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Macri elegido por parte del pueblo, gobierna de facto
Por Mario Otalvora - Thursday, Dec. 24, 2015 at 12:34 AM

El gobierno macrista está mostrando su verdadera cara de tiranía filo-fascista, está en este momento tapando las voces de todos aquellos que no están de acuerdo con su ideología que es la del gran capital y la embajada. Es momento de comenzar una larga reacción. Para manifestarse recurrir a todo medio que sea posible, medios alternativos, web, redes sociales, etc.

Lo importante es que el oligopolio de las corporaciones mediáticas locales, en sintonía con las clases dominantes y el poder económico (dependientes a su vez de los imperialismos de turno), construyen estructura ideológica afín en sectores significativos de la población.
En Argentina y muchos otros países, lo vienen haciendo por generaciones, y no van a tolerar que esto retroceda.

Por ello no solo deben eliminar todo intento de disentir con el pensamiento único que necesitan, sino volver a restaurar y de-construir en la población cualquier pensamiento crítico que se haya podido instalar.

Durante los gobiernos kirchneristas aparecieron programas periodísticos que destapaban las falsedades y mentiras de las corporaciones del poder económico (tales como el grupo Clarín, el diario La Nación,etc) y de funcionarios de la oposición . Como el caso de 678, que refuta la mentira utilizando información de archivo, por ejemplo afirmaciones diametralmente opuestas realizadas en distintos momentos por el mismo medio o personaje.

De aquí que en los regímenes autoritarios, una de las primeras medidas es contra la libertad de expresión, acallando las voces disidentes de periodistas y del pueblo. Este es el caso de las dictaduras cívico-militares liberales de los ‘70 que lo primero que hacían cuando asumían era tomar y silenciar a los medios de comunicación disidentes,. Pero también es el caso del gobierno de Macri, elegido por el pueblo pero que está gobernando de facto.

Cuando Macri llegó al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y radio Ciudad pasó a su órbita, eliminó de un plumazo el programa Leña al Fuego del periodista opositor Herman Schiller. Hace poco mintió en la campaña electoral diciendo que ‘habrá libertad de expresión’ y hoy eliminó el programa de TV 678 del canal oficial.

Pero la situación es muy grave, el primer día de gobierno, Mauricio Macri fulminó la Ley de Medios contra los monopolios con un DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia). Luego el milico Aguad (por su vínculo con el dictador Luciano Benjamín Menéndez) nombrado como ministro de Comunicaciones anunció un decreto para intervenir el AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) y el AFTIC (Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones).

Para imponer el plan neoliberal del FMI, que es similar al que padeció Argentina 1990/2001 y actualmente, España y Grecia, es decir plantar medidas para el saqueo del gran capital y la total entrega del país al extranjero con un ajuste salvaje y represión para el pueblo, necesitan al menos un blindaje mediático, una única voz no crítica. No cambiemos futuro por pasado.


No equivocarse, Cambiemos es mucho más que un conglomerado meramente local

La coalición de derecha, Cambiemos, cuya columna vertebral es el PRO, es un partido auspiciado por diversas agencias federales del gobierno de Estados Unidos –como la NED, el Fondo Nacional para la Democracia; o la USAID, y otras por el estilo- o por ONGs internacionales que actúan eficaz -si bien indirectamente- en la región a través de la mediación de dos lenguaraces hispanoparlantes: José M. Aznar, desde España y Álvaro Uribe en Colombia. Son ellos a quienes el imperio les asignó la tarea de coordinar y administrar financieramente el proyecto de reinstalar a la derecha en el poder en la región, para lo cual promovieron la modernización de las arcaicas derechas latinoamericanas, renovaron sus vetustos cuadros y estilos comunicacionales y desplegaron una fenomenal campaña de articulación continental de medios de prensa que, con tono invariablemente monocorde hostigan a los gobiernos de izquierda o progresistas de la región a la vez que ensalzan los grandes logros democráticos y sociales de México, Colombia, Perú o Chile.

En la pasada elección presidencial los estrategos de Cambiemos se las ingeniaron para aglutinar en torno a su candidato a políticos y militantes procedentes del peronismo y, en gran medida, de la casi difunta Unión Cívica Radical.

Dado lo anterior Cambiemos será un hueso duro de roer para los sectores populares en la Argentina porque a diferencia de sus predecesores cuenta con el apoyo de una poderosa coalición conformada por la clase dominante local, la oligarquía mediática, “la embajada” y el capital internacional. No hay que equivocarse.

Cambiemos es mucho más que un conglomerado meramente local; es la expresión nacional de la contraofensiva del imperialismo; es su bien afilada punta de lanza utilizada para cortar de cuajo el eje Buenos Aires-Caracas. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la actualidad Argentina se ha convertido en una pieza importante en el tablero geopolítico del hemisferio cuyo control Estados Unidos ansía recuperar lo antes posible.
Una Argentina que asuma integralmente, como lo ha hecho el nuevo presidente, la agenda de Estados Unidos para la región (agredir a Venezuela, cosa que hizo en la reunión de presidentes del Mercosur en Asunción; enfriar las relaciones con Bolivia, Cuba y Ecuador; tomar distancia de China y Rusia; apoyar la fantasmagórica Alianza del Pacífico y el Tratado Trans Pacífico; “reformatear” en clave ultraneoliberal al Mercosur; sabotear a la UNASUR y a la CELAC, etcétera) es una valiosa ayuda en una coyuntura internacional tan erizada de peligros como la actual. No sólo para facilitar la erosión de la Revolución Bolivariana en Venezuela, como se comprobó en las elecciones que tuvieron lugar en ese país el pasado 6 de Diciembre, sino también para aumentar la presión destituyente sobre Dilma Rousseff. El expresidente brasileño Fernando H. Cardoso había anticipado, a comienzos de Noviembre, que un triunfo de Macri facilitaría el desplazamiento de Dilma.5 Y eso es lo que ha venido ocurriendo.
Por eso la Argentina ha adquirido ante los ojos de Washington una importancia que, me atrevería a decir, jamás había tenido antes. Cierra el perverso triángulo, hasta ahora incompleto, con Aznar y Uribe; debilita a Maduro y facilita la destitución de Dilma y dispara en la línea de flotación de la UNASUR y la CELAC. Por eso los voceros del imperio, aquí y allá, han prometido una ayuda financiera muy significativa para “bancar” los primeros meses del gobierno de Macri y colaborar con él en su cruzada restauradora. Y hasta ahora, a dos semanas de la asunción del nuevo presidente, han cumplido y nada hace suponer que Washington abandonará esta postura en los próximos años.

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