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La fractura de las centrales obreras, legado del kirchnerismo
Por Federico Dalponte - Notas.org.ar - Tuesday, Aug. 25, 2015 at 2:05 PM

24 de Agosto de 2015

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Sin duda una de las políticas más exitosas del kirchnerismo en esta década ha sido la deliberada fragmentación de la representación gremial. La notable eficacia del Poder Ejecutivo logró, en dos episodios neurálgicos para la vida sindical, dividir a las centrales obreras justo en el momento en que sus dirigentes se aprestaban a abandonar el oficialismo.

Primero fue la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). En julio de 2011, después de unas elecciones internas empantanadas por denuncias de fraude y frente a unos comicios complementarios anulados por la Justicia, los dirigentes gremiales Hugo Yasky y Pablo Micheli concluyeron su disputa quedándose ambos con un pedazo de la central sindical.

También en julio, pero del año 2012, se realizó el congreso en el que los dirigentes sindicales afines a Hugo Moyano reeligieron al camionero como secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT). Aunque más tarde, en octubre del mismo año, otro sector de la central obrera desconoció el congreso realizado y se encolumnó detrás de Antonio Caló.

Así, con la infaltable intervención del Ministerio de Trabajo, los dos pedazos de la CGT se sumaron a los otros dos de la CTA, a los que debe añadirse ese otro sector que encabeza Luis Barrionuevo, dueño de la autodenominada «CGT azul y blanca». En suma, cinco centrales sindicales despedazadas en torno a la disputa sobre la fidelidad al gobierno nacional.

Ya sean apañados como Yasky y Caló por la protección del oficialismo, o enfrentados como Moyano, Barrionuevo y Micheli, lo cierto es que la conformación del nuevo mapa sindical después del próximo recambio presidencial constituye todo un enigma.

Indefiniciones presidenciables

En 2003, mientras hacía campaña para alcanzar la presidencia, Néstor Kirchner le prometió a Víctor De Gennaro el otorgamiento de la personería gremial a la CTA que por entonces encabezaba. Una década después, el kirchnerismo no sólo no le concedió el reconocimiento legal prometido, sino que alentó su división.

Aun así, el líder de la CTA oficialista Hugo Yasky no pierde las esperanzas y continúa reclamando la personería gremial que le permitiría poseer los mismos derechos que la CGT -aunque no de cualquier CGT, pues dentro de ella sólo la porción liderada por el oficialista Antonio Caló goza de reconocimiento jurídico por parte del Estado-.

En rigor, esa situación de dependencia de las organizaciones sindicales ante el gobierno nacional -árbitro del otorgamiento o no de la personería gremial pretendida- es central para discutir el modelo de los próximos años. ¿Los candidatos presidenciales mejor posicionados reconocerán por igual a todas las centrales sindicales? ¿Sólo a unas y no a otras? ¿Promoverán, como Cristina Kirchner, la fragmentación gremial para premiar a los dóciles y castigar a los críticos?

Por supuesto, en medio de una de las campañas electorales más apáticas de los últimos tiempos, el modelo sindical no ha sido objeto del debate público.

Se sabe que la ley exige la preeminencia de una única central obrera. Se sabe que la Corte Suprema, tras los fallos “ATE” y “Rossi”, demanda garantías para la pluralidad sindical. Y se sabe que la Organización Internacional del Trabajo exige libertad para que coexistan tantas centrales como quieran los trabajadores. Pero no se sabe -ni por intuición ni por sospecha- qué piensan al respecto los principales candidatos a presidente.

La dirigencia sindical ante el trinomio presidencial

La postura de los propios dirigentes gremiales es, quizás, el único indicio capaz de resquebrajar el absoluto silencio en el que se escudan los tres máximos aspirantes a la presidencia.

El peronismo que encabeza Daniel Scioli no parece amante de la libertad sindical, no tanto por una evaluación de sus convicciones ideológicas, sino por el comportamiento que hasta aquí ha tenido el Frente para la Victoria.

En efecto, con el apoyo incondicional de la CGT de Antonio Caló, parecería ilógico esperar del postulante oficialista una apertura hacia las demás centrales sindicales. Su acercamiento años atrás a Hugo Moyano y la escasa presencia de candidatos surgidos del sindicalismo en las listas de legisladores -con la excepción de Omar Viviani- no son, sin embargo, señales promisorias para los gremialistas opositores.

Parte del respaldo fundamental para la campaña del candidato oficialista provino, precisamente, del centenar de gremios alineados con el gobierno nacional. Aglutinados en la denominada «Mesa Sindical Scioli Presidente», los dirigentes del gremialismo tradicional -beneficiados por el modelo de sindicato único impuesto por ley- apoyan naturalmente al Frente para la Victoria.

Por su parte, desde el sindicalismo opositor, Hugo Moyano, tal vez esperanzado con la posible reunificación de la CGT al término del mandato de Cristina Kirchner, decidió no apoyar explícitamente a ningún postulante presidencial, pese a que su hijo Facundo y su compañero petrolero Alberto Roberti son candidatos a diputados nacionales por el Frente Renovador.

Sin embargo, a este tibio aval moyanista a Sergio Massa, sí debe sumársele el respaldo palmario de Luis Barrionuevo -accionista minoritario de la desmenuzada CGT-, encarnado a través de su esposa Graciela Camaño, quien también buscará renovar su mandato como diputada.

Finalmente, Mauricio Macri, el otro candidato con posibilidades ciertas de alcanzar la presidencia, sólo recibió el apoyo del ruralista Gerónimo “Momo” Venegas, aunque -mal pago- ni siquiera fue incluido alguno de los suyos como candidato a legislador nacional. Es una incógnita, por tanto, su postura respecto al modelo actual, aunque, atento a su relación con los diversos gremios estatales de la Ciudad de Buenos Aires, hay pocas esperanzas de vislumbrar un movimiento sindical libre y democrático.

El tiempo, en definitiva, será el único capaz de revelar los planes de cada candidato. Sujetos a la presión que después del 10 de diciembre pueda ejercer cada central sindical para lograr el reconocimiento estatal o para pactar la reunificación, el tema todavía da para más.

Federico Dalponte – @fdalponte

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