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Tormenta perfecta
Por Alfredo Zaiat - Página/12 - Sunday, Dec. 13, 2015 at 1:17 PM

Domingo, 13 de diciembre de 2015 | El principal riesgo para la estabilidad económica es que el gobierno de Mauricio Macri se haya convencido de su relato económico desplegado como oposición y en campaña electoral. Le puede suceder lo mismo que al equipo económico de José Luis Machinea al inicio del gobierno de Fernando de la Rúa, que abortó la incipiente recuperación económica con un paquete impositivo que convocó a la recesión. Si el elenco de funcionarios sin corbata del macrismo continúa atrapado en consignas de marketing electoral como que la económica está estancada, sin creación de empleo y con desborde del gasto público, el resultado es previsible: arruinar la leve mejora del mercado interno de este año y afectar un nivel de empleo elevado sin contar con ningún amortiguador por el lado de la economía internacional. O sea, si en lugar de aplicar medidas contracíclicas para evitar el ingreso a un sendero recesivo, el equipo de Alfonso Prat-Gay decide instrumentar el “sinceramiento” de las variables, que no es otra cosa que el ajuste sobre el salario y las jubilaciones, tiene elevadas probabilidades de sumergir a la economía en una de las caídas del PIB más pronunciada desde el 2002. El endeudamiento desenfrenado, que el blindaje de unos 20 mil millones de dólares que está armando la dupla Prat-GayFederico Sturzenegger sería sólo el primer paso, es la principal vía disponible en ese diagnóstico ortodoxo para atenuar el inevitable retroceso del nivel de actividad económica.

Tormenta perfecta...
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Las medidas económicas adelantadas por el gobierno de Macri ignoran la existencia de un muy desfavorable contexto internacional. Por el contrario, si las despliegan agudizarían el impacto negativo que hoy ya tiene el viento de frente sobre el mercado interno. Una fuerte devaluación y disminución de subsidios sin iniciativas compensadoras por el lado de la política de ingresos castigará la economía 2016. La fuerte suba del tipo de cambio no se reflejará en un aumento importante de las exportaciones que sirva para reemplazar como motor del crecimiento al consumo interno. No lo podrá ser porque existen condiciones adversas en el comercio internacional.

La economía de Macri deberá lidiar con un frente económico externo adverso, y si prevalece el dogmatismo de la ortodoxia sólo amplificará los costos ineludibles de esa situación. Un reciente informe de una consultora de la city, entusiasmada con el inicio de la CEOcracia del nuevo gobierno, advierte sobre los riesgos externos que deberá afrontar el equipo económico. La firma Research for traders de Darío Epstein, especialista en mercados de capitales y ex director de la Comisión Nacional de Valores 1992-1994, detalla cinco peligros: 1) precios de las materias primas; 2) la economía de Brasil; 3) la fortaleza del dólar a nivel internacional y devaluaciones de monedas emergentes; 4) probable alza de la tasa de interés de Estados Unidos, y 5) menor crecimiento de las nuevas potencias, en especial China.

1. El informe destaca que los commodities son activos que tienen un buen rendimiento cuando hay inflación en el mundo desarrollado, cuando la tasa de crecimiento mundial es sostenida y fuerte, y cuando el dólar tiene un valor bajo respecto a las demás monedas líderes. “Ninguno de los tres factores se cumple ni se visualizan cambios en el corto plazo”, indica. El índice de precios de materias primas (en base a datos de Thomson Reuters) se ubica en valores de 2003. Para el caso argentino, concentrado en exportaciones de bienes primarios y semi procesados derivados del agro, la caída de los precios no es tan pronunciada aunque igualmente han retrocedido desde sus máximos, ubicándose en niveles de octubre de 2007, según el índice de materias primas del Banco Central.

2. La política económica ortodoxa brasileña (devaluación, ajuste fiscal y alza de la tasa de interés) ha tenido el resultado esperado: economía en recesión. La caída interanual del PIB en el tercer trimestre de este año fue de 1,7 por ciento. El 2015 cerraría con un retroceso del 3 al 4 por ciento, y las estimaciones para el próximo año apuntan a un descenso de la actividad de 1,2 por ciento. El último Coyuntura y desarrollo de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) advierte que lo que ocurre en Brasil se proyecta hacia toda la región y constituye “un factor explicativo relevante de la desaceleración en los niveles de actividad interna en los países latinoamericanos y, a su vez, ha sumado presión a la baja en el comercio interregional, particularmente en el Mercosur”.

3. El dólar se ha fortalecido y el índice de monedas emergentes ha retrocedido desde su pico de 2008, aún incluso después de la recuperación entre 2009 y 2011. “Un dólar más fuerte y precios de los commodities a la baja condicionan estructuralmente a la región”, señala el informe de Epstein, sugiriendo que esos países deben deslizar su moneda para corregir desequilibrios en la balanza de pagos. De todos modos, indica que “lo positivo de este proceso y, a diferencia de los años 80 y 2000-2002, es que se producen con reservas acumuladas en los bancos centrales (a excepción de Venezuela y Argentina justamente)”.

4. Otra señal negativa proveniente de la economía mundial es que la tasa de referencia de Estados Unidos (de la Reserva Federal), luego de un período prolongado de tasas cercanas al 0 por ciento, la expectativa apunta a que esta semana en la reunión de directorio de la banca central estadounidense se decida subirla. Los expertos en finanzas esperan ajustes graduales al alza evitando la FED un sendero empinado, pero la tendencia ya habrá cambiado. “Habrá que ver si el mercado condicionará de ahora en más las posibles emisiones futuras externas de mercados emergentes, bonos de alto rendimiento y de Argentina en el mercado de deuda voluntaria”, apunta el informe de Research for traders.

5. La quinta amenaza externa proviene del mediocre crecimiento mundial que apenas se ubica por encima del 2 por ciento, por debajo de los valores del 2004-2007. Los motores del crecimiento durante la primera década del nuevo siglo estuvieron en los países Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Ahora dos de ellos (Brasil y Rusia) están en recesión, y la potencia China se encuentra en franca desaceleración. Sólo India mantiene tasas de crecimiento elevadas. De ese modo, las potencias emergentes han dejado de traccionar la actividad económica global. El informe de FIDE explica que el Plan Quinquenal de China (2016-2020) proyecta un crecimiento del PIB anual promedio del 5,9 por ciento, la mitad del que proyectó al gigante asiático a las ligas mayores de las potencias mundiales. La estrategia económica china es crecer menos y sustituir importaciones apuntando a que el motor de la actividad sea el mercado interno más que el sector externo. Esa sustitución queda reflejada en la caída del contenido importado de sus exportaciones industriales que pasó del 75 al 35 por ciento de mediados de los años noventa a 2012.

En la economía internacional no solo persisten los factores que contribuyeron a la irrupción de la crisis 2008-2009, sino que la evolución de las principales economías emergentes no resulta alentadora. Además, la actual fase de la globalización dominada por las finanzas acentúa la inestabilidad de la economía real. FIDE denomina esta situación como “tormenta perfecta”. Se combina el fin del auge en el mercado de materias primas, la desaceleración de China, la debilidad del comercio internacional por la caída de la demanda mundial, la recesión de Brasil, el fortalecimiento del dólar y el probable aumento de la tasa de interés de Estados Unidos. Por ese motivo, una megadevaluación aporta poco y nada a la competitividad exportadora y si viene acompañada de un ajuste fiscal y monetario sólo se agravarían las tensiones internas.

La ortodoxia que ocupa puestos relevantes en el gobierno de Macri quiere presentar esa estrategia regresiva en términos económicos y sociales como inevitable. No lo es. Es bastante probable que su maquinaria de marketing electoral respaldada por los grandes medios amarrillos busque trasladar la culpa de los efectos negativos de esa política económica al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Pero si el gobierno de Macri quiere alejarse de una fuerte recesión en 2016 debería dejar sus convicciones ortodoxas en la puerta de la Casa Rosada. En caso contrario, las indudables tensiones internas y externas las convertirá en una recesión. Si Macri no sabe discriminar entre discurso opositor y gestión de gobierno deberá asumir la responsabilidad política de sumergir a la economía argentina en una crisis.

azaiat@pagina12.com.ar

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Las promesas y el “colchón”
Por Raúl Dellatorre - Página/12 - Sunday, Dec. 13, 2015 at 1:18 PM

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Prat-Gay, ministro de Hacienda, jura que no tiene “la bola de cristal” como para dar fechas. Imagen: Leandro Teysseire

Domingo, 13 de diciembre de 2015 | ECONOMIA › POR QUE NO SE TOMARON LAS MEDIDAS QUE SE PROMETIERON PARA “EL PRIMER DIA”

Macri había hablado de unificar el tipo de cambio, liberar el cepo y levantar las retenciones el mismo 11 de diciembre. No ocurrió y ahora se habla de un “colchón” de divisas y se admite que “la situación no es crítica”.

La puesta en marcha del nuevo plan económico, en base a las medidas que Mauricio Macri y su equipo prometían implementar no bien asumieran, se está haciendo esperar. Las primeras apariciones públicas de los flamantes ministros Alfonso Prat-Gay (Hacienda y Finanzas) y Ricardo Buryaile (Agroindustria), fueron utilizadas para volver a explicar medidas sobre las que “ya hay decisión tomada”, pero que recién se aplicarán “cuando estén dadas las condiciones”.

El primer contacto del ya designado titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, provocó el primer cortocircuito con los principales banqueros del país, ante quienes advirtió que el Gobierno pretendía practicar una quita sobre el precio a pagar por los contratos de dólar futuro que aquellos habían adquirido. Para peor suerte del Gobierno, buena parte de esos contratos de dólar futuro estarían en manos de empresas exportadoras cerealeras, de las cuales el Ejecutivo está esperando un “gesto” anticipando la liquidación de operaciones de exportación. La devaluación del “día después” no fue tal, y el gobierno quedó enredado en su propio discurso de campaña para poner en marcha el plan. Días más o menos, lo logrará, aunque no de la forma prevista y pagando algunos costos que no aparecían en la cuenta dos semanas atrás.

¿Por qué no se unificó el mercado cambiario con un dólar a quince, lo que se iba a hacer un día después de hacerse cargo del gobierno? El propio Macri, adoptando el discurso de sus economistas más ligados a la ortodoxia financiera (Prat-Gay y Melconian), postulaba que el “levantamiento del cepo” iba a provocar un aluvión de ingreso de dólares, que iban a sobrar y no faltar divisas, y que por lo tanto no había que temer por una disparada del valor del dólar. Ni siquiera les preocupaba que, como planteaban, el Banco Central ya pudiera estar “sin reservas”.

Lo expresado en estas primeras horas de gestión del macrismo evidencia un cambio de opinión al respecto. “La situación económica no es crítica”, admitió Prat-Gay ese viernes, lo cual corroboró al no pedir siquiera un feriado cambiario o bancario para la transición. Todo siguió funcionando sin sobresaltos. Sin embargo, el equipo económico resolvió postergar la reunificación cambiaria hasta conseguir, previamente, un “financiamiento puente” a través de préstamos de bancos extranjeros, que le otorgarían el colchón de reservas que ahora se considera necesario para llevar el dólar a un valor cercano a quince y levantar las restricciones a la venta. “Estamos trabajando en los mecanismos de un financiamiento puente para que ingresen los dólares lo más rápido posible”, expresó Prat-Gay este viernes. ¿Cuándo se levantará el cepo?, le preguntaron. “Lo más rápido posible, cuando estemos listos. No tengo la bola de cristal”, respondió.

Antes de las elecciones, Cambiemos sí parecía tener esa bola, que le decía que la fecha era el 11 de diciembre, primer día de gestión. Perdió la bola o no funcionó. Pero lo más palpable es que el gobierno entrante perdió la confianza que tenía, antes de asumir, en la automaticidad que suponía que iba a tener la eliminación del cepo como método de inspirar confianza y atraer inversiones. Ahora consideran necesario contar con un “colchón” de dólares que, en principio, le brindarían los bancos extranjeros, por una suma que se calcula entre 5000 y 7000 millones de dólares.

Buryaile dejó atada, a su vez, otra medida que se proponía de aplicación inmediata, como la baja de retenciones a la soja y la eliminación para todos los demás productos agropecuarios exportables, a que previamente se defina la devaluación. “La decisión de eliminar las retenciones está tomada, pero su aplicación dependerá del momento de la reunificación cambiaria. Sin previsibilidad sobre el valor del tipo de cambio (es decir, mientras se siga esperando una devaluación), nadie venderá” (los dólares obtenidos por exportación, en el mercado oficial). La definición de Buryaile de este viernes exime de comentarios. A quienes le prometieron la devaluación, más una baja o eliminación de retenciones (los exportadores), no liquidará hasta tener ambas. Y estas divisas de las exportaciones es parte esencial del refuerzo de las reservas que espera el nuevo gobierno. Pero no entrarán si antes no se devalúa. Y no se devaluará si antes no se consigue un colchón de reservas. Entonces, la clave estaría en los préstamos bancarios del exterior.

Sturzenegger fue designado para reemplazar a Vanoli, quien presentó su renuncia esta última semana. Para tratar de minar su permanencia, Cambiemos se había dado en las últimas semanas una política de asedio y denuncia, de la cual Prat-Gay admitió en las últimas horas haber sido el impulsor. Le cuestionaron las operaciones del Banco en el mercado de dólar futuro, por las cuales le aseguraba a quienes contrataran la operación un valor del dólar de 10,50 a 11 pesos para dentro de seis a nueve meses. Si el dólar llegara a esa fecha a un valor mayor, el Banco Central debía compensar la diferencia en pesos.

En campaña, Cambiemos denunció estas operaciones buscando imputar a Vanoli por las mismas. Este viernes, Sturzenegger enfrentó a los banqueros señalando que la autoridad monetaria no iba a reconocer el costo de dichas operaciones, considerando que habían especulado con una ganancia segura sobre las arcas públicas, dado que la devaluación estaba cantada. La respuesta le elevó el tono a la confrontación. Los banqueros, no tan heridos en su orgullo como en sus bolsillos, ya que la operación involucraría un costo de unos 70 mil millones de pesos, reaccionaron advirtiendo que lo que estaba proponiendo Sturzenegger suponía llevar al BCRA a un default técnico sin precedentes, por incumplimiento de un contrato que era absolutamente legal. Y que semejante medida, incluso si se redujera al pedido de una quita sobre el valor que le correspondería cobrar a los contratistas de la operación de dólar futuro, tendría como respuesta un retiro de la colaboración de los bancos con el gobierno. Esto incluye condicionar el prometido crédito externo por cinco a siete mil millones de dólares: la llave para acceder a la devaluación.

El discurso de campaña era simple: levantar el cepo para que todos los mecanismos de la economía, inversión y producción, se pusieran en marcha. La realidad resultó algo más compleja, sobre todo si el Estado se corre de su función de regulador y deja todo en manos de sectores con hambre de lucro. Prisionero de sus propias promesas, ahora necesita buscar equilibrio entre sus propios aliados, los beneficiarios de las medidas. El resto de la población, el que ya está pagando los aumentos de precios, es parte de otra historia.

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Cómo vender una devaluación
Por Raúl Kollmann - Página/12 - Sunday, Dec. 13, 2015 at 1:20 PM

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Domingo, 13 de diciembre de 2015 | LOS ESPECIALISTAS ANALIZAN EL MENSAJE ECONOMICO DEL NUEVO GOBIERNO

Como es mala palabra y se asocia directamente a los grandes aumentos de precios, el precio del dólar está en el centro del discurso. El “sinceramiento” y el recurso de echarle la culpa a la “pesada herencia”.

Los consultores en campañas electorales coinciden en que la devaluación es mala palabra para la opinión pública argentina, en especial porque los ciudadanos tienen malos recuerdos. Todos vinculan devaluación con aumentos de precios, algo que ya ocurre en las últimas semanas. Para algunos consultores, el precio del dólar ya está asumido y todo dependerá de cómo el gobierno de Mauricio Macri maneje la cuestión de los precios. Para otros consultores, en cambio, la administración Cambiemos necesita presentar la devaluación y los aumentos como otra cosa, como un sinceramiento de problemas dejados por el kirchnerismo. En lo que todos coinciden es que se trata del primer desafío, el más delicado, con limitantes serias: el ciudadano común estará atento a que no exista un ajuste ni se perjudique a la mayoría ni se pierdan puestos de trabajo.

“Para los argentinos, lamentablemente, la devaluación es parte del folklore de nuestros ciclos económicos”, analiza Federico Aurelio, titular de Aresco. “Las distintas crisis a lo largo del tiempo provocaron numerosas devaluaciones y sus implicancias económicas nos han ejercitado en la necesidad de toma de decisiones económicas con una frecuencia poco normal. El contexto actual respecto a la devaluación es contradictorio, como lo es la apreciación de los votantes tanto de Macri como de Scioli sobre muchas de las medidas que va a tener que tomar el gobierno actual. Esto presenta distintos dilemas a la hora de decidir las medidas económicas. Primer dilema: el 58 por ciento de los argentinos prefiere medidas graduales respecto a tomar medidas rápidas en los primeros días. A su vez el Gobierno debe tomar decisiones en los primeros días que permitan generar un shock de confianza en la economía. Segundo dilema: la mayoría de los argentinos consideran que hubo en todos estos tiempos devaluaciones pero no quieren que haya una nueva devaluación. Tercer dilema: la mayoría de los argentinos quiere que se levante las restricciones para comprar dólares pero dudan de levantarlo si esta medida implica la devaluación del peso. Sin duda ante la inminente devaluación del dólar oficial, la repercusión que pueda tener en los precios (que ya fueron fagocitados intensamente en las últimas semanas) y por lo tanto la incidencia en el bolsillo de los argentinos va a marcar el humor social con estas medidas económicas”.

Para Hugo Haime, titular de Haime y Asociados, “gran parte de la población tiene descontado que el valor del dólar, cuando sea único, va a estar cercano a los 14/15 pesos. Así que ya el actual gobierno tiene ganados algunos pasos sobre lo que vendrá. Nadie se asombrará demasiado sobre el precio del dólar pero, claro, el tema está en las consecuencias practicas de la devaluación sobre la vida cotidiana de la gente. Eso dependerá de las capacidad para evitar saltos abruptos en los precios que muestre el actual equipo económico. Ahora sobre que se le dice a la población tenemos ejemplos a la vista. Menem, al asumir, puso un dólar recontraalto con la idea de cortar las expectativas devaluacionistas y asi lo explicó. Ante la hiperinflación alfonsinista la explicación funcionó. Néstor Kirchner había definido la necesidad de un modelo que se constituía para ser exitoso con un tipo de cambio competitivo mas superávit fiscal y comercial. La devaluación ya la había hecho Duhalde. Cristina devaluó, pero sostuvo que eran golpes de mercado. Asi que ahora le toca a actual gobierno dar su explicación. No creo que sea muy distinta a la que ya ha dado respecto a la necesidad de quitar el cepo y tener un dólar único y, repito, dependerá de cómo afecte los precios y de su capacidad para generar acuerdos de precios con empresarios y de dejar a las paritarias hacer su trabajo. El modo en que quite el cepo repercutirá sobre la opinión publica. Seguramente será una de las primeras pruebas serias que deberá pasar. Veremos. Es un capitulo abierto”.

Para Manuel Mora y Araujo, de Ipsos-Mora y Araujo, “el argentino medio es antidevaluación. La sola idea lo asusta o le despierta malos augurios. Somos una opinión pública que se siente cómoda con el peso fuerte. Los devaluacionistas –que los hay, sobre todo entre los empresarios y los economistas– suelen alegar, racionalmente, que la gente no entiende qué es lo mejor para todos. Si el Gobierno considera necesario devaluar, en primer lugar debe ser consciente de que va a pagar un precio político. Es una intervención quirúrgica, y nadie se pone contento con eso aunque sea la condición para recuperar la salud. En segundo lugar, debe tener preparado un paquete antirecesivo y antiinflacionario. Si la receta fuese un ajuste recesivo, no habrá milagros: a la opinión pública le caerá mal. Además, ya sabemos que por ese camino a la larga los problemas no se resuelven; sólo sirve para ganar tiempo”.

“Una devaluación está muy mal vista por la ciudadanía”, coincide Artemio López, de Equis. “Siempre se la encubre o desplaza en su visibilidad transformándola en otra cosa. En esta oportunidad se presenta la devaluación como una consecuencia inevitable, sin que la decisión sea responsabilidad de sus autores. En efecto en el caso del macrismo, el nombre elegido para encubrir la devaluación es sinceramiento, que incluye además de la devaluación, endeudamiento externo y quita de retenciones, y un ajuste que recaerá sobre millones de usuarios de electricidad y gas. Como bien señala David Cufré en este mismo matutino, ‘todo ese paquete no lleva como nombre plan bomba, sino que sus defensores le eligieron uno más vendible para las corporaciones mediáticas que lo publicitan. Se trata del sinceramiento, y a bailar en el balcón’. Las consecuencias de la devaluación se afrontan forzando los mecanismos institucionales disponibles para amortiguar el denominado pass through, el impacto del nuevo valor del dólar sobre los precios domésticos. Por parte del gobierno, implementando controles de precios férreos y regulando el mecanismo de formación de los mismos. Desde la sociedad civil, apelando a la organización y la lucha para actualizar ingresos mediante los múltiples dispositivos disponibles. Debe recurrirse a organizaciones sociales y gremios. Se trata de estructuras de representación popular, por cierto muy empoderadas tras más de una década de generacíón de empleo robusta y crecimiento exponencial del número de afiliados que, por citar un caso emblemático, el Smata, pasó de 50.000 afiliados en 2003 a 250.000 hoy”.

“Obviamente no existe una receta formal cuyos ingredientes posean la capacidad certera para preparar a la opinión pública frente a una devaluación y sus consecuencias”, redondea Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP). “Macri, meses atrás, manifestó la salida inmediata del cepo cambiario. De esta manera se prenunciaba una devaluación que, al menos, se estimaba en un porcentaje similar a la diferencia entre el dólar oficial y el blue. Luego vino el silencio; la campaña de Cambiemos transitó los últimos meses y hasta el balotaje sin dar precisiones acerca de la economía. Es posible concluir que para el 51 por ciento que votó a la fórmula Macri/Michetti importó más la necesidad de terminar con la orientación kirchnerista y optar por un cambio genérico, global y sin definiciones concretas, con más formalismo que realidades concretas. Llegó el tiempo de las definiciones y el equipo económico que conduce Alfonso Prat-Gay debe afrontar los cambios prometidos. Ya no se habla de eliminar el cepo en un día, son conscientes de la imposibilidad de hacerlo. Las tres semanas transcurridas entre el balotaje y la asunción del nuevo presidente situaron a los argentinos frente a una nueva realidad: los precios se acomodaban de manera inexorable al supuesto de la devaluación. Llegó el tiempo de las efectividades conducentes. Frente a cualquier decisión no alcanza con el diálogo: lo que a algunos sectores los favorece a otros –seguramente– los perjudicará. Y en tal sentido, los primeros cien días serán fundamentales, especialmente en la necesidad de instalar en la opinión pública la percepción de que este gobierno tiene controladas la totalidad de las variables relacionadas con la economía. Esto es lo que en definitiva impacta en la opinión pública; ya no alcanza con culpar a la gestión que los antecedió”.

Eduardo Fidanza, de Poliarquía, piensa que “la gente no parece muy consciente de los efectos de la devaluación. Lo que sí hay es un registro del gran aumento de precios que ocurrió en los últimos días. En general, las expectativas de la población son positivas para el nuevo gobierno. Más del 60 por ciento estima que la situación del país va a mejorar. Creo que la situación para el nuevo gobierno es difícil. No será un gobierno de derecha, por cuanto ha hecho hincapié Macri en la lucha contra la pobreza como uno de sus objetivos básicos. También habló de un Estado presente para los que más lo necesitan. Hay que ver cómo se plantean las relaciones con la elite de poder económico. El nuevo gobierno tiene que encontrar, a la vez, los incentivos, la persuación y los recursos de autoridad para atraer capitales. Por otra parte, es indispensable un acuerdo con empresas y sindicatos y un esquema de esfuerzos mancomunados con las provincias. Paradójicamente, tal vez para Macri será más fácil tratar con sus adversarios políticos que con el mundo de los intereses económicos”.

Carlos De Angelis, del Centro de Opinión Pública de la Facultad de Sociología de la UBA, “el valor del dólar en la Argentina está lejos de ser un dato económico, sino que tiene repercusiones profundas en la sociedad, más allá de las posibilidades reales de acceder el verde valor de cambio. La sociedad, en general, evalúa que una devaluación repercute en su capacidad de comprar, quizás sin comprender los intrincados mecanismos de trasferencia de recursos, pero siempre tiene claro que son afectados los más humildes. El anuncio de una devaluación importante, realizado en la campaña electoral, fue una preparación clara, pero al mismo tiempo desastrosa por el traslado adelantado a precios de los productos que tienen vínculos con el mercado mundial (alimentos) pero que arrastra al resto de la canasta. En este sentido, fue una devaluación ficticia, donde el valor del dolar aun no cambió, pero donde se experimentan sus efectos. Las consecuencias se vinculan, tanto con la voluntad del nuevo gobierno de recuperar el poder de compra de los salarios, o bien dando aumentos de sueldos o bien llamando a una paritaria adelantada. Si estos caminos no se transitan se podrá observar un incremento en la conflictividad sindical”.

raulkollmann@hotmail.com

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