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Apasionada explicación de la cosmovisión mapuche
Por Adrián Moyano - Thursday, Jan. 28, 2016 at 4:28 PM

27 Ene 2016 - EN LA MUESTRA “ENTRAMANDO IDENTIDADES”

Apasionada explicaci...
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El purrufe kollon en acción.

Como parte de la presentación de la publicación “Tayiñ nor zungun miawal (Nuestra palabra justa para andar)” se dieron a conocer aspectos poco divulgados de las ceremonias del pueblo originario.

Atrás había quedado la irrupción de un “purrufe” o bailarín que giró en repetidas oportunidades por la sala Frey, caracterizado con un “kollon” (máscara). Tuvo que arreglárselas para bailar porque las dimensiones del espacio son más bien reducidas y la asistencia era relativamente importante. Luego, se reprodujo un relato que 15 años atrás se registró para su inclusión en Feley, CD de música mapuche tradicional. En su transcurso, la por entonces centenaria Carmen Calfupan, explicaba el origen del “tayül” del ñanco, es decir, el canto sagrado del pájaro agorero.

Así comenzó la tercera de las presentaciones de “Tayiñ nor zungun miawal (Nuestra palabra justa para andar)”, breve publicación que sobre fines de 2015 concretó el Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política (EAMyCP) a través de la Editora Municipal Bariloche. Sus cuatros textos se dieron a conocer en el transcurso de “Entramando identidades”, la muestra que ideó la Subsecretaría de Cultura de la municipalidad de Bariloche. Esta crónica refiere a “La vigencia del llellipun”, trabajo sobre el cual compartieron comentarios Sandro Rivas Pichicura y Vanesa Gallardo Llancaqueo, integrantes de la organización mapuche.

El cometido del encuentro tuvo que ver con poner en común aspectos de “la cosmovisión y filosofía del pueblo mapuche de una manera vivencial. No sólo con palabras para el oído, sino también a través del gusto, el sonido de la música y las imágenes”, explicó Gallardo Llancaqueo. En esa línea, la actividad comenzó con enérgicos toques de “kultrun” e incluyó una degustación de “muday”, bebida mapuche hecha en este caso con trigo y manzanas.

Los disertantes explicaron la imagen que ilustra la portada de la publicación, escena de un “kamaruko”, ceremonia central del pueblo mapuche. “Se ve un lepun (espacio ceremonial) y a la gente que está girando de derecha a izquierda, en busca de la energía positiva, la energía de nuestro espacio territorial”, expresó Rivas Pichicura. Para que la asistencia pudiera captar uno de los sentidos del “kamarikun”, su compañera del EAMyCP expresó que “es la universidad de los mapuches”.

Todos importantes y necesarios

Señaló la dupla expositora que “en los kamaruko todos somos necesarios, todos somos importantes. Es importante que (las ceremonias) no se pierdan”. Explicaron que el relato de Calfupan, quien integró la comunidad mapuche de Vuelta del Río (Chubut), es muy representativo de la cosmovisión mapuche, porque en la narración dos chicos -un niño y una niña- se pierden hasta encontrarse con una pareja de ancianos, es decir, una invocación a la “familia originaria: una pareja de jóvenes y otra de ancianos”. Éstos invitan a pasar a sus inesperados huéspedes y conversan extensamente. A la mañana siguiente, la anciana enseña a la joven el tayül del ñanco mientras que el chico “aprende a gritar como un hombre”.

Según Gallardo Llancaqueo, en esa trama queda al descubierto el concepto de complementariedad que caracteriza a la cosmovisión mapuche, tanto en materia de género (femenino – masculino) como de generaciones (jóvenes – ancianos). “Por eso en los kamaruko están todos: viejos y jóvenes, mujeres y hombres”, afirmó la expositora, ante la mirada atenta de no pocos turistas.

Rivas Pichicura explicó que “el kamaruko es una gran ceremonia donde se desarrollan varias ceremonias”. Recurrió una vez más a la foto de portada de la publicación para señalizar a los jinetes que cabalgan alrededor del “rewe” (generalmente se traduce como altar), quienes desarrollan el momento ceremonial que se denomina “awün”. Luego se valió de otras fotografías para contar que “se arman cuadrillas con cinco purrufe para bailar alrededor del lugar sagrado con el baile del choike (avestruz). Todos los hombres bailan, pueden bailar los chicos de 5 años y los ancianos de 80”, ilustró. El objetivo es “concentrar la energía de la naturaleza”.
Añadió que “un kamaruko no es una fiesta, no es un lugar al que uno va a relajarse o a comer. El kamaruko es un trabajo exigente”. Rivas Pichicura explicó que la experiencia que compartieron refiere a la ceremonia que año tras año se lleva a cabo en la comunidad Ancatruz del paraje Zaina Yegua, en cercanías de Piedra del Águila. “Las abuelas empiezan a llamar a las 4 y media de la mañana y las cosas terminan cuando se va el Sol. Ahí se deja mucha energía, se pide y se agradece”, señaló. Una práctica de raíces ancestrales, viva en el verano de 2016.

Transmisión vivencial

Durante la alocución también pudo saberse que “cada uno de los bailarines tiene su tayül, su canto sagrado. En la comunidad Ancatruz hay abuelitas que conocen hasta 50 tayül, según el kupalme u origen de cada uno.

Lo sueñan o se aprenden por transmisión. Y en el relato de la abuela Calfupan (ver cuerpo de nota) decía que el nene gritaba como un hombre porque el hombre tiene que proteger a las mujeres mientras están cantando, llamando a la energía positiva”, describió Sandro Rivas Pichicura, integrante del Espacio de Articulación Mapuche de Bariloche.

Ante algunas de las preguntas de los asistentes, explicó que “los kamaruko no se pueden registrar”, es decir, filmar o grabar. “La transmisión se hace de manera vivencial a través de los viejitos que saben. En Ancatruz, todos los años se hacen encuentros de mujeres para que se transmitan los tayül y que no se pierdan. Hay muchas tareas que se hacen para que la cultura mapuche no se siga perdiendo”, confió.

Por eso pueden escucharse en Zaina Yegua “nenitas de 11 años y viejitas de 80, así circula el conocimiento. En ese lugar hace 100 años que están haciendo el kamaruko y después, también hay otros lugares donde se recuperó más recientemente, como en Las Huaytekas, una comunidad que está camino a El Bolsón. Ahí hace unos 12 años que lo están haciendo”, señaló.

Otro de los interrogantes del público refirió a la vestimenta: “La ropa se conserva, no se usa en otro lado para otra cosa. Se usa solamente en el kamaruko hasta que se rompa. A la ropa de la cuadrilla (de bailarines), se la lleva antes de que todo empiece a la casa del lonko, ahí se junta lo que se va a usar durante cuatro días”, informó Rivas Pichikura, entre muchos otros conceptos de la vastísima cultura mapuche.

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