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Ultimas noticias de derechos humanos, del 4 de julio
por Movimiento DDHH •
Saturday, Jul. 04, 2015 at 10:52 AM
JORGELUISALTAMIRANO@GMAIL.COM
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HIJOS Paraná
18 horas • Editado •
Leticia, la madre de nuestra hermana Laura Méndez Oliva, vuelve, de a poco, y queremos compartirlo.
“Laurita, hay novedades de tu mamá. Llamalo a Maco”, fueron las palabras de Marta Álvarez al teléfono. Y Laura sintió inmediatamente que su mamá volvía.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) arribó recientemente a un importante hallazgo en torno a la desaparecida Leticia Margarita Oliva, secuestrada el 27 de diciembre de 1978 en Capital Federal, y de quien desde entonces se ignora su paradero.
A partir de comparaciones dactiloscópicas efectuadas por el Ministerio de Seguridad en un proyecto conjunto con el EAAF, se pudo establecer que un cuerpo encontrado el 13 de febrero de 1979 en las aguas de la costa de la localidad bonaerense de Verónica, y que una semana después fue enterrado como NN en el cementerio de Magdalena, pertenece a Oliva.
Durante su secuestro, a Leticia le permitieron hacer algunas llamadas telefónicas. Llamó un par de veces a la casa de sus padres en Bahía Blanca, y a un teléfono en Capital Federal, de la tía de su compañero, Orlando Méndez, desaparecido dos años antes. El último llamado fue el 7 de febrero de 1979. Desde entonces no se supo absolutamente nada, por lo que la novedad resulta importantísima para reconstruir su destino.
El matrimonio tuvo una hija, Laura Méndez Oliva, que nació en 1975 y actualmente reside en Paraná. Ella recibió el llamado del EAAF el 31 de marzo pasado y se presentó al día siguiente en las oficinas en Capital Federal, junto a su tía Norma Méndez, Gabriel Fontenla (compañero de militancia de sus padres), y el subsecretario de Derechos Humanos de Entre Ríos, Julián Froidevaux, donde fueron puestos al tanto de las novedades por Maco Somigliana, coordinador del Equipo.
La metodología adoptada para la investigación tiene un carácter relativamente reciente, y abre nuevas posibilidades para encarar averiguaciones en torno a ciudadanos detenidos desaparecidos. El trabajo del Equipo consistió en realizar comparaciones sistemáticas con las identificaciones dactiloscópicas existentes en los organismos de seguridad con las de víctimas del Terrorismo de Estado. Del mismo modo, el trabajo se realizó en otros casos de desapariciones, por iniciativa del Ministerio de Seguridad de la Nación, como el de Luciano Arruga, visto por última vez en 2009 y recién identificado el año pasado.
En este hecho puntual, se cotejaron las huellas de Leticia Oliva que figuraban en el Registro de las Personas con las que correspondían al acta de defunción del NN hallado en las costas de la localidad de Verónica, llegando a la conclusión de que se corresponden “en forma fehaciente e indubitable”.
Si bien no existen certezas de que los restos de la desaparecida se encuentren aún en el cementerio de Magdalena, sí se sabe que Leticia fue enterrada en la tumba Nº 46. Hasta hasta el momento se examinaron los cadáveres comprendidos entre la Nº 1 y la Nº 18.
El inconveniente que se presenta es que las tumbas tienen un plazo, existiendo la posibilidad de que cumplido ese tiempo los restos sean ubicados en un osario común, o bien que no sean extraídos pero que se coloquen más cuerpos por encima de los que ya están. En las 18 tumbas examinadas, por ejemplo, fueron encontrados restos óseos pertenecientes a más de 50 personas. Entre ellas pudo darse con dos detenidos desaparecidos que estuvieron secuestrados en Campo de Mayo.
El paso siguiente ahora es que la Cámara Federal de Apelaciones de Capital Federal dicte la resolución por la cual se rectifique el acta de defunción, dejando de ser NN para pasar a ser Leticia Margarita Oliva.
Este tribunal ordenaría a un juzgado de La Plata que investigue las circunstancias. La investigación se debe profundizar para conocer el destino de Leticia luego de su secuestro, y la responsabilidad penal.
La Cámara Federal de La Plata deberá ahora autorizar al EAAF para avanzar sobre la segunda parte de las tumbas (es decir de la Nº 19 en adelante), solicitando las autorizaciones correspondientes a todos los familiares, ya que luego se efectuaron allí entierros no NN.
Los cuerpos hallados en las costas pueden provenir de cualquiera de los Centros Clandestinos de Detención que poseían y utilizaban aviones para realizar los llamados vuelos de la muerte, entre ellos la ESMA, Campo de Mayo, los pertenecientes a la Fuerza Aérea, y algunos de Capital Federal.
Sobre Leticia
Leticia Margarita Oliva nació el 26 de agosto de 1948 en Plaza Huincul, Neuquén. Su padre, Juan Bautista Lorenzo Oliva, era inspector de YPF y su madre, Margarita Carmen Bellocchio, ama de casa. En su juventud comenzó a militar en Montoneros, donde la llamaban Naty, junto a su esposo Orlando René Méndez, Toto. Del ’74 al ’76 Leticia militó en la Agrupación Evita de Montoneros y compartió tareas con Marta Álvarez. En la iglesia Santa Amelia de Capital Federal organizaron junto a otras mujeres una guardería para los niños del barrio. En 1976 Marta fue secuestrada y llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció hasta el inicio de la democracia. Estando en cautiverio tomó conocimiento de que Toto había caído con su beba y había muerto por haber ingerido “la pastilla”. Marta pidió cuidar a la nena el tiempo que fuera necesario y, antes que la llevaran para dejarla en Casa Cuna, escribió en un papelito informando que era hija de Orlando Méndez, militante montonero. Gracias a esa nota la familia de Laura dio con ella. Con el correr de los años, cuando Laura supo por el EAAF que, tras el secuestro de su padre, su destino fue la ESMA, conoció a Marta y establecieron un vínculo que continúa hasta la actualidad.
Leticia fue secuestrada el 27 de diciembre de 1978 junto a Susana Míguez, en un operativo realizado en el departamento que compartían en Capital Federal. Su compañera fue liberada horas después y aunque no pudo determinar el lugar en el que ambas fueron alojadas, la hipótesis actual del EAAF es que permanecieron en una casa operativa de la Aeronáutica dependiente de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA).
La desaparición de Leticia forma parte de la causa caratulada “Suárez Mason, Carlos Guillermo y otros s/privación ilegal de la libertad agravada, homicidio…”, que investiga violaciones a los derechos humanos cometidos entre 1976 y 1983, atribuidos a personal dependiente del Primer Cuerpo del Ejército o sometido operacionalmente a él, en Capital Federal y las provincias de Buenos Aires y La Pampa. El expediente se encuentra frenado por falta de pruebas en el Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 3, a cargo del Juez Daniel Rafecas.
Ricardo Omar Sapag, el " Tata" para tod@s en Sur, Jefe de la Sección Tito Taverna (Quilmes-Varela-Berazategui), hijo del ex gobernador de Neuquén Felipe Sapag, cayó combatiendo a la dictadura el 30 de junio de 1977 y hermano de otro militante Montonero, el " Pampa" Enrique Horacio (caido en combate el 17 de Octubre de 1977).
Su hermano escribe a su padres y familia:
Papá, Mamá, Silvia, Luis, Mi querida familia
Domingo 3 de julio de 1977
Posiblemente ya sabía que alguna vez tendría que escribir esta carta, y ustedes que la recibirían. Bueno, Caíto está muerto, no ha podido sustraerse a un destino que no le correspondía pero que sabía que le podía tocar. No ha podido vivir más, pero nos ha dejado acá, una lección de vida. No va a ver el triunfo del pueblo, pero con su entrega ha forjado a construirlo iY cómo!. No ha vivido mucho más de 24 años, pero ha vivido tan plenamente, tan intensamente y con tal felicidad, que en su vida se resumen 1.000 años de historia, que en su lucha se resume la explicación final de para qué el hombre está sobre la tierra y en su muerte se resume que cuando estamos a la búsqueda de objetivos totales, superiores, comporta sobre todo, la simplicidad y la entrega, la humildad y el despojo personal, el amor por los demás. Caíto no era otra cosa que un pibe, pero las dimensiones de su acción nos obligan a respetarlo e incluirlo dentro de la "raza", y la estirpe de los grandes.
Desde chico mamó el amor de su familia, fue rebelde en su adolescencia. En la escuela sacaba justo para el 6 (¿Eh, mamá?). Estaba buscando algún sentido a este mundo y se hizo medio yuppie. "Sonríe sólo cuando viene a pedirme plata" (dicho con la dulzura de Papá, no con las connotaciones hijas de puta de la revista Gente). Escuchaba a los Beatles, pero ni ahí, ni en sus estudios de contador, ni de arquitectura, estaba su destino. Simplemente todas esas pruebas le sirvieron para descubrir cuáles eran los mecanismos de esta sociedad, cuáles eran las sucias motivaciones de un poder injusto. Y sobre todo, para descubrir que ese poder injusto, entre todos, podía ser destruido.
Hasta el 30 de junio de 1977, día final, devino en Montonero, devino en luchador incansable, batallador, gladiador de la justicia. Como les digo, en Montonero.
Ah, familia mía, qué placer era estar con él. Siempre irradiaba un no sé qué. Que nos quede la satisfacción de saber que él estuvo siempre feliz de su vida. Hasta en su momento último lo imagino avasallante, despierto.
Yo había perdido contacto con él luego de la muerte de Norma (7 de febrero) y lo recuperé hace 2 meses. El me dijo que estaba "medio tristón", que "es un golpe muy fuerte perder a la compañera", pero ustedes vieran, su imagen y su entereza eran la imagen distinta a eso, claramente sabía que la mejor forma de recordar y llevarla en el corazón a la Flaca no era precisamente dejarse abandonar. Sus compañeros le tenían devoción. Es que el Tata (su nombre de guerra por varios años) tenía mística, y era fácilmente amable (no de amabilidad, sino de amor).
Como les decía, yo hace dos meses recuperé contacto con él, nos veíamos cada 3 o 4 días, y en los últimos días, más asiduamente. La última vez fue el 29. Fuimos juntos a hacer las compras para su casa (vivía momentáneamente con un matrimonio de compañeros). Y me enternecí un poco, porque en ese nivel, el doméstico, él que siempre fue un fiaca, se estaba superando siempre. En una bolsa grandota de papel iba poniendo la carne, la manteca..., la polenta.
Como les digo, me enternecí. Y nos reímos.
Acá quisiera contar todo. Pero hasta eso es insuficiente, lo importante es que charlemos lo importante. Caíto se llamaba Tata también. Tata quiere decir Papá. Yo, les cuento, siento que el Tata ha sido un poco un Padre para todos nosotros. Porque nos ha enseñado muchas cosas. Estemos siempre a la altura de lo que él quiso para nosotros, no traicionemos su recuerdo, y sigámoslo hasta allá donde podamos. Yo, ahora, voy a hablar por boca de él, de lo que él hubiera dicho en sus últimas palabras, si hubiera podido, si lo hubiesen dejado.
A mí me hubiera dicho: "No me le afloje macho" o "No me le afloje machito".
Con ustedes, con ustedes, con cada uno de ustedes, no sé exactamente qué palabras habría usado, pero les digo que los hubiera mirado tan profundamente como diciendo "Comprendanmé, comprendanmé. Y no me lloren".
El los quería a ustedes entrañablemente, no era un insensible, pero sabía que tenía que sacrificar un montón de cosas. Como me pasa a mí.
Les ruego que no me insistan que abandone esto.
Muestrenlé al mundo, que los despojados 24 años de Caíto, van a servir de ahora en más para superamos y ser mejores, día a día.
Muestrenlé al mundo que Ricardo Omar Sapag era un gran tipo.
Muestrenlé esta carta a la familia, yo no sé, pero quizás todavía supongan que somos dos descarriados a los que les han llenado la cabeza. Arranquen, aférrense a las enseñanzas de Caíto, no vivan de su recuerdo y no vivan de la esperanza de reencontrarse en algún lugar del mundo conmigo. Yo me quedo acá. Y ustedes también, porque deben mostrarle al mundo sus cabezas altivas, porque deben decirle que su hijo Ricardo Omar era un gran tipo, y deben demostrar que no son la familia donde hizo nido la desgracia, sino donde por fruto del amor, floreció y creció ese gran tipo que se llamó Ricardo Omar Sapag. Yo, mis chicos, no quiero hacer comparaciones odiosas, pero Caíto como Jesucristo, murió para que vivamos. Nos corresponde no endiosarlo, pero es una obligación también estar contentos y felices de que una luz nos ilumina.
No pido que mi familia sea dueña del estoicismo espartano, como el de aquella mujer que pregunta primero por la Patria y no por sus hijos que han muerto en la batalla. Yo no lo pido, yo ¡lo exijo!, por el recuerdo de mi hermano.
Acá llegamos a un punto clave: Sobre si es justo o no en nuestro caso el uso de la violencia ¡Sí, es justo! Porque el nuestro es el legítimo derecho a la defensa propia. Porque ellos son los avasalladores, ellos son los prepotentes que quieren acallar la voz de la justicia. Porque ellos, defensores del Poder de unos pocos, son, no digamos ya los que torturan y asesinan con los rudimentos más salvajes a varios miles, sino digamos mejor que son los que torturan día tras día a las madres que no pueden dar de comer bien a sus hijos, a los hijos que no pueden vivir dignamente, a millones y millones de trabajadores que se desloman de sol a sol, para traer a la mesa un mísero mango. Para cambiar esto, murió Caito. Murió para que vivamos.
Muchos dirán, "el mundo es así, qué se le va a hacer". ¡No!. El mundo no es así, el mundo puede ser cambiado. Debe serlo. Los católicos hablan de la superación del hombre y de la sociedad. Nosotros, a través de nuestra convicción política vamos a conducir al pueblo argentino a ese cambio. ¡Por eso murió Caíto, murió para que vivamos!
No admitan eso de "Pobre Chela" ó "Felipe está deshecho". No lo acepten, rechácenlo vigorosamente; no cualquier hogar genera un hijo digno hasta el final como Caíto!. ¡Pobres los otros, que no han tenido hijos como la gente!.
Llorémoslo a Caíto, pero hasta un punto. Recordemos o sepamos que llorar cuando alguien muere, es llorar no por el muerto, sino por nosotros mismos, porque nos va a costar acomodamos a la nueva situación. Es decir, el llanto es una expresión de dolor y compasión hacia nosotros, que nos quedamos solos. No hacia el muerto. Yo estos días estoy llorando mucho pero, pensando por supuesto en Caito, lloro por mí, porque me quedé sin él. O a lo sumo lloro pensando en todo lo que sufre mi familia, Caíto no quiere que lo lloren!. ¡Sí él fue feliz!. ¡Muy feliz!.
Lo que quiero decir es que llorar es un sentimiento de compasión hacia uno mismo, que naturalmente no vamos a impedirle cauce, pero que, de perpetuarse, significará que somos incapaces de resolver por nosotros mismos los problemas, que dependemos absolutamente de los demás y que no somos valientes. Me refiero tanto a llorar, como a otras formas de expresar dolor: llámesele negativa de los intestinos a funcionar (esto me pasa a mí), llámesele profundos estados de depresión, llámesele ataques al hígado (Mamá, te permito unos pocos, esta vez).
Tampoco se permite pasar mucho tiempo en la cama o dormirá mucho (como yo hoy: 12 horas) porque esto significa que estamos evadiendo la realidad. Y a la realidad no hay que evadirla, hay que transformarla. Yo tampoco admito eso de "Pobre Enrique, ahora está solo". No, Enrique no está solo, está bien acompañado. Claro que necesitaría unos mimitos de mi familia, pero no se preocupen: Enrique está de novio y goza de unos mimos "cualitativamente superiores", me va a costar mucho vivir sin Caíto. Tanto o más que a ustedes. Pero hacer, construir mi vida, es una obligación que no debo eludir y que no voy a eludir.
Me ha hecho muy bien escribirles. Espero que estén serenos y juntos, alrededor de la mesa. Caíto vencerá.
Enrique.
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El país|Viernes, 3 de julio de 2015
UN MILITAR Y ONCE AGENTES PENITENCIARIOS RECIBIERON 14 Y 12 AÑOS DE PRISION
Condena por el Operativo Aire 718
El Tribunal Oral Federal de Jujuy finalizó el juicio por las torturas aplicadas a noventa presos políticos durante el traslado desde el penal de Villa Gorriti hasta el aeropuerto El Cadillal y luego hasta la Unidad 9 de La Plata.
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Los familiares de desaparecidos en Jujuy, antes de que se conociera la sentencia.
El Tribunal Oral Federal de Jujuy condenó ayer a un militar retirado y a once ex agentes del Servicio Penitenciario Federal por delitos de lesa humanidad durante la dictadura. Fue por privaciones ilegales de la libertad y tormentos agravados que noventa presos políticos, hombres y mujeres, sufrieron durante el traslado desde el penal de Villa Gorriti hasta el aeropuerto El Cadillal y luego hasta la Unidad 9 de La Plata. Durante las 18 audiencias orales y públicas del proceso, un total de 57 testigos-víctimas contaron que fueron sacados de la prisión maniatados y con los ojos vendados, y ya en el avión fueron amenazados con ser arrojados al vacío, golpeados brutalmente y engrillados.
El tercer juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en Jujuy fue por el denominado Operativo Aire 718, el 7 de octubre de 1976. La mayoría de las víctimas, 78 hombres y 12 mujeres, eran trabajadores y sindicalistas de la mina El Aguilar y del ingenio Ledesma. Las mujeres fueron sacadas de sus celdas la noche anterior y llevadas al patio del penal, donde les hicieron pasar la noche a la intemperie, cubiertas con mantas. A los hombres los sacaron de sus celdas antes de las seis de la mañana. Los cargaron en camiones y los trasladaron hasta el aeropuerto El Cadillal (actual Dr. Horacio Guzmán), a 24 kilómetros de la capital jujeña. Los hombres fueron cargados en un Hércules C130 y las mujeres en un avión más pequeño.
Durante las casi tres horas que duró el vuelo, los presos estuvieron vendados, atados a una barra de hierro y fueron brutalmente golpeados, según relataron ante el tribunal que integraron Gabriel Casas, Mario Marcelo Juárez Almaraz y Federico Díaz. Para reforzar la humillación, los penitenciarios que los custodiaban les hacían cantar canciones y gritar “Viva Jujuy”. “Cuando despegó el avión comenzó una fiesta para ellos. Nos pegaban con todo, parecía gente resentida porque obraban con mucha bronca, era sádica la forma en la que nos pegaban”, recordó Mario Fermín Condorí, una de las víctimas que declararon como testigo.
Durante el juicio se hizo una inspección ocular al aeropuerto internacional, a la que asistieron víctimas y un testigo de la defensa, el ex guardiacárcel Ramón Herrera (imputado en otras causas), quien contó que llevó la nómina de trasladados, que había otros once agentes esperando y que el aeropuerto estaba rodeado por hombres de Ejército y de Gendarmería. Condorí recordó cómo un militar les indicó a los guardiacárceles cuáles eran los detenidos “recomendados” para recibir castigos especiales.
Ayer por la mañana, el único acusado que hizo uso de sus últimas palabras fue Rogelio Mason Iglesias. Según informó Infojus Noticias, dijo que se sintió “humillado” y le pidió al tribunal que le aplicara “la eutanasia judicial” así “moría pronto”. Al atardecer se conocieron las penas. El coronel retirado Domingo Horacio Marengo, único militar imputado, fue condenado a doce años de prisión. Los penitenciarios, que recibieron penas de catorce años de cárcel, son Mason Iglesias, Osvaldo Chiaparo, Jorge Néstor Ibáñez, Arnaldo Ezequiel Jorge, Eduardo José Juárez, Ricardo Cesar Juárez, Juan Carlos Pugni, Jaime Oscar Quintela, Cristóbal José Antonio Retamoso, Andrés Aldo Savorani y Rubén Eduardo Zinc. Fue absuelto Juan Héctor Guenchal. Los fiscales federales Francisco Snopek y Pablo Pelazzo habían pedido 16 años para Marengo y 14 para todos los penitenciarios. Las querellas de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, de Hijos y otra particular habían pedido penas de 25 años para todos los acusados.
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03 de Julio de 2015
Jujuy: once represores condenados y dos imputados absueltos en juicio de lesa humanidad.
Fue el tercer juicio por delitos de lesa humanidad en Jujuy cometidos durante la última dictadura militar en lo que se llamó el “Operativo Aire 718”. Reunió dos expedientes con un total de 90 víctimas
12 años de prisión al ex teniente Horacio Domingo Marengo, y 14 años a diez ex agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF). En tanto dos fueron absueltos Juan Héctor Guenchal y de Rubén Eduardo Zinc.
El tribunal Oral Federal de Jujuy resolvió dictar la pena a 12 años de prisión al ex teniente Horacio Domingo Marengo, y 14 años a diez ex agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) Rogelio Mason Iglesias, Osvaldo Chiaparo, Jorge Néstor Ibáñez, Arnaldo Ezequiel Jorge, Eduardo José Juárez, Ricardo César Juárez, Juan Carlos Pugni, Jaime Oscar Quintela, Cristóbal José Antonio Retamoso y Andrés Aldo Savorani. En tanto dos fueron absueltos Juan Héctor Guenchal y de Rubén Eduardo Zinc.
Los delitos de privación ilegal de la libertad y tormentos, fueron calificados como "delitos de lesa humanidad" cometidos en perjuicio de las 90 víctimas en el caso de Marengo y los otros por 78 víctimas.
La sala de audiencia que esperaba con muchas expectativas la lectura de la parte resolutiva de la sentencia, celebraron que se haya finalizado este proceso judicial y que existio el operativo Aire 718 que se pudo reconstruir a través de los testimonios de las víctimas a 38 años de aquel traslado del 7 de octubre de 1976.
Eva Arroyo, referente de Hijos Jujuy, dijo "después de los testimonios y la verdad real es insuficiente la pena después de tantos años de ausencia de justicia y a su vez después de haber callado lo perverso que fue el Terrorismo de estado en Jujuy. Teníamos la expectativa que sea una pena mayor, a nivel Nacional ha sido el primer juicio donde se pone en evidencia la patota del Servicio Penitenciario Federal".
Ariel Ruarte dijo "hay una sensación rara tras la sentencia, aunque el lado positivo que tiene el proceso judicial es lo que sostuvieron las víctimas durante estos 38 años. Hoy la Justicia Argentina cierra diciendo es cierto, existió el operativo, los tormentos graves existieron , la tortura llevada a un nivel extremo existió. Entonces me parece que queda para la historia de estos 12 y 14 años que pueden parecer poco, quedan como un cierre fundamental de lo vivieron las víctimas".