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Una visita para el olvido
Por Pedro Cayuqueo - Wednesday, Dec. 30, 2015 at 7:02 PM

Tras casi dos años de sorprendente ausencia, Michelle Bachelet finalmente visitó la Araucanía. Lo hizo de manera semi-clandestina, con agenda secreta y bajo fuertes medidas de seguridad, pese a los notables esfuerzos del intendente Andrés Jouannet para hacernos creer que el conflicto chileno-mapuche no existe. Del viaje se enteraron aun en pijama los corresponsales de prensa acreditados en La Moneda. Varios debieron correr al aeropuerto. “Vamos a Paris”, bromeó la mandataria cuando se le consultó por el itinerario. Burgos, el ministro del interior, no tuvo tanta suerte; se enteró del viaje cuando el avión ya despegaba con rumbo hasta entonces desconocido. Bachelet, todo parece indicar, no consideró importante su presencia en la comitiva. Su molestia y posible renuncia es titular hoy miércoles en diversos medios.

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Bachelet arribó a la región a tempranas horas y llegó a la intendencia custodiada por efectivos fuertemente armados del GOPE. Allí se reunió con un reducido número de víctimas de violencia rural, acompañada del obispo de Temuco, Héctor Vargas, y su singular jefe regional, mientras en las afueras una machi le exigía inútilmente audiencia. Ninguno de los invitados sabía de su arribo a la zona. Tampoco el obispo católico, que literalmente se desayunó con la noticia. Una encerrona impropia, según me confidenciaron fuentes de la Iglesia. Dos horas duró la cita. Bachelet escuchó y tomó nota. Luego, en rueda de prensa, habló una-vez-más de la “deuda histórica” y anunció la creación de una “mesa de trabajo amplia”. Esto último no estaba entre sus planes; la petición con tono de exigencia se la hizo el obispo Vargas, que algo se ha documentado del conflicto y sus bemoles.

Lo que aconteció después fue un libreto más o menos predecible; corte de cinta en el hospital de Lautaro y más tarde visita a mapuches beneficiados con programas de gobierno en sectores rurales. Aquí nuevamente el hermetismo; solo de camino se informó este último destino a los periodistas. El enigma sin embargo duró poco. Se trataba de Cholchol, a solo 25 kilómetros de Temuco pero a prudente distancia de zonas de conflicto y posibles manifestaciones. Allí Bachelet conoció a hospitalarias familias campesinas productoras de frutillas, los “mapuches buenos” con los que Indap, Conadi y la intendencia optaron por coronar la furtiva visita. La mandataria recorrió un huerto, sonrió frente a las cámaras y degustó frutillas. Luego, escoltada por carabineros, emprendió rumbo al aeropuerto. Al caer la tarde ya estaba de regreso en Santiago.

¿Qué podemos sacar en limpio de su visita?

Solo ratificar lo que ya sabíamos; la total renuncia de la Jefa de Estado a tomar en serio lo que acontece al sur del Biobío, importando bastante poco lo frágil de nuestra convivencia interétnica y social. En su fugaz visita a Temuco, Bachelet nada dijo que merezca ser destacado. ¡Si hasta habló por vigésimo quinta vez de la manoseada “deuda histórica”! Lo mismo hicieron en su minuto Aylwin, Frei, Lagos y Piñera. Tal vez por ello la bendita deuda es catalogada como histórica; todos los mandatarios la citan a la hora de los discursos para la galería. O a la hora de decir algo no diciendo nada. El principal conflicto no resuelto en la vida republicana de Chile, tratado con una negligencia que linda con el notable abandono de deberes. ¿Existirá ello como causal de destitución?

Hoy los principales promotores del conflicto se encuentran en La Moneda, partiendo por la propia mandataria y sus indecisiones que exasperan. Bachelet no solo ha cerrado lo que llamó “el peor año de su mandato”; también el peor en materia indígena desde el retorno de la democracia. Si, leyeron bien. Y es que las expectativas para 2015, reconozcámoslo, eran altísimas. El 2014 había sido el año de las peticiones de perdón, del reconocimiento del saqueo, del llamar por-primera-vez-desde-el-gobierno al menos un par de cosas por su nombre. Huenchumilla, no me cansaré de repetirlo, había obrado el milagro. Pero en 2015 no pasó nada. Corrijo; pasaron dos cosas. Huenchumilla fue destituido. Y Bachelet visitó la Araucanía para comer frutillas en Cholchol. Simplemente para el olvido.

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