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Panamá y los indignados Ngäbe Buglé
Por Prensa Latina / Cuba - Thursday, Jul. 02, 2015 at 6:43 PM

Por Osvaldo Rodríguez Martínez*

Panamá (PL) La sociedad panameña bulle por estos días con protestas diarias por varios asuntos, pero sin duda alguna la oposición indígena a la continuación del Proyecto Hidroeléctrico de Barro Blanco (PHBB), acapara mayor atención.

Panamá y los indigna...
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Cuando se escribe este trabajo, los nativos preparan algún cierre de carreteras y puentes, e incluso los más osados alistan rústicas armas que servirían de defensa ante balas de goma o gases lacrimógenos que pudieran lanzar las fuerzas represivas, como ya sucedió hace tres años.

De esos planes fue testigo Prensa Latina, cuando en una de las zonas pobladas por los aborígenes, escuchó sus reclamos y argumentos, además apreció que la escena bíblica de David contra Goliat pudiera tener en estos lugares una literal versión terrenal, pues los "tirapiedras" son uno de los artefactos que empuñan.

El pueblo Ngäbe Buglé debió enfrentar, sin éxito, el programa de las hidroeléctricas durante décadas, pero entre artilugios legales e imposiciones no pudieron hasta el momento detener a las transnacionales, por ello Barro Blanco se convirtió en bandera y su desenlace repercutirá en todas las demás.

La futura central generadora siguió un sinuoso camino plagado de supuestas ilegalidades y engaños, protestas, represión, maniobras dilatorias, incomprensiones, sangre nativa derramada, agresión al medio, y la lista citada por los perjudicados resulta interminable.

Diversas voces desde las entrañas de la Comarca Ngäbe Buglé, en el occidente panameño, en lengua aborigen gritan Nagare (No) al PHBB, en apoyo a una vanguardia, que cansada de abusos, decidió tomar la obra e impedir su continuación, lo cual inició la primera gran confrontación desde la represión de 2012.

El que hayan resistido 25 días de bloqueo, hasta el pasado lunes 29 de junio, constituye un acto de intransigencia rebelde y muestra la decisión invariable, de que solo la cancelación de esta hidroeléctrica permitirá un cambio de actitud. Hay dos figuras visibles que lideran la audaz acción: Clementina Pérez y Toribio García. Dos caciques de las llamadas autoridades tradicionales, con el respaldo de los fieles de la iglesia autóctona Mama Tatda, de la cual Clementina es una de las guías espirituales.

"Estuvo aquí recientemente el ministro de Seguridad, Rodolfo Aguilera, y nos amenazó con desalojarnos con la Policía si no abandonamos el bloqueo a la entrada de Barro Blanco", declaró Toribio García a Prensa Latina.

Antes también el presidente panameño, Juan Carlos Varela, condicionó una visita suya al lugar para dialogar con los indígenas, a que levantaran la barricada que impide el acceso a los constructores de la empresa Generadora del Istmo S. A. (Genisa).

"Mi casa se inundará si cierran la presa de Barro Blanco, y al igual que otras 500 personas tendremos que irnos de la tierra de nuestros antepasados", dijo con voz firme, pero con evidente dolor, Clementina a Prensa Latina.

"Ya han hecho mucho daño al río Tabasará, y la propia obra destruyó el entorno de ese lugar que es sagrado para nosotros porque es el sitio de nuestros cultos, pero también es el que nos da el sustento", afirmó.

Tal vez algunos de manera simplista hablan de que propiamente usar el flujo para generar electricidad perjudica la corriente fluvial, pero los indígenas refieren otros argumentos en ese sentido, y es que represar las aguas inunda tierras de cultivo y destruye parte del bosque.

Mientras, debajo de la cortina se reduciría el cauce en época de sequía, con severos perjuicios para quienes dependen de la corriente para el sustento familiar.

Se puede vivir sin electricidad, pero no sin agua, es un lema enarbolado por los indígenas.

AGRESIÓN AL PATRIMONIO CULTURAL

En lo cultural, otro elemento importante a tener en cuenta, los nativos consideran al Tabasará como lugar donde la divinidad que adoran dejó sus mensajes astrales inscritos en una piedra, que materialmente está presente en el lugar con petroglifos, dibujos tallados en la era prehispánica.

Y el mensaje lo descifró Clementina, quien mostró la bandera verde con una extraña cruz enarbolada por la religión Mama Tatda (Madre Virgen), un ave posada encima y triángulos rojos en tres extremos.

"Nuestros ancestros derramaron sangre tres veces por estas tierras y el Tabasará, eso significa el rojo, y nos dejaron la misión de defender el río, por el cual a mi lado mataron a Jerónimo en la represión contra nosotros en el 2012, quien moribundo me pidió que luchara", cuenta.

Los petroglifos son diseños simbólicos grabados en rocas, realizados a partir del desgaste de su capa superficial, y muchos de los que hoy se conocen en el mundo fueron hechos en el período neolítico, y constituyen el más cercano antecedente de los símbolos previos a la escritura.

UNA HERIDA AL PUEBLO NGÄBE BUGLÉ

Barro Blanco es un símbolo que unió, en un objetivo, la lucha por separado de grupos que en el seno de la comunidad indígena batallan sin coordinar acciones.

Esa división es vista como síntoma de debilidad tanto por Genisa como por las autoridades gubernamentales, que por varios meses mantuvieron un diálogo considerado dilatorio por los originarios, algunos de los cuales lo rechazaron, mientras ahora los retoma con nuevos representantes indígenas.

Los orígenes de la falta de cohesión se difuminan en los intentos del gobierno de Ricardo Martinelli (2009-2014) por manipular a los nativos para imponer el programa de hidroeléctricas, donde según denuncias de medios de prensa, tiene intereses de sus empresas y la de sus aliados.

Con promesas, presiones, engaños y otras estratagemas, las transnacionales ganaron tiempo y levantaron muros en los ríos, bajo el pretexto de la necesidad que el país tiene de autoabastecerse de electricidad limpia.

Pero la burla, según los indígenas, radica en que no hay cómo trasladar la energía a las zonas más pobladas del país, en cambio, están conectadas al sistema centroamericano a través de Costa Rica, lo que hace suponer la exportación como objetivo.

La fuerza del pueblo Ngäbe Buglé unida es temida por quienes debieron confrontarla, por ello tal vez la fuerza pública no fue lanzada aún para controlar los pequeños focos aislados de protestas.

Desde lo interno de los grupos nativos, artificialmente fraccionados ahora, hay un clamor de reconocimiento a quienes en Barro Blanco se resisten a la continuidad del proyecto.

Pero si los uniformados intentaran reprimirlos, muchos piensan que oleadas de nativos vendrían en su auxilio y el gobierno actual sentiría la indignación de la comunidad ancestral.

*Corresponsal de Prensa Latina en Panamá

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