, Perón regresaba a Argentina, donde lo esperaba una de las mayores movilizaciones populares de la historia política. Pero la tragedia no tardaría en desencadenarse. La pelea en la Autopista Ricchieri marcaría el final del período de transición de Cámpora, entre el gobierno de facto del general Alejandro Lanusse y el tercer gobierno del Gral. Perón.

Entre los grupos que iban al acto, la columna de Montoneros que venía del sur agrupaba gente de Bahía Blanca, Mar del Plata, La Plata, Berisso, Ensenada y partidos del sur del conurbano.

El arribo de Perón estaba previsto para las 16.30hs. Cuando las columnas de FAR y Montoneros trataron de ubicarse en la proximidad del palco oficial fueron atacados con armas de fuego desde el mismo para impedírselo.

Los enfrentamientos empezaron a suceder. Los primeros disparos se dieron desde el escenario y las columnas se desbandaron en varias direcciones. Rápidamente hombres armados se tiraron al suelo y contestaron el fuego. Del palco continuaban los tiroteos, con armas largas y ametralladoras.

Cerca de las 17, cuando se supo que el avión de Perón había aterrizado en la base naval de Morón, se reanudaron los disparos más intensamente. A partir de las 18, el tiroteo cesó definitivamente en la zona del palco y sus proximidades, y una hora después la gente fue retirándose del lugar totalmente desconcertada y asustada por todo lo que había vivido en esa tarde negra.

Fue una masacre en lugar de un enfrentamiento porque los militantes armados de la CGT, más los sectores de la derecha peronista que atacaron desde el palco, lo hicieron en forma sorpresiva y cobarde.

Una estimación conservadora de algunos medios de prensa fija el saldo de la jornada en 13 muertos y 365 heridos. Si bien las cifras fueron puestas en duda, nunca pudieron cotejarse por la ausencia de una investigación oficial.

Leonardo Favio, designado por los organizadores para ser el conductor del acto ocupó un lugar central en el palco, en el cual cumplió un triste papel pues varias veces usó el micrófono para lanzar las consignas y acusaciones que le indicaban los jefes de la banda del palco. En algún momento fue al Hotel de Ezeiza donde los parapoliciales tenían retenidas personas a quienes estaban torturando y, llorando, los amenazó con hablar y contar todo si no paraban con la masacre. Desde los altoparlantes, Favio pedía cordura, mientras portaba una pistola y se efectuaba una suelta de palomas "como un símbolo de paz". Simultáneamente, caían francotiradores. Favio desde el palco pedía que las personas que estaban sobre los árboles descendieran de los mismos y ni sabía que una parte de ellos era personal de la custodia. El actor alternaba mensajes de paz y pedidos de cantar el Himno nacional con manifestaciones acerca de que los enemigos ya habían sido visualizados, sin referir quiénes eran y qué se proponían, y finalmente debió buscar refugio de los disparos tendiéndose en el piso del palco.

Se dice de Ezeiza que fue un “putsch” al gobierno de Héctor Cámpora: una masacre premeditada y organizada por los grupos de la ultraderecha para desplazar al presidente del gobierno y controlar el poder.

Los sectores de derecha dentro del peronismo, estuvieron integrados por grupos de la ultraderechista Concentración Nacional Universitaria (CNU); militantes del Movimiento Nueva Argentina (MNA), la federación de “culatas operativos” de los sindicatos, el Comando de Organización (CdeO) de Alberto Brito Lima y su socia Norma Kennedy y la vieja guardia militar del coronel Jorge Osinde, reclutado por López Rega y una de las personas a las que se sindica entre los principales responsables de la masacre, a cargo de la organización del operativo del retorno.


Hall de la estación Avellaneda. Maxi agonizando y el principal Quevedo sonriente.

26 DE JUNIO DE 2002 - ASESINATO DE MAXIMILIANO KOSTEKI Y DARÍO SANTILLÁN

El 26 de junio de 2002 fue un día en que los hombres y mujeres integrantes de los Movimientos de Trabajadores Desocupados se dispusieron a resistir a la política económica que pulverizaba los ingresos producto de la devaluación; a la oleada creciente de autoritarismo estatal y represión para-policial. Aquel día, los piqueteros de la Coordinadora Aníbal Verón, Bloque Piquetero Nacional, Movimiento Barrios de Pie, Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, no aflojaron ante las amenazas de “prohibir” los cortes de ruta, lanzados desde el gobierno del entonces presidente Eduardo Duhalde y se propusieron levantar barricadas en los puentes de acceso a la Capital Federal.

Ante el genocidio social al que se vieron expuestos durante años, se pretendía, desde el poder, que los sectores más postergados de la población no expresaran públicamente su situación. Se les quería arrancar su derecho a la protesta; la herramienta con la cual el conjunto de la sociedad Argentina se tuvo que topar cuando los desesperados, por fin, dijeron basta: El Piquete.

Darío Santillán y Maxi Kosteki fueron asesinados el 26 de junio de 2002 por varios miembros de la policía bonaerense ―entre ellos el comisario inspector Alfredo Fanchiotti, el cabo Alejandro Acosta y cinco cómplices― en la Masacre de Avellaneda.

Tanto Fanchiotti como Acosta dispararon escopetas con balas de plomo desde más de 50 metros de distancia. La bala que mató a Kosteki le impactó en el medio del tórax.

Cuando Darío Santillán lo estaba auxiliando, los policías lo atacaron. Santillán se alejó corriendo unos metros, y Acosta le disparó por la espalda con su escopeta desde unos 4 metros de distancia. La bala seccionó la aorta y atravesó el hueso cóccix.

La represión fue ordenada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, en el marco de las políticas represivas llevadas adelante por el presidente Duhalde.

La impotencia por no ver a los autores intelectuales tras las rejas se potencia al tener que escuchar que, impunemente, Duhalde se ha mostrado como “garante de gobernabilidad”. Duhalde dice saber “cómo se pacifica y ordena”. Darío y Maxi comprobaron con su propia vida lo que eso significa3.

Ese día, las fuerzas de seguridad tomaron una parte de Avellaneda para cazar a los piqueteros que antes habían sido dispersados en el puente Pueyrredón, acceso clave a la Capital Federal. La cacería fue sangrienta: dos muertos, 90 heridos, varios de ellos con balas de plomo, más de 150 detenidos.

Los dos asesinados llegaron al Hospital Fiorito sin documentos, con inocultables heridas de bala. Uno con un disparo en la espalda, a la altura del glúteo. “Un chico muy joven, de menos de 25 años”, describió la médica que lo recibió en la guardia. El otro con un balazo en el pecho. No hubo nada que hacer. Los familiares reconocieron los cuerpos varias horas más tarde: Darío Santillán, de 21 años, y Maximiliano Kosteki, de 25.

Ambos pertenecían a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. Cayeron perseguidos por la policía, Darío decidió auxiliar a Maxi que había sido herido. Eso aconteció bastante después de iniciado el operativo de represión que la bonaerense desató en la bajada del Puente Pueyrredón como inicio de una cacería que prolongó durante varias horas por las calles de Avellaneda.

Lo imprevisto pasó apenas la gente llegó al lugar del corte. Con el grupo de manifestantes de la Verón delante (justo en la bajada del Pueyrredón) y otro detrás (los de la Plaza Alsina, que iban caminando por la avenida Mitre), la infantería tendió un cordón policial en el medio. Esa línea de uniformados quedó parada, atravesando la calle, hasta que tuvo a las dos columnas a diez centímetros de distancia. Cuando policías y piqueteros estuvieron cara a cara empezaron los empujones, los forcejeos, las trompadas. Diez segundos más tarde la policía lanzó el primer gas lacrimógeno y un minuto después la gente corría en desbandada, escapando de los disparos. A partir de allí la represión se extendió en un crescendo que se pareció bastante a una cacería.

La policía no tuvo heridos de bala. Sólo el jefe del operativo, comisario Alfredo Franchiotti, dijo que lo había lastimado un proyectil. Tenía un raspón en el cuello, y un ojo morado producto de la furia de los familiares que le pegaron en el Hospital Finochietto, cuando el oficial intentó acercarse a los medios para ostentar el rasguño. El comisario, golpeado y todo, se dio el gusto de difundir su versión de lo sucedido: “Actuamos porque esa gente iba dispuesta a combatir”, dijo a las cámaras. “Nos dimos cuenta por sus cánticos”4.

“Hay dos imágenes del 26 de junio de 2002 que pueden operar como símbolos, que podemos tomar como síntesis de la vida de Darío. Ambas son fotografías tomadas el mediodía de aquel día y en ambas se encuentra junto a Maximiliano Kosteki, a quien no conocía.

“Una pertenece a un fotógrafo Platense, quien tuvo la capacidad de captar lo que el fotógrafo francés Henry Cartier Bressón denominó “El instante decisivo”. Podemos verlos, juntos, de espaldas a la cámara, de frente a la represión policial”.

“La otra pertenece a Sergio Kowalewski y fue tomada en la Estación de trenes de Avellaneda, minutos antes de que Santillán sea asesinado por la Policía Bonaerense. Fue a partir de esa fotografía que la gestión Duhalde tuvo que desandar toda su estrategia, basada en la hipótesis que sostenía que los asesinatos habían sido producto de una interna entre piqueteros, “se mataron entre ellos”, dijeron5.

Hasta la “Masacre de Avellaneda”, Darío y Maxi, eran militantes sociales y barriales. No eran casos aislados, sino emergentes de un proceso colectivo; que realizaban tareas sociales y solidarias junto con muchos otros/as; que hacían cosas en el día a día.

No me pregunten quien soy

Ni si me habían conocido

Los sueños que había querido

Crecerán, aunque no estoy.

Ya no vivo, pero voy

En lo que andaba soñando.

Y otros que siguen peleando

Harán nacer otras rosas...

En el nombre de esas cosas

Todos me estarán nombrando.

Mis manos son las que van

En otras manos, buscando.

Mi voz.. la que esta gritando!

Mi sueño, el que sigue entero.

Y sepan que solo muero

Si ustedes van aflojando.

Porque el que murió peleando,

Vive en cada compañero!

Letra de la canción 'MILONGA DEL FUSILADO' de 'PEPE GUERRA'

1 Juan Carlos Cena y Elena Luz González Bazán

2 Rogelio Alaniz - Periodismo y Opinión

3 Carta abierta a 9 años del asesinato de Darío y Maxi, por Alberto Santillán

4 Laura Valés

5 Miguel Mazzeo, Los oficios de Darío


agrega un comentario

agrega un comentario