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Empleo y salario en el nuevo ciclo: qué ven los sindicatos
Por Sofía Alberti - La Capital - Sunday, Dec. 13, 2015 at 1:13 PM

Domingo, 13 de diciembre de 2015 | Con sus reservas y sin definiciones drásticas, en el sindicalismo se siguen con cautela los pasos del nuevo gobierno.

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La paritaria más dura. El sindicato de los aceiteros cerró un acuerdo salarial este año luego de más de 20 días de huelga.

Como una novela de trama predecible, Mauricio Macri asumió la Presidencia rodeado por diversos actores que sostienen el cuchillo entre los dientes, dispuestos a ir por lo que consideran les corresponde en el cambio de ciclo. Con posicionamientos diversos, el mundo sindical mira con atención las políticas que en materia económica desarrollará el equipo de Cambiemos.

Los datos al momento no son alentadores: incrementos demenciales de precios a cuenta de la devaluación prometida, que según un informe del Observatorio de Precios de la Secretaría de Comercio trepa al 30%; alertas de reducciones en el plano estatal y promesas de pacto social con pedidos de ‘mesura’ en los porcentajes paritarios. Lo único que trajo un mínimo alivio a un conjunto reducido de trabajadores fue el anuncio de exención de ganancias de los aguinaldos sobre sueldos brutos inferiores a 30 mil pesos. Con más o menos gesto adusto, los dirigentes sindicales empiezan a pintarse la cara. Aparecen las discusiones por los bonos y se avizoran duras paritarias.

Subidos al ring. Si bien todos los gremialistas coinciden en que los ejes reivindicativos son el sostenimiento de los puestos de trabajo y la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, las lecturas políticas son diversas. Predominan las reservas y posiciones defensivas ante el nuevo gabinete que, como definió el economista Eduardo Lucita, propone “un país atendido por sus propios dueños”, en referencia al fuerte componente empresarial.

Desde el Sindicato de Camioneros de Santa Fe, su protesorero, Sergio Aladio, aseguró tener “mucha esperanza” y consideró que “si le va bien a Macri, nos va a ir bien a los camioneros de todo el país, como dice el secretario general a nivel nacional de nuestro gremio, Hugo Moyano”. No obstante, el líder nacional de los camioneros ya le mostró los dientes al macrismo por su definición inicial de no tocar Ganancias, finalmente rectificada por el presidente de la Nación vía Facebook.

El adjunto local del Smata, Antonio Milici, aseguró que aguardan ver trabajar al nuevo gobierno “con las expectativas de las promesas que ha hecho”. Según indicó, los mecánicos tendrán el foco puesto en las modificaciones sobre Ganancias, el mantenimiento de las paritarias “y lo conseguido con el gobierno saliente”.

Por su parte, Matías Layús, dirigente de la Asociación Bancaria de Rosario, expresó incertidumbre y preocupación, especialmente considerando que la cartera económica y las direcciones de los bancos Central y Nación estarán ocupadas por hombres provenientes del establishment financiero. “Son funcionarios con fuerte impronta de adhesión al neoliberalismo, hecha pública por ellos. Hay zorros en varios gallineros”, advirtió el sindicalista.

Exigiendo una convocatoria urgente a paritarias, pues su acuerdo se vence el 31 de diciembre, hay otro punto que desvela a los bancarios, que es el sostenimiento de la cláusula de participación en las ganancias empresarias, lograda este año. Adelantaron también que continuarán reclamando la suba del mínimo no imponible, la implementación de una reforma tributaria, la renacionalización total del Banco Hipotecario y la sanción de una nueva ley financiera con un rol más preponderante del Estado.

Desde la UOM Rosario, consideraron que los aumentos de precios a partir de los últimos días de noviembre estuvieron ligados a la promesa electoral de un dólar a 15 pesos. De cara a lo que se viene, el secretario general local de los metalúrgicos, Antonio Donello, consideró que “durante estos años hubo conflictos, pero también un Estado presente que evitó que hubiera despidos. Con este gobierno no tenemos la misma perspectiva”.

El sector se mantiene alerta no sólo por el sostenimiento de los puestos de trabajo, sino porque una potencial apertura de las importaciones podría impactar negativamente en la industria local, especialmente en un marco de sobreproducción mundial de acero.

Viniendo de la paritaria más dura del 2015, con 25 días de huelga, el secretario adjunto local y dirigente de la Federación Aceitera, Daniel Yofra, se mostró poco optimista en cuanto a “la sensibilidad que puedan tener los empresarios con la sociedad argentina”.

Si bien destacó la necesidad de que los que llegan “gobiernen tranquilos”, ratificó que “nunca tuvimos un miramiento con el kirchnerismo y no lo tendremos con el macrismo”. Por eso, exigió que no sean los trabajadores la variable de ajuste. Además de la bandera del salario mínimo vital y móvil, los aceiteros tienen entre sus reclamos la implementación nacional de los Comités Mixtos de Seguridad e Higiene Industrial y la pelea contra la tercerización.

Desde el sector estatal, la lectura es que en un marco de disputa sangrienta de los sectores de poder, “el convidado de piedra es el pueblo”. El dirigente de Amsafé Rosario, Gustavo Terés, consideró que “quienes llegan y quienes se van coinciden en el sostenimiento del cepo al salario, que en esta última etapa se deterioró fuerte”. Para el docente, cuyo sector pierde puntos ante la inflación en las sucesivas negociaciones, todo indica la aplicación de medidas de ajuste bajo la concepción de que la economía se estabiliza con el achique de los ingresos y el congelamiento de los planes sociales. “Esto es para defender los intereses de quienes ‘se la estuvieron llevando con pala’ como decía la ex presidenta”, aseguró.

En materia educativa, además del salario, el referente de los maestros manifestó preocupación por el deterioro físico y psíquico producto de las malas condiciones de trabajo. Advirtió además sobre el proyecto educativo a nivel nacional y provincial, criticando los pilares “gestión calidad y evaluación” expuestos por el macrismo como “conceptos empresariales de los 90, que nos retrotraen a las políticas del menemismo”.

La situación de los trabajadores del Estado nacional ya es en sí misma una cuenta regresiva. El último día del 2015 se vencen 90 mil contratos precarios en todo el territorio nacional, 1.800 de los cuales son de la zona Rosario. Los afiliados a la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) ya se plantaron en pie de lucha con un paro nacional el pasado 3 de diciembre. El secretario general de ATE Rosario, Raúl Daz, advirtió: “Nuestro bolsillo está devaluado en un proceso inflacionario que ya trepa al 40%. No hay que esperar nada, ya dimos el puntapié con movilización y un paro nacional”, azuzó.

El peso de la herencia. El sindicalista Jorge Alberto Triaca es recordado, entre otras cosas, por su paso en el Ministerio de Trabajo en épocas de Carlos Menem. También por ser interventor en Somisa durante su privatización, en la que miles de trabajadores perdieron su empleo.

Su hijo y homónimo, apodado ‘El Pibe’ Triaca por Hugo Moyano, es el nuevo encargado de la cartera laboral. Nombrado como un conocedor del mundo sindical, antes de asumir ya arrojó dos conceptos que encendieron el alerta: pidió responsabilidad en las paritarias en el marco de un pacto social y ató la negociación salarial a la productividad.

“Las paritarias deben ser libres, sin techo y debemos poder seguir discutiendo mas allá de la productividad. El salario en nuestro caso está atado a un convenio colectivo que tiene una preponderancia en cuanto jerarquiza la antigüedad del trabajador y ese es el eje central de una articulación salarial”, se quejó el dirigente de la Asociación Bancaria.

“No tiene mucha incidencia en Santa Fe, esto se discute a nivel nacional y Buenos Aires. Escuché a Hugo (por Moyano) decir que era una persona conocedora del palo de los trabajadores, que es lo que a uno le hace falta”, se diferenció por su parte Aladio.

Avizorando una paritaria 2016 dura, Yofra manifestó preocupación por la noción de atarla a la productividad. “Nos preocupa; no nos genera miedo, ni pensamos que no vamos a negociar; la pelearemos como lo hacemos hace mucho tiempo”, dijo. Sobre la figura del flamante ministro, sentenció: “No espero que de un árbol de mandarinas salga una frutilla”.

En voz de los docentes, Terés consideró que no es un problema de personas sino de conceptos y políticas. “Vemos una tendencia permanente en los ministros que han pasado a priorizar relaciones con el sindicalismo empresarial más regresivo. El pacto social significa en general una estabilización regresiva que se hace en nombre de la productividad. Lo que hacen los pactos sociales es profundizar la desigualdad y siempre se hizo a costa de la fuerza de trabajo”, aseguró.

Preocupado por su sector, el dirigente de ATE Rosario consideró que la paritaria por productividad saca del medio la discusión de la paritaria estatal. “La dejan en un segundo plano, a pesar que inicia las discusiones cada año”, señaló.

Unidad a la fuerza. La tan discutida unidad del movimiento obrero, hoy dividido en cinco centrales sindicales, es otro de los puntos que acaparó la discusión pública. Sobre este punto las perspectivas son diversas y se vinculan con otro debate: el del modelo sindical.

El referente local de camioneros, consideró que la unificación es un camino en tránsito que se expresa en localidades como Rosario y San Lorenzo. El adjunto del Smata Rosario coincidió señalando que a nivel local en las últimas mesas de unidad hubo más de 60 gremios.

Desde la bancaria evaluaron que “mientras más unido esté el movimiento obrero, en mejores condiciones vamos a defender nuestros derechos. Nosotros concordamos con el actual modelo sindical que establece un único convenio por rama de actividad entendiendo que eso fortifica a los trabajadores del sector y nos da fuerzas para discutir con los empresarios, en nuestro caso con los dueños de los bancos”.

Como referente docente y también dirigente de la Seccional Rosario de la CTA Autónoma (CTA-A), Terés analizó que “el movimiento obrero se debe una discusión muy profunda que no debe estar atada a coyunturas o cambios de gobierno. Si hay algo a discutir al interior de su propia fuerza es la autorreforma, de apertura y mayor contacto a los movimientos sociales, con las nuevas realidades del mundo del trabajo. Si existe una voluntad de dar una discusión estratégica que permita salir de la coyuntura, las condiciones para unificar a los trabajadores van a ser más favorables. Hoy la mayoría está viendo debajo de qué paraguas político se ubica, me parece que hay un concepto central a discutir y fue clave en América latina, que es la autonomía”.

“Si no se discuten posiciones soberanas desde el mundo del trabajo y una línea estratégica, hay políticas de amontonamiento que pueden tener eficacia mediata, garantizar un nicho en el Estado poniendo al sindicalismo como factor de poder, para que te den una secretaría, pero eso no garantiza el bienestar general de los trabajadores”, analizó Terés.

En sintonía, el referente de ATE y adjunto de la CTA-A local, destacó la necesidad de ampliar la sindicalización, respetando la libertad y la democracia sindical. Consideró que la ley 23.551 de asociaciones sindicales esta “perimida” y llamó a respetar los fallos de la Corte Suprema en tal sentido. Para Daz es la organización en los lugares de trabajo la que garantiza la fortaleza, más que las unidades de las cúpulas.

Siempre muy crítico con el sindicalismo tradicional, Yofra sentenció: “Cuando uno no quiere solucionar los problemas busca pretextos, por eso los aceiteros pensamos en tres o cuatro puntos que les interesan a los trabajadores, como el salario mínimo, vital y móvil, los Comités Mixtos de Seguridad e Higiene Industrial y la pelea contra la tercerización.

“Hay puntos en común que nos pueden unir más que un Papa o una entidad. A nosotros nos tienen que unir las reivindicaciones para los trabajadores y no el espanto”, concluyó. El dirigente aceitero convocó a los trabajadores en general a “elegir delegados y obtener la democracia sindical”.

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Productividad y salario: socios de pérdidas y no de ganancias
Por Sergio Arelovich - Sunday, Dec. 13, 2015 at 1:14 PM

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Domingo, 13 de diciembre de 2015 | Las estadísticas muestran que las ganancias por productividad en los últimos años fueron a parar al capital. El salario mínimo, vital y móvil.

Dentro de la familia de escenarios anunciados por el nuevo elenco ministerial, el nuevo ocupante del Ministerio de Trabajo ha subrayado que volverá a tenerse en cuenta la productividad como unidad de monitoreo a fin de determinar niveles y criterios de ajuste de los salarios. Esto es una vuelta a los noventa o más aun al siglo XVIII. La propuesta repite el intento de asociar a los trabajadores a las pérdidas pero no a las ganancias.

Lo evidente. En Argentina, Indec mide regularmente sólo la productividad industrial, dato emergente de encuestas a empresas cuya frecuencia ha ido cambiando pero que refiere a un mismo conjunto de ítems. Los más relevantes son el volumen físico de la producción, el número de trabajadores ocupados, las horas trabajadas, el valor bruto de la producción, los salarios medios y la masa salarial total. Esto permite leer el comportamiento de la productividad física por hora trabajada, por obrero ocupado y ver a qué bolsillo fue a parar la variación de la productividad, si al capital o al trabajo.

El cuadro que acompaña esta nota muestra la evolución retrospectiva de mediano plazo de este conjunto de parámetros en una serie que comienza en 1997 y termina en 2015. Allí puede verse que el volumen físico producido en 2015 es 80,5% superior al del inicio de la serie, que -como se ve- ha estado en proceso de descenso a partir del inicio del ciclo recesivo en 1998 hasta 2005.

Que luego de la crisis de 2001, la tendencia en materia de empleo industrial no ha dejado de crecer, aunque el nivel hoy sea similar al de 1997, esencial aunque no exclusivamente por motivos de innovación tecnológica y/o de procesos y por el comportamiento del complejo automotriz. En 2014 y 2015 hubo una caída en el empleo industrial respecto del quinquenio inmediato precedente.

Uniendo ambas dimensiones (volumen físico y puestos de trabajo) la primera conclusión es que la productividad de la mano de obra en 2015 es 85,2% superior a la de 1997. Sin embargo, es más preciso considerar las horas efectivamente trabajadas en vez de los trabajadores ocupados.

Tal resultado se expresa en la columna V, la que muestra que a fines de 2015 es 101,4% superior al del inicio. La productividad física horaria se duplicó en el período analizado, mirando los extremos de la serie. El salario real experimentó una caída abrupta a partir de 1998 y desde el reinicio de las negociaciones colectivas en 2004-2005 tuvo una tendencia creciente, no obstante los descensos registrados en 2007, 2013 y 2015. El costo salarial resultante es menor que la evolución del salario real, dada la caída del número de horas trabajadas.

Por último, la comparación entre la evolución de la productividad versus el costo salarial permite ver quién se quedó con la diferencia. El resultado –exhibido en la columna IX– es previsible, hace a la naturaleza sistémica, de lo contrario no habría acumulación del capital. La relación a favor del capital creció a ritmos significativos entre 1997 y 2004. En 2005 se retrotrajo a los niveles del 2000. En 2006 volvió a descender pero siempre por encima de los niveles iniciales. A partir de 2007 retomó la marcha ascendente aunque a velocidades diferentes de las registradas en los noventa. El dato del final de 2015 dice que la relación entre productividad y costo salarial es 21,1% superior que la de 1997. Es claro: las ganancias por productividad fueron a parar al capital y no al salario, sólo atenuadas por el tenor de los acuerdos salariales registrados desde 2004-2005 en adelante.

El salario. Es el precio más importante de la economía porque remunera la fuerza de trabajo, el despliegue intelectual y físico durante la jornada de trabajo. Y lo es por dos motivos: a) porque permite la reproducción de la fuerza de trabajo a nivel de cada hogar; b) porque en nuestro país el 83% de las personas activas perciben remuneración de tenor salarial sea público, privado, en blanco, en negro o trabajadores disfrazados de independientes en clara evidencia de fraude laboral.

El pensamiento neoclásico considera que aquel precio debe ser fijado por el mercado.

Desde una perspectiva heterodoxa, apoyada en la tradición marxista, el salario debe ser fijado por el conjunto de los precios de aquello que requiere el hogar de los trabajadores para satisfacer sus necesidades, las elementales y las secundarias.

Las conquistas sociales alcanzadas durante el siglo XX y XXI han logrado dar estatus legal a tales conceptos a lo ancho y largo de todo el planeta.

En nuestro país el antecedente del decreto 33302/45 fue homologado en el artículo 14 bis de la Constitución nacional, en la ley 20.744 de contrato de trabajo y en la ley 24.013 de empleo.
La propia noción de productividad debiera ser objeto de revisión tanto en lo académico como en lo relacional, sobre todo teniendo en cuenta las dimensiones ausentes tales como los efectos sociales, climáticos, de sostenibilidad productividad, de eficiencia energética. La iniciativa anunciada pretende discutir sólo una cosa: que los trabajadores se asocien a las pérdidas pero no a las ganancias.

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