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Hora de pensar en las nuevas insurgencias
Por Roque Castillos - Friday, Dec. 25, 2015 at 10:48 PM

A través de los mecanismos electorales, las grandes mayorías están refrendando de hecho las políticas reaccionarias y destructivas que imponen los bancos y las corporaciones transnacionales. Festejan los terratenientes, los importadores y los especuladores financieros, festeja el gobierno de los EEUU promotor activo del fenómeno. Pese a la música es la misma de siempre, los pasajeros aplauden entusiasmados la orquesta, olvidando que el Titanic se dirige rumbo al infierno.

Jorge “Tambero” Zabalza: La hora de pensar en las futuras insurgencias
resumenlatinoamericano.org

Texto leído por el luchador revolucionario uruguayo Jorge “Tambero” Zabalza durante la presentación de su libre “LA EXPERIENCIA TUPAMARA” , en un vibrante acto realizado el pasado 22 de diciembre en Montevideo.

Este trabajo se agrega a una nutrida serie de ensayos y relatos. De ellos quiero destacar “La revolución necesaria” de Andrés Cultelli y “La derrota en la mira” de Jorge Torres, poco conocidos, pero imprescindibles a la hora de profundizar en los errores de concepción que condenaron el movimiento guerrillero a la derrota.
De igual manera, una visión crítica del proceso no puede prescindir de los varios libros de Clara Aldrighi, de Samuel Blixen, como tampoco de “Los ovillos de la memoria” y “Rehenas”, elaboración colectiva de las compañeras.
No menos importantes es el rescate de valores revolucionarios que hacen los poemas de Miguel Angel Olivera, las artesanías conservadas en el Museo de la Memoria, el almanaque de Jorge Tiscornia, los artículos de Jorge Rossi, el documental “El círculo”, así como otras expresiones artísticas de muy diversa índole. El presente ensayo saltea el análisis de 1973 y 1974, los años de la agonía luego de los golpes mortales de 1972 pero, al respecto, el autor recomienda la lectura de Clara Aldrighi y Guillermo Waksman sobre los tupamaros en Chile y la historia de vida de Víctor Estradet.
Más allá de los diferentes puntos de vista que puedan existir, el espíritu de “La experiencia tupamara” es complementar estas obras. Su conjunto permitirá a los historiadores hacerse una composición aproximada de lo que fue la historia de la generación que protagonizó el proceso guerrillero en el Uruguay de los ’60 y ’70.

“La experiencia tupamara” viene al mundo en un contexto de derechización electoral. A través de los mecanismos electorales, las grandes mayorías están refrendando de hecho las políticas reaccionarias y destructivas que imponen los bancos y las corporaciones transnacionales. Festejan los terratenientes, los importadores y los especuladores financieros, festeja el gobierno de los EEUU promotor activo del fenómeno. Pese a la música es la misma de siempre, los pasajeros aplauden entusiasmados la orquesta, olvidando que el Titanic se dirige rumbo al infierno.

Actualmente, en América Latina, las oligarquías y el imperio logran sus objetivos sin recurrir al terrorismo de Estado como hicieron en el siglo XX. Para mantener viva la amenaza que acecha desde los cuarteles les basta con sacar a relucir su “brazo policial” cada tanto y puntualmente. Se promete un “cambio” que, en verdad, es el retorno a la ferocidad y el salvajismo.

En definitiva para eso los burgueses inventaron su democracia, para obtener el consentimiento de las grandes mayorías sin ejercer abiertamente la violencia, para dejar que los pueblos elijan “representantes” que en realidad “representarán” los intereses económicos de la clase dominante.

A la derechización electoral contribuye graciosamente el progresismo, que en los ’90 llegó montado en las movilizaciones populares contra las políticas neoliberales, prometiendo hacer temblar las raíces de la sociedad. La gente creyó que cambiaría el mundo, pero el progresismo se transformó rápidamente en operador de los planes de los grandes capitales.

Los caudillos progresistas se encargan de obtener el apoyo popular a gobiernos que amparan y promueven el crecimiento exponencial de las ganancias de los bancos y las corporaciones transnacionales. Mantienen en la pasividad al movimiento de masas mediante políticas asistenciales y la prédica de que el capitalismo es inmortal y la revolución social un imposible. Educan para la paciencia, como enseñaba el compañero Helios Sarthou.

La vanguardia de esa campaña de despolitización son los apóstatas (NR los que cambian de doctrina).
A partir de la autoridad política que proviene del sacrificio de una generación entera, estos ex-guerrilleros están siendo los más eficaces impulsores de la conciliación de clases. La primera línea de la defensa de un sistema que convocaron a derribar. Para ello se encargan de tergiversar la historia y desprestigiar el coraje y el heroísmo de la generación del Ché Guevara. Nunca más revolución es su consigna. La sustituyen con la cháchara sin sustancia del pragmatismo y la lógica de los mercaderes del templo. Su más evidente defección ética y moral aparece en la defensa cerrada de la impunidad de los criminales de lesa humanidad, pero su mayor servicio lo prestan en la preparación del aparato policíaco-militar para reprimir las actuales y futuras luchas populares.

El objetivo principal de “La experiencia tupamara” es pensar críticamente el pasado y asumir las responsabilidades que nos caben, reafirmar el valor del pensamiento crítico, la más poderosa de todas las armas revolucionarias. Bucear en el militarismo y el aparatismo que condujeron al fracaso la tentativa revolucionaria de los ’60, para contribuir a la elaboración de las estrategias y las tácticas de las insurgencias que vendrán.

Mientras lo viejo no haya sido cuestionado a fondo, las ideas derrotistas, de renuncia y entrega, podrán seguir haciendo su trabajito de zapa y debilitando las intenciones y las esperanzas de liberar a la sociedad de la esclavitud del trabajo asalariado. Corregir no es arrepentirse, es simplemente pensar en desterrar del pensamiento las concepciones que causaron la derrota popular. Saber lo que no se quiere hacer.

A corto o mediano plazo, las consecuencias sociales de la voracidad capitalista agravan a tal punto la situación de los asalariados, que los versos ya no pueden ocultar la realidad, los caudillos progresistas pierden predicamento y dejan de cumplir su función en la superestructura.
Algunos sectores oprimidos comprenden que no les queda otro remedio que salir a la calle, a luchar directamente para resolver sus problemas, sin representantes algunos. En esas luchas puntuales hay quienes descubren la naturaleza real del sistema político. Escapan de la trampa electoral y la manipulación demagógica.
Cansada de expectativas que no se traducen en hechos se vota a los ortodoxos de derecha, mucho más para castigar que por el hipnotismo de las campañas mediáticas.

Muchos de ellos comprenden que el voto es un instrumento inútil para resolver los problemas de la desigualdad y la injusticia social. Pueden enlentecer la toma de consciencia, pero no impedirla. Aún en la pasividad general a que está reducido el pueblo trabajador, cada tanto aparecen muestras de sus reservas de dignidad y espíritu combativo.

Ahí están los núcleos que pelean sin desfallecer por Verdad y Justicia, obligados a debatir tanto contra los argumentos más reaccionarios como contra las políticas de olvido y perdón del progresismo. Ahí están las luchas en defensa de la tierra, el aire y el agua con un componente local muy fuerte: Cerro Chato, Tacuarembó, el Sauce, La Paloma, Paysandú, Lavalleja, Suárez (victoria bien de abajo que detuvo la instalación de una cantera depredadora). El principal obstáculo para crear consciencia viene directamente del gobierno, por lo cual la lucha por el medio ambiente es realmente esclarecedora. Ahí están los municipales de todo el país…. ya saben que a la hora de fijar el monto del salario y mejorar condiciones de trabajo, el patrón es patrón por mucho que se digan comunistas, socialistas o tupamaros. También aprendieron mucho los trabajadores de la enseñanza al verse enfrentados al decretazo de esencialidad y los de la construcción en su lucha por la ley de responsabilidad penal empresarial. Ahí están los “peludos” en Bella Unión mostrando un camino para acceder a la tierra y escapar a la zafralidad, mientras de paso, como antaño, se coloca sobre la mesa la reforma agraria, una solución de fondo planteada en el curso de una lucha reiveindicativa.

Tal vez, como sugiere “La experiencia tupamara”, sea en esos picos de ascenso que se crea la necesidad de organizar nuevos instrumentos políticos.
Podrá ser mañana o dentro de cincuenta años, pero en esos conflictos sociales, por muy puntuales y episódicos que sean, los que luchan toman distancia del verso que oscurece la razón y ganan en independencia respecto al progresismo.
En estados de subjetividad semejantes estuvieron los orígenes del MLN (T) a principios de los ’60 y los del Frente Amplio en el ’70. Hoy día ya es necesario un instrumento político de nuevo cuño capaz de rechazar y resistir la represión que se prepara en los ministerios encabezados por ex-guerrilleros.

En estos tiempos de sequía y quietud, “La experiencia tupamara” suma esfuerzos a los núcleos que comprenden la necesidad de hacer una revolución social. Se impone esperar pacientemente el big bang, el momento en que la democracia burguesa deja de satisfacer las necesidades políticas de sus inventores y la clase dominante quiebra la legalidad y las instituciones.
Entonces el mucho palo dado pa’que aprendas desata en los apaleados el deseo de quitarse de encima el yugo de clase.
El estallido no depende de la voluntad militante de los núcleos, sino de la extensión y profundidad de la consciencia, es preciso respetar los tiempos y la velocidad del movimiento de masas, cosa que no quiere decir inacción y pasividad sino adecuar la acción al grado de comprensión general, en particular y especialmente, en cuanto a la dosificación en el empleo de la violencia revolucionaria. Es la lección primera y primaria de la historia del movimiento guerrillero en Uruguay.

La “operación retorno”, a lo Macri o a lo M.U.D o a lo que se viene en Brasil, comienza con la criminalización de la protesta por parte de los operadores mediáticos del progresismo.
En la batalla de ideas, una de las metas de las élites de derecha es el desprestigio y la satanización de las ideas emancipatorias. Por eso mismo, la acción no debe causar rechazo en los sectores populares más despolitizados, no es inteligente facilitar el ataque de la derecha ortodoxa y sus medios de manipulación mediática, ni hacerle campo orégano al discurso afinado conque el progresismo condena la protesta.

Está entablada entonces la batalla de ideas al decir de Fidel Castro, entre los que quieren mantener el sistema de opresión y esclavitud y los que luchan por la liberación social.

“La experiencia tupamara” se aleja de la tesis de conquistar colina tras colina por la vía electoral, tesis cuya máxima aspiración es llegar al gobierno de la república burguesa y encontrarse conque el poder real no estuvo en juego en las elecciones, que por encima de los partidos electorales deciden las grandes corporaciones transncacionales, los bancos internacionales y los aparatos policíaco-militares.

“La experiencia tupamara” sale al público afiliada a las ideas de revolucionar la sociedad, de liberarla del Estado burgués, de transformar las mujeres y hombres del capitalismo en las mujeres y hombres de la revolución social. “La experiencia tupamara” piensa en futuras insurgencias, no en organizar campañas electorales.
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Después del Balotaje
Por Robles/Rebelión - Tuesday, Dec. 01, 2015 at 10:51 PM

La tremenda tristeza que produce ver que este pueblo que protagonizó la heroica pueblada del 2001, que hizo temblar las estructuras de la institucionalidad burguesa, 15 años después haya optado por dos alternativas de derecha y entre ellas, ungió a la peor...


Después del Balotaje
Algunas breves reflexiones sobre la elección de Mauricio Macri como presidente del país
Gustavo Robles
Rebelión
30-11-2015

1- Hay que comenzar señalando la tremenda tristeza que produce ver que este pueblo que protagonizó la heroica pueblada del 2001, que hizo temblar las estructuras de la institucionalidad burguesa, 15 años después haya optado por dos alternativas de derecha y entre ellas, ungió a la peor.

Macri evidentemente ganó con millones de votos de trabajadores, lo que indica la nefasta influencia del kirchnerismo en el nivel de la consciencia popular, empujándola hacia la derecha. Humildes explotados que cansados de la mentira, el engaño, la soberbia, la prepotencia, el punterismo, la patota, la corrupción y la precarización laboral kirchnerista, se volcaron a la alternativa que visibilizaron como la única que podía derrotarlo, aunque esta fuese aún más de derecha.

2- Sin embargo, el triunfo fue más ajustado de lo que se pensó. Si bien los 13 millones de votos que obtuvo el lacayo de la Embajada yanqui fueron más que los casi 12 que sacó CFK en el 2011 (54% de los votos afirmativos, 38% del padrón), representan sólo el 40% del padrón.
Macri va a asumir con un margen de maniobra acotadísimo, no sólo porque sólo obtuvo menos de 3 puntos de diferencia con Scioli, sino porque va a tener el Congreso en contra, donde el kirchnerismo tiene quórum propio en el Senado y es la primera minoría en Diputados. Eso lo va a obligar a negociar sus políticas, porque gobernar recurriendo permanentemente a decretos de necesidad y urgencia, deslegitimaría su administración ante la población.

3- Las relaciones con los países hermanos de Latinoamérica que han encarado alguna forma de política antiimperialista se verán resentidas, evidentemente. Sobre todo con Venezuela, a la que el contrabandista de autopartes ya le ha dedicado su tiempo más de una vez para criticarla.
Macri se alineará con el establishment global, como lacayo asumido del imperialismo yanqui y europeo.

4- A pesar de su impronta noventista, Macri no las tendrá todas consigo para aplicar políticas antipopulares: aunque suene contradictorio con el resultado de la elección, este pueblo no es el mismo que el aquel que asumió sumisamente (salvo dignísimas excepciones) las políticas neoliberales aplicadas por el menemismo (con el apoyo de los Kirchner) como la salvación para la hiperinflación y el descalabro económico alfonsinista; éste es el que surgió de la lucha contra esas políticas y estalló en el 2001.
Un pueblo que sale a la calle a luchar y a hacer piquetes cuando se siente agredido y avasallado. Además, deberá lidiar con el aparato punteril pejotista y los sindicatos.
Tendrá que hacer un fino equilibrio con todo ello si quiere terminar su mandato y no emular a De La Rúa escapando en helicóprero.

5- Un párrafo final para el kirchnerismo: la imagen final de CFK, a la que escondieron en un baúl para que no generara más rechazo del que ya había generado, fue la forma de reconocer que el oficialismo debía negarse a sí mismo para tener alguna posibilidad de ganar las elecciones. Final de ciclo acorde de una corriente nefasta.

6- Cuando CFK le entregue el bastón presidencial al contrabandista de autopartes, el kirchnerismo habrá completado el ciclo para el que fue concebido:

a) Reconstruír la institucionalidad del estado burgués
b) Entregarle el país atado de pies y manos al imperialismo
c) Entregarle el gobierno a la derecha explícita que se había tenido que esconder bajo tierra en el 2001

7- Que se hagan cargo aquellos que apoyaron tanta mentira y tanto engaño, sobre todo los que se llaman “de izquierda” y terminaron siendo lacayos de las multinacionales. La consecuencia de los 12 años K es Macri presidente. El kirchnerismo se va, dejando todas las riquezas estratégicas del país en manos extranjeras y después de haber pagado una "deuda" que nunca debimos por 200.000 millones de dólares (desconociendo el fallo del juez Ballesteros del año 2000 que la declaró ilegal, ilegítima y fraudulenta), dejando una deuda igual o mayor, pero esta vez legitimada. Se va dejando mínimamente 12 millones de seres humanos viviendo en la miseria (según las estimaciones más benévolas), con el 10% más pobre accediendo sólo al 1,5% de la masa salarial, mientras el 10% más rico se lleva casi el 30% (dato del INDEC, EPH 2º trmestre 2015). Las cifras que ellos esgrimen son las mismas que los condenan.

8- Para finalizar, un párrafo para la izquierda: Toda la soberbia, la intolerancia, el sectarismo, la división, es decir, los vicios pequeñoburgueses entre los que decimos querer combatir y destruir el sistema de explotación capitalista y la cultura que de él deviene, hay que desterrarlos.
Nadie es el dueño de la verdad, y no puede ser que quienes luchamos contra la propiedad privada generemos espacios donde haya “dueños y porteros”.
Si está visto que no nos puede unir el amor, que al menos lo haga el espanto. Y si 12 años de kirchnerismo no fueron suficientes, ahí está el horizonte inminente con una lacra explícitamente derechosa como Mauricio Macri.

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