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Larreta con lo justo: el macrismo debilitado
Por Izquierda Revolucionaria - Wednesday, Jul. 22, 2015 at 7:22 PM

21 Julio 2015 | Con apenas un 3% de ventaja, se impuso Rodríguez Larreta sobre Martín Lousteau en el ballotage porteño. Duro golpe al proyecto presidencial de Macri. El debate sobre el voto en blanco y los “males menores” de los de arriba.

Larreta con lo justo...
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La pifia garrafal de la mayor parte de los encuestadores sobre los resultados de la segunda vuelta en la Ciudad de Buenos Aires no pareció tan grande, si se la compara con los visibles intentos de la plana mayor del PRO de mostrar alegría desbordante en los festejos, luego de conocer los reñidísimos números con que Horacio Rodríguez Larreta (51,64%) logró imponerse sobre Martín Lousteau (48,36%).

El triunfo con lo justo de Larreta significó un muy duro golpe para las aspiraciones presidenciales de Macri y "despolariza" levemente el escenario, factiblemente a favor de Scioli y le da una mínima, muy mínima, chance de renacimiento a Massa. El estudiado discurso presidencialista de Macri fue un claro reflejo de este cuadro modificado: al plantear la continuidad de una serie de medidas de las gestiones kirchneristas (AUH, Aerolíneas Argentinas, control parcial de YPF por parte del Estado, etc.) se subió a la "avenida del medio" de Massa, la del "cambio justo".

Así, se comprueba aquello que desde Izquierda Revolucionaria venimos señalando insistentemente: la homogeneización programática de los tres candidatos con chances presidenciales (los candidatos de las "corpos"), en un escenario político que claramente trasladó su centro de gravedad hacia la derecha.


¿A quién favoreció el voto en blanco?

A nadie. Y señalamos esto más allá de que el voto en blanco estuvo dentro de niveles predecibles (llegó al 5%), y fue más bien el ausentismo el que picó más alto (poco más del 30%), aunque sin llegar a un registro récord.

No obstante, se ha extendido la lectura de que el voto en blanco favoreció numéricamente a Larreta y hasta incluso circulan por redes sociales cálculos matemáticos que pretenden "demostrar" esta zoncera.

Frente a esto, corresponde explicar que en un ballotage gana el candidato que saca, al menos, un voto más que su competidor. Y en esta ocasión Larreta le ganó a Lousteau porque obtuvo 860.802 contra 806.057 del candidato de ECO. Es decir, no fue porque el voto en blanco se computó de tal o cual manera, sino porque sacó 54.745 votos más que el delfín del radical-macrista Sanz.

En consecuencia, rebatido ese débil y desinformado argumento, queda claro que el reclamo concreto es no haber apoyado a Lousteau frente a Macri. Y es eso, y no otra cosa, lo que debe discutirse.


¿Debimos votar a Lousteau?

Para empezar cabe señalar la contradicción que supone que al tiempo que se denosta a la izquierda por su total marginalidad, y su placer de mirar la política desde afuera, se le achaca la responsabilidad del triunfo de Larreta. Entonces, ¿en qué quedamos?, ¿es un actor inexistente o tiene la capacidad decisiva de definir la elección en la Ciudad de Buenos Aires?

Por su parte, quienes argumentan a favor del voto a Lousteau señalan que se desaprovechó la oportunidad de derrotar al gobierno macrista, emblema de la nueva derecha liberal. Y dejan de lado que para hacerlo debía apoyarse a otra variante también de sesgo derechista, al punto tal que se sostiene en una coalición que en su abrumadora mayoría comparte el espacio político de Macri-Larreta (el engendro Cambiemos).

A su vez, se señala que es una derecha "desarticulada" o que tiene un componente "socialdemócrata" más o menos confuso, y que eso es "menos malo" que el PRO. De ser así, por ejemplo, de haberse dado una segunda vuelta en las elecciones de 1999, hubieran planteado -con más elementos incluso- que la izquierda debía apoyar a De la Rúa contra Duhalde (que cumplía el rol de sucesor de Menem).

Ni que hablar que un eventual apoyo a un gobierno de esas características, que inició su mandato matando 2 trabajadores desocupados y concluyó huyendo en helicóptero dejando un tendal de 39 muertos en 24 horas, significaría hoy un daño político irreparable para las fuerzas de izquierda que seguimos luchando por una profunda transformación social y económica de nuestro país.

En el caso de los críticos kirchneristas, los insólitos reproches olvidan groseramente que el FPV resolvió no apoyar a Losteau en la segunda vuelta (tal vez, de haberlo hecho el voto de Recalde se hubiera trasladado íntegro al candidato del ECO, lo que le hubiera asegurado el triunfo) y prefieren hostigar a la izquierda antes que agarrársela con Recalde y Tomada.

Sin embargo, esta andanada kirchnerista contra la izquierda tiene una utilidad práctica extra, comprensible en función de sus expectativas electorales: anticipa la exigencia que sobrevendrá, en una eventual segunda vuelta, para hacerlo a favor de Scioli en contra de Macri.

En tanto, no queda claro qué aconsejarían los bien intencionados lousteausistas de segunda hora, si el ballotage es entre Scioli y Massa. En ese caso, ¿cuál es más "mal menor" que el otro?, ¿Scioli o Massa? No está claro, ya que lo más recalcitrantemente reaccionario del Frente Renovador -Raúl Othacehé, el intendente de Merlo-, volvió a las filas del FPV donde fue recibido con los brazos abiertos, por supuesto.


Por una alternativa de la clase trabajadora y el pueblo

Desde Izquierda Revolucionaria no convalidamos los planteos de "todo es lo mismo", que no reconocen los diversos matices y perfiles de las fuerzas políticas patronales. No para reclinarse ante ellas, sino para definir con la mayor precisión posible las tácticas adecuadas para desarrollar y ampliar la influencia de una alternativa política de independencia de clase.

Más aún, desde un enfoque de izquierda revolucionaria no puede descartarse, a priori, un hipotético apoyo coyuntural a una variante reformista, si se ve allí la posibilidad de estimular la movilización obrera-popular independiente, en tensión con esas direcciones, para orientarla en un sentido anticapitalista y por el socialismo.

El problema ocurre cuando se pasa, de forma irretornable, a pensar la política propia a través de la interna de la burguesía, eligiendo siempre entre los "males menores" que se nos ofrecen (y siempre habrá uno para echar mano frente al enemigo mayor).

Así, del "kirchnerismo crítico" de Martín Sabbatella del 2010 se llega con prisa y sin pausa al apoyo a Scioli y la candidatura junto a Aníbal Fernández, uno de los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda.

Con esta lógica se hipoteca cualquier perspectiva de gestar un polo político propio, con un criterio de independencia de clase, que para su desarrollo exige no ser determinados en todo momento por la interna de los de arriba (¡lo que no supone desconocerla!).

Por el contrario, necesitamos ser capaces de gestar una referencia alternativa que, leyendo esa interna, pueda convertirse tendencialmente en factor de poder real a favor de la clase trabajadora y el pueblo pobre.

Por estas razones, desde Izquierda Revolucionaria no apoyamos ni a Scioli, ni a Macri ni a Massa; y no lo haremos en ninguna de las rondas electorales.

Llamamos a fortalecer a la izquierda, a través del voto al FIT, contra las distintas opciones patronales del ajuste y la represión.

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