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Propiedad privada
Por Daniel Papalardo - Friday, Jul. 03, 2015 at 9:44 PM
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Desalojos bajo la estigmatización del delito. otra herramienta con la que el sistema castiga la pobreza

Bronca, enojo, enfado, rabia y otros sinónimos, no alcanzan para dar palabra que contenga un estado de ánimo que emerge de una situación que drena injusticia. No se trata de algo que vaya a presentarse en los medios y en las redes como tema convocante. Tampoco hablaran de esto, los centros de poder, los candidatos de globitos, los de sonrisas constantes, los del progresimo. Solo hablan los sin voz, los que nunca tienen oportunidad de revertir, de alcanzar el escalón inclusivo que le permita ingresar a la sociedad de la mercancía.

Estos mudos, que hablan por sus gestos, sus rostros duros, sus manos ajadas, su mirada al vació como ventanas al interior profundo de sus carencias, solo nos dicen algo: Necesito un espacio para levantar mi techo. Claro hace frio, no hay reparo, y el amontonamiento en lo de un amigo, un pariente, un grupo solidario no hace otra cosa que resaltar esa faltante básica. Para los chicos, copa de leche solidaria a las 18hs. por iniciativa de la siempre presente, buena gente, que da una mano y comparte esa mirada en el vacio.

El lugar era un yuyal, las cañas, las ratas, la basura arrojada por desaprensivos. El lugar era un ente oficial, “registro de la propiedad”. Ahí la burocracia dice a la consulta que el sitio tiene un dueño. Uno de esos que por efecto de la distribución de la riqueza tiene esa tierra, de sobrante, de yapa, porque alguien la legó.

A ese lugar, llegaron los olvidados de la tierra, no los de Fannon. Estos son de acá a la vuelta, pero olvidados de verdad, no hay ladrillo, no hay cimiento , solo precariedad, solo pasar de un lado al otro. Solo escuchar funcionarios con promesas que no se cumplen y que se repiten todas y cada una de las veces que los sacan de alguna de esas “privilegiadas tierras” donde no hay servicio alguno que haga pensar que lo urbano es también para ellos.

Ahí fue que desmalezaron. Ahí fue que se acabaron las cañas, los bichos, y la basura para que el terreno se aplane, para que se abra una calle donde era un sendero, de tanto ida vuelta para buscar agua a la canilla que queda…tan lejos. También “chapearon” pero en el buen sentido. También fue techo , también fue aunque precario, el hogar. Pero fue ahí también que llegaron las topadoras que alquila un señor al Estado, para que con gendarmes, GuM y otros vigilantes, los intereses del dueño vuelvan a adueñarse de la heredad, como si la edad media traspasara los tiempos e irrumpiera en la “posmodernidad”.

Hoy , en una sala dos señores de corbata, uno diciendo que hay delito y otro que no, todo delante de un ungido no se sabe por quién, que dice que dice el derecho y con ello hace justicia. Hoy con el micrófono y la cámara , se olvida la canilla, la chapa, el frio , y solo prima una ley:la PENAL. Art. 181, usurpación que le dicen y una nueva condición jurídica para los olvidados , que pasan a ser presentes con un solo fin : delincuentes, segmentados, candidatos a la sanción por tocar el único DIOS de estas latitudes; LA PROPIEDAD PRIVADA.

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Así dice un cantor. En este caso, habrá que terminar con esa idea, y avanzar para otro lado, para que dando por tierra este injusto, la tierra sea espacio vivible para dar vida, para dar hogar, preciado derecho de todo hombre , desde que pretende lucir tal condición, el curso de los tiempos.

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