Julio López
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Hacer periodismo (digital) en tiempos de Macri
Por Marcha.org.ar - Thursday, Feb. 04, 2016 at 1:17 PM

4 de Febrero de 2016 | Editorial. De aquel conocido escenario de polarización entre medios afines al gobierno kirchnerista y acérrimos opositores, el triunfo de Mauricio Macri logró cerrar filas detrás de su gestión, conformando una alianza con los medios hegemónicos.

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El mapa periodístico después del ballotage dio comienzo a una transición para nada gradual. Esto, principalmente, tiene que ver con la deliberada política del macrismo de avanzar en la concentración de la propiedad de medios lo cual le permite un total dominio de la escena política. Los medios aliados al kirchnerismo (como el Grupo 23) enfrentan no sólo su descrédito en cuanto a línea periodística, sino que además aducen problemas financieros por la falta de pauta oficial a futuro, y ponen en serio riesgo la continuidad de las fuentes laborales para sus propios periodistas.

Asimismo los medios públicos, que también supieron ser una voz diferente e incluso más plural que los medios privados, están sufriendo el evidente avance del nuevo gobierno sobre su línea editorial. Se puede observar un cambio de perspectiva, por ejemplo, en la TV Pública, el portal Infojus Noticias o el levantamiento de la programación de Nacional Rock.

Este escenario deja pocas salidas a quienes buscan dar otra mirada y plantear un periodismo diferente a la voz monocorde que comienza a gestarse.

El terrorismo mediático y las correlaciones de fuerza

Con mucho anclaje en las redes sociales, algunos medios (exclusivamente digitales y no) que buscan resistir y criticar al macrismo han llevado en el último tiempo, al extremo, una línea de denuncia permanente, muchas veces exagerada y con un manejo apresurado o desprolijo de la información.

Dejemos de lado los casos donde por el afán de denunciar se dio información errónea -como la presunta prohibición de trabajar a médicos cubanos que actúan en el país-. El debate más profundo es: ¿Qué efectividad tiene hacer una denuncia constante que busque “develar” el trasfondo del modelo liberal macrista a un público que presuntamente lo desconoce?

En primer lugar resulta necesario entender el cambio en las actuales correlaciones de fuerza que posibilitaron un triunfo de Cambiemos ya que, hasta el 23 de octubre, nadie lo preveía. El cuestionamiento -desatendido- a cierta herencia del kirchnerismo tiene un consenso social grande que se expresó en las urnas.

El desprecio que genera la situación de los trabajadores estatales es una muestra de ello. Incluso una porción de quienes trabajan en dependencias del Estado han manifestado su acuerdo en que se eche a los llamados “ñoquis”. Poco importa que sea más del 70% u 80% del personal como en la Municipalidad de La Plata y el Centro Cultural Kirchner (resulta inviable que esos porcentajes representen a toda gente que no trabaja). O el caso de Fabricaciones Militares, donde se está desmantelando una de las dependencias impulsoras de la industria nacional. Hay que “limpiar” la corrupción de 12 años.

Incluso ciertas medidas como los decretos han tenido un aval mucho mayor que el esperado por quienes consideramos una hipocresía dichas resoluciones. Y la exigencia de respeto por la república y las instituciones, esgrimida desde el kirchnerismo, resulta poco convincente políticamente.

Existe un fuerte consenso social sobre la necesidad de “poner orden” al supuesto desorden institucional heredado, a como dé lugar. Aún avasallando las propias instituciones.

Nuevamente, la correlación de fuerzas cambió. Un discurso, un buen argumento, no modifica la perspectiva de millones de personas. No están siendo engañadas; no hay que “descubrir” el verdadero objetivo del macrismo.

Como explicó en este mismo portal Adrián Pulleiro, el kirchnerismo construyó “un tipo de discurso basado en la argumentación y la confrontación de ideas”, al cual se contrapuso “uno basado en la imagen y los slogans”. Y agregó: “En un caso, el sujeto de la política es alguien experimentado en el análisis y el arte de convencer. En el otro es alguien ‘como cualquiera’ que se expresa como ‘todos nosotros”.

Entonces ahora, la discusión es otra.

El gueto de las redes sociales

La activista y profesora de Comunicación en Goldsmiths, University of London, Natalie Fenton, analizó el accionar de las personas en las redes sociales y la ilusión que se crea al actuar en ese ámbito.

“Después de Google, Facebook es la plataforma online más popular. Millones y millones de personas la utilizan todos los días”, sostiene Fenton. Sin embargo, explica que “no la usan necesariamente para fines informativos, la están utilizando para fines comunicativos que son en su mayoría expresivos”.

Para la investigadora, “no hay duda de que, en la era digital, hay muchos más medios de comunicación, vivimos en un mundo comunicativo. Pero eso, ante todo, es un medio de expresión más que una forma de información”.

Es así que “aquellas personas que las utilizan -las redes sociales- principalmente para fines políticos o informativos pertenecen a grupos muy concretos de la clase media y altamente educada. Así, lejos de aumentar la participación política de todos, Internet crea guetos políticos de los que ya están bien informados; afianza las desigualdades que existen offline”.

Si bien tiene una masividad considerable y ha generado efectos concretos (manifestaciones muy grandes), lo que matiza en algún punto la mirada de Fenton, el grupo “Resistiendo con aguante” es una expresión de esta guetificación en internet que se amplifica al resto de las redes sociales y no es nueva.

La presunta horizontalidad de la red nos genera la ilusión de estar rompiendo el “cerco mediático”. El mensaje -falaz- que se ha construido estos últimos años sobre los movimientos organizados por redes sociales que han volteado gobiernos (con la “Primavera Árabe” como máxima expresión) ha contribuido a esa mirada errónea.

¿Qué periodismo construir?

Sin duda que internet y la posibilidad de expresarse -e incluso organizarse- de miles de personas a través de las redes sociales tiene una relevancia que no hay que ignorar. Ahora bien el periodismo en esta nueva etapa no puede seguir apostando a construirse de un lado u otro de una grieta que no existe más (si es que existió realmente) si su objetivo es precisamente poner en cuestión las situación política general junto a las enormes mayorías.

Darle más argumentos a los “convencidos”, solo aporta a la indignación -que compartimos- con distintas medidas y actos de gobierno. Pero no es útil para convocar a esa gran porción de la sociedad que asiente, comparte o, sobre todo, es indiferente ante ellas.

La denuncia debe estar presente, porque es una responsabilidad histórica frenar el avasallamiento de los derechos conquistados. No obstante la rigurosidad y profundidad en el análisis será más necesaria que nunca. Esto no quiere decir que debemos abocarnos exclusivamente a extensas y tediosas notas de análisis, pero el “periodismo de redes sociales” (ese que busca expresar su opinión antes que informar) debe dar paso a uno que realmente empodere a la ciudadanía. Que le brinde herramientas para comprender y actuar en la realidad.

Hay que dejar de ser un mar con un metro de profundidad y recuperar lo mejor de una profesión tan noble como denostada. Esto debe estar acompañado de una búsqueda por mejores formas de comunicar, esas que tengan mejor llegada sin por eso caer en el amarillismo o la liviandad.

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