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Metalmorfosis, de acero a despidos
Por Leandro Yanson - Red Eco Alternativo - Friday, Sep. 25, 2015 at 12:53 AM

Jueves 24 de Septiembre de 2015 | inShare Una década de crecimiento y la caída anunciada, es el caso de la política productiva metalúrgica de Argentina. Mientras las ganancias de tantos años llenan los bolsillos de los empresarios, los costos los pagan los trabajadores, cada vez producimos menos acero para producir más miseria y pobreza.

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(Leandro Yanson para Red Eco) Argentina - La metalurgia es vital en la producción industrial por su articulación con otros rubros como la construcción, las autopartes, los electrodomésticos, entre otros, por el alto contenido tecnológico que requiere para ser eficiente, la enorme cadena de valor agregado que genera y, finalmente, porque realiza la demanda más grande de mano de obra.
En Argentina está compuesta por pequeñas y medianas empresas de capital nacional; sin embargo los proveedores del mercado local son oligopolios de capitales extranjeros que dominan el sector.

Armazón de acero, corazón de cristal
La producción de acero creció constantemente en los últimos años pero para lo que va del 2015 este desarrollo empieza a torcerse. En el primer bimestre de 2014 era un 21,3% mayor que en 2013, el hierro en un 32,5%.  Ahora la producción de  acero en mayo es 14,9% inferior a la del mismo mes en 2014 y la de hierro 16.0 % inferior. La producción de los primeros 5 meses del año fue un 10,4% menor que la del mismo período del año anterior.
Este sector constituyó la parte sólida de la industria durante los últimos años, pero las contradicciones en su forma productiva muestran la fragilidad estructural que tiene. Por ejemplo el hecho de que el rubro completo representa casi el 65% del déficit comercial en productos industriales.
Por el lado del acero, la cantidad exportada es ampliamente superada por la cantidad que se importa, y ésta viene en aumento. En las autopartistas, los despidos y suspensiones (15 mil) revelan las dificultades de mantener un crecimiento sin ajustar los costos. Finalmente se suma la fuerte necesidad de las importaciones, debido a la dependencia tecnológica.

Metaldependencia
En Argentina las importaciones de hierro y acero tuvieron un incremento del 37% en los últimos años, al registrar un valor de USD 1.296 millones en 2010 y pasar a USD 1.773 millones en 2012. Estas cifras representaron un ingreso de 1,6 millones de toneladas y 2,3 millones de toneladas de estos productos respectivamente. Las exportaciones del sector han disminuido en ese mismo periodo en 12%, de USD 1.193 millones en el 2010 y de USD 1.047 millones en 2012.
Durante el primer bimestre de 2015, China exportó 1,7 millones de toneladas de productos laminados hacia la región, 41% más que en 2014 y exportó hacia el mundo 16,4 millones de toneladas de acero laminado un 58% más que el año pasado.
El flujo de acero chino hacia el mundo continúa creciendo a ritmo acelerado, lo que se hace más marcado cuando el destino es América Latina, para Argentina el incremento en la cantidad importada en lo que va del año representa un 792%.

La variable de ajuste
Al momento de decidir quién va a pagar los platos rotos de la política industrial impulsada por el gobierno nacional se llega a un acuerdo entre este y las patronales empresariales: la variable de ajuste son los trabajadores. Uno despide, el otro reprime para evitar cualquier oposición a esta medida cada vez más recurrente.
Durante la última década se han producido varias situaciones de tensión entre los trabajadores y las patronales del sector automotriz y siderúrgico que se expresan en los despidos y las suspensiones como moneda corriente para estos días.
Un conflicto de actualidad es el despido de 12 empleados de Acindar, que comenzó el miércoles 1 de julio cuando no se les renovó el contrato a 6 trabajadores que se encontraban como “contratados”, dando lugar a un paro de los trabajadores que buscan defender sus puestos.
Desde diciembre de 2013 los trabajadores de la General Motors son víctimas de distintas medidas que reducen sus jornadas de trabajo creando incertidumbre acerca de su continuidad laboral. En mayo la empresa informó al gremio SMATA su pretensión suspender a los 2.750 operarios de su planta de General Alvear, en las afueras de Rosario.
En abril de 2014 la autopartista Gestamp suspendió a sus empleados quienes se manifestaron frente a la fábrica para exigir explicaciones de por qué se había tomado esa medida. La respuesta que recibieron fue el despido de 70 trabajadores con la excusa de que habían obstruido la producción.
Aproximadamente unos 130 obreros fueron suspendidos percibiendo el 75% de sus sueldos en agosto de 2014, luego que la empresa Paraná Metal dictase el cese de su producción, argumentando la caída del sector, declarado un déficit mensual de 6 millones de pesos. Desde la reapertura de la fábrica siempre ha habido suspensiones del personal por falta de producción; su trayectoria de ajuste es similar a la de Acindar.

Los reyes de la forja
El mercado de la producción de metales reúne a más de 23.000 empresas distribuidas principalmente entre las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y San Luis. Sin embargo, son unas pocas empresas las que proveen a estas 23.000.
Las dos grandes multinacionales que conforman el duopolio siderúrgico en Argentina son Arcelor Mittal (Acindar) y el Grupo Techint (Ternium-Siderar y Tenaris), la primera es la principal compañía siderúrgica a nivel mundial, la segunda es la conocida firma Italo-Argentina que estuvo vinculada al escándalo de sobreprecios y coimas en el caso Skanska. Techint se consolidó como actor excluyente en el segmento de los aceros planos y en la fabricación de tubos sin costura, mientras tanto, Acindar en los aceros no planos. No existe ningún tipo de competencia en el sector.
Así, la Siderurgia local (como la Metalurgia), ante cualquier “caída de los commodities en el mercado mundial “reaccionan siempre de la misma forma, ajustando por el lado del desempleo y la baja salarial.
Y lo justifican sea porque el barril de petróleo está a USD 47 -  pero no decían/repartían nada cuando vendían a USD 120  - o porque China no ha dejado de crecer en la inserción local de sus productos industriales. Tampoco mencionan las desgravaciones que reciben cuando exportan bienes industriales con valor agregado. Cabe cuestionarse entonces qué rol cumple el Estado.
Actualmente Techint concentra la producción del 84% de la chapa laminada en caliente y el 99% de la laminada en frío, dos insumos fundamentales para la fabricación de automóviles, envases de hojalata, heladeras, lavarropas y sinnúmero de bienes de consumos masivo. Una posición que le permite formar precios y fijar condiciones. Por su parte Acindar tiene el 51% del hierro redondo y el alambrón mientras otras dos empresas se reparten el resto del rubro.
Una concentración que no responde a la mano invisible del mercado, sino a lucha de intereses de estas corporaciones, que se manifestó en el manejo de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), una ex empresa estatal creada en 1947 para que el Estado concentrara la producción de acero. SOMISA daba déficit, ya que favorecía a los capitales que compraban la chapa, vendiéndosela por debajo de los precios de mercado, mientras las pérdidas eran cubiertas con otros ingresos del Estado o con emisión de deuda.
De esta manera, las pérdidas de SOMISA financiadas con déficit estatal se convertían en ganancias privadas, ¿Quiénes eran los favorecidos? El 20% de la producción de laminados en caliente se destinaba a relaminadores, incluidos la industria automotriz. El otro 20% de la chapa se vendía a Propulsora Siderúrgica, otra empresa que convertía chapas laminadas en caliente a laminadas en frío, propiedad del Grupo Techint.

El sector automotriz
Desde el 2003 al 2013 se produjeron en las terminales locales 5.146.342 unidades, un incremento respecto desde los 169.621 vehículos fabricados en 2003 a los 764.495 de 2012. La venta de automóviles cero kilómetro en las concesionarias registró un crecimiento como el de la producción, al pasar de las 143.273 unidades del 2003 a las 841.065 de 2012. El incremento de la producción, en la década, fue de casi el 400%; el patentamiento de vehículos 0 kilómetro tuvo un aumento del 500%. El 2013 cerró con un crecimiento de la producción de
En 2015 la situación de la producción del sector ha variado. Mientras que el 2013 la producción cerró con un crecimiento del 3,5%, hasta mediados de este año sufre una baja del 12,4%. Lo mismo sucede con las exportaciones que, comparadas con ese año, se redujeron un 22,8% y las entregas a las concesionarias locales cayeron un 4%.
Las exportaciones en la última década fueron de  3.030.801 unidades por un valor de 7.931 millones de dólares, que sumadas a las ventas al exterior de autopartes por otros 2.525 millones, totalizan 10.456 millones de dólares para el sector. El problema surge de las importaciones, las cuales superan en gran medida a los productos que se exportan.
El rubro demanda más de la cuarta parte de las compras al exterior, un total de 12.000 millones de dólares, con lo que tras la caída de las importaciones durante el año 2014 pasó a ser el segundo sector comercial por donde escapan las divisas detrás de la balanza de energía que contabilizó 13.423 millones de dólares.
¿Puede el Estado fomentar actividades como la del sector automotriz sin asegurar el incremento, en etapas, de la fabricación nacional de autopartes? ¿Necesitamos fabricar cada vez más autos, y además en estas condiciones?

Todo lo sólido se desvanece en el aire
Si bien la industria metalúrgica es en su esencia un motor económico, el crecimiento que tuvo y su estabilidad no dejaron nunca de estar supeditados al mercado internacional, por lo que su expansión impacta en el comercio con otros países, actualmente profundizando el déficit comercial.
 A su vez detener su avance se transformaba en una complicación, ya que sólo aceleraría lo que ocurre en la actualidad, una reducción de la producción que va de la mano con una caída del consumo en las mercancías relacionadas, mostrando claramente la contradicción que encierra el modelo productivo, donde el crecimiento acaba en un retroceso.
Un proyecto industrial que apunte a ser independiente e integrado, enmarcado en un modelo productivo, no puede prescindir de una estrategia de aseguramiento de materias primas, a disposición en el mercado local, y a precio controlado; sea a través de regulaciones, empresas mixtas o sociedades del estado.
De esta manera se garantizaría el abastecimiento de las necesidades del mercado interno, la estabilidad y crecimiento de la mano de obra industrial, especialmente la calificada, de la que se nutren las Pymes. Pero además la incorporación de nuevas tecnologías de producción, asegurando que las mismas sean inclusivas y no expulsivas de mano de obra. Y finalmente la progresiva participación de los trabajadores en las ganancias netas.
La solución que se está dando a este problema es dejar desamparados a los trabajadores, beneficiar únicamente a los grandes empresarios, todo lo creado se esfuma en los bolsillos de los patrones y lo que queda no es más que la ruina para muchos.

Metalmorfosis, preguntas sin respuestas
A esta altura ¿no deberíamos estar discutiendo una definición clara del tipo de industrias que debe desarrollar el país, y del rol del Estado y los trabajadores en cada etapa, para garantizarles sostenibilidad y crecimiento? ¿Cuál debe ser el rol del Estado como regulador de la industria metalúrgica y siderúrgica? ¿Puede el Estado limitarse a usar su participación accionaria en las empresas (oligopólicas de capitales extranjeros, etc) para presionar por cambios o tomas de decisiones?

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