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La mirada de Ulises y la geopolítica como nostalgia en Angelopoulos
Por La Izquierda Diario - Thursday, Aug. 27, 2015 at 3:57 PM

Martes 25 de agosto de 2015 | La cinta de Theo Angelopoulos de 1995, cuenta el viaje de un cineasta (Harvey Keitel) erradicado en EE.UU, que transita por la península balcánica en busca de las bobinas –presuntamente extraviadas- de los cineastas griegos Ianaki y Miltos Manakis, y de las cuales se cree son su primera filmación, antes de que comenzara la guerra.

La mirada de Ulises ...
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Un escritor quien súbitamente toma en sus manos la tarea de recuperar las tres bobinas de los pioneros directores griegos Ianaki y Miltos Manaki, desaparecidas por más de 90 años y de las cual se duda su existencia. Es así como da pie a un viaje épico volviendo a su Grecia natal, y transitando por un sinnúmero de lugares tras la pista de su tan apasionante objetivo, obtener aquella primera mirada de la cual se tiene un débil conocimiento.

Un viaje por la devastación de la península balcánica

De Atenas a Sarajevo, pasando por Albania, Macedonia, Bucarest y Bosnia, el cineasta va de un lugar a otro en busca del tal ansiado material, traspasando todos los obstáculos imaginables. Y es en esta aventura que podemos ver la convulsión emergente en Grecia, produciéndose enfrentamientos con la policía y sectores de la ciudadanía. O la devastación provocada por las guerras, y la instauración de los totalitarismos, donde una serie de procesos políticos han causado la destrucción y asedio de la población perteneciente a la península Balcánica. Esto mientras vemos como distintas evocaciones de su niñez y juventud se van apoderando de la historia, y se van convirtiendo en las piezas de un rompecabezas, ensamblándose en el transcurso de la película.

Los recuerdos desmembrados de los pueblos y su historia

Es así como en este viaje, Angelopoulos a modo muy personal –como en todas sus películas- nos hace transitar no solamente por su propia vida reflejada en el personaje de Harvey Keitel, a través de la niñez, la amistad, el amor y sobre todo su permanente exilio de todo lugar, sino también la transformación de los pueblos de los Balcanes, azotados por las guerras imperialistas, y los totalitarismos sanguinarios que han marcado su historia como el Stalinismo y el Titoìsmo. Por otra parte es imposible no referirse a esa estatua de Lenin que cruza el Danubio fragmentada, como queriendo expresar la mutilación del comunismo que tras casi un siglo de la revolución de Octubre, pareciera alejarse paulatinamente de nuestro tiempo, sucumbiendo a las atrocidades de la burocracia stalinista, y sus distintas variantes, que convirtieron una potencial revolución socialista internacional, en atomizados regímenes represivos. Es esta imagen de Lenin como una figura de colección, la que pareciera intentar convencernos del fin de la historia como plantearan los teóricos burgueses. A un ciclo de luchas de comunidades de obreros y campesinos en busca de su independencia, y libres de toda explotación. Y donde en cambio se erige, la instauración de un neoliberalismo abominable, que intenta edificarse y consolidarse en la realidad consumada por la restauración burguesa.

La Geopolítica del recuerdo y la nostalgia en el cine de Angelopoulos

Angelopoulos probablemente sea, junto con el serbio Emir Kusturica quienes han intentado expresar más cabalmente, el contexto político en el que se encuentran los pueblos balcánicos, aunque si bien el director serbio evoca la nostalgia desde un sentimiento de festividad, carnaval, y delirio explosivo, por el contrario el cineasta griego trae a escena la sensibilidad por medio del desarraigo y la búsqueda de una identidad perdida. Identidad que solo puede volver destrozada, en partes, en fragmentos de un momento quizás no mejor, pero si irrepetible. Es esto lo que hace de la formidable travesía homérica desarrollada por el protagonista, un viaje épico por su vida, condenado a vivir de la fugacidad de los lugares que visita, la gente con la que se encuentra y reencuentra, y el amor de mujeres destinadas a desaparecer de su vida tras cada viaje.

El cine de Angelopoulos que para muchos es terriblemente, pedante, excesivo y autoreferente, es un cine cuya intención recae en la majestuosidad de cada una de las escenas. Escenas que parecieran ensamblar una obra que expresa una búsqueda por lo que aún se conserva. Con aquellos acontecimientos que se han desprendido de nuestra conciencia, pero que ha formado parte de la historia y asaltan la memoria. Es la nostalgia del sujeto atravesada por las transformaciones de naciones y pueblos, habitantes exiliados que transitan por lugares azotados por crisis, guerras y revoluciones, y que intentan de alguna forma volver al lugar que les vio partir, o que simplemente pretenden transitar.

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