Julio López
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Juicio FT5 - 6ta y 7ma Audiencia
Por HIJOS La Plata - Sunday, Aug. 30, 2015 at 8:02 PM

Resumen de la 6ta y 7ma Audiencias del Juicio a 8 Marinos y Prefectos de la FT5.

Juicio FT5 - 6ta y 7...
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Sexta y Séptima audiencias en el Juicio a la Fuerza de Tareas 5
LO PASADO Y LO PRESENTE

Por HIJOS La Plata
Durante las dos últimas audiencias se escucharon los testimonios de 3 sobrevivientes de los CCD de la Armada, de los familiares de 3 desaparecidos que son caso en el juicio, de una testigo de 2 homicidios y de varios familiares que aún esperan justicia.

Sexta Audiencia – 24/8
La 6ta audiencia comenzó con el testimonio de Elsa Gomez, esposa de Ricardo Alberto Nuez, trabajador de Astillero Río Santiago y militante del Ejército Revolucionario del Pueblo secuestrado por patotas de la Marina el 31 de julio de 1976 en la casa que compartían en Ensenada, y uno de los casos de desaparición forzada que integran el juicio.
Gomez relató que pasada la medianoche de aquel viernes, “los secuestros solían ser los viernes” dijo, un grupo operativo de entre 15 y 20 agentes de civil comenzó con golpes en las ventanas y las puertas de la casa. Recordó que una vez que ingresaron detectó que quien estaba al mando era uno que llevaba pasamontañas. Se llevaron a Ricardo envuelto en una frazada, revolvieron toda la casa y se robaron una máquina de escribir. Enseguida, su esposa buscó las llaves del auto y se dirigió a buscarlo. Fue hasta la comisaría de Ensenada, donde le tomaron declaración y la entretuvieron hasta las 6 de la mañana. Además presentó el correspondiente Habeas Corpus y continuó la búsqueda en la zona por propia iniciativa. Por los antecedentes de secuestros que se venían dando desde antes del golpe de Estado, la testigo contó que su marido le había dicho que si venían a buscarlo no se resistiera y que lo buscara por el camino a Punta Lara. Así lo hizo, y cuando pasó por la Comisaría de esa zona, a cargo del comisario Paladino, pudo ver soldados apostados en la dependencia apuntando hacia adentro.
Además, contó que volvió a cruzarse en Ensenada a los móviles del operativo, en otras faenas de secuestros, entre ellas las detenciones de Juan Carlos Blasetti en septiembre del '76 y de Mario Gallego en abril del '77. En este último caso también siguió a la patota y vio cómo lo llevaban a la Comisaría de Ensenada y luego a la sede de Prefectura. Un año y medio después de los hechos, un sargento del Regimiento 7 le aconsejó que no lo buscara más a Ricardo porque “no está en las listas de detenidos” que, según le dijo, eran depuradas cada año de los asesinados o desaparecidos.
Cuando se presentó en Astillero la recibió el jefe de personal, que le liquidó el sueldo pendiente y no le dio más respuesta. Más tarde llegó el telegrama de despido por “abandono de servicio”.
Continuó la audiencia con el testimonio de Tania Nuez, la hija de Ricardo y nuestra compañera de la agrupación HIJOS La Plata. En uno de los testimonios más completos y contundentes de lo que va del juicio, Tania contó cómo fue la ardua tarea de reconstruir la historia de su padre y con ello la propia identidad. La militancia de Ricardo de muy joven en la Juventud Comunista y el PCR, su ingreso a la Escuela Técnica del Astillero como aprendiz, luego en el PRT, más tarde en el Partido Socialista de los Trabajadores y finalmente en el ERP.
Además realizó un pormenorizado relato de las distintas luchas que se libraron en el Astillero y en Ensenada entre las décadas del '60 y '70, siempre reprimidas por la infantería de Marina, que contaba con una dependencia del BIM3 dentro de la planta del ARS. Contó de un allanamiento que su padre sufrió en 1963 en una casa que habitaba en Punta Lara, hecho que da cuenta de la persecución que venía sufriendo desde hacía tiempo, y que está documentada en las fichas que sobre Ricardo existen en el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense (DIPPBA). Relató que en el año '69 sus padres se casaron y se fueron a vivir a Villa Regina, Río Negro, donde Ricardo trabajó en fábrica, desarrolló la militancia sindical y fue candidato a diputado por el PST.
De vuelta en el Astillero en 1975, Ricardo enfrentó a la dirección de la empresa, a cargo del capitán Enrique Carranza y en comunión con la burocracia sindical de ATE en cabeza de Juan Horvat en Nación y Juan Carlos Marín en Ensenada. Principalmente participó de la formación de asambleas combativas de base, de la Coordinadora de Gremios en Lucha enfrentada a la CGT y de las comisiones paritaras de cara a la discusión de los Convenios Colectivos de Trabajo conseguidos en aquel entonces y aún vigentes.
También detalló toda la serie de asesinatos y secuestros de compañeros de Astilleros y de otras fábricas de la zona entre octubre del '75 y julio del '76, como los casos de “Gogo” de Charras, Marotte, Méndez Paz, Noriega, Pelaez, Nievas, Scafide, Delaturi, Andreucci, Gutzo, Lucero; y especialmente el denominado 5x1: tras el asesinato en junio del '76 del jefe de Recursos Humanos del ARS, capitán Bigliardi, la marina se cobró la vida de 5 compañeros acribillados en el camino a Punta Lara, hecho que se conoce por un sobreviviente.
Sobre el secuestro de su papá, Tania mencionó que esa noche ella, de tres meses de edad, estaba en la casa de sus tíos. “Yo creo que si hubiese estado con ellos esa noche tal vez yo sería una de los más de 400 jóvenes apropiados que al día de hoy desconocen su identidad”, dijo. Y afirmó que sólo a través de la memoria de los trabajadores y los familiares pudo reconstruir lo poco que sabe de su padre. Cuando ingresó a trabajar en Astillero en 2007 pudo conocer el taller de cobrería en el área de chapa fina donde trabajaba su papá, casi como una manera de reencuentro: “caminé por donde él caminó y ví lo que el vió”, señaló.
Por último realizó una rotunda crítica al Estado sobre la manera de encarar estos procesos de memoria, con la cooptación de las organizaciones de Derechos Humanos, con el genocida Milani al frente del Ejército, con la banalización de los ex centros Clandestinos de Detención, los juicios fragmentados y la impunidad biológica de los genocidas. Afirmó que “sólo 8 genocidas de la Armada en este juicio es muy poco. Por el caso demi papá está acusado sólo el Comandante de la Fuerza de Tareas 5, Juan Errecaborde. Pero a mi casa entraron 15 o 20 represores. ¿Qué pasa con todos ellos?”. Y reivindicó a las organizaciones independientes del Estado y lo gobiernos que luchamos contra la impunidad de ayer y de hoy, contra el gatillo fácil y las torturas policiales, por los desaparecidos en democracia, por Julio Lopez y los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos.

La audiencia continuó con el testimonio de María Beatriz Horrac, secretaria de Gerencia en la planta de Ensenada de Propulsora Siderúrgica y detenida el 5 de abril de 1976 en su lugar de trabajo. Personas vestidas de civil fueron a buscarla y revisaron su oficina. Un uniformado velaba en el pasillo. En esos días, la empresa estaba intervenida por los militares y las fuerzas de seguridad pedían documentos a los trabajadores. No le dieron ninguna explicación, pero la esposaron, la encapucharon y la subieron a un coche. Supone que
estuvo en el BIM3, aunque otros datos hacen pensar que fue en Prefectura. Reconoció la voz de María Adela Barraza, a quien conocía de una parroquia desde donde hacían tareas sociales. Sufrió 3 simulacros de fusilamiento, tortura por submarino y otras agresiones. Contó que había también una chica embarazada. Tras dos días de cautiverio la trasladaron a Olmos, junto a Barraza. Allí las manguerearon y las interrogaron. Los secuestradores le confesaron que hace tiempo vigilaban las actividades de la parroquia. Mientras tanto, sus padres la buscaban. Además interpusieron Habeas Corpus. Luego la trasladaron a Devoto. Contó que había trabajadores fabriles y delegados gremiales hacinados. Fue liberada en el 80. Siguieron vigilándola e incluso intentaron atropellarla. Comprobó que de la parroquia había 7 desaparecidos y ya no había actividades sociales.
“La comunidad parroquial fue desaparecida”, dijo. Recordó los nombres, compañeras y compañeros; Susana Larrubia, secuestrada en el 76 y desaparecida, cuya hija nació en cautiverio; Eduardo Ricci, del grupo universitario, desaparecido; Héctor Federico Baccini, cura, desaparecido; Diego Arturo Salas, en el 76 también desaparecido; entre otros. De los que estaban del otro lado, nombró a Monseñor Antonio Plaza, Arzobispo de La Plata y figura clave en la coordinación del genocidio en el Circuito Camps. Por otra parte, pese a que se sabía que había sido secuestrada, la empresa dejó de considerar sus aportes desde el momento de su detención.
María Beatriz finalizó su relato leyendo una carta de Susana Larrubia destinada a su padre y escrita en cautiverio. En esa carta, Susana repasa brevemente la histórica dependencia de nuestro pueblo y la permanente prevalencia de intereses extranjeros. Conciente de que habría muertos, manifiesta su confianza en que “llegaremos, porque es lo mejor para el bien de
todos”.
Por el caso de Horrac está imputado en el juicio el jefe de Prefectura entre marzo y abril del '76, Carlos Schaller.

Posteriormente llegó el relato de Julio Alberto Machado, trabajador de ARS, secuestrado por la Marina el 25 de marzo del 76 en su casa. En el operativo estaba presente su familia. Lo encapucharon y lo subieron a un micro -que seguía levantando personas- hasta Prefectura. Allí le quitaron la capucha y lo obligaron a ponerse contra la pared con los brazos extendidos algunas horas. “La tortura empezó ahí”, señaló. Alguien le dijo a otro, ambos de Marina, “a este lo conocemos, labura con nosotros; y bueno; si cayó, cayó”. Con un compañero se preguntaban por qué estaban en ese lugar, “por defender a los obreros estamos”. Luego lo trasladaron en lancha a lo que supone era la Escuela Naval. Coincidiendo con muchos otros testimonios en este juicio, allí sufrió simulacros de fusilamiento y fue golpeado y hostigado. Lo interrogaron por trabajadores compañeros y por Luis Córdoba, apodado “El Hermano” por profesar la fe cristiana evangélica. Contra Córdoba se encarnizaron porque era candidato a delegado paritario, junto a él, por la lista Celeste. Estuvo ahí 2 o 3 días y lo trasladaron a la base de la Marina que estaba en ARS y luego hasta Unidad 9. Los represores se identificaban entre ellos como “Rojo 1, Rojo 2, etc”. Cuenta que vio, además, a los hermanos Aguirre, a Niselsky y a otros compañeros de ARS.
Respecto de las consecuencias de haber sido secuestrado, dijo que “fuimos maldecidos por lo que nos hicieron”. Además de que la empresa le impidió recuperar su trabajo, muchos compañeros tuvieron que trabajar de albañiles e incluso cartoneros. Reclamó por los actuales
impedimentos a la jubilación. ARS no le reconoce ni a sus compañeros ni a él sus aportes. En su caso el despido y el secuestro implicó dejarlo fuera del circuito laboral y despojarlo del sustento vital. Dijo, por último, que “luchábamos porque fuera una empresa que manejaran sus trabajadores”.
Por su caso también está imputado el jefe de Prefectura entre marzo y abril del '76, Carlos Schaller, y el oficial de esa fuerza Tomás Mendez, que murió impune antes de comenzar el juicio.

Luego fue el turno de Elda Mabel Lois, vecina del departamento de calle 58 N°607, entre 7 y 8, que presenció el operativo en que fueron asesinados los militantes Galván Lahoz y Pampillo el 19 de octubre de 1976. La testigo contó que aquella tarde volvía del médico a su depto del piso 15 y cuando llegó al hall del edificio vio a un personaje canoso y alto que le dijo que estaban haciendo una inspección de rutina. Al encontrar a su esposo se enteró que ya habían desplegado agentes de civil armados y con gruesas camperas oscuras por todo el edificio. Entonces uno les preguntó por “un señor con anteojos y una chica con las medias rotas”. Creyendo que se trataba de una broma, fue cuando comenzó a escuchar una balacera en los pisos de arriba, por lo que los desalojaron del hall. Se refugiaron en la florería “Oyola” de la esquina de 7 y 58, y desde allí observó cómo la cuadra se plagaba de más efectivos y móviles de todo tipo. Tiempo más tarde, pudo constatar que los marinos cargaban libros del lugar siniestrado y unas bolsas grandes y pesadas en un camión, que supuso se trataba de los cuerpos de los jóvenes del 4to piso. En ese departamento los jóvenes militantes de Montoneros Roberto Pampillo (“Esteban”) y Miguel Galván Lahoz (“El sanjuanino”), tenían una consultoría legal que funcionaba de vidriera de la militancia de base que desarrollaban en los barrios de La Plata. La vecina, que había conocido a Pampillo en una de las reuniones de consorcio, contó que al volver al edificio observó sangre de arrastre de los cuerpos por las escaleras y el departamento desmantelado por los tiros.
Por los homicidios de Galván y Pampillo están acusados en el juicio los represores Juan Errecaborde (Comandante de la FT5) y Eduardo Guitián (Jefe de Operaciones del BIM3). Murió impune el segundo comandante del BIM3 Antonio Mocellini. En el expediente hay constancias de un sumario instruido por la propia Armada, a raíz de las heridas sufridas por el marino Eugenio González en el operativo, realizado por integrantes del BIM3 y de la Policía bonaerense. De ese sumario surge que formaron parte del operativo Guitián, a quien se sindica con “adoctrinamiento Anti-Subversivo y Coordinación de los Fuegos de Apoyo”, y que estaba a cargo Mocellini, sobre cuyo desempeño su jefe Errecaborde elogió “especial aptitud para la conducción de un grupo de operaciones de combate” y de concepto “excepcional”.

Continuó con la ronda la testigo Silvina Arias, hija de Diego Arias, trabajador del Astillero secuestrado el 18 de junio de 1976 y aún desaparecido. Arias contó que su papá había ingresado como aprendiz a la fábrica en el año '62 como técnico en refrigeración y fue despedido poco después del golpe de Estado por “razones de seguridad”. Entonces se las arregló reparando heladeras con un amigo y haciendo pintura de autos en un taller de su casa de Berisso.
También dijo que la tarde previa a su secuestro había estado hablando con un amigo y compañero del Astillero y le había dicho “nos vamos a tener que ir”. Ya sabían de la suerte que habían corrido otros compañeros y amigos como Pelaez y Gutzo y que el sindicato ATE Ensenada estaba entregando listas a la Marina. Finalmente fue secuestrado a la madrugada siguiente como parte del operativo de la Armada conocido como “5x1” en venganza al asesinato de Bigliardi, junto a los trabajadores Juan Alberto Becker, Juan Carlos Arriola, Edgardo Cardinale, Luciano Sander y Héctor García.
Silvina señaló que en el operativo, el grupo vestido de fajina y encapuchado (excepto uno que daba órdenes) golpearon a su abuelo Francisco e intentaron llevarlo confundiéndolo con su padre. Una vez que dieron con su padre, éste se vistió con su mejor ropa y al sacarlo al living pidió despedirse de su familia, a lo que no accedieron. Una de sus tías vio como lo golpeaban al subirlo a un auto mientras el gritaban “Hijo de puta, la vas a pagar”. La familia hizo la denuncia en la Comisaría 1a de Berisso, pero en unas horas avisaron de la Comisaría 2a de Punta Lara que requerían presencia: informaron que “autores ignorados lo habían golpeado y arrojado al Camino Negro”. En verdad, por el testimonio de Becker, sobreviviente de ese operativo, se supo que los trasladaron en Falcon blancos, atados de pies y manos con alambre, luego los pasaron a una camioneta y fueron a un descampado donde se escuchaba el tren, y había una casona y un galpón. Les preguntaban quién había puesto la bomba en la fragata Santísima Trinidad. Allí ametrallaron a los otros cinco. A él le dijeron que “en este mundo tiene que derramarse mucha sangre para que haya paz” y lo liberaron en City Bell diciendo “te vamos a soltar, no viste nada".
Arias afirmó que cuando recuperaron los restos de su padre de que los cuerpos habían sido arrojados desde un helicóptero, porque los huesos estaban destrozados. Relató también que durante el velorio la familia, los amigos y vecinos recibieron todo tipo de amenazas y hasta vigilancia rotativa de agentes de la Armada.
Por último habló del daño económico que les causó la represión, ya que las familias nunca recibieron una pensión y muchos sobrevivientes aún no pueden jubilarse. Y que además d la ardua tarea de reconstruir la historia de su padre, perdió lo poco que tenía de él en el crimen social de las inundaciones del 2 de Abril en nuestra zona. Finalizó con una crítica a la justicia: “Yo estoy hablando de mi papá, pero no es caso en este juicio. Muchas veces hasta las investigaciones periodísticas van adelante de la justicia”.

La 6ta audiencia cerró con el testimonio de Mariela Sander, hija de Luciano Sander, trabajador del ARS secuestrado y asesinado en el operativo del “5x1”. Mariela contó que su padre había ingresado a la fábrica en el año '54, y había sido primero delegado y luego secretario general del sindicato entre el '69 y el '72 por la lista Azul y Blanca. Habiendo sufrido amenazas y persecución, había logrado escapar d eun intento de secuestro en el '74 y tras el golpe la familia debió mudarse de casa. En noviembre del '75 su padre fue víctima de una operación para echarlo del Astillero por el historial de sanciones que tenía por enfrentamientos con la patronal. Entonces se fue a trabajar a una verdulería para sostener a su familia.
Relató además que tras el secuestro de Ana Nievas en marzo del '76, su padre había ido a ver a Juan Horvart, secretario de AE nacional y además padrino de uno de sus hijos. EL burócrata le dijo “Andáte, no te puedo ayudar”, lo que generó una pelea y distanciamiento definitivo.
El 18 de junio del '76, su padre llegó a casa con una pierna herida, hecho que trató de minimizar frente a su esposa e hija. La misma madrugada fue secuestrado en un operativo de un grupo de tareas de encapuchados y vestido de fajina, donde le apoyaron un arma en la sien a ella, que tenía 12 años. Desde su pieza vio como se llevaban a su padre a los saltos por la herida en la pierna, y como se negaron a dejarlo que se despida u padre le dijo que recen mucho. Su madre vio que el operativo había 5 Torinos blancos.
Al otro día vino su tío con la noticia de los 5 asesinados en el Camino Negro de Punta Lara a 200 metros de la costa del río. Los cuerpos habían aparecido con los brazos atados con alambre por la espalda y apilados uno sobre otro. Cuando recuperaron los restos supieron que su padre tenía 12 tiros y todos los huesos rotos. Como en el caso de Arias, el velorio se hizo bajo amenazas de la Marina: “además del asesinato de mi padre sufrimos ser parias en una sociedad que nos echaba las culpas”. Mariela contó que después del hecho sufrieron por 2 años la vigilancia de agentes de la Marina en autos particulares en la puerta de su casa, que desde el sindicato ATE “nunca se acercaron para ver si teníamos para comer”.
Para finalizar reflexionó: “Esperé 39 años por justicia y no hay respuesta porque mi padre no es caso en el juicio. Hubo 40 familias de Astilleros destrozadas. Pido que se siga investigando, lo pido desde la niña que fui y desde la mujer que soy ahora”.


Séptima Audiencia – 26/8
La 7ma audiencia comenzó con el tratamiento del planteo de la defensa del imputado Antonio Vañek, Comandante de Operaciones Navales, respecto a su incapacidad de continuar en el juicio por padecer Parkinson y Alzheimer leves, entre otras dolencias. Tras la presentación de la defensa de un informe de Cuerpo Médico Forense, en el que basó su pedido de apartarlo del proceso, el Tribunal Oral 1 resolvió expedirse sobre el pedido cuando reciba los informes anteriores sobre el reo de parte de los Tribunales Orales 1 y 5 de Capital Federal, que ya lo condenaron en algunos procesos y lo tienen a disposición en otros como parte de la actuación de la Fuerza de Tareas 3. Vañek es parte del juicio “Esma 3” y en aquel proceso ya fue rechazado su apartamiento, en base a los señalados informes médicos.
La ronda de testigos se inició entonces con el relato de Florencio Laurini, capataz del Astillero que fue secuestrado en 1976 de su casa de Beriso y pasó un día desaparecido en Prefectura. El testigo contó que como lo fueron a buscar a un domicilio equivocado, se presentó espontáneamente en el BIM3, donde ele pidieron que vuelva en 4 días. Tras hacer eso, fue demorado por tres oficiales de la Armada que lo condujeron por dentro del Batallón hasta los fondos y lo alojaron en el Hospital Naval. Laurini dijo que conocía bien el lugar porque él y su esposa habían estado internados allí tiempo atrás. En el Hospital lo tuvieron toda la tarde atado, amenazado y con interrogatorios, hasta que lo cargaron en una camioneta y lo llevaron a lo que supon es la sede de Prefectura. AL bajarlo le realizaron un simulacro de fusilamiento y luego lo pusieron en un calabozo, para más tarde ser interrogado por sus compañeros de la fábrica. En los interrogatorios le dieron información de inteligencia, señal de que lo estaban siguiendo a él y a su familia. El testigo aseguró que pese a estar tabicado pudo entrever uniformes oscuros de los marinos y claros de los prefectos. La misma madrugada lo liberaron en Berisso. Al volver al trabajo fue llamado por el jefe de personal, Capitán Bigliardi, para asegurarle que creían que él estaba limpio. Tras el asesinato de Bigliardi fue despedido de la fábrica y tuvo que mudarse al sur para poder buscar trabajo. Además comentó que cuando asesinaron a sus compañeros Arias y García no pudo ir a los velorios porque sabía que había amenazas y vigilancia de la Marina. Pese a conocerse su testimonio hace 5 años, el caso de Laurentini no es parte del proceso.

Más tarde dieron su relato tres testigos por el caso de Osvaldo Busetto, secuestrado y herido el 9 de septiembre de 1976 y circulado por los CCD del Hospital Naval, BIM3, Arana, Pozo Quilmes y Pozo de Banfield. Continúa desaparecido. Mariana Busetto, hija de Osvaldo, contó el duro camino de reconstrucción de la historia de su padre, a la que accedió por el libro “La Noche de los Lápices” de María Seoane y por los relatos de los sobrevivientes Pablo Díaz, Walter Docters y Alicia Carminati. Pudo saber que su padre cayó en una cita cantada en 7 entre 54 y 55 y fue herido a los tiros en una pierna y el estómago mientras trataba de escapar por Plaza San Martín. Detalló las consecuencias de Terror de Estado su vida: “es espantoso no saber dónde está ni qué le hicieron. Hoy se que mi papá fue un gran militante, y que en la tortura no cantó ni su nombre de guerra. Hoy mi hijo lleva ese nombre”.
A la anécdota del nombre de guerra también se refirió Walter Docters, sobreviviente de los CCD de Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3ra de Lanús y Unidad 9. Relató que con Busetto compartían rol en la escuela de Suboficiales de la Policía Bonaerense y, desde allí, en el área de Contrainteligencia del ERP. Como tales, desde el golpe de Estado se habían dado la tarea de determinar la ubicación de los CCD de la zona, en base a la información que manejaban. Tras el secuestro de su compañero, Docters había quedado a cargo de ubicar su destino, pero fue secuestrado 11 días después que Osvaldo en una serie de caídas que incluyó a los hermanos Badell, José María Schunk y Gustavo Calotti. Tenían información de que Osvaldo había caído herido, pero con vida. Busetto le había dicho que había elegido su nombre de guerra, “Mariano”, por alguien especial que le daba mucha fuerza. Muchos años después, cuando conoció a la hija de Osvaldo, supo a qué se refería. Con Busetto compartió cautiverio en Arana y en el Pozo de Quilmes, donde le pudo contar que lo habían llevado al Hospital Naval para operarlo y al BIM3, siempre destabicado. “En Arana le sacaron el yeso a martillazos” dijo, y se refirió a la mentalidad criminal de la Marina, que lo curó de las heridas sólo para seguir torturándolo y obtener información.
De la misma manera, Pablo Díaz, sobreviviente de los CCD de Arana y Banfield, relató su encuentro con Busetto en este último lugar, donde lo encontró en uno de los calabozos, muy desmejorado y siempre destabicado. En ese sentido dijo que Osvaldo le recomendó no destabicarse frente a la guardia, que él sabía que lo iban a matar porque desde el comienzo de su secuestro había visto a mucha gente y que en cambio los jóvenes de “La noche de los Lápices” eran perejiles, que los iban a liberar.
Díaz recordó que era el represor Jorge Bergés quien lo llevaba al calabozo de Busetto para que lo limpiara las heridas con un trapo sucio y un balde. Y que los guradias de Banfield les decían que no hablen con Busetto a quien, sin embargo, le reconocían el grado militante y lo trataban como a alguien importante. Finalmente calculó que Osvaldo estuvo en Banfield hasta fines de septiembre de 1976. Continúa desaparecido, y por su caso están imputados en el juicio el Comandante de la FT5, Juan Errecaborde, aunque sólo se le imputa su secuestro.
A continuación fue el turno de Lorena Blasetti, hija de Juan Carlos Blasetti, trabajador del Astillero secuestrado y desaparecido el 10 de septiembre de 1976, y según la testigo Elsa Gomez, llevado a la sede de Prefectura. Lorena contó que su padre, al que apodaban “Cacho”, ingresó al ARS en junio del '75 y era militante de la JP y las FAP. Como tal participó de las movilizaciones locales del “Rodrigazo” y por los Convenios Colectivos de Trabajo. La madrugada que llegó el operativo de la Marina a casa de sus abuelos ella tenía 2 años y su hermano 6. Se llevaron a su padre en los característicos Falcon blancos y al salir a la calle, su madre se encontró con Elsa Gomez que le avisó que había seguido a los autos hacia Prefectura. En lugar de ir a la Comisaría de Ensenada, su madre fue a la casa de Juan Osvaldo Valdez, donde había continuado la redada y la esposa de Valdez estaba tan desesperada como ella. Mariela contó que su madre presentó Habeas Corpus y buscó por comisarías y penales sin respuesta.
Lorena relató lo difícil que fue construir la historia de su padre, porque en la familia se ocultaba que estaba desaparecido: su madre le había dicho de pequeña que trabajaba haciendo barcos y se había ido en uno de esos barcos. También relató que la desaparición de su padre repercutió en su familia hasta la actualidad: “tengo un árbol genealógico desarmado”, afirmó.
A partir del relato de otros trabajadores y familiares de desaparecidos de la zona, Lorena pudo ir armando una historia fragmentada de su padre. También supo de otros secuestros posteriores en la misma zona: el de Rubén Omar Padín, a dos cuadras de su casa a fines del '76 y luego el de su mujer.
Desde el Astillero y desde el sindicato nunca recibieron ayuda. La empresa registro a su padre como ausente desde el mismo día del secuestro y lo despidieron con telegrama 20 días después. Concluyó diciendo que “el Estado que me hizo esto no me dio la oportunidad de tener una familia”.
Por el caso de Blasetti está imputado en el juicio el Comandante de la FT5, Juan Errecabrde y el Jefe de Prefectura Luis Rocca.
La siguiente testigo fue Norma Songini, esposa de Rubén Padín, trabajado de Propulsora Siderúrgica secuestrado el 7 de diciembre del '76 su casa de Ensenada en un operativo de hombres de civil y a cara descubierta que dijeron ser de la Policía Federal. EN el hecho también se llevaron al padrino de los hijos de Padín y compañero de Propulsora, Miguel Casajús. Norma contó que fue a hacer averiguaciones al BIM3 y no la atendieron. Sólo a través del secretario del SUPE local, Rubén Peón Vara, pudo saber que Rubén habría estado en el BIM3 hasta fines del '76. También relató su propio secuestro, el 7 de septiembre del '77, cuando volvía del trabajo y ya la esperaban en su casa. Norma estuvo 25 días en La Cacha, donde fue torturada y abusada sexualmente. Allí la amenazaban con que su esposo estaba presente en el lugar, y pudo reconocer a varios represores, entre ellos, a quien se hacía llamar “Abaddón”. Luego fue liberada en Villa Elisa.
EL caso de Padín no es parte de este juicio. Y el de Norma no fue parte del proceso por los crímenes de “La Cacha” que llegó a sentencia en 2014, y no forma parte de la causa residual de ese expediente, por lo que las querellas pidieron que se remita el testimonio al juzgado de instrucción para que se continúen las investigaciones.

La 7ma audiencia finalizó con el relato de Silvia Crespo, quien tiene a dos hermanos y al cuñado desaparecidos. Los tres militaban en el PCML, cayeron como parte de lo que se conoce como “operativo Escoba” y fueron llevados al circuito Club Atlético- El Banco, a cargo del Comando del Primer Cuerpo del Ejército.
El testimonio de Silvia fue sumado al juicio por la primer detención de su hermano Rodolfo Crespo, que había hecho la carrera militar en el Liceo Naval y era guardiamarina, además de estudiante de química en Exactas de la UNLP. El padre de los Crespo era capitán de corbeta y amigo personal de Emilio Eduardo Massera porque pertenecían a la misma promoción de la Escuela Naval. El capitán Crespo se había retirado en la época de la disputa entre las facciones de azules y colorados y tuvo que recurrir a sus contactos militares cuando Rodolfo fue detenido en el BIM3, a fines de 1976. Silvia contó que su hermano le había dicho que estando detenido en el BIM le preguntaron si era el hijo del capitán Crespo, tras lo cual lo liberaron y le aconsejaron: “Andá y pedile perdón a tu papá”.
Laura Crespo era estudiante de odontología y Ricardo Moya de psicología. Como pareja militante se habían mudado a Capital Federal, donde fueron secuestrados el 6 de diciembre del '77.
Ante el hecho, su padre fue a hablar con Massera quien le negó información y lo palmeó en la espalda. Luego contactó al Teniente Coronel Raúl Gatica, que le mostró en su despacho los ficheros sobre detenidos y perseguidos políticos que tenía a disposición, entre ellos los de sus hijos y su cuñado.
Luego de esto Rodolfo fue nuevamente secuestrado, esta vez por el Ejército, en febrero de 1978 y llevado al CCD “El Banco”.
El caso de la primera detención de Rodolfo Crespo no forma parte de este proceso, y por los secuestros de Laura y Ricardo fue condenado en CABA el policía Pedro Godoy en 2012.

Próxima audiencia lunes 31/8 - 9hs. Es pública y para presenciarla sólo hay que acreditarse en el momento con DNI en la sede del tribunal, calle 4 entre 51 y 53.

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Arias
Por HIJOS La Plata - Sunday, Aug. 30, 2015 at 8:02 PM

Arias...
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Blasetti
Por HIJOS La Plata - Sunday, Aug. 30, 2015 at 8:02 PM

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Sander
Por HIJOS La Plata - Sunday, Aug. 30, 2015 at 8:02 PM

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Padín
Por HIJOS La Plata - Sunday, Aug. 30, 2015 at 8:02 PM

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