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Sobre la convocatoria a un Parlamento Indígena
Por Reinaldo Ledesma - Saturday, Jan. 23, 2016 at 3:12 PM
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En este momento, en el cual la sociedad argentina vive su “día después” a doce años de populismo progresista capitalista; las organizaciones indígenas del país discuten a través de sus referentes sobre la necesidad de convocar a un parlamento indígena.

En este momento, en el cual la sociedad argentina vive su “día después” a doce años de populismo progresista capitalista; las organizaciones indígenas del país discuten a través de sus referentes sobre la necesidad de convocar a un parlamento o cumbre indígena. Entre posiciones indigenistas o indianistas; entre no-kirchneristas, kirchneristas, ex y aliados al kirchnerismo. El objetivo que debe tener este parlamento o cumbre no es para todos el mismo. ¿Proponer un indígena para el cargo de presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas? ¿Una nueva alianza táctica con posiciones críticas, ahora con el macrismo? O, exigir a este nuevo gobierno el reconocimiento de derechos conquistados por la lucha y el cumplimiento de legislación nacional y tratados internacionales en el camino de los pueblos originarios a su autodeterminación en sus territorios.

Las respuestas a los interrogantes dependen de la continuidad de un modelo que construyó un indio-tipo, desprotegido y necesitado de amparo, construido desde la colonia, que continuó a lo largo de los dos siglos de vida independiente, perfeccionado en el clientelismo político (de cualquier color) y, asumido como tal por algunos indígenas o la convicción, que también se inició en el período de la conquista y colonia, de la necesaria continuidad de las luchas emancipadoras de indígenas, pueblos, obreros, mujeres, naturaleza de un opresor común.

Una de las banderas que levantaron los pueblos indígenas a través de sus organizaciones fue el respeto a la diversidad, principalmente en sus formas de diversidad cultural y biodiversidad. Tal vez porque es la diversidad la principal característica del movimiento indígena. La generalización que implica la palabra “indígena” adquiere dimensiones de identidades concretas cuando hablamos de mapuche, qom, kolla, pilagá, diaguita, etc. Esta misma diversidad se refleja en las organizaciones políticas de los pueblos, en el relacionamiento entre ellas y con los gobiernos de turno. Esta diversidad es necesaria y también debe ser respetada. Lo contrario, que la identidad de cada pueblo, su historia, memoria y luchas se diluya en un genérico “indígena”; o un pensamiento político único, sin fisuras; o cualquier otra forma de homogeneización atentarían contra la Vida.

Un parlamento o cumbre indígena debe representar y garantizar esta diversidad. Con todas las voces, especialmente de aquellas que no siempre son escuchadas incluso dentro del mismo movimiento, las bases. Que el rostro que se mire no sea el de indios necesitados y pidiendo el amparo gubernamental sino, la luminosa claridad y dignidad del que lucha contra la opresión y la explotación. Un parlamento para debatir el camino a la autodeternimación y no un cargo; para construir una alianza con otras organizaciones y sectores en lucha.

El movimiento indígena no es una isla dentro del campo popular. La explotación capitalista, los grupos de poder, los malos gobiernos nos atraviesan a todos. El mismo indígena que es expulsado de su tierra por quienes se titulan propietarios, es el trabajador esclavizado por semilleras, empresarios de agronegocios. La Madre Tierra por la que luchamos los pueblos originarios es la misma por la que luchan ambientalistas en Andalgalá, Famatina, Malvinas Argentinas, etc. El modelo económico y de concentración de poder que mata al medio ambiente y explota hasta la muerte a hombres y mujeres es también el mismo.

A esta lucha universal podemos aportar desde nuestra memoria e identidad, y de hecho los pueblos indígenas así lo hacen. Aportamos una conciencia comunitaria, donde el concepto mismo de comunidad va más allá de la sociedad humana. Aportamos una conciencia ecológica, de búsqueda del equilibrio. Todavía falta que nos abramos además a otra conciencia, la conciencia de clase en lucha contra el capitalismo.

En estas últimas décadas, el gran aporte de los pueblos originarios a la humanidad es la propuesta de construcción colectiva y comunitaria del camino, también rico en su diversidad, que conduce hacia el Buen Vivir – Vivir Bien. Como construcción no fue, no es y no debe ser exclusiva de los pueblos indígenas.

En este mismo sentido, un parlamento indígena debe tener en la mira la convocatoria más amplia a una asamblea popular constituyente de todos los pueblos libres, hacia una genuina alianza intercultural e intersectorial en Argentina.

Reinaldo Ledesma
Pueblo Diaguita Cacano

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