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Gremios en guardia, contratistas en gateras y los costos del sinceramiento
Por Alejandro Bercovich - Saturday, Dec. 05, 2015 at 9:54 PM

Viernes 4 de Diciembre de 2015 | Fernando Santillán Braun salió impresionado de la reunión que mantuvo anteayer con la cúpula de COPAL, la influyente cámara que agrupa a la industria alimentaria. En plena estampida de precios fogoneada por el derretimiento de los controles oficiales y la expectativa generalizada de una devaluación, el politólogo de la Fundación Pensar se encontró con un lobby dispuesto a hacer honrar por la fuerza las promesas de liberalización y sinceramiento de la economía que desplegó en campaña Mauricio Macri. Una actitud parecida a la que tomó Cencosud, la firma chilena dueña de las cadenas de supermercados Jumbo, Disco y Vea, que decidió unilateralmente extirpar de sus góndolas todos los cartelitos de Precios Cuidados pese al anuncio del designado ministro de la Producción, Francisco Pancho Cabrera, de que mantendría el programa vigente al menos durante seis meses. Si la transición política sigue cruzada por conflictos como el del Banco Central, donde Alejandro Vanoli se apresta a renunciar pero donde la mitad del directorio que reporta a Axel Kicillof aún promete resistencia, el cambio de régimen económico augura tensiones aún mayores para los próximos meses.

Gremios en guardia, ...
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Con más gimnasia para los cimbronazos cambiarios que ningún otro país del mundo, la Argentina entró en la cuenta regresiva hacia la asunción de Macri atravesada por la devaluación más anunciada de su historia. No solo los consumidores con capacidad de hacerlo se lanzaron a stockearse mientras los pequeños comerciantes adoptaban un wait and see defensivo, como se reseñó en esta columna el viernes pasado. Inmediatamente después del triunfo de Macri en el balotaje, además, las dos multinacionales que se reparten el mercado de alimentos y artículos de limpieza e higiene personal empezaron a subir sus precios mayoristas cerca de un 20% para cubrirse del salto cambiario. Una remarcación de un saque que no se veía desde el fatídico 2002, ni siquiera en años con inflación del 40% como 2014.

A la reunión del miércoles con COPAL, Santillán Braun y otro futuro funcionario macrista habían ido exclusivamente a escuchar. Y lo que escucharon, para su sorpresa, fue una suerte de ultimátum. Las grandes alimentarias les dijeron sin eufemismos que su situación es crítica desde 2008, que Precios Cuidados no fue más que un montaje publicitario del gobierno y que esperan de Macri una liberalización total de los precios. Antiguo lobbista del grupo azucarero Ledesma, Santillán es primo hermano de Miguel Braun, designado finalmente secretario de Comercio pese a los reparos que él mismo había esbozado inicialmente por tener que supervisar desde allí a Federico Braun, dueño de la cadena La Anónima y principal aportante supermercadista a la campaña de Cambiemos. No por conocer el paño la advertencia le resultó menos chocante.

Espirales

La escalada inflacionaria puso en guardia a los gremios, donde los jerarcas optaron por negociar primero los espacios de poder que pretenden en la Superintendencia de Salud (por las obras sociales) y en la cartera del “pibe” Jorge Triaca, como se apuró a bautizar Hugo Moyano al flamante ministro de Trabajo, pero donde el malestar de las bases empieza a hacerse sentir. “Nosotros vamos a pedir todo lo que perdamos de poder adquisitivo”, avisó esta semana Daniel Yofra, jefe del sindicato aceitero que paralizó este año las exportaciones del rubro durante más de un mes. Las empresas donde tiene sus afiliados Yofra son un engranaje clave para que el Central consiga hacerse de los preciados dólares de los silobolsas, que el ministro y criador Ricardo Buryaile estima en 5.000 millones pero que el jefe saliente de la AFIP calcula en más de 11.000 millones.

En Aerolíneas Argentinas, los sindicatos aeronáuticos también recibirán a Isela Costantini con los dientes apretados. Una primera ronda de consultas entre sus secretarios generales arrojó un consenso generalizado: la ex General Motors llega con el mandato de achicar la pérdida operativa de un millón de dólares diarios que arroja la compañía de bandera. Parte de ese ajuste se hará automáticamente gracias a la devaluación, que licuará parte de los u$s 600 millones que Aerolíneas gasta anualmente en sueldos, pero otra parte provendrá —siempre según los gremios— de un ajuste en la plantilla. Con 12.000 empleados y 77 aviones, Aerolíneas tiene un ratio de personal por aeronave similar al de la brasileña Tam pero muy superior al de la hiperflexibilizada Lan, de donde proviene el designado coordinador de los ministros económicos, Gustavo Lopetegui.

Aunque parte de la pérdida de poder adquisitivo que vayan a sufrir los trabajadores por la deva se compensará en el caso de los aeronáuticos con el alivio del impuesto a las Ganancias que ya anunciaron Macri y Triaca, la situación puede conducir a nuevos conflictos. Los pilotos, por caso, seguirán por encima del nuevo piso para el pago de Ganancias, lo cual puede llevar a que el comandante de un vuelo se termine llevando a casa a fin de mes menos dinero que su jefa de azafatas. El viejo problema del solapamiento salarial, que conocen al dedillo los CEOs que pueblan el gabinete que asumirá el jueves.

Viejos conocidos

Dos de esos CEOs devenidos ministros, Lopetegui y Francisco Quintana, eran socios en la cadena de supermercados de descuento Eki en 2001. El saqueo de 28 de sus locales terminó de sellar la suerte de aquel emprendimiento y llevó a Lopetegui a su primer desembarco en la gestión pública, como ministro de la Producción de Felipe Solá. Fue con él que el próximo embajador argentino en Estados Unidos, Martín Lousteau, hizo sus primeros palotes en la política. Pero ambos se distanciaron en 2005, cuando Solá lo propuso a Lopetegui como presidente del Banco Provincia y Néstor Kirchner lo vetó. Eran tiempos de grieta entre duhaldismo y kirchnerismo y el río revuelto favoreció a su protegido, quien no dudó en alzarse con el puesto que pretendía su jefe.

La de entonces fue una pirueta tan sorprendente como la que llevará ahora al economista de rulos a Washington en nombre de Macri a pocos meses de haberlo puesto en jaque en su bastión electoral porteño. Lo espera una tarea de reconciliación difícil, no solo por el deterioro de las relaciones bilaterales sino también por los reportes que elevó en 2008 la embassy local al Departamento de Estado. En los cables que destapó Wikileaks, la legación estadounidense sostenía que lo mejor que había hecho como ministro de Economía había sido renunciar.

Como sea, el establishment no aguarda la asunción de Macri solo con pálidas. Un documento que circula por estas horas entre las cámaras del G-6 (Comercio, Construcción, Bancos, UIA, Bolsa y Sociedad Rural) apunta a crear un nuevo mecanismo de Asociación Público-Privada (APP) para financiar un ambicioso plan de infraestructura 2016-2023 por miles de millones de dólares. Tal vez el puntapié inicial lo den hoy los contratistas de la Cámara de la Construcción (CAC) en su convención anual, donde despedirán a Cristina Kirchner y a su entrañable amigo Julio De Vido. Son viejos conocidos del Grupo SOCMA, que ahora se apresta a vegetar en un fondo ciego como la fortuna del chileno Sebastián Piñera durante su mandato.

La llegada de esas inversiones, por supuesto, dependerá de cómo logre estabilizarse el nuevo gobierno tras el sacudón inicial que significará la devaluación y el fin de los controles de capitales. Los inversores quieren certidumbre económica pero también política. A esto último, al menos en términos de la interna de Cambiemos, no ayudó la designación del nuevo jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, ex SIDE), el escribano Gustavo el Negro Arribas. El misterioso representante de futbolistas fue señalado en 2005 por una investigación del diario Clarín como un posible testaferro de Macri con vínculos en la mafia rusa. También es amigo íntimo del boquense Daniel Angelici, sobre quien Elisa Carrió ya planteó sus reparos en la mesa de Mirtha Legrand.

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